Capítulo 7



"I don't care what you think, As long as it's about me".


...— El consumismo es un comportamiento social masificado, sello distintivo de las llamadas sociedades de consumo de masas. Halloween, Navidad y todas las festividad en general tienen el mismo propósito, Harry. Gastar.— El rubio estaba caminaban por el campus de la Universidad mientras tomaba café.

—Oye, yo no entiendo tus cosas raras. ¿Ok? Solo te pedí acompañarme a comprar un disfraz.

—Sabes que no soy muy fanático de las fiestas.

—Ni yo. Pero vamos, Oliver necesita un disfraz para el concurso de la escuela . Y no soy ningún hada madrina. Además, se supone que los "Padres" tienen que disfrazarse también.

—Espera, ¿Vas a disfrazarte?

—Sí, pendejo, Sí. ¿Alguna otra pregunta?

Niall rió.—¿Y luego irán a pedir dulces por el vecindario?

Hubo un silencio en la línea.—Tal vez.

—Halloween es mañana, ¿Por qué no lo compraste antes?

—Es que... Lo olvidé. ¿Vas a ayudarme o no?

—Bien. Pero lo hago por el enano.—Rió de nuevo.—Y porque quiero ver tu trasero dentro de unas mallas.

—Gracioso.—Dijo molesto.— Te veo en la tarde. Adiós.

—Adiós.—Terminó y colgó la llamada.

Niall negó con una sonrisa en el rostro. Porque su amigo era sin duda una de las personas más extrañas que había conocido en su vida. Y generalmente, para estas celebraciones era el primero en esconderse. O como en navidad, cuando ambos se encerraban en el apartamento del rizado a ver temporadas completas de The Big Bang Theory y beber cerveza barata.

Harry estaba cambiando según Niall. No era para malinterpretarlo. Le gustaba ese cambio. Pero aún así, era raro.
Tan raro como escuchar al rizado cantar "Hakuna Matata" completa en la ducha.

El rubio caminaba tranquilo.
Su primera clase era hasta dentro de media.  Pero le gustaba la forma en la que el aire frío de la mañana en su golpeaba su rostro.

Todo estaba bien hasta que algo crujió ante su peso.
No quería bajar la mirada, sabía exactamente que había puesto el pie sobre uno de los huevos podridos que los idiotas de las fraternidades colocaban por toda la Universidad.

La noche antes de Halloween siempre estaba caracterizada por el sin fin de bromas, de aquellos estudiantes renegados y "famosos" del lugar.

A Niall le valían verga.

Ellos, y el resto de los estudiantes. Esas bromas le parecían de mal gusto. Generalmente alguna de ellas se salía de control y terminaba lastimando a algún pobre chico o chica de primer año que no sabía de lo eran capaces.

Se detuvo e intentó limpiar su zapatos en el césped. Al  menos no había terminado cubierto de salsa de tomate como hace un año. Se sintió tonto al recordar que no debía caminar por allí. Este trecho siempre terminaba como campo minado.

Levantó la vista. Y vio un chico de cabello castaño bastante claro que caminaba desprevenido con la vista prendida en una hoja.

Lo siguió.

—Oye. Tú. De suéter Azul.—El chico se detuvo y giró la cabeza un poco.—Sí, tú. Espera.

—¿Si?—Dijo dudoso.

—¿Eres nuevo aquí? —Preguntó. Al notar que la hoja que el chico tenía era su horario.

—Muy obvio, ¿Cierto?

—De hecho no. Es solo que nadie camina por aquí, mucho menos hoy.

—Entonces, ¿Por qué estás caminando por aquí? Espera, ¿Por qué estás hablando conmigo?—Dijo nervioso.

—Porque soy raro. Y parecías perdido.

—Lo estoy.—Se rindió.

—Dejame ver tu horario. —El chico le entregó la hoja.— ¿Leyes? ¿Facultad de Derecho? Niño, eso está del otro lado del campus. ¿Cómo llegaste hasta aquí?

—Supongo que no soy muy bueno con las ubicaciones.

—¿Quieres que te lleve hasta allá?—Cuestionó.

—No quiero molestar.

—No es molestia. Ven.—Dijo y lo halo suavemente de regreso.—Por cierto, pareces algo joven para estar aquí. ¿Cuántos años tienes?

—Cumplí 19. ¿Tú?—Dijo caminando   a su lado.

—Tengo 23 años. Te gané.—El chico rió.

El niño era muy agradable. Tanto que cada comentario suyo hacia a Niall reír. Lo acompañó hasta la puerta de su edificio. Y le llamó cuando iba a entrar.

—Espera. No escuché tu nombre.

Le sonrió.—Soy Connor, Connor Lahey.—Y sin más se giró. Dejando al otro sin tiempo para hablar.

—Niall Horan.—Dijo al aire el rubio. Luego salió corriendo, notando que ya era tarde.


*


—Limpia, limpia. Guarda todo en su lugar. Limpia, limpia. Todos deben cooperar.—Louis veía a sus pequeños organizar el salón luego de un excelente trabajo con pintura.

El sistema de trabajo de Louis era preciso.
Simple pero efectivo.

Y estaba bastante orgulloso de lo que había logrado con estos niños. Habían avanzado muchísimo. Realmente le iba doler dejarlos ir a la primaria.

El mundo necesita líderes, buenos líderes.

—Tobías y Oliver.—Reprendió.—Su mesa es la única que aún tiene pintura. ¿Quiero saber por qué?—Ninguno contestó. Ambos tenían la cabeza gacha.

—Niños.—Llamó de nuevo. Y  se acercó a su mesa.—Tobías, enséñame tus manos.—Le ignoró.— No quiero enviarte un reporte.

El niño puso al frente sus dos pequeñas manos. Totalmente manchadas de pintura verde. Y cuando levantó el rostro no fue diferente. Tenía trozos de la cara azules y la boca amarilla.
Revisó a Oliver. El tenía pequeñas manchas amarillas en el rostro. Y pintura rosa en los brazos.

Louis lo vio molesto, o bueno, intentando parecer molesto. Y este le sonrió como tratando de compensar algo.

—¡Fue su idea!—Oliver trató de excusarse.

—¿¡Qué?! Me ofendes con tus acusaciones.—Le dijo el castaño y luego masculló.—Cállate.

Era casi hora de salida. Y Louis estaba limpiando a los pequeños tan rápido como podía.
Porque el padre de Toby era muy estricto con la limpieza. Odiaba ver a su hijo sucio.

Ese hombre le intimidaba. Trato de poner su mejor cara seria cuando este se acercó a él. Limitándose a ser condescendiente cuando el tipo lo examinó de pies a cabeza. Y se marchó sin agradecer.

Harry llegó unos minutos después de que el se había marchado.
Recogió a su sobrino sin ningún preámbulo y salió de la escuela. Aunque ambos se sentaron en la acera a esperar que Louis saliera de trabajar.

—¿Llevan allí media hora?—Preguntó el más bajo. Viéndolos incrédulo.

—Exacto.

—¿Por qué?

—¿Recuerdas esa salida de amigos que íbamos a tener? Pues bien. Vamos a tenerla justo ahora.

—¿Qué? No. Lo siento. Tal vez más tarde.—El rizado se puso de pie.

—¿Y ahora por qué?

—Recién salí del trabajo. Aún tengo puesto el uniforme.—Se rascó la cabeza.—Ah, y tengo pintura hasta en el cabello.

—Oliver está igual de sucio que tú y él no está quejándose.—Dijo divertido.—Además, yo luzco como  muñeco de pastel de boda.

—Me di cuenta de eso. ¿Por qué tanto usas tanto gel en el cabello?

—Porque mi jefe odia mi cabello.—Dijo, y empezaron a caminar juntos. Oliver tomó la mano del rizado.—Pero no lo culpo, es calvo. Así que creo que me tiene envidia.

Louis rió.—Me gusta al natural. Se ve bien. Uhm, desordenado.

—Creo que eso fue un cumplido. Así que gracias, Profesor.

Caminaron tranquilos. Uno al lado del otro en vía al centro. A travesando por un parque cercano.

El sol estaba en su mejor punto. Y es que a esa hora de la tarde todos parecían más alegres.
Oliver y Louis conversaban como si fuesen mejores amigos. Era sorprendente la facilidad con la que el castaño lograba compactar con el pequeño.

Harry no pudo evitar sonreír al notar la forma en que ambos evitaban pisar las lineas en el suelo. Le daba ternura.

Unos niños soplaban burbujas por el lugar. Y no pasó mucho tiempo para que éstas los rodearán. Oliver Jugaba con Louis de la mano. Riendo cuando las burbujas reventaban contra su nariz.

¿Cuál sería la diferencia entre una persona infantil y una persona inmadura?

Fácil. Porque no, no son lo mismo. La persona inmadura sería aquella con miedo a las responsabilidades. Inestable. Y la infantil simplemente preservaría su fascinación por la vida dentro de ella.

En la mayoría de los casos, al crecer. La madurez aplasta la capacidad de sorprenderse de los adultos. Mata aquella chispa que crea la felicidad dentro de un niño.

La inocencia no se pierde cuando el morbo entra en la mente del adolescente. La inocencia se pierde cuando los sueños dentro de el se destruyen.  Porque todos pasamos por eso. Crecemos, dejamos de creer en las princesas y en los caballeros de armadura brillante. Nos damos cuenta que la vida puede ser un completa perra y nos tira al piso una y mil veces. Nos convertimos en cuerpos vacíos. Siguiendo un patrón.  Cuando de pequeños podíamos ser lo que quisiéramos. Nuestras decisiones no causaban dolor. Y nuestras palabras eran sinceras. Eramos libres. Y nunca aprovechamos eso.

Retomando, una persona infantil no es necesariamente inmadura. Simplemente es más interesante.

En palabras más sencillas la diferencia serían los ojos. Porque la infantil aún tiene brillo en ellos. Y la inmadura los perdió hace tiempo.

Harry era bastante inmaduro.
Y Louis, por bien que lo ocultara. Era infantil.

Llegaron a la tienda de disfraces. Donde encontraron a un Niall molesto.

—Hasta que se dignaron a aparecer. ¿Por qué tardaron tanto?—El rubio notó que Louis los acompañaba.—Oh, ya veo. Bien, hagamos esto.—Dijo y entraron.

—Esto no era lo que imaginaba cuando dijiste salida de amigos.

—Lo sé. Pero es tu culpa que tenga que disfrazarme.

—Primero, no fue mi idea. Segundo, la actividad no es obligatoria. No tienes que particular si no quieres.

—Ya hablamos de esto.—Dijo Oliver interrumpiendo.—El prometió que lo haría, deja de darle ideas, por favor. Ahora vamos a buscar algo de su talla.

Niall rió.—El enano tiene más autoridad que ustedes dos juntos.—Caminaron por la tienda.—¿De qué vas a disfrazaste tú? Supongo que tienes que ir vestido también.—Louis rió. Pero no dijo nada.—Está bien, no me digas. De todos modos ni quería saber.

Después de probarse la mitad de la tienda. El rizado estaba desesperado. Porque nada le quedaba bien. Y Oliver rechazada todos los disfraces.

—Podríamos envolverte todo el cuerpo y decir que eres un árbol.—Dijo Niall sentado en uno de los sillones puff que había allí.

—Oliver, deberías usar el traje de ninja.

—Es la tercera vez que dices eso. No quiero ser un bobo ninja.

—¿¡Bobo?! Cuando yo tenía tu edad, los ninjas eran lo más genial que existía.

—Eso fue hace como 50 años. Actualízate.—Dijo sonando obvio. Ofendiendo a Harry.

—Sí, Harry. Actualízate.—Continuó Niall meneando la cabeza.

Rodó los ojos.—Subnormales.

Louis apreció  con una sonrisa sonsacona.—Chicos, creo que encontré el disfraz ideal para ustedes.—Harry vio a lo que se refería y asintió dudoso.

Al día siguiente se dirigían a la escuela. Ya vestidos. Harry sudaba bastante. Porque su traje era peludo, y las personas no podían evitar mirarlo.

Había pedido el día libre para poder acompañar a Oliver todo el día. Zayn, su supervisor, era mucho más razonable que su jefe.

Las chicas que pasaban por allí los veían con ternura. Unas cuantas se acercaron para pedirles una fotografía. Él las hubiera rechazado. Pero Oliver, bueno, era un regalado.

James P. Sullivan y Mike Wazowski caminaban presurosos. Porque era tarde. Como siempre.

Había madres muy lindas. Con disfraces de Princesas y otras cosas.
Examinó a la rubia que estaba coqueteándole. Era Bastante bonita. Tal vez más tarde iría a saludar a Tinkerbell.

—Wow.—Dijo al ver a Louis a la distancia. Oliver ya no estaba a su lado. Había salido corriendo en busca de su amigo.

Pensándolo bien, mejor iría a saludar a Peter Pan. 

Louis traía Vans Negros, una chaqueta verde, y unos Skinny jeans del mismo color. Ajustados. Demasiado.

Harry hubiera preferido verlo en licra.

Le era difícil caminar, porque la cola de su traje pesaba.

Los otros adultos pasaron al auditórium. Les siguió. Ni siquiera se había tomado la molestia de leer la información completa.
Para participar, debían exponer su disfraz. Y no, Harry ya se había arrepentido.

Varios padres subían al escenario para realizar el acto que habían preparado. Recibiendo aplausos vanos al terminar. 

Tobías iba acompañado de su madre ese día. Él se veía Gracioso de Gato con Botas. Y ella era un intento de Caperucita roja. Aunque lucía más como "La Zorra Feroz". No era de sorprenderse, ella era joven y bonita. No más de 25 años. Era la tercera esposa de su jefe. Pero prefería no opinar nada.

Miss Ethel, la directora. Llamó a Oliver al escenario. Harry empezó a sudar de nuevo. Y a respirar con dificultad. No quería hacer el ridículo. Se acercó al escenario y espero la indicación de la maestra para poder subir.

Subió junto a su sobrino. Tenía que improvisar algo rápido. Pero Oliver decidió hablar primero con el micrófono ya en mano.

—Si la nombras Sully, te encariñas con ella.—Las  personas prestaron atención. Los demás niños no habían dicho nada, habían dejado todo el trabajo a sus padres.—¡Pon esa cosa horrorosa allí o verás!.

El niño abrió exageradamente la boca, y luego se giró  hacía el público.— Hola. Eh, este es un...¡Ensayo! De la nueva obra de teatro llamada "Pon esa cosa horrorosa allí o verás".—Rió.—Es un musical.

El rizado tenía su micrófono en la mano, y no le quedó más remedio que seguirle la corriente.—Pon esa cosa horrorosa allí.—Pom pom pom.—O verás. O verás. Y corte.—Harry dejó de bailar detrás de él.—Hay que mejorarla. Pero estamos en eso.

La oleada de aplausos empezó. Harry se quedó asombrado por lo expresivo que era ese niño.

La actividad terminó. Dejando a los chicos en primer lugar. Y no, no habían ganado porque Louis había sido el juez. Eso sería inmoral.

El premio eran £50.00 y dos vales canjeables por helado. No era gran cosa. Pero al menos le darían postre gratis.

Trató de hablar con Louis, pero este estaba muy ocupado como para prestarle atención. Durante toda la mañana se limitó a ver a la distancia el sombrero verde con una sola pluma roja que el castaño tenía puesto.

Ya entrada la noche, recorrieron los vecindarios aledaños en busca de caramelos. Tocando de puerta en puerta hasta llegar a la casa de Louis.

Harry se posó en el umbral de la puerta. Y dejó que el niño tocara a la puerta.—¡Dulce o Truco!—Dijo roncamente.

Louis rodó los ojos. Y movió la cabeza indicándoles que entraran.—No creí que saldrías a pedir dulces

—Ni yo, pero es divertido. Oliver y yo llevamos tres bolsas llenas. ¿Puedes creerlo? Estoy muy emocionado.

—Cuatro bolsas llenas.—Corrigió Oliver con superioridad.

—Hay un frasco lleno de galletas cerca de la puerta.—Guiño para el  niño.—Ve por ellas.—El pequeño salió corriendo.

—Pareces feliz. ¿No es así?—Dijo a Harry.

—Es la primera vez en mi vida que hago algo como esto. Es extraño, pero me gusta.—Louis le sonrió.—Mi infancia está bastante borrosa en mi mente.

—Siempre hay una primera vez para todo.

—Eso parece.—Dijo ladeando la cabeza.—Oye, yo venía a invitarte a una fiesta.

—¿Fiesta? No. Lo siento, es tarde. Y debo trabajar mañana.

—¿Quién trabaja 1ero. De Noviembre? Que yo recuerde no hay clases mañana.

—No las hay. Pero aún así. Yo debo ir. Además, tu tienes un niño que cuidar.

—Niall puede cuidarlo. Por favor. Seré un niño bueno si me acompañas a nunca jamás.

—Eso ni siquiera tuvo sentido. Pero me causó gracia.—Suspiró.—No nos conocemos lo suficiente, pienso que es raro.

—No me importa lo que pienses de mi, siempre y cuando yo este en tu mente.

Se sonrojó un poco.—Bien, iré. Pero solo una hora y si Noel está de acuerdo en cuidarlo. ¿Entiendes?

Harry rió.—Sí, sí. Nos vemos en mi departamento en media hora.—Se despidió.

Cargó a Oliver. Y salió de allí. En cuanto cruzó la calle corrió tan rápido como sus pulmones lo permitieron. Debía arreglarse.

En el centro se Londres siempre había fiestas extraordinarias. Y mayormente en la noche de Halloween donde cualquiera podía hacer lo que quisiera aprovechando el abrigo de la noche.

Llegaron al edificio. Pasó tocando la puerta de Niall para que este saliera.

—Necesito que cuides a Oliver.—Dijo sin preámbulos.

—La última vez que un Styles dijo eso no resultó bien. ¿A dónde vas a ir?

—Fiesta. Louis. Conmigo. Niall ayuda a tu amigo.—Hablaba rápido.

—Ya veo el interés.—Rió.—Te quiero aquí antes de media noche.—El rizado asintió eufóricamente.— Nos quedaremos en tu apartamento. Así que no quiero sorpresas más adelante.—Terminó.
Dejó a los chicos allí. Y zarpó a arreglarse. Ni él mismo sabía Porqué estaba arreglándose tanto. Pero continuó.

Usó una camisa blanca, dejando los primeros tres botones abiertos exhibiendo la mariposa que tenía tatuada en su pecho. Pantalones negros ajustado. Y botas marrones.

Iba a peinarse. Pero algo lo hizo detenerse.

Como habían acordado, el timbre sonó. Se apresuró a tomar sus llaves, su billetera y su chaqueta.

Cuando salió no pudo quedar más encantado al ver la musculosa negra que Louis llevaba. Y que era agradablemente ligera.

Le sonrió y ambos salieron de allí.



Hola.

Solo como aclaración, el apellido Lahey se pronuncia "Leiyi". Ahre ;)

Manténganse con vida. J.S.

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