Capítulo 23
"Our conscious's are always so much heavier than our egos".
"La enfermedad de Huntington (EH), también conocida como corea de Huntington, es una grave y rara enfermedad neurológica, hereditaria y degenerativa. Produce alteración psiquiátrica y motora."
Oliver se sentía cansado, le habían hecho correr el día entero. Y sus piernas cortas dolían.
Estaba sentado en la sala de espera de lo que parecía ser una casa de retiro, aunque no estaba seguro de que fuese una. Olía a medicina, polvo y algunas otras cosas que no sabía identificar.
Jugaba con el zipper de su chaqueta mientras esperaba a que Louis saliera de la habitación.
No sabía qué hacían allí, se había quedado dormido a la mitad del camino y justo en ese momento estaba un poco inquieto.
Aburrido.
Se levantó del piso. No podía seguir esperando a Louis afuera, estaba incómodo y algo temeroso. Realmente, no le gustaba ese lugar.
Abrió la puerta lentamente para introducirse a la habitación.
—"...London Bridge is falling down, Falling down, falling down. London Bridge is falling down... My fair lady..."
—¿Cuánto más vas a pretender que no me escuchas?—Louis estaba sentado a la orilla de la cama, mientras Gemma tarareaba aquella canción infantil, la mujer apretaba sus piernas contra su pecho con fuerza.
"Además, se hace progresivamente difícil el hablar y recordar. En las etapas finales de la enfermedad, la duración de los movimientos se alarga, manteniendo los miembros en posiciones complicadas y dolorosas durante un tiempo que puede prolongarse hasta horas."
—"...is falling down...".—Su voz era lenta, como escabrosa.
Louis estaba nervioso, rascando su nuca incesantemente. No tenían mucho tiempo antes de que se dieran cuenta de no era la persona que dijo ser para entrar allí.
No, no querían dejarle entrar. Tuvo que hacerse pasar por Harry para eso. No tenía una identificación para confirmar que efectivamente se trataba del rizado; aunque bastó con decir de memoria el número de registro de la licencia de conducir del chico para que le creyeran.
4:07 P.M.
El castaño estaba desesperado.—Maldición, vine aquí por una explicación. Y ¿Qué encuentro? Nada, absolutamente nada.
—¿Una explicación?—La mujer ser volteó a verlo.—¿Crees qué te debo una explicación a ti?
Asombrado por su repentina intervención.—Le debes una a Harry. Y también a tu hijo.
Oliver seguía espiándoles desde la puerta.
—Yo no tengo un hijo.—Declaró Gemma.
—¿¡Qué!? ¿¡Cómo puedes si quiera decir eso!?—Molesto.
—Cuando eramos niños, a Harry y a mi nos gustaba reírnos de la tía Mercy.—Louis ladeó la cabeza, confundido. Ella soltaba pequeñas risitas.—La tía Mercy está loca, ¿Lo recuerdas, Harry? Claro que sí.
Louis comenzó a asustarse.—No, Harry no está aquí.
—Mamá dice que ella está enferma y que no debemos molestarla; pero Harry es desobediente. Por su culpa me castigan, todo el tiempo. No, a Harry nunca le castigan porque es hombre. Harry puede salir a jugar en la tierra. Acompaña a papá al bosque y puede ver a los animales. Él siempre arruina todo, pero mis papás nunca le dicen nada.
Regresión.
—¿Estás molesta con él?—Louis no entendía lo que pasaba. Solo buscaba llevarle la corriente.
—Creo que lo odio.—Su manera de articular era lenta. Y los movimientos de su rostro parecían como si quisiera llorar.—Alto.—Levantó la cabeza.— Soy como la tía Mercy ahora. Y... Harry va a burlarse de mi.—Sollozando.
—No, él no hará eso.
—¡Sí, lo hará!—Acongojada.
—No, porque él te quiere mucho.—La chica sorbía su nariz. —Pero sabes, Hay alguien que te quiere mucho mucho más.
Esperanzada.—¿Quién?
Demencia.
—Tu hijo.
Rodó los ojos. —Yo no tengo hijos. No, no, no, no. Si Mamá y papá no me dejaron tener un gato, mucho menos un hijo.
—Ya no vives con mamá y papá. Deja que te cuente sobre él, Su nombre es Oliver, ¿Sabes?—Dijo con amabilidad.—Es bajito para su edad, tiene espeso cabello negro. Sus ojos son grandes y no tienen un color definido, estoy seguro de que son azules, pero todo el mundo dice que son grises.
—Yo no conozco a nadie así.
—Le gustan los leones, es alérgico a la mitad de las cosas del mundo. Y...—Louis sintió como apretaban su espalda, mojada.—Está llorando detrás de mi.
Oliver se acercó lentamente a la mujer, que lo miraba con asombro. Sin resistirlo, se lanzó a abrazarla.
Ella no reaccionaba, atónita. Como buscando una respuesta en su mente.
—2,4 kg.—Masculló Gemma.
—¿Eh?
—3 de Diciembre, 11:37 P.M. Peso: 2,4 kg. Varón. Nació prematuro, el doctor dijo que lo mantendrían bajo observación.
—Sí, sí. Tu hijo.—Louis sonrió, Pensando que Gemma había salido de la laguna mental que atravesaba.—¿Lo recuerdas?
—No.—Respondió súbitamente.
—P-pero...Acabas de describir su nacimiento.
—Tengo 17 años. No puedo tener hijos, iré a la universidad en otoño.
—Gemma...por favor.—Ansioso.
—¡Dije que no!—Vociferó. Alejando de golpe al niño de ella.—¡No, no, no!—Agitada, comenzó a sacudirse mientras gritaba.
Tanto Louis como el pequeño entraron en pánico, seguidos unos segundos varias enfermeras entraron a la habitación para contenerla. Louis comenzó a moverse hacia la puerta.
En un momento de lucidez, ella gritó.—¡No dejes que mi esposo lo encuentre!
—Te refieres a su padre.
—Él tampoco.
Sin más remedio, el castaño cargó a Oliver—quien estaba en shock—afuera de la habitación.
Se golpeó mentalmente, había sido una muy mala idea ir a ese lugar. Después de todo, ¿Qué podía esperar de una persona recluida en una institución mental? Al parecer, no mucho.
Ahora, tenía que lidiar con un Oliver asustado.
Salieron de allí cuanto antes, Ambos con un nudo en la garganta.
El cielo comenzaba a tornarse naranja, atardeciendo. Se movía a gran velocidad mientras cargaba al pequeño, debía apresurarse si quería llegar a la estación de autobuses a tiempo, el último de esos vehículos partía a las 5:00 P.M.
No tenía dinero, solo el suficiente para sus boletos de pasaje. Por lo que tomar un taxi, no era una opción.
Sus piernas no eran demasiado largas o ágiles; sin embargo, Louis se esforzaba por llegar a tiempo mientras pensaba. ¿Qué se supone que iba a hacer cuándo llegaran a Cheshire?
No podía aparecerse en la casa de los padres de Harry e iba a decirles algo como: " Hola, soy el novio de su hijo. Y este es su nieto, va a quedarse con ustedes hasta nuevo aviso."
No, claro que no.
Tal vez podría intentar explicarles que su hija enloqueció y que su hijo estaba preso.
No, eso tampoco estaba bien.
Su mente estaba bastante aturdida en ese momento. Debió haber pedido el historial clínico de Gemma antes de entrar a verla.
Estaba a media calle de la estación. Bajó al niño y juntos corrieron, pero para cuando llegaron, joder, era demasiado tarde.
Con la leve esperanza de conseguir un asiento, se acercaron a la ventanilla.
—Dos boletos para Holmes Chapel.—Dijo intranquilo.
—Lo siento, amigo. El último autobús salió hace varios minutos.
—No puede ser.—Insistente.—Apenas pasa de las 5:00 P.M. No pueden ser así de puntuales.
—Oye, chico. Faltan 20 minutos para las 6:00.
—¿Qué?—Incrédulo, sacó su teléfono para confirmar que el hombre tenía razón.
—Maldición, ¿A qué hora sale el primero mañana?—Preguntó insistente.
—7:30 A.M.—Respondió seco.
—Gracias por nada.—Repuso molesto antes de alejarse.
Bufó. Pasarían esa noche aún en Londres.
*
—Estás muy concentrado hoy, ¿Qué te mantiene tan ocupado?
Tobías y Connor estaban en encerrados en la habitación del más pequeño. Debido a que la propia del chico no tenía puerta, tuvieron que recurrir a la del niño.
Tobías estaba sentado en el suelo, con un cuaderno y un lápiz en su mano. —No te muevas, casi termino.—Ordenó a su hermano.
El castaño se quedó quieto. En espera de una nueva instrucción.—¿Estás dibujándome otra vez, acaso?
—Sí.—Dijo serio, proyectando total serenidad.—Listo, ¿Qué opinas?—Dijo tendiéndole el objeto al otro.
Connor lo observó por unos segundos.—Es bastante bueno.—Le elogió sin mentir. El dibujo no era impresionante, era normal. Era el hecho de que su artista fuera un niño de 6 años lo que le hacía magnífico. Porque, lo que el niño había hecho realmente se parecía a él.
—Gracias.—Sonrió el pequeño.—Mi maestro dice que he mejorado mucho.
—Tiene razón.—Le apoyó.—Espera, ¿Qué es este punto que tengo en el rostro?—Preguntó al notar la mancha en esa parte de la hoja.
—Acné.—Contestó sincero.
—Voy a matarte, mocoso.—Le dijo molestó. Levantándolo del suelo para atraerlo hacia él, mientras le hacía cosquillas.
—Basta, basta.—Decía entre risas Tobías.
Existen dos tipos de modalidades en el aprendizaje: La escolarizada y la no escolarizada.
La primera se da en el ambiente educativo normal, en la escuela. Con los libros, los ensayos y las tareas.
La segunda, se trata de la función que cada niño ejerce dentro de su familia y de lo que aprende de ella.
Tobías tenía un léxico bastante fluido, y una mentalidad mucho más adelantada que la de Oliver. Y en cierto grado, menos inocente.
Simplemente porque no tenía función en su familia.
Él no era nada. No tenía cavidad en las actividades de su padre; era un estorbo para la vida de despilfarros de su mamá. No tenía obligación alguna. Nada.
No era co-dependiente, no sufría de ningún tipo de retraso en su desarrollo físico. Mentalmente era capaz de sostener una conversación coherente e interesante con una persona que le doblase la edad.
Todos necesitamos un modelo a seguir. Alguien que te haga anhelar crecer, que te inspire a la vida.
Tobías se esforzaba por ser como su hermano. Porque era la única persona digna de admirar delante de él.
Algunas veces nos encerramos en nuestro propio egoísmo. Y muchos no entienden el papel que juegan como hermanos mayores.
Cuando eres el mayor te conviertes en un líder automático. El niño que te observa cree que eres lo más genial del mundo, para él eres inteligente porque tú sí sabes cómo atarte los cordones de los zapatos, eres valiente porque lo defiendes de tus padres, eres un rebelde porque no necesitas que te den instrucciones. Y es que ese pequeño, lo único que quiere es ser la mitad de lo "bueno" que eres tú.
Sí, tú mismo sabes que tu vida es un completo desastre; pero sí él te ve como un héroe, ¿Por qué negarle ese visión?
Emocionalmente, a Tobías, todo le era relativamente indiferente. No le dolía que su mamá no estuviera con él. Y era poco lo que le importaba su padre, ambos eran solo un medio de donde obtener dinero.
No les quería, no de la misma forma en la que quería a su hermano. Al Connor de 12 años que le ayudó a caminar. O al de 13 que hizo un montón de tarjetas para enseñarle a hablar, ese que le arropaba todas las noches antes de dormir, y con quién leía el periódico en el desayuno. O ahora el de 17, que podía llevarle al zoológico a ver a los animales.
Oliver decía que su mamá lo ayudaba con la tarea, decía que le leía cuentos y que lo defendía. Le contó lo estricta que era a veces cuando lo castigaba, o que cuando estaba de buen humor salían a jugar con las palomas del parque. Su amigo solía contarle como era su vida antes de que su madre desapareciera, y lo mucho que le dolía estar separado de ella.
Tobías intentaba entenderle, pero no podía.
Incluso ahora, que la suya se había marchado. No sentía ese dolor que Oliver decía sentir. Porque sus padres nunca hicieron ninguna de esas cosas por él, no como su hermano.
El ser humano siempre se ha adaptado a sus condiciones de vida.
—Cuando seas un gran artista, no te olvides de nosotros, los pobres diablos sin talento como yo.—Dijo Connor.
—No lo haría. Tienes que acompañarme.
—¿Ah, si?—Preguntó interesado.
—Alguien tiene que cargar mis premios.
Ofendido.—Acabas de romperme el corazón.—Le dijo soltándolo.—Largo, fuera de aquí.
—No.—Le mostró su lengua al mayor.— Oye, Connie.—Dijo Tobías.
—Te dije que no me llamarás de esa forma.
—Entonces...¿Quieres que te llame por el nombre con "L"?—Se burló. Connor odiaba su segundo nombre.
—Agh, voy a ignorarte desde ahora.
—¡No! Alto, tengo hambre. Dame de comer y luego ignórame todo lo que quieras.—Pidió.
—Yo también tengo hambre; pero papá dijo que no bajáramos. Sus socios están en la sala.
—Pero vamos a morir de hambre.—Buscando una solución.—¿Y si le dices a nana que nos traiga algo rico?
—Buena idea, ella siempre está caminando por la casa.
El chico se levantó de la cama, y salió de la habitación.
Estando afuera, buscó a alguien a quién pudiera ordenarle que le trajese comida; pero al no encontrar a nadie se dispuso a bajar las escaleras.
—Te dije que era excepcional.—Escuchó la voz de su padre y se detuvo.
—¡Eres brillante, Zayn! Leí todos los datos que me entregaste, el estado de cuenta estaba hecho perfectamente.—Se encorvó para ver que se trataba de un pelirrojo, que no conocía.—Parecía...
—¿Real?—Escupió el moreno con un poco de culpa.
—Real.—Secundó Lahey.—Bien. ¿Cuántos años crees que le den de cárcel?—Preguntó a Carl.
—No lo sé, tampoco me importa.—Se burló Carl irreverente.
—¿Y tú, zayn?—Los dos hombres reían, mientras que el susodicho mantenía el semblante serio.
Harry era su amigo. Era alguien bueno que no se merecía lo que le hizo.—No me siento cómodo hablando de esto.
—Ya, ya. Deja de atormentarlo.—Dijo Carl.—Buen trabajo, Zayn. Creo que te mereces un aumento, ¿Cierto, Martin?
—Sí, ese era el trato.—Declaró el señor. Después revisó la hora en el reloj de su muñeca.—Es un poco tarde, Zayn. Puedes irte a casa.—Terminó.
Vio al moreno desaparecer del cuadro que alcanzaba a ver desde las escaleras. Y luego el sonido de la puerta cerrándose le informó que este se había marchado.
Louis tenía razón. Harry era incapaz de hacer algo como eso. Y a Connor no le sorprendía. Se jactó un poco en su interior.
Estaban acusando a Styles de desvío de fondos y maquillaje de estados financieros. No era algo que un simple cajero pudiera hacer. Para hacerlo se necesitaban otro tipo de conocimientos, como los de un economista. Un economista como Zayn.
Sentía deseos de correr de regreso a la habitación; pero necesitaba seguir escuchando.
—El inepto está fuera del camino. ¿Qué harás ahora?
—Esperaré a que esa perra este lo suficientemente loca para entregarme la custodia o se muera. Lo que ocurra primero.
—Ojalá no demore mucho en hacerlo, ésta situación me estresa.
—Deberías actuar ahora, aprovechar a que Tomlinson está confundido con todo esto.—Connor ladeó la cabeza.
—No lo sé, no he pensado demasiado bien las cosas.
—Aún no entiendo ¿Por qué querías llegar a él? Es decir, pasaste seis meses antes de conocerme tratándolo demasiado hostil y ahora resulta que todo este tiempo que estabas interesado en ese tipo.
—No es ese tipo de interés. O bueno, no lo era.
—¿Entonces?—Preguntó.
—Creo que tú y yo nos entendemos porque ninguno de los dos tiene buen gusto en perras.
—Pero tú estás mucho más jodido que yo, hermano. Supongo que deben tener cierto parecido aunque creo que es mínimo, además Louis es hombre.
—Es idéntico a su madre.
—¿Cómo puedes recordar tan fielmente a una persona que no vez desde hace tanto tiempo? Eras joven, tenías unos 23 años quizás. Y no estoy juzgándote; pero si realmente la querías, ¿Por qué dejaste que se fuera?
— Yo tenía que mantener mi imagen y ella era una mucama. Además estaba casada.
—Sí, su pobreza hubiera manchado completamente el honor de tu familia.—Carl rodó los ojos sarcásticamente.
—De hecho, sí. ¿Imaginas el tipo de escándalo se habría armado? Hubiéramos sido el blanco de todos los rumores de nuestro círculo social.
—No, no me lo imagino. Yo no soy tan exagerado.
—Eres el menos indicado para decir eso.—Connor estaba agitado, y sus manos comenzaron a sudar.
—Solo digo que es raro. ¿Entonces que le dijiste a tu "Círculo social", qué tu hijo apareció de la nada?
—Tuve un amorío con la hija de un delegado ruso. Ella se marchó a su país un año antes de que todo eso pasara, así que todos asumieron que mi hijo era producto de esa relación. Ella jamás lo desmintió y yo tampoco me vi en la necesidad de hacerlo.
—Pero, no entiendo.—Dudoso.—Si ella ya estaba casada, y ya tenía un hijo. ¿Cómo carajos pasó 9 meses, de incógnita? Porque si yo fuera su esposo no lo habría permitido que pasase de la primera semana. ¿Crees que Louis lo recuerde?
—No todos golpeamos a nuestras esposas, Carl.—Le molestó, hablaban como si en realidad fuesen amigos.—y no, no creo que Lo haga era muy pequeño. Además...
—Además...¿Qué?
—Técnicamente, la secuestré.
—No me jodas. Estás enfermo.—Rió con gracia.
—No, fueron los peores meses de mi vida.—El muchacho oculto entre las escaleras no entendía cómo era que una charla como esa resultaba tan amena para ellos dos.
—¿Y nunca te denunció ni nada?
—Tuvo vida de reina como por un año, ¿En serio merecía ser denunciado? Le dije que podía marcharse cuando quisiera, con la condición de dejar al niño.
— Y se marchó.—Declaró.
—Porque amaba a su familia.
—Ow. Pero que hermosa historia amor, casi lloro.—Hughes estaba bebiendo con los pies sobre el sillón caro.—Lo juro.
—Lo sé, es un asco.
—Era una idiota. Yo sí te hubiera demandado, me hubiera quedado con mi hijo y con tu dinero.
—No todos son unos oportunistas como tú.
—Ja. Ja. ¿Piensas decirle alguna vez al niño quién era su madre real?
—No, creo que es feliz sin saberlo. Por ahora concentrémonos en el plan.
—Bien, entonces, déjame ver si entiendo ¿Ahora quieres que Louis te diga dónde encontrarla?
—Error.
—Tú... ¿Aún sientes cosas por ella, cierto?
—No, por ella no. Por Louis.
Iba a vomitar; Sentía dolor en el pecho, su cabeza pesaba y su rostro estaba caliente. Quería llorar pero era imposible.
Sin importarle que le escucharan corrió de regreso a la habitación.
Cuando cerró la puerta, pegó su espalda contra la madera, respirando agitadamente.
—¿Q-qué te pasó?—Preguntó Tobías asustado.
El otro sorbió su nariz, no debía llorar frente al niño.—Nada.
—¿Y la comida?—Inquirió con preocupación.
—Eso...¿Sabes qué? Iremos a comprar algo. Busca tu suéter.—Ordenó.
—Pero papá dijo que no podíamos salir.
—No me importa, Nos vamos.—Dijo serio.
Tomó una de maleta pequeña y arrojó dentro de ella ropa de su hermano, zapatos, su cuaderno y un peluche.
Luego se dirigió a la suya. Se cambió de ropa, dejando su pijama de lado. Tomó el bolso deportivo que utilizaba cuando iba a la piscina a entrenar.Guardó en el cuanta ropa entró, también zapatos y cosas de uso personal.
Revisó su billetera, no tenía mucho efectivo.
Aprovechó que su padre salió en compañía del otro tipo. Para sacar a su hermano por la puerta de atrás de la casa.
*
—Bien. Estamos caminando en círculos dentro del edificio, vives aquí, ¿No deberíamos simplemente ir a tu apartamento?—Josh seguía a Niall mientras el rubio caminaba con las manos dentro de los bolsillos.
—Si dejaras de seguirme, tal vez consideraría como una opción ir a mi apartamento.
—Mi conciencia me obligó a seguirte. No deberías caminar tú solo por las calles.
—No tengo 8 años, relájate.
—Alguien podría robarte...o peor.—Dijo a Medias.
—¡Ja!—Se jactó.—¿Quieres asegurarte de que el único que me robe seas tú?
—Tal vez...
—Sí, sí. Que joven tan caballeroso.—Niall se burla de él, mientras me entretenía caminando en un nivel que ni siquiera era el suyo. Se movió hasta el elevador donde a sabía Josh le acompañaría, marcó el número de piso a gran velocidad.
—Lo sé, soy todo un tesoro. ¿No crees?—
Divertido.—No.—Las puertas del ascensor volvieron a abrirse.—Oh, este es tu piso.
Tranquilo, atravesó la puerta.—Espera, este es el vestíbulo.
—Sí y por allá está la puerta principal. Puedes caminar hacia ella mientras yo me retiro a mi cómodo hogar.
—No se vale.—Alegó intentando llegar de nuevo a Niall.
—No me importa.—Antes de que pudiera entrar de nuevo, las puertas se cerraron.
Sonrió de lado mientras negaba con la cabeza. Niall Horan, seguía siéndole tan renuente como siempre.
Simultáneamente el rubio intentaba encontrar una salida a los problemas de su amigo.
Le habían echado a la comisaria, porque según dijeron cualquier actividad que cause desorden público es un delito. Y bueno, al parecer intentar golpear a varios idiotas calificaba como desorden publicó.
Iban a trasladar a Harry a la penitenciaría, solo como forma preventiva, se suponía.
Niall estaba atado de manos...y de pies. Tenía su jodida cabeza atada a su espalda en ese momento.
Necesitaba:
1. Dormir un poco.
2. Más dinero.
3. Un milagro.
Su lista de deberes mental estaba un poco revuelta, sacó su celular para llamar a Louis, la hora pasaba de las 8:30 p.m. Y era probable que ellos estuvieran a punto de llegar a Cheshire.
Marcó el número mientras caminaba ahora por su pasillo, deteniéndose frente a la puerta de su apartamento. Escuchó como un teléfono sonaba dentro del apartamento de su amigo.
"Estúpido Tomlinson", pensó. Seguramente había olvidado su celular.
Iba a dejar de insistir, cuando se percató que la puerta de ese lugar estaba entre abierta.
Apresurado entró, encontrándose con Louis y Oliver cenando en la sala, naturalmente.
—¿¡Por qué jodidos siguen ustedes dos aquí!?
—Oye, cálmate. Cuida tu lenguaje, por favor.
Molesto.—¡Deberían estar a kilómetros! Demonios, Louis. Eres un imbécil.
—Gracias, ya lo sé.—Rodó los ojos, desanimado.
Niall se sorprendió, el castaño no estaba a la defensiva. El niño a su lado permanecía en silencio, con la mirada en el plato.— ¿Qué pasó con Oliver?—De pronto preocupado.
—Habláremos de eso luego.—Contestó Louis, seco.—Seguimos aquí porque perdimos el último autobús. Nos iremos mañana en la mañana.
Niall no sabía que decir, quería golpearlo por ser tan terco, pero lucía diferente. Lucía asustado.
—Ya no tengo hambre.—Musitó Oliver.
—¿Estás seguro?
Asintió con la cabeza.—Me duele mi diente flojo, hace que pierda el interés en comer.
Louis suspiró.—Bien, ve a ponerte tu pijama.—Oliver obedeció en silencio saliendo de la sala.
—¿No les fue muy bien con Gemma, cierto?—El rubio se movió para sentarse con Louis en el sofá.
—Fue terrible.—Dijo con penuria en su voz.—Acabo de traumatizar a Oliver.
—¿Ella está bien, te dijo algo?
Sus palabras temblaban, como si estuvieran a punto de llorar.—Evidentemente....no está-á bien. Le gritó, se puso violenta. Está como absorbida en una Laguna mental.
Niall de acercó un poco a él. Podía el temblar de sus manos, y como parecía tener problemas para tratar saliva. Pasó su brazo por la espalda del otro, conmovido.—Oye, respira.—Escuchó como sollozaba con levedad.—Ya pasó.
—No, debiste ver a Oliver. Debiste ver sus ojos, yo...—Sí, el castaño había comenzado a llorar. Patético, al sentirse impotente.
—Hermano...—El rubio quería apoyarle, pero no sabía si Louis se sentiría del todo cómodo con eso. Puede que su relación no fuese la mejor, y que el factor común que los unía estuviese ausente.
Niall le atrajo, dejándole llorar sobre él. Abrazándole con fuerza, esperando que Louis se recompusiera. Le abrazó por todo lo que significaba, por lo que había hecho por Harry. Le abrazó porque era su amigo.
—No le reconoció, actuaba como adolescente loca.— Exaltado sin intensiones de ofender a nadie.
—Gemma siempre ha actuado como adolescente loca.—Dijo con un toque de humor.
—Estaba hablando de su tía Meredith o algo así.
Se detuvo.—¿Tía Meredith? ¿No querrás decir, Mercy?
—Sí, sí sí.
—Joder.—Apretándolo los ojos.—¿Qué tiene que ver ella en esto?
—No lo sé, dijo que Harry se burlaría de ella por estar loca, como su tía.
Niall rió fuerte.—Lo siento, es que eso sonó gracioso.
—Seriedad, por favor.—Pidió el castaño.
—Lo siento, soy incapaz de mantenerme serio por más de diez minutos.
Justo cuando Louis iba a responder, los golpes en la puerta hicieron que ambos hombres dirigieran su atención hacia ella.
Intercambiaron miradas. Niall se puso de pie, sin hacer demasiado ruido luego abrió la puerta de golpe.
—Hola.—Dijo una voz, el rubio no veía a nadie.—Acá abajo.—Bajó la vista.
—Tobías, te dije que no te adelantaras.—Connor apreció doblando la esquina del pasillo.
El chico tenía el ceño fruncido, estaba despeinado y desaliñado. Algo totalmente ajeno a él.
—¿Qué pasó contigo?—Preguntó el rubio.
—Niall...uhm...nada. Estaba durmiendo.
—Se cayó por las escaleras, y casi lo atropella un auto cuando veníamos para acá.
—¿En serio, Amigo?—Niall se arrodilló a la altura del niño.—¿Y tú estás bien?
—Sí, yo crucé antes la calle y tomé el elevador.
—Salió corriendo, lo perseguí y casi me mata una señora que conducía hablando mientras hablaba por teléfono.
—¿Cómo explicas que dejaste solo al niño en el elevador?
—Él sabe utilizarlo, no es como si fuese la primera vez que lo hace.
—El muy miedoso le tiene miedo al elevador.—Se burló el pequeño.
—Lo sé, Tob.—Secundó Niall, este se llevaba particularmente bien con él. El rubio notó la maleta que colgaba del hombro del muchacho.—¿No es un poco tarde para que vayas a entrenar?
—Sobre eso....¿Podemos quedarnos aquí?—Preguntó.
—¿Y eso por qué?—Interesado.
Tobías había entrado a sus anchas, empujando a Niall en el acto.
—Larga historia.—Dijo Connor, imitando a su hermano.
Horan parpadeó un par de veces, confundido del por qué los hermanos acababan de irrumpir en la el departamento de Harry.
—Oye, no quiero sonar grosero. Pero este lugar no me pertenece; pero pueden quedarse en el mío si quieren.
—Sí, de hecho veníamos a buscarte directamente a ti. Pero al parecer Tobías conoce este lugar mejor que yo. Así que....
—¿Qué haces en la calle a esta hora, Puberto?—Gritó Louis desde el sillón.
—¿Qué hace el anciano allí?—Preguntó Connor al rubio.
—Vive aquí o algo como eso.—Respondió este irreverente.—Asi que si quieres quedarte en este apartamento, tienes que pedirle permiso a él.
—No, me voy al tuyo, Gracias.—Louis le veía con recelo mientras Connor esperaba que Niall le entregara su llave. Veía al joven rebuscar entre sus bolsillos, sin encontrar nada en realidad.—Perdiste la llave, ¿Cierto?
Sonrió culposo, arrugando la nariz.—Lo siento.
El muchacho tomó aire.—Louis, ¿Podemos quedarnos...
Interrumpiéndole.—No. Tobías sí, tú puedes dormir en el pasillo.
Niall rodó los ojos.—Tommo, actúa como un adulto.
—Bien, bien.—Hastiado.—Puedes quedarte si nos dices por qué están aquí.
—Ah...ya sabes....uhm....Solo...acabamos de fugarnos de nuestra casa.
—¿¡Qué!? Eres un niño, no puedes irte así como así. Piensa en tu hermano, joder.—Louis se había alterado.
—¿Podrías dejar de menospreciarme cada dos segundos? No tengo 5 años, y tú no tienes 50. Así que deja de actuar como si lo supieras todo.
—Connor...—Niall intentaba intervenir.
—Nos fuimos de allí porque no soporto la idea de estar bajo el mismo techo que un maldito sociópata. y no sería capaz de dejar a mi hermano con él tampoco.
Louis estaba en silencio.—Deja tus cosas por allí y no molestes.—Terminó serio.
Soltó aire pesadamente. Acomodándose a su lado.—Vine a ayudar.—Soltó de repente.
—¿Qué averiguaste?
—Todo.—En tono bajo.— Lamento haber insultado a Harry, tenías razón le...
—Connie...—Tobías había llegado a su lado.—Tengo sueño.—Dijo cansado, el niño ya tenía puesta su pijama desde que salieron de su casa.
—¿Quieres que te cargue?—Le preguntó con dulzura.
—Llévalo a la habitación de Oliver descansará mejor allí.
—¿No le molesta al niño?
—¿En serio acabas de preguntar eso? Si aún está despierto se pondrá feliz al verlo . Y si no, será feliz en la mañana.
—Bien.—Contestó a medias, haciendo lo indicado.
*
—"Y tú, crees que a mí no me pasa nada...que duermo tranquilo en las madrugadas.—Harry tarareaba sin muchas ganas desde su celda. No cabía duda de que la justicia se movía rápido, solo cuando le convenía a las personas indicadas.—Que yo, sonrió con palabra. Que nunca me acuerdo de nada, ah; Pero te cuento que somos iguales los dos...no nos molesta decirnos que no. Y que de vez en cuando tú me esconderás la mirada...que mejor decir que aquí no pasa nada.
—Nunca había escuchado esa canción. ¿Es tuya?—El hombre que le acompañaba intentaba conversar con él.
—Es solo una tontería que he estado pensando.—Respondió el rizado.
—Tienes buena voz, y eso que cantabas no estaba tan mal, no es una tontería.
—Gracias...—Comentó mientras jugaba con sus manos.—De hecho he escrito cosas mejores.—Bromeó sin mucho ánimo.
—¿Por qué estás aquí, muchacho?
—Por intentar ser un adulto.
—Todos comentemos ese error, según me parece.
—¿Y usted por qué está aquí?—Apenas lograba ver el rostro del hombre.
—Ha pasando... Algún tiempo. Pero creo que estoy aquí por la misma razón que tú.
—Usted debe ser mi yo del futuro.—Agitó la cabeza, probablemente estaba alucinando.
—No lo soy. Yo era médico y dejé morir a una persona que no quería ser salvada.
—Dicen que soy un ladrón.—Confesó Harry.
—¿Dicen?—Preguntó.—¿Quiénes?
—Todos.
—¿La persona dueña de las canciones que escribes también?
—No lo sé, espero que no. Espero...que aún quiera verme después de que esto acabe.
—¿Estás enamorado?
—Demasiado.
—¿Y esa persona también lo está?
Lo meditó unos segundos.
"—Hablando hipotéticamente, si yo dijera que te amo, ¿Cuál sería tu reacción? Hipotéticamente, claro.—Inquirió Louis mientras mantenía su vista fija en la pantalla de su laptop.
—Neh, no sería la gran cosa.—Dijo jugando con el castaño.
—¿Ah?—Desilusionado.
—Hipotéticamente, claro.—Se burló.
—¿Estás diciendo que te daría igual?
—Sí.—Rió un poco.—Solo estarías confirmándome algo que ya sé.
—Yo nunca he dicho nada.
—No tienes que decir "Te amo", para decirlo realmente.
—¿Y si digo que Te odio?
—Estarías mintiendo, y eres terrible en ello.—Se burló, antes de arrebatar la computadora de sus manos, para luego besarle en el cuello..."
—Sí, lo está. —Respondió con firmeza.
—Entonces, estoy seguro que querrá verte. Mi esposa aún no se cansa de visitarme.
—¿Cómo es estar casado?—Curioso.
—Es como una condena, una dulce condena.
—¿Así de mal, eh?—Sonrió un poco ante el comentario.
—Sabes que estoy jugando.—Dijo.—Es como todo en la vida, existen días bueno, y días malos. A veces las cosas no salen de acuerdo al plan y tú eres solo un hombre que no puede solucionarlo todo. Puede que existan ocasiones en donde sientas que todo el peso recae sobre ti; pero sabes, no estás solo. Estar casado debería ser un trabajo de equipo, donde ninguno de los dos sea egoísta, de apoyo mutuo.
—No creo que todas las personas tengan ese concepto del matrimonio.—El rizado hablaba lento, recordando a sus padres. Harry se había criado en un matrimonio machista, misógino. Que había dañando a todos los miembros de esa familia.
—Se trata de formar un Hogar, muchacho.
—Un hogar.—Coincidió.
—Y estar dispuesto a permanecer en ese hogar hasta el fin de tus días.
—Quedarme...—Musitó, analizando las cosas con seriedad. Tenía que quedarse con Louis, porque él era su hogar.
*
—Parece que cada vez que te veo eres más alto. ¿Tomas esteroides, anabólicos o algo así?—Niall se había ido a dormir en la habitación de Harry, Connor y Louis hablaban mientras tomaban leche con chocolate. No, Louis no iba a darle cerveza.
—No, pero hago mucho ejercicio. El deporte me ayuda a crecer, supongo.
—¿Qué tipo de deporte?—Connor analizaba a Louis de reojo, buscando parecido alguno entre ellos.
—Natación.—Dijo emocionado.—Nado desde muy temprano, 4:00 A.M. todos los días. Es genial.
—Que frío.—Louis rió.—Oye, ¿No se supone que estabas en la universidad, Señor abogado?
—Sí, mi papá quiere que me gradúe en derecho y yo, bueno, quiero nadar, así que intento acomodar todo para que poder hacer ambas cosas.
—Debe ser horrible que te impongan una carrera que no te gusta.—El castaño había captado el mensaje.
—Ya me acostumbre.—Simple.—¿Cómo fue qué terminaste siendo maestro? Supongo que eras del tipo de alumno terrible y fastidioso .
—Nunca fui mal alumno, tampoco sociable; pero por alguna razón los maestros siempre fueron malos conmigo, y me rechazaban sin razón aparente.
—Quisiste ser maestro para ser mejor que ellos.
—No, quise ser maestro para ser como mi maestro de 6to. grado. El único profesor que me trató como una persona normal.—Con nostalgia.
—Yo me habría alejado de todo lo que tuviera que ver con la escuela.
—Yo me prometí que no dejaría que ningún niño se sintiera como yo me sentí.
—Pero, ¿Por qué terminaste en preescolar? Estás graduado de la universidad, podrías ser maestro de preparatoria o de secundaria.
Divertido.— No tengo demasiado carácter para manejar a los más grandes. Terminaría golpeándolos en el rostro, además sería demasiado trabajo.
—Si sirve de algo, yo creo que eres un gran maestro. Tobías mejoró mucho en este año.
—Es muy inteligente, y ordenado. Aunque es terco y cree saberlo todo, pero supongo que eso es tu culpa.
—Lo es.
Ambos estaban cansados y la conversación se apagaba más y más.
Todos necesitamos alguien a a quien admirar.
7:30 A.M.
No, joder. Se había hecho tarde. Louis daba vueltas por todo el apartamento mientras se arreglaba a sí mismo y a Oliver.
—Ve a cepillarte.—Le ordenó.
—No quiero, me duele.
—Hazlo despacio.—Buscando una solución.
Niall, Connor y Tobías convivían tranquilamente mientras preparaban el desayuno.
"... La enfermedad termina siendo causa de demencia en los pacientes. También, cabe decir que el sufrimiento acarreado por la propia enfermedad y sus secuelas puede conllevar deseos de suicidio."
Los golpes bruscos en la puerta.
—¿Qué carajos...?—Niall se dirigió hasta la entrada.
—Policía, abra la puerta.
¿Josh había venido a joderle? No, ni siquiera sabía en donde vivía exactamente.
Abrió la puerta con cierto desdén.—¿Qué haces aqu...—Se detuvo, sin poder hablar. Había otro oficial aparte del que estaba hablando (que resultaba no ser Devine) Carl, un hombre de traje y Martin Lahey.
—Cumpliendo con el acuerdo establecido por un juez pertinente, en el cual le entregaba la patria potestad del menor Oliver Brock Hughes Styles a su progenitora queda obsoleto por imposibilidad para cumplir con dicha tarea.
Louis apareció detrás del rubio.—¿Qué está sucediendo aquí?
—Vine a llevarme a mi hijo.—Carl les veía sonriente desde afuera.
—Necesitas una orden judicial para eso.
—¿Connor?—El susodicho había declarado eso último. El Sr. Lahey le se mostraba incrédulo ante la presencia de su hijo en ese lugar.
—Tenemos la orden, así procedan muchachos.—El pelirrojo pasó por el medio de los tres hombres que estaban dentro del apartamento. En su acción los dos oficiales le imitaron. Llegando hasta la cocina.
Oliver y Tobías comían sin estar conscientes de lo que sucedía. El más pequeño palideció al ver a su padre frente a él.
—No. ¡No! ¡No!—Gritó porque su simple imagen le causaba pánico.
—Pequeño, te extrañé.—Hipócritamente tratando de acercarse al niño.
—¡Ayuda! Aléjate de mí.—Tobías estaba a su lado, sin saber qué decir o cómo reaccionar.
Louis y Niall habían sido sujetados por los oficiales.
Aprovechándose del tamaño del niño, lo levantó en brazos, cargándole para llevárselo con él.—Tranquilo, todo estará bien. Seremos feliz una familia de nuevo, aunque bueno, solo tú y yo.
Oliver pataleaba mientras intentaba zafarse de su agarre.—¡Yo ya tengo una familia!
—¡Suéltalo, idiota!—La única persona con la libre disposición para ayudarle, medía menos de un metro con veinte. Pero aun así, Tobías se sujetó de la pierna de Carl para intentar ayudar a su amigo.
Comenzando a llorar.—¡Lou!, ¡Louis, ayúdame por favor!—El castaño le veía con los ojos cristalizados, sin poder llegar a él.—¿¡Por qué nadie hace nada!?
—Perdóname, pequeño.
Connor había revisado la orden, era real. No había mucho que pudieran hacer, si intentaban arrebatar al niño estarían incurriendo en secuestro y desacato a la ley.
—¡Mentira! Todo era mentira.—Su rostro estaba rojo he hinchado de tanto llorar.—Mi tío dijo que no dejaría que él me llevara. ¡Era mentira! ¡Mentira!
El hombre abandonó la mirada de bajo presupuesto. Los gritos y rabietas del niño aún podían escucharse desde el pasillo.
—Trae a tu hermano. Nos vamos ahora.—Vociferó Lahey a su hijo mayor.
—No, no iremos contigo.
—Connor, nosotros no vamos a pasar por este drama. Camina, quieres.—Tomó fuerte de la mano a su hijo menor, tirando de el para llevárselo.
—Es casi mayor de edad, no puede obligarlo a nada.—Niall estaba a la defensiva.
—El detalle, peli teñido, está en el casi. Cállate, antes de que termines en la cárcel con tu amigo.
Rió fuerte. Los policías les habían soltado, para salir detrás de Carl. —¿Qué tiene usted en mi contra? ¿Me demandará por daños emociónales?
Buscó entre los bolsillos de la solapa de su abrigo, sacó el iPhone negro que tenía y lo levantó alto mosteándoselo. —Tengo suficiente evidencia aquí como para acusarte por perversión de menores.
—Mi teléfono....—Musitó el chico, después de reconocerle caminó sin mucha resistencia hacia la salida. Pues no quería causar más problemas. El hombre prepotente salió tirando de su pequeño, para seguir a su grupo.
En ese momento hallándose solos , inertemente, Louis lloró amargamente. Y por primera vez desde que conocía a Niall, llorór con él.
No podían ayudar a Harry, tampoco podían ayudar a Oliver, ni a nadie en realidad. Ellos no eran nada, solo un par de ineptos.
Louis se sentía culpable, con toda razón. ¿Qué iba a decirle a Harry? ¿Que había sido lo suficientemente estúpido para no seguir el plan?
El timbre del teléfono de Niall comenzó a Sonar, el rubio intentó recomponerse para tomar la llamada, Louis se dejó caer sobre el sillón mientras pensaba ¿Qué jodidos hacer ahora?
Sobre la mesa de café que había en la sala se había quedado el pequeño cuaderno de dibujos de Tobías, El castaño lo tomó para cerrarlo, cuando notó que había algo escrito con crayón verde:
1. El supervisor de Harry lo está inculpando. Su nombre es Zayn, o algo así.
2. Es probable que la madre del niño se haya suicidado anoche.
3. No te quedes a solas con mi papá.
4.
Sí, el mensaje había llegado a la persona correcta. Porque Connor nunca tuvo tiempo de explicar lo que pasaba, así que cuando notó que las cosas se habían salido de control decidió anotarlo para que Louis tuviera una vaga idea de lo que pasaba.
Niall le dijo agitado. —El abogado dice que —Respiración. —El jucio de Harry será en dos días.
Louis se mentalizó, si lo que el chico había escrito era cierto tenían una oportunidad de sacar a Harry de Allí. —Oye, Niall, ¿Conoces a alguien llamado Zayn?
HOLA.
Me di cuenta de que yo siempre les hago preguntas, así que pensé que ya era tiempo dejar que ustedes me pregunten cosas a mí.
Si tienen algo que decirme o algo que preguntar sobre mí, mi vida o la historia, este es el espacio indicado. Claro, si quieren.
Espero que les haya gustado el capitulo de hoy, je.
Manténganse con vida. J.S.
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