Capítulo 18



"Took a little time to make it a little better."



La noche anterior desencadenó una serie de sucesos desafortunados para distintas personas.

—Lo sé, Liam. Tuve que quedarme arreglando unas cosas en el trabajo. Voy saliendo, ¿Sí?—Zayn ordenaba los papeles sobre su escritorio rápidamente.

—En el trabajo. ¿Tu horario de salida no era el mismo que el mío? Sí. Trabajamos en el mismo lugar. ¿Recuerdas? O ¿Acaso había otro lugar al que debías ir?

—Para de insinuar cosas. Tu turno termina cuando se cierran las puertas. El mío hasta que termine con todos los putos informes. Solo, ten paciencia.

—Zayn...te he esperado durante casi tres horas en el restaurante. Es la cuarta vez que haces esto.—Repuso sonando cansado.

—Lo siento. Lo juro, voy en seguida.

—Bien.—Suspiró.— Ten cuidado.—Se despidió.

Joder. Era demasiado tarde. Otra vez. No había tomado en cuenta el tiempo. Diablos, que no.

Se movía agitado por su oficina, buscando una de las carpetas que le hacía falta.

Debía irse a hora. Pero el banco no estaría abierto la víspera de navidad. Así que debía dejar todo en orden.

La vida del individuo se basaba en el "Debía".

"¿Dónde está esa jodida Carpeta?" Pensaba Zayn desesperado.

No podía faltar a su cita. No de nuevo. Liam iba a odiarlo. Más que la vez que lo dejó a la mitad de la noche por atender una llamada de su jefe.

No. No. No. ¿Había perdido un informe completo? Reponerlo le llevaría horas. Horas.

—Zayn. ¿Qué haces tan tarde aquí?—Preguntó el Sr. Lahey parado desde la puerta.—Parece que se te ha perdido algo.—Dijo al verlo agitado.

—Buenas Noches, Señor.—Le saludó.—Ordenaba unas cosas. Cuando noté que faltaba una de las carpetas.

Martin era un hombre muy exigente. Torció la boca en desaprobación.—¿Cuál de todas?

—El resumen impreso de la planilla de este mes, Señor.

—Está en mí oficina.—Repuso rígido. Tratando de no obviar el hecho de que él mismo la había tomado.

Zayn se tensó.—¿Q-qué hace allí?

—No lo sé. Ese es tu trabajo.

—Oh. Lo siento mucho, debí dejarla allí.

Soltó aire.—Ven. Te la entregaré, pero no quiero que vuelvan a ocurrir estos incidentes.—Regañó hipócritamente.

—Sí, Señor.—Dijo y le siguió.

Trabajó muy duro por un ascenso. Y después de tanto esfuerzo lo había conseguido. No quería perder su oportunidad.

Era el Supervisor y gerente de esa área. Pero tener un puesto más alto significaba una carga más fuerte.

Su vida era más sencilla cuando era un simple cajero.

Ahora se consumía entre tantos números y nombres interminables.

Llegaron a la Oficina del mayor que estaba a solo unos pasos. Y que estaba usualmente vacía. La carpeta morada estaba sobre el gran escritorio de madera.

—Ten más cuidado.—Dijo el hombre al entregársela. Zayn se acercó a tomarla. Cayendo perfectamente en el juego que él y Carl montaban. —Sabes muchacho, me intriga todo esto.

—¿Q-qué cosa?—Hablaba temeroso. La figura imponente frente a él le hacía sentir pequeño.

—Estuve dándole un vistazo a esa cosa.—Refiriéndose a la Planilla. Que contenía los datos de los empleados.—Es mucho más fácil el entenderla. Bueno a comparación de los sistemas electrónicos esos.

—Creo que los sistemas operativos que utilizamos son mucho más seguros. A través de ellos podemos monitorear de forma más práctica el desempeño de cada uno.

—Sí. Eso parece. Pero, ¿No es muy difícil eso también? He estado un poco alejado. Y quisiera involucrarme más.

—No. No. De hecho es muy fácil.—Condescendiente.

—¿Podrías enseñarme?

—Por supuesto.—Dijo tranquilo. Sin saber que eso le comprometería.

—Ahora. Mi computadora aún está encendida.

—¿Ahora? Yo... Es que, bueno. Estaba por irme y...

—Que pena, Zayn. Creí que estabas más comprometido con tu trabajo.

—¡Lo estoy!—Aclaró la garganta.—Lo estoy, Señor.—Se dirigió hasta el aparato.

—Excelente, Muchacho.

Zayn se sentó frente a la computadora. E ingresó a la red interna del banco.—Acá usted puede ver todo cada transacción realizada en tiempo real. Cada cuenta, y nombre está almacenada aquí.

—¿Y si quisiera entrar al usuario de un empleado en particular?—Preguntó.

—Ellos ingresan colocando su huella digital. Pero el sistema tiene una clave maestra. Con ella puede entrar a cualquiera de los usuarios. Se usa cuando alguna persona vinculada está bajo investigación policiaca.—Zayn hablaba rápido. Ansioso por irse.

—Me gustaría tener una copia. Dame la clave.—Demandó.

—Como guste.—Dijo el moreno. El otro sonrió. Zayn era un niño manipulable. Agregó el código de acceso dentro de los archivos de su computadora.—Ya está. Cuando intente ingresar al servidor aparecerá un campo en blanco. Allí debe colocar la clave.

—¿Eso es todo?—Preguntó. El moreno asintió.—Bien. Es excelente contar con alguien tan eficiente. Puedes irte muchacho. Feliz Navidad.

—Feliz Navidad a Usted.—Abandonó la habitación.

No necesitaba toda esa explicación. Él sabía exactamente para qué servía cada cosa. Pero era necesario tener un chivo expiatorio. Además estaba muy desactualizado desde que dejó a alguien más hacer su trabajo.

Tecleó el nombre del rizado. Segundos más tarde apareció el campo que Zayn le había indicado. Ingreso la clave. Y efectivamente, cada transacción, cada boleta y cada cheque que Harry había cambiado ese día estaba allí.

Como si del historial de Google se tratara.

Buscó la hora en la que él y el pelirrojo habían quedado de acuerdo.

Harry no conocía a Carl físicamente. Ni siquiera recordaba el propio apellido del niño. Así que fue demasiado fácil pasar desapercibido como un cuentahabiente más.

El registro mostraba un depósito de £.1000.00 efectuado por el mismo Carl a las 10:00 A.M. de ese día. Operado por: Harry Styles.

Ahora solo tenían que jugar un poco esa cantidad.

Después de haber salido de la habitación. Zayn corrió de regreso a su propia oficina. Tomando su abrigo veloz; Para luego salir corriendo al estacionamiento.

Su existencia era un sin fin de mala suerte.

Con un tráfico terrible, llegó casi media hora después a su destino. Se vio en el retrovisor del auto y acomodó un poco su cabello.

Entró al restaurante. Y llegó hasta la mesa a en la que habían acordado encontrarse. Esta ya vacía. Las meseras del lugar lo veían acongojadas.

Vio que sobre la mesa había una servilleta que parecía tener algo escrito en ella. La tomó.

"La quinta vez, Zayn".

Triste abandonó el lugar.

*

Se encontraban en la plenitud de la tarde. Los Horan hablaban sobre cualquier trivialidad. Mientras Louis estaba sentando en el sillón con Denisse, Oliver y Theo.

—¿Cuántos años tiene tu bebé?—Preguntó Oliver.

—2 años.—Le respondió dulcemente ella.

—¿Y-y puede hablar? ¿O Caminar? ¿Puedo cargarlo?

Ella rió.—Está aprendiendo a hacerlo. Dice algunas cosas y camina sólo. Pero no, Cariño. No puedes cargarlo. Es pesado.

Louis se divertía con la expresión del niño.—Me gustan mucho los bebés. ¿Puedo jugar con él? ¿Me lo regalas?

—¡Oliver!—Masculló Louis reprendiéndole.

Denisse seguía viéndole con dulzura.—Ahora tiene un poco de sueño. Está agotado. El viaje le cansó. Tal vez más tarde juegue contigo, ¿Si?—Le dedicó una sonrisa.

—Bien.

Harry apareció unos minutos después con su abrigo y su bufanda. Porque sí. Había bastante frío. Tanto que lograba hacer que Louis titiritara a causa de este.

El castaño se puso de pie para encararlo. Alejándose un poco del grupo.—¿Por qué estás tan abrigado, Saldrás?—Preguntó.

—Sí. Iremos a comprar el regalo de Oliver.—Respondió.

—¿Tú y quién más?—Siguió interrogándole.

—Él, tú y yo. Obviamente.

—Oh.—Se recompuso.—¿No se supone que él debería ver su regalo hasta después?

—No. Santa tiene una idea.—Comentó.

—¿Tú Santa? Uhm...no creo que quepas por la ventana de la cocina.—Se burló.

—Yo no, pero tú sí. Somos un equipo ¿Recuerdas, Cielo?—Le rodeó con su brazo, dejándolo sobre su hombro. Atrayéndole a su cuerpo por el costado.

—No recuerdo haber accedido a eso.

—¿Ah no? Te autoproclamaste mí novio. Ahora debes aceptar las consecuencias de tus actos.

Levantó las comisuras de sus labios lentamente. Sin intención de disimular nada. Con sus mejillas coloreadas de carmín y sus ojos achinados.

—Osito.—Dijo a Oliver que recién había llegado a su lado.—Ve por tu gorro. Y tu abrigo.—Ordenó Louis.

Harry flexionó un poco sus piernas. Para quedar a la altura de Louis. Rápidamente estampó sus labios contra la mejilla de este. Como un beso de adolescentes.

Bobby los veía a la distancia.—¡Oye, Styles! No nos has presentado a ese muchacho.

Harry Rió cuando el cuerpo del castaño se tensó tras el llamado del Horan Mayor. Le tomó la mano y se acercaron a ellos.—No tuve la oportunidad.

—Creo que puede presentarse él sólo.—Agregó Greg. Burlándose. No era secreto el hecho de que Harry Y Greg no se llevaban bien.

—Tiene razón.—Contestó Nick. Sentado a su lado.

—Por supuesto que tiene razón.—Dijo Louis.—No tienes que hacer todo por mí, Hazz. Mi nombre es Louis.—Se extendió su mano a los dos padres del rubio. Estos la estrecharon alegres.—Y soy el novio de Harry.

Greg volteó hacia su primo. Ansioso por ver su reacción. Este trató de mantener su semblante tranquilo. Sin éxito.

Bobby y Maura. Le vieron felices. La homosexualidad era tolerada por los miembros de esa familia. Bueno, por algunos más que otros.

—Es tan pequeño.—Bromeó Nick.

—¡Como tu pene!—Gritó Niall desde la cocina. El mismo salió de allí. Tras unos segundos usando un mandil y con una liga en el cabello.

—Hay niños aquí, jovencito.—Regañó su madre.—Cuida tu vocabulario.

—Sí. Sí. Sí, como sea.—Se volteó hacia Louis.—Ya que van a salir, necesito que traigan una cosas. Ten ésta es la lista.—Le entregó la hoja.

Oliver ya se encontraba a junto a Louis. Usando un gorrito con orejas de tigre. Y un abrigo anaranjado.

—Nick.—Llamó Maura.—¿Por qué no los acompañas? Estabas emocionado por volver a ver el centro.

—No. Creo que es...—mencionó dudoso el susodicho.

—¡Una excelente idea!—Dijo Louis.—Acompáñanos...será divertido.

Nick tenía el ceño fruncido. Su frente ancha y sus ojos grises lo hacían lucir más gracioso de lo que naturalmente lucía. Bufó. Se puso de pie para seguirles.

—Volvemos pronto.—Terminó Harry. Sonriente ampliamente.

*

Nick caminaba junto a ellos por la acera. Con su audífonos puestos. No estaba interesado en escuchar la platica de la "Familia Perfecta".

—Bien. Oliver, tengo que confesarte.—Soltó el rizado.

—Te escucho.—Dijo mientras daba brincos tomado de las manos de ambos.

—Santa Claus no va a venir.—El niño paró en seco.—Es un hombre muy ocupado, ¿Sabes?

—P-pero tú dijiste que...

Interrumpiéndole.—Ya sé. Ya sé. Lo que pasa es que su seguro de viajes no cubre Inglaterra. Pero por eso me pidió como favor especial que te llevara a comprar tu regalo.

—Eso no tiene sentido.—Dijo Louis.

—Gracias, Lou. Gran observación.—Le retribuyó. Jactancioso.

Entraron al centro comercial. El lugar se encontraba abarrotado. Y las personas borboteaban de cada rincón.

A Harry no le gustaban los lugares limitados. Como ese. El ambientes de los espacios cerrados le provocaba náuseas. Más de lo usual.

Lentamente avanzaban hasta la tienda de música viendo las vitrinas.

Nick no prestaba atención alguna. Veía la pantalla de su celular ignorando todo a su alrededor. Harry se apartó de Louis para sacudirle.

—¡Oye!—Gritó.—¿Qué te pasa?

—Llevo hablándote 5 minutos.—Rió.—Mira eso.—Dijo feliz. Señalándole la tienda de deportes.

Unos patines para hielo blancos eran exhibidos en esa tienda.—Son iguales a los tuyos.—Le dijo el de ojos grises. Sonriendo.

—Los míos tienen un soporte diferente.

—Mientes. Yo lo habría notado.

—Debes estar medio ciego.—Se burló.

(También un poco calvo).

Louis estaba allí. Con Oliver, escuchándoles. No, no le molestaba que hablaran tan amenamente. Ni que lo estuvieran ignorando. Sus pensamientos resonaban fuerte por su cabeza.

—Creo que el problema era que no medias bien el impulso. Por eso terminabas tirándonos a ambos.—Se excusó Nick.

(¿Tirándose?)

—¡Eso no es cierto! Te faltaba fuerza para levantarme. Era tu culpa que termináramos en el suelo.—Ambos rieron.

(Oh, Claro. Patinas con todas tus conquistas, ¿Eh, Harry? No. Creí que era especial. Ahora me siento común. Y te odio, Styles.)

—Aún creo que tienes más futuro en el Baile que en patinaje.

—¡Oh, No! No empieces con eso.—Se tapó el rostro.

—¡Es la verdad! Te daba por bailar en el momento menos oportuno. Me obligabas a bailar contigo.

(Bailaba contigo. Lógico. ¿Te obsequiaba sus suéteres también?)

—Sí. Es mi nivel de normalidad. Ahora sería más fácil, porque te quedaste enano.—Dijo Harry.

(Enano. Basta. Deja de hablar con él.)

—En ese tiempo era más alto que tú. No es justo. Lo recuerdo porque usabas mis suertes todo el tiempo. Ahora creo que te quedarían como camisetas.

(¿Era al revés?)

—Crecí.

(Excelente, Idiota.)

No soportaba que se rieran tanto juntos. Niall había dicho que se odiaban. Aunque siempre se refirió en el sentido de amantes. No como compañeros.

Quería que dejaran de hablar. Él estaba allí. Estaba a punto de brindar y dar saltos para que Harry volviera su atención a él.

Pero claro. Todos tenemos un ex favorito.

—A veces me arrepiento, ¿Sabes?

(¿De haber nacido?)

—¿De qué?

—De haber sido un imbécil contigo. Yo nunca te valoré. Quisiera regresar el tiempo y corregir algunos errores.

(Hipócrita de mierda. Maldita zorra trepadora. Sí, eso es lo que eres.)

Louis no se resistió más. Estaba a punto de callarlo.

Pero en ese momento le vio caer de bruces en el suelo. Ya que cuando había pasado al lado de Oliver, este había estirado la pierna. Causando que tropezara. El estruendo de su cara chochando contra el piso llamó la atención de las personas que por allí transitaban.

El niño no tenía la suficiente fuerza para hacerle caer. Pero al estar distrito, combinado con su peso. Era inevitable.

Oliver empezó a reír fuerte.—Creo que se murió.—Louis intentó contener la risa. Sin lograrlo. Él y el pequeño estallaron en carcajadas.

—¿Te dolió?—Preguntó Louis fingiendo preocupación. Nick se puso de pie, y le dedicó una mirada de odio a Oliver.

El niño extendió los brazos a Louis. Y este lo cargó complacido. Harry se daba cuenta de lo que pasaba. Pero prefería no opinar nada. Ya que al parecer los bandos estaban marcados.

—¡Oh no!—Exclamó el niño.

—¿Qué pasa?—Preguntaron al unísono Harry y Louis.

—¡El golpe le destruyó el rostro! ¡Quedó horrible!—Gritó. Como si le causara verdadera pena.

—Oliver, deja de ser grosero.—Ordenó Harry.— Lo siento, usualmente El niño dice lo que piensa. No lo que tú quieres oir.

—¡Él comenzó!—Se defendió el Oliver.

—¿Yo?—Interrogó Nick.—¿Cuándo?—Fastidiado por la simple presencia del niño allí.

—Tú sabes cuando.—Estrechó los ojos.— Te estaré vigilando.—Luego recostó su cabeza en el hombro de Louis.

—Es tarde.—Comentó Louis.—Las tiendas cerraran. Y tenemos que comprar muchas cosas.

—Cierto. Tengo una idea.—Los tres voltearon a ver al rizado.—Hay que separarnos.

—¡Excelente!—Dijo Louis. Victorioso.

—Tú y Nick pueden ir por las cosas que le hacían falta a Niall al Supermercado. Mientras Oliver y yo compramos lo nuestro. ¿Okey?

—Pero yo creí que...

Interrumpiéndole.—Okey. Apresúrense.—Dijo a Nick quien solo rodó los ojos.—Nos vemos, Cielo.—Ahora a un Louis que echaban humo por las orejas. Casi arrancando al niño de sus brazos para llevarlo consigo.

Harry y Oliver se alejaron de ellos. Al rizado le divertía la falsa amabilidad de Louis.

—¿Tienes la Lista?—Preguntó a Louis.

—Sí.—Contestó seco.

Caminaron hasta el supermercado. Con el silencio incómodo entre ellos. Su respiración solo acompañada del chirrido de las ruedas del carrito de compras.

—¿Por qué traes esa cara, eh? ¿Acaso estás molesto porque Harry te dejó de lado?—Preguntó fastidiando a Louis.

—¿Te interesa?—Dijo tratando de sonar intimidante.

—¿Harry? Sí y mucho.

Louis dejó salir una risita divertida.—¿En serio crees que sigue interesado en ti?

—¿Acaso no lo notaste?—Irreverente.

—Es demasiado bueno como para tratarte como la basura que eres.

—Hablas de mi como si me conocieras de toda la vida.

—Conozco lo suficiente como para quererte lejos de Mí novio.—Se movían por los pasillos buscando los productos de la lista.

—¿Y lo conoces a él? ¿Sabes tanto de su vida como yo?—Lanzó sus palabras. Dando justamente en el lado afable de Louis. Porque tristemente tenía razón.

—Sé que eres una parte mala de ella. Y no entiendo por qué te empeñas en llegar a él. Es, un poco enfermo.

—Escucha, Chiquitín. Realmente llegué aquí sin ninguna intención diferente a cenar pavo con 8 imbeciles.

—Que sentimental.

—Pero luego pensé,"Un polvo navideño no estaría nada mal". Harry da los mejores masajes del mundo.—Guiñó un ojo para Louis.—¿Entiendes?

—Me das asco. Eres un idiota.—Apretó fuerte la mandíbula.

—Créeme que tú no eres precisamente un ángel. Y No pienses que me agrada estar aquí contigo.—Suspiró.—Pero al menos nos salvamos del engendro ese.

Enarcó una ceja para Nick. ¿Acababa de llamarle "Engendro" a su niño?—¿Perdón?—Respondió ofendido.

—Me tenía harto con su voz de rata. En serio, no sé cómo lo soportan.

Estaba intentando mantener la calma. Pero si no estrangulaba al tipo ese ahora; Iba a terminar explotando.

Justamente pasaban por la parte final del supermercado. Solo tomando unas cosas. Oportunamente había un pequeño armario en la pared, (Una bodega de personal, seguramente) con la puerta entre abierta. Lento, se apegó a ella.

—Oye, Nick. Mira esto.

—¿Y ahora qué?—Preguntó llegando a su lado. E introdujo un poco su cuerpo allí.—¿Qué se supone que tengo que ver?—Cuestionó.

Louis empujó el resto de su cuerpo dentro del armario. Supo que había caído al piso de nuevo porque el sonido de su cabeza vacía había sonado contra algún metal.

Cerró la puerta. Y la atracó con una de las canasta de compras que estaban por allí.

Nick no hacía ruido. Y Louis solo esperaba no haberlo asesinado.

Terminó con la lista rápidamente. Y pagó,  con la esperanza de no ser reconocido por la cámara de seguridad.

Se dirigió a la tienda de instrumentos musicales. Era probable que sus chicos siguieran allí.

Una vez adentro buscó al rizado con la mirada. Encontrándole a unos cuantos metros.

Oliver veía las guitarras que allí habían.—¿No se supone que quería un teclado?—Inquirió Louis llegando con ellos.

—Se supone. Pero no ha soltado esa guitarra en más de media hora.—Harry sonreía al ver a su sobrino atormentar al chico de la tienda con sus preguntas.—Volviste pronto.

—Los niños suelen tener opiniones volubles.

—He aprendido eso.—Pasó su brazo por la cintura de Louis. Pegándole a su costado.—Hace dos meses quería ser escritor. Y ahora quiere ser cantante. Dios me ampare de lo que quiera ser en dos semanas.

—Imagina cuando sea adolescente.—Harry se perdió un poco entre su mente.

No había pensando en la idea de tener a Oliver siendo mayor. Ni siquiera tenían una imagen clara del día de mañana. Pero por alguna razón, no era un mal pensamiento. Era todo lo contrario. Le parecía lindo. Le hacía proyectar un futuro cálido. Sólido. Siendo despertado por Louis y sus Waffles cada mañana.

—No me estreses antes de tiempo.—Dijo Harry.—Bien. Iré a pagar. Espérame aquí.

Harry se alejó de él. El castaño le veía caminar hacia el empleado de la tienda y Oliver. Cuando notó la caja de regalo marrón que este tenía en la mano. Luego con disimulo. Lo vio esconderla dentro de su chaqueta cerrada. Quedando—aparentemente—contra su pecho. Porque no era lo suficiente pequeña como para pasar desapercibida. Ni tampoco como para poder guardarla en su bolsillo.

Unos momentos después. Ambos Styles aparecieron a su lado.

—¡Lou!—Gritó Oliver. Corriendo a abrazarlo.

—¿Conseguiste lo que querías, Osito?—Preguntó devolviendo el abrazo. Harry cargaba el instrumento así que omitió preguntarle por la cajita.

—Sí.—Los tres caminaron afuera de la tienda. Volviendo al amplio espacio del centro comercial.

Al desplazarse entre la concurrencia de esa hora, les era difícil entablar una conversación. Veían distraídos a su alrededor. Viendo como algunos comercios cerraban. Y a las personas pelear por los productos enlatados.

Louis se detuvo cuando la gran luz de la vitrina de una joyería llamó su atención. Inherentemente se acercó a ella. Y observó con presea la brillante belleza de la piezas.

Harry estaba parado detrás de él. Contemplándole. Enternecido. Los ojos de Louis lucían enormes. Llenos de impresión.

—¿Te gustan?—Preguntó Harry. Refiriéndose a los collares que allí estaban. Esperando en Cristo que su respuesta fuera positiva. Pero no obtuvo contestación. Louis no me prestaba atención. Así que se acercó más a él. Fue entonces cuando cayó en la cuenta de que no estaba embobado por los collares sino por las sortijas.

Tragó fuerte. Las argollas que—al parecer—veía. Eran hermosas. Plateadas. Pulcras y resplandecientes. La clase de argollas que se utilizan para compromisos nupciales.

—Sí...son bonitas.—Respondió después el chico.

De pronto. Harry simplemente decidió que quería besarlo. Sin más. Lento y con la humedad de sus labios fríos por el clima, acarició la carne de la boca de Louis. Este aunque impresionado. Dejo que su lengua le invadiera. Porque realmente amaba esa sensación.

Fueron pocos los segundos los que se mantuvieron de esa forma. Ambos se separaron abruptamente al recordar que el pequeño estaba parado allí.

Oliver impresionado. Tenía ambas manos en la cabeza.—Se dieron un beso en la boca. ¡En la boca!—Exclamó. Completamente asombrado.—¿Eso es normal?

Louis enrojeció. Y se maldijo mentalmente. ¿Qué clase de ejemplo estaba dándole al niño?

—Sí. Y está bien.—Dijo Harry restándole importancia. Comenzando a caminar de nuevo.

Oliver asintió. Parecía tomarlo bien. Con calma. No había armado el alboroto que una persona adulta o fuera de su nivel de tolerancia habría hecho.

Porque sencillamente. No hay maldad en los niños.

Ninguna persona nace llena de odio. Ni con una manera predeterminada de pensar.

El problema es que la mayoría de ellas crecen bajo un esquema. Y siguen un sistema funcional. Creen que pueden decidir que no es normal. Cuando no existe un parámetro real con que compararlo.

Nadie nace siendo un idiota. Te programan para comportare como uno.

—¿Ahora tendrán bebés?—Preguntó el niño. Serio. Tenía muchísimas preguntas que hacer.

Harry Rió.—No. ¿Por qué piensas eso?

—Tobías dice que así es cómo nacen los bebés.—Respondió. Louis pego su mano contra su frente.

—¿Qué le dan de comer a ese niño?—Preguntó Harry a Louis. Le causaba Gracia que cada vez que el pequeño mencionaba ese nombre era acompañado de algún disparate. O de cosas muy, muy extrañas.

—No, Cariño.—Aclaró Louis.—Es más complicado que eso.

—Todo empieza con una farmacia cerrada.—Louis le vio molesto.—Bien. Cerraré la boca.

—Mi novio es un tonto.—Lamentó. Fingiendo dolor el docente.

—El mío es muy amargado.—Repuso Harry.

—¿Yo también puedo tener novio?—Interrumpió Oliver.

—Ni lo sueñes.—Respondió Harry.

—¿Por qué? ¡Eso no es justo!—Exigió. Sin ser totalmente consciente de lo que decía.

—Porque eres pequeño.

—¿Y cuándo sea grande?—Propuso.

—Mucho menos.—Su edificio no estaba muy lejos. Llegarían en cuestión de minutos.—No quiero tener que matar a ningún mocoso. O que los padres de alguna chica me maten a mí. O a ti.

—Deja de ser tan gráfico, Harry. Por favor.—Pidió el otro.

—Espera.—Harry se detuvo en medio de la acera.—¿Dónde está Nick?

—Bueno, uhm. Tenía algunas cosas personales que comprar. Dijo que nos alcanzaría luego.

—Genial.—Se tranquilizó. Y retomó el paso.

Llegaron al edificio. La música de elevador que milagrosamente funcionaba era tediosa. De esas melodías martillantes que detestas pero por alguna razón no puedes sacar de tu cabeza.

Al entrar esperaban encontrar a la multitud que había invadido su morada. Pero ellos no estaban allí. Se habían movido al apartamento de al lado. Prefirieron no interrumpir y se quedaron en el suyo.

El resto de la tarde paso volando. De la forma efímera en que todo lo bueno termina. Entre risas e idioteces llegó la noche. Y con ella la necesidad de descansar.

Después de que Oliver tomara un baño. Se arreglase para dormir. Él y Harry se echaron a la cama. Louis seguía limpiando el desastre que habían dejado en la cocina cuando Harry le llamó.

—¡Lou!—Gritó estando ya acostado. El susodicho asomó la cabeza por el marco de la puerta.—¿Qué haces? Ven a dormir.

—No. De hecho estaba por irme. Tengo que cambiarme. Estoy sucio por tu culpa.—Mencionó.

—Las camisas están en el segundo cajón. Toma una y ven a la cama, Bonito.

—Yo....—Pensó un momento.—Está bien.

Se acercó al mueble. Y buscó una prenda para usar. Indeciso tomó la primera. Se la puso. Era como si usar la ropa de Harry lo hiciera lucir mucho más pequeño de lo que era. O al menos así se sentía.

Terminó de quitarse los tennis y el pantalón. Quedando únicamente con su ropa interior y la camisa. Que llegaba hasta su muslo.

Con cuidado de no mover al niño. Entró a la cama. Dejando al mismo en medio.

Era bueno y Estaba bien. Todo era perfecto. Tranquilo.

Tal vez, solo necesitaban un poco de tiempo para hacerlo un poco mejor.

Sus párpados cansados se cerraron. Y su respiración bajó.

Despertó por un leve golpe en el rostro. Sintió que fueron segundos los que permaneció dormido. Cuando en realidad habían pasado horas.

Sus ojos se encandilaron al ver la luz del teléfono de Harry el cual sostenía frente a ellos. El reloj en la pantalla marcaba las 12:01 A.M.

Y dijo.—Ya es 24 de diciembre, Lou.

—¿Y eso qué?—Respondió molesto.

—Feliz Cumpleaños, Cielo.




Hola.

¿Alguien ve "Skam"? Yo aún no la supero.

Yo declaro que "Toli". Es real. (Me causa mucha gracia ese nombre). Pero los comentarios estaban plagados con el. xd.

Estaré editando capítulos anteriores. Por problemas de ortografía y gramática. Solo les comento.

Manténganse con vida. J.S.

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