Capítulo 16
"He senses something, call it desperation. Another dollar, another day."
El tiempo nunca se detiene. No cambia para nadie ni hace excepciones de ningún tipo.
Después de dos semanas y media de recuperación. Luego de que todo el salpullido desapareciera de su cuerpo. Oliver había regresado a la escuela. Apenas. Llegando a tiempo para el último día de clases antes de las vacaciones de navidad.
Gracias a la cercanía que tenía con Louis. Había estado al tanto de las actividades. Ahora. Se encontraba sentado afuera. En el tiempo de receso.
—¿Te dolía?—Dijo Tobías. Quien estaba a su lado. Torciendo la boca.
—Un poco. Era feo tener tanta comezón.—Respondió.
—Ya lo creo. Te extrañé. La clase estaba aburrida sin ti.
—Duh. Soy el alma de la fiesta.—Canturreó.
—Mami dice que eres un parlanchín.—Rió Toby.
—Nadie pidió su opinión.—Cruzándose de brazos. Molesto.
—¿Te enojaste?—Preguntó. Sin obtener respuesta alguna.—Bien. Iré a conseguir otro amigo.
—Excelente, Vete. Traidor.—Se volteó al lado contrario.
Afligido por la situación.—¡Estaba jugando! Nunca me iría. ¿Dejas de estar enojado conmigo, por favor?
—No.
—¡Pero te hice una tarjeta!—Repuso chillando.
—¿Cuál tarjeta?—Dijo Oliver de nuevo interesado.
Buscando en su bolsillo.—Ten. Es para ti.—Sonriente.—Aquí estás tú. El de cabello negro. Y este de los ojos redondos soy yo. La hoja está arrugada porque no sabía cuando ibas regresar y la tuve conmigo todo el tiempo.
—Es idéntico a ti. Porque tus ojos son grandes como la luna...
—Gracias, gracias.—Interrumpió jactancioso.
—... Y marrones como de cachorro.—Continuó Oliver.
—¿Feos?—Dijo trémulo el otro.
—No. Bonitos.—Levantó las comisuras de sus labios despacio.— Y enormes.—
Ambos se quedaron callados. Inertemente. Tobías habló de nuevo.—No quiero que sea navidad.
—¿No? ¿Por qué?
—Porque es aburrido. Y nadie me presta atención.
— Piensa en lo bueno. ¡Tendrás juguetes nuevos!—Dijo tratando de animarle.
—No. Será igual que siempre. Como todos los días. Cenaremos. Mi papá y mi hermano pelearán por mi culpa. Mami fingirá no escuchar nada mientras ve su teléfono. Y yo veré televisión hasta que mi hermano recuerde mi existencia. Luego iremos a encerrarnos en su habitación hasta que papá se marché. La única diferencia será que habrá un árbol a la mitad de la sala y que un viejo panzón invadirá mi casa.
—¿¡Cómo te atreves a hablar así de Santa!?—Alterado.
—Es viejo. Y está panzón. No puedo llamarlo de otra forma.
Murmurando.—Podría estar escuchándote. Cállate.
—Aún me debe un dinosaurio. Así que, Santa. Si estás escuchándome. Soy Tobías y tenemos algo pendiente.
—Yo sólo espero que pueda encontrarme este año. Porque estoy muy lejos de casa.
*
—Harry Edward Styles Cox.—Martin Lahey y Carl Hughes revisaban los expedientes que tenía en su poder.— Masculino. 21 años. Ningún antecedente penal o policíaco. Récord crediticio impecable. Nada nuevo.—Dijo el Señor.
—Historial médico. No hemos revisado ese.
—No comprendo completamente esto. Exactamente, ¿Qué estamos buscando?
—Una laguna.—Dijo el pelirrojo.—Un impedimento en el historial de Harry. Algo que lo haga incapaz de cuidar un niño ante la corte. Una enfermedad. Un delito. Deudas. Algo.
—Styles es un inepto. Podríamos usar cualquier cosa.
—No. Tiene que parecer justo. Además, se supone que la condición de Gemma es hereditaria. Si es positivo para él también. Sería más fácil.
Bufó.—No hay mucho por aquí. Su tipo de sangre. Peso.
—¿Nada sobre inestabilidad? ¿Psicosis o malhumor? Descontrol.
—No. Pero sí una estrecha relación, posible dependencia a los ansiolíticos. Sufre de ansiedad.
—La ansiedad también es un síntoma. Podemos sujetarnos a eso.
—La suya es patológica. Sin conexión a ninguna otra deficiencia.—Lahey leía atento la información.
—Bien. Tiene que haber algo más. No puede ser que esté tan jodidamente limpio.
—Niall Horan.
—¿Qué?—Dijo Carl volviendo su atención.
—Es la única persona que aparece como referencia.
—¿Quién se supone que es él?—Repuso.
—No tengo idea. Pero por si acaso. Vamos a averiguarlo.—Dijo tomando nota del Nombre del muchacho.
—Deberíamos revisar la información que tenemos de Tomlinson otra vez. Para estar seguros.—Retomó el joven.
—Tus intereses no se dirigen hacia él. Mantente al margen de eso.
—No seas egoísta.—Rió.—Vemos que tenemos aquí. Louis William Tomlinson. 23 años. Oh. Vaya, tenemos su dirección. Y su número. ¿De dónde has sacado estos datos?
—Tiene una hipoteca. Por lo tanto, toda su información está aquí.
El de pecas lo meditó.—La hipoteca es una ventaja. Significa que no tiene mucho dinero. Podríamos aprovechar eso.
—¿Te refieres a que...?—Cuestionó el hombre.
—Cortar todo ingreso económico que tenga. Y Sin Harry, será más fácil empujarlo hacia a ti.
—He intentado que lo despidan durante 6 meses. Pero es imposible. Estúpido sindicato de mierda.
—Tendremos que esforzarnos. Yo aún no puedo acercarme demasiado a ellos. Porque si el niño me reconocer, y lo divulga. Pierdo la libertad condicional.
—Bien. Entonces, ¿Qué sugieres?—Carl estaba callado. Buscando un punto de unión.—Creo que no llegaremos a ningún lado así. Primero, mientras tu ex-esposa no termine de morirse no puedes hacer nada. Necesitas el acta de defunción. Segundo, Harry no tiene ningún impedimento ante la ley. Y antes de que lo repitas. No. No puedo echarlo sin motivo. Podría demandarme.
—Eso es. No podemos avanzar mientras la zorra no aparezca. Pero podríamos adelantarnos a los hechos.
—¿Te refieres a prevenir?—Dijo dudoso.
—Exacto. Ningún juez dejaría a un convicto de 21 años a cargo de un niño.
—Tú eres un convicto de 26.
—Ese no es el caso.—Molesto.
—Ya. Ya. ¿Qué propones?—Terminó Martin.
—Bueno. Me temo que si no hay un delito, tendremos que crear uno.
—No voy a ensuciarme las manos. Esto está llegando demasiado lejos.
—No es necesario. ¿Tienes acceso a su usuario?
Las entidades bancarias y la mayoría de las instituciones financieras cuentan con el mismo sistema de trabajo. Se crean campos. Espacios desde los cuales las transacciones realizadas por los empleados puedan ser monitoreadas. Se lleva una cuenta exacta de cada movimiento llevado acabo. Por ellos.
—No. Se opera con un sistema automático. Necesitaría su huella digital para poder ingresar.
—Mierda.—Esbozó Carl.— Espera. ¿No deberías ser tú quien monitoree el desempeño de tus empleados?¿ Tener una clave alternativa o algo?
—Zayn se encarga de eso.—Dijo despreocupado.
—Excelente. Él nos ayudará.
*
—¿Es completamente necesario colocar el árbol?—Preguntó Harry sosteniendo el pino que habían conseguido de último momento.
—Repito. Mamá ama la navidad. Se goza en el consumismo que causa. Así que sí. Es necesario.—Repuso Niall serio.
—¿Pero por qué tiene que estar en el centro de mi apartamento?—Chilló Harry.
—Llegamos a un acuerdo. ¿Recuerdas? Cenaremos con mi familia aquí. Y luego los arrastraré a mi apartamento para que duerman.
—Chicos. Esto es una mala idea.—Dijo Louis inseguro. Viendo junto a Oliver el árbol que se tambaleaba frente a ellos.
—¿No ves que estoy ocupado? Tu voz me desconcentra, Pigmeo. —Dijo Niall a Louis. Mientras intentaba que colocarle correctamente las luces al árbol.
Rodó los ojos.—Lo que digas, Nelson.
—¡Harry! Tu erizo está molestándome otra vez.—Gritó el rubio. Acusándolo con su mejor amigo.—Dile que se detenga.
—¡Él empezó!—Repuso Louis.—Yo sólo quería ayudar.—Se cruzó de brazos. Y formó un pequeño puchero con su boca.
—Si siguen peleando. Voy a tomarlos y los ataré juntos.—Ambos se quedaron callados.—Hasta Oliver se comporta mejor que ustedes.
Niall reaccionó ante eso.—Cierto. Y él nunca se comporta bien. ¿Qué tramas, Enano?—Louis le vio.—No tú. El otro enano.
—Escribo mi carta para Santa.—Los dos Niall y Harry intercambiaron miradas antes de estallar en carcajadas.—¿De qué se ríen?—Exclamó el pequeño.
—Santa Claus no existe, Niño. Así que nada de lo que escribas aparecerá mágicamente aquí.—Niall hablaba crudo. Mientras Louis y Oliver le veían indignados.
—La navidad es un invento de las grandes corporaciones.—Secundó Harry.
—Se supone que tiene un significado bíblico.—Dijo Louis. Tratando de suavizar las palabras de los otros.
—Para el cristianismo-católico. Del cual se derivan la mayoría de religiones. Pero no para todas las doctrinas, ya que algunas se apegan a los hechos. Se basan en el calendario hebreo para constatar que Cristo. Cuya existencia es substancial. No haya nacido en esa fecha. Siendo una referencia incorrecta de creencias.—Dijo Niall. Dejando perplejos al resto de sus acompañantes.
—No entendí nada de lo que dijiste.—Declaró Harry.
—Mi punto es.—Retomó el rubio.—que el niño tiene que aprender que nada de esto es real. Que Santa Claus no existe. Que su trineo no puede volar. Y que los duendes no pueden hacer juguetes.
—Cállate.—Dijo Louis Molesto. Notando las lágrimas que amenazaba con soltar el niño.
—Es mejor que lo sepa ahora.—Se excusó el otro. Mientras Harry se quedaba callado intentando mantener el árbol vertical.—Cuando un tipo macabro se mete a tu casa durante la noche no es precisamente para dejarte regalos.
—Niall...—Interrumpió Harry.
—¡Tiene que crecer! Lo sabrá algún día. Es una tontería que le dejen creer en eso.
Y finalmente. Se quebró.—¡Todos son malos! Ya no los quiero.— Oliver se levantó de prisa. Gruñó. Arrugando la hoja de papel que tenía en sus manos. Para lanzarla al piso. Y llorando, corrió a su "Habitación."
Louis se inclinó para recoger la hoja. Y la extendió para leerla.—Niall. Eres un hijo de puta.—Reprendió resignado. Soltando un poco de aire por la boca.
—¿Tan malo es que quiera ser sincero con él?
—No era la forma. Ni el momento.—Negó con la cabeza.—Harry, ¿Vienes?—Preguntó y unos instantes más tarde el rizado soltó el pinabete. Dejándolo caer sobre su amigo rubio.
Le siguió y ambos llegaron hasta el niño. Quien estaba llorando hecho un ovillo. Junto a la cama. Harry se sentó en el suelo. Y con uno de sus brazos atrajo a Oliver hacia él. Llevándolo sobre su regazo. Louis se acomodó con ellos. Dejando su cabeza reposar sobre el hombro del rizado.
El de ojos verdes había leído también unos momentos antes la carta de letra casi ilegible en la que trabajaba el pequeño.—No escuches a Niall. Está muy estresado. Solo hay que dejarlo tranquilo. Se le pasará.
Louis pasó su mano por el cabello negro del Niño. Y Harry estiró su brazo. Envolviendo a los dos cuerpos pequeños con sus extremidades.—Pero me dijo cosas feas...—Musitó el niño.
—Los adultos dicen cosas feas todo el tiempo. Pero no porque sean malos. Sino porque muchas veces no controlan el daño que pueden hacer con su palabras.—Le dijo Louis.
—Estoy seguro que no fue intencional.—Añadió el castaño. Y harry se recompuso dejando a Oliver de frente a él.
—No llores, por favor.—El rizado le veía con pesar. Porque no. Él nunca había resistido ver a alguien llorar. — Vamos limpiar esas lágrimas de bebé. —Harry limpió las mejillas del niño con su pulgar. Y sonrió. Enormemente.—No llores por cosas que no valen la pena. Estoy seguro que Santa va a traerte lo que escribiste en tu carta.—Prometió. Sintiéndose parcialmente culpable del llanto del niño.
—P-pero Niall dijo que...
—Prométeme algo...—Interrumpió. ayudando al pequeño a ponerse de pie.
Louis estaba allí. Sentado a su lado. Contemplando con asombro la forma cálida con la que el rizado veía al niño. Con dulzura reflejada en sus ojos color esmeralda.
Es que cada facción de Harry era fascinante. La voz ronca que abrazaba los pensamientos de Louis por las mañanas. Pero era el simple hecho de ver el lado paternal del otro lo que le enloquecía.
Y sin poder evitarlo. Estaba cayendo hacia él.
—...Promete que nunca dejarás que un comentario tonto te haga llorar.—Oliver le vio confundido pero obedeció.
—Lo prometo.—Afirmó.
— Ese es mí campeón. Ahora ve, y resucita a tu tío Niall que debe seguir tirado debajo del árbol.—Se burló. El pequeño asintió. Y salió corriendo hacia la sala.
—¿Estás seguro que recibirá todo lo que pidió en su carta?—Preguntó Louis. Con duda.
—Recibirá tanto como pueda conseguir.
—Podamos.—Corrigió el castaño. Sintiendo la mano de Harry pasar por su cuello lentamente.—¿Qué haces?—Inquirió divertido.
—Toco tu cuello. Para que toques el mío.
—¿Como la canción?—Se burló.
—Algo como eso.—Harry se movió. Llegando a estar en cuquillas frente al otro por solo un momento. Deslizando su mano por el torso de Louis. Dejándolo inmóvil. Diestro a su merced. Bajo su cuerpo.
El más bajo le veía con ojos abiertos. Mientras Harry se aproximaba sobre él para rozar a medias sus labios con la mejilla del joven docente. Tratándole. Y acariciándole de forma tan delicada. Tan delicada como el Louis mismo.
No había forma de explicarlo. Sus labios suaves y lengua cálida llegaron a la boca de Louis. Conectando majestuosamente. Las narices como un estorbo. Que les impedían sentirse desesperados. En el momento en que ambos habían entrado a la habitación esta se encontraba tenue. Y aún permanecía de esa forma.
Louis no iba a admitir nada. Se negaba a aceptar o al menos a concebir sus actos. Era Harry. No importa a todo lo demás. Era lo primero cuando despertaba. Y eso que le hacía falta cuando se alejaba. Lo único precioso que en su mente habitaba en se momento.
Y podría mentirle a él. A sí mismo. Harry era el tiempo que compartía. Era esas palabras que la gente promete cuando se quiere. Su salvación. Su esperanza y su fe.
Nunca tuvo nada de niño. Un hogar estable. Nada. Y todos su anhelos de cariño se reducían a esto.
La vida es un sin fin de momentos desastrosos. Las calles son recorridas por personas vacías. Que simplemente vagan buscando una razón para vivir. Pero que se aferran a ella con siguiendo un minúsculo foco de esperanza.
Y para suerte de Harry. Los ojos de Louis eran azules. Porque había encontrado su cielo en ellos.
Sólo quería alargar las tardes tanto como pudiera. Para poder contemplar el brillo que de ellos se despedían.
Con sus respiraciones chocando. Y no. Esto no pasaba de ser un beso inocente y un par de caricias mínimas. Pero el rizado necesitaba ser coloreado de azul. Poco a poco. Cuando le sentía suspirar se convencía más y más de que haría cualquier cosa para hacer que Louis se quedara a su lado.
Eran idiotas. Porque la inercia los empujaba constantemente el uno hacia el otro. La noche caía con gravedad. Y ellos estaban en camino a estrellarse con algo mas grande que un capricho pasajero.
Se separaron porque la voz de Niall al cantar les recordó su presencia.
—Creo que deberíamos salir. Antes que envíen a Oliver a buscarnos.—Dijo divertido el rizado.
—No me gusta cuando está tu amigo contigo.
—¿Ah no?—Enarcó una ceja para Louis. —¿Y eso por qué?
—Porque no me prestas atención. Bueno. No tanta como deberías.
—Créeme. No tienes lugar fuera de mi mente.
—Eso espero.—Dijo acusador.—Pero ahora que recuerdo. Te has metido en un lío grande. ¿De dónde vas a sacar las cosas que Oliver pidió?
—De mi casi inexistente bolsillo.—Esbozó.
—Sabes que puedes contar conmigo, ¿Cierto?
—Lo tengo presente.—Terminó. Dejando un beso en la nariz del castaño. Para luego levantarse.
Querido Santa:
Espero que tengas un buen día. Te escribo esta carta para informarte que cambié de dirección. Espero que sea entregada a tiempo. Para que no te lleves una mala sorpresa al llegar a mi antigua casa.
Me he portado muy bien este año. Así que esta es la lista de cosas que deseo para esta navidad:
1. Quiero un piano. Mi tío Harry dice que soy muy pequeño para aprender a tocar instrumentos como ese. Pero yo creo que se equivoca. Ya soy un niño grande. Quiero tocar como eso hombres que vimos en la televisión el otro día.
2. Quiero otra familia. Una donde pueda estar con el Teacher Louis y mi tío Harry. Que vivamos todos juntos. Y sea como los días en los que llueve. Cuando Louis se queda a dormir con nosotros. Y hacemos pijamadas geniales.
3. Por último. Te pido como favor especial que hagas que mi mami regrese. Porque olvidé decirle que la quiero mucho. Y la echo de menos.
Gracias por todo. Feliz Navidad.
pd: Dejaré la ventana de la cocina abierta porque en el apartamento no tenemos chimenea. Para que puedas entrar. Pero recuerda cerrarla bien al salir. O vamos a inundarnos.
Hola.
¿Me extrañaron? (?
Siento actualizar tan tarde. Juro que no dejaré la historia abandonada otra vez.
Gracias por sus buenos deseos. Es irónico que escriba sobre navidad. Cuando jamás en mi vida la he celebrado.
Joder. Hay muchísimas preguntas. Y comentarios. No puedo. Me hacen morir de amor. (Ahre)
Bue. Espero y la pasen genial.
T:
Por si lees esto. Me encanta cuando sonríes. Espero que mejores pronto. Recuerda que te quiero. Y siempre estaré para ti.
Manténganse con vida. J.S.
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