Capítulo 13


"I'll be your temporary fix."

El clima frío se mantuvo en la madrugada siguiente. Niall despertó por el sonido que provocaba el caminar descalzo en en el piso de madera.

—¿Qué hora es?—Preguntó somnoliento. Enderezándose.

—Casi las 6:00 A.M.

—Está obscuro aún. No tienes que irte.

—No debí quedarme.—Dijo Connor mientras comenzaba a vestirse.—Van a matarme cuando llegue a casa.

—Tu papá no puede controlar todo lo que haces.

—Lo ha hecho siempre. Y no será diferente ahora.—Pasaba su vista por el suelo. Buscando el resto de su ropa.

—Tu camisa está aquí.—Niall le tendió la prenda que estaba junto a él.

—Gracias.—Le dijo seco. Terminando de vestirse.

—Oye, ¿Te veo más tarde?—El chico ya había tomado el resto de sus pertenencias.

—Si sobrevivo, tal vez.—Ya estaba en la puerta. Sin más, salió de allí.

Sacó su teléfono. Tenía muchísimas llamadas perdidas. Y mensajes.

¿Qué clase de universitario tenía que reportarse a su casa cada dos horas? Sólo él, seguramente.

Se movía despacio por el pasillo. Sin apartar la vista de la pantalla de su teléfono. Cuando chocó con otra persona. Haciendo su propio cuerpo rebotar cayendo al suelo.

El hombre pelirrojo con el que había chocado se giró para ayudarlo.—Lo siento, Niño. ¿Estás bien?—Le extendió su mano. Este la tomó y se puso de pie.

Vio a ambos lados buscando su iPhone negro. El cual había salido volando. Se agachó a tomarlo.—Sí. Sí. Sólo estaba distraído.

—Bien.—Respiró aliviado.

—Como sea.—Se paró erguido. Y se  dispuso irse.

—Espera. Siento haberte tirado al suelo. Pero—Suspiró.—He estado buscando un apartamento por horas. Tal vez puedas decirme en cual de estos de vive Harry Styles.

—No vivo aquí. Así que no puedo ayudarlo. Permiso.—Le esquivó. Y siguió caminando.

Sí. Conocía a Harry. Era uno de los idiotas que trabajaba para su padre. Pero no sabía que vivía en ese edificio. Mucho menos en ese piso.

Carl Hughes había estado sentado en el café frente al edificio. Esperando alguna señal del Styles menor. Porque después de un mes buscando a su hijo y a su ex mujer. Redujo sus opciones tanto como pudo.

No podía acercarse a la  casa donde supuestamente vivían, porque no había nadie. No podía aparecerse en la escuela, porque había sido fichado por uno de los guardias de la entrada.

De igual forma Gemma estaba muriendo. Así que pensó, ¿Qué podría hacer esa perra, para mantenerle lejos de su hijo?

Porque en el momento en el que ella fuera internada. O algo similar. Estaría en desacato con el acuerdo al que él juez había llegado. Si se encontraba imposibilitada, la custodia del niño pasaba automáticamente a su padre.

A menos que un familiar materno accediera a tomar la tutoría legal del menor. Porque él seguía teniendo libertad condicional.

Entonces, hizo conciencia. Gemma no hablaba con sus padres desde que ellos se casaron. No tenía a nadie. Solo un amigo, otro tonto que había sido utilizado por ella.

El chico había sido su perro faldero por años. Así que cuando Gemma ganó la demanda, Se marchó de su lado. Él la buscó. Y efectivamente la encontró en casa del afamado Charlie Young.
Casi mata al tipo a golpes. Después de un par de días de haberla ubicado ella volvió a desaparecer.

Ahora, sin rastro de ella, pensó en los posibles lugares en los que podrían estar. Ella no tenía un primo o una tía que le respaldara; Pero sí un hermano. Un hermano con el que tampoco hablaba desde hace años. Era predecible que este la rechazara, lo cual haría mucho más fácil que se quedara sin opciones y ella regresara arrastrándose a él.

Pero no contaba con que el hecho de que Harry Styles era muy manipulable.

Llegó a Londres porque una factura de arrendamiento le llevó directamente allí. Y encontró a Harry sin buscarlo realmente. Había estado teniendo problemas con su tarjeta de crédito. Así que una mañana se dirigió a la Central del Banco. El cajero que lo atendió le explicó que la tarjeta estaba dañada. Y que tenía que renovarla. Todo transcurría con normalidad hasta que por desdén de su vista leyó el nombre que estaba en la placa que el chico tenía en su chaleco. 

Después de obtener el primer nombre de Styles. El resto fue fácil. Claro, sin contar que estuvo todo un día sentado frente al edificio pero Harry nunca llegó.

Iba a seguirlos. Aunque él no era el único que lo hacía.

*

—¡Buenos días, Bombón!—Harry estaba parado frente a Louis. Quien dormía plácidamente hasta hace unos segundos. La claridad que entraba por la ventana lo golpeó en el rostro.

—Dios, ¿Siguen aquí?

—Por supuesto que seguimos aquí. Nunca nos iríamos sin despedirnos.—Dijo inocente. Sentándose al borde de su cama.

Louis revisó la hora. 7:30 A.M. —Es raro que despierte a esta hora. Es demasiado tarde.

—Es raro que nosotros despertemos así de temprano. Pero tu perro pulgoso estaba molestándonos. Oliver está allá abajo con el.

—Max no es un perro pulgoso.

—Sí lo es. Apestoso y baboso también. Dejó todo el piso de abajo mojado con sus babas.—Repuso Harry.

—Se baña más seguido que tú. Al parecer. Y ésta es su casa, puede babear donde quiera.

—Eso no quita que sea un animal pulgoso.

—Tú eres un animal pulgoso. Largo de mi cama.—Le dijo y le pateó un costado. Harry (exagerando) se tiró al suelo.—Espera, no recuerdo haberme quedado dormido aquí.

—No lo hiciste. Estábamos viendo "Harry Potter", cuando empezaste a roncar sobre mí. Así que te traje a tu cama.

—Y ustedes, ¿Dónde se quedaron?

—En el sillón de abajo. Pero tu can quiso marcar su territorio sobre nosotros.—Louis se rió.—Arréglate, hay que desayunar.

Harry salió de la habitación. Seguido a eso, Louis se dio una ducha rápida y ya vestido bajó al primer piso.

El rizado estaba acomodando su ropa de nuevo en el cesto. Mientras el Niño y el perro estaban sentados frente al televisor, viendo cualquier cosa.

—¿Qué vamos a comer hoy?—Dijo Harry irreverente.

—Tú no puedes cocinar. Y yo no tengo ganas de hacerlo. Así que supongo que nada.

—Podríamos pedir algo. Que tal pizza.

—¿Para desayunar? No, lo creo. Además, Oliver no puede comer eso.—Declaró Louis.

—No sabía eso.

—No sabes muchas cosas sobre él.—Tomando un vaso con agua.

—¿Y tú sí?—Inquirió retándole.

—Te sorprendería. Y aunque no supiera mucho. Se le llama tener sentido común. Solo tienes que pensar con lógica.—Styles lo vio interesado.—Por ejemplo. La pizza tiene orégano. Él es alérgico al orégano. Por ende, no puede comer pizza.

—Brillante deducción, Mi querido Watson.

—¿Podrías ser serio alguna vez?

—No.—Dijo Harry sonriéndole.—Entonces...¿Hamburguesas?—Louis rodó los ojos. Y le dejó hablando solo.

Después de meditarlo profundamente. Simplemente recalentaron la comida que había quedado de la cena de anoche. Porque ninguno quería pagar la comida y cocinar no era una opción.

Pusieron la mesa. Y Harry llamó a Oliver a comer.—¡Enano! A comer.

—¡No tengo hambre!—Gritó el niño.

—¡No pregunté si tenías hambre! Ven y come.

—¡No quiero hacerlo!—Dijo y Harry desistió de molestarlo.

Después de unos minutos, Louis apareció con el resto de la comida en el comedor.

Se sentó frente a Harry.—¿Y el niño?—Preguntó.

—Dice que no tiene hambre.—Se encogió de hombros restándole importancia.

—No comió casi nada ayer. En todo el día, Harry. Eso no es sano.

—Pero el dice que no tiene hambre.  No voy a obligarlo a nada.—Dijo obvio.

— Te falta autoridad. Y al él disciplina. Si no le pones límites no va a respetar a nada ni a nadie.

—¿Quieres que lo golpee para que haga lo que quiero?—Con voz más baja.

—No. Tu problema es que confundes autoridad con fuerza bruta. No son lo iguales, y no deberían ser usadas para el mismo fin.

—No estoy entendiendo.

—Sólo tienes que hacerle saber que el líder eres tú.—Harry rodó los ojos y siguió comiendo. Louis negó.—Oliver.—Dijo demandante, pero sin llegar a gritar.—Es hora de desayunar, ven y siéntate.

—Pero no...—Quiso interrumpir el niño. Pero el castaño lo vio duro desde donde estaba.—Ya voy.—Dijo y se puso de pie.

—Lávate las manos primero. Y luego vienes aquí.—Oliver obedeció.

—Oye, estaba pensando.—Dijo Harry.

—Que maravilla.

Rodó los ojos.— Que soy yo el que te llama siempre. Y tú no tienes ninguna obligación de ayudarme.

—Eso es verdad.—Concordó Louis.

—No tienes que hacerlo. Pero quieres, ¿Cierto?

—Sí. ¿Qué tiene eso de malo?

—Nada. Pero podrías llamarme alguna vez tú primero.

—Y ¿Por qué tendría que hacerlo? Usualmente llamas pidiendo ayuda. Yo no necesito tu ayuda.

Harry rió.—Puedes llamarme cuando estes sólo. Cuando no puedas dormir. Cuando quieras pasar un buen rato. 

Louis se sonrojó y no volvió a tocar más el tema.

Tras unos segundos Oliver llegó a la mesa y devoró todo lo que había en su plato.

Era hora de marcharse. Porque a los dos les hacía falta un ducha.

Louis los despidió en la puerta. Y después de que esta se cerró. El silencio de su morada regresó, haciéndole sentir extraño.

Sobre la mesa de café en la sala encontró un suéter blanco. Aparentemente de Harry. Supuso que lo había olvidado, pero notó que sobre la prenda descansaba un trozo de hoja.

"Agrégalo a tu colección. ;) "

Sonrió estúpidamente. Y debido al frío, se lo puso.

Mientras tanto. Harry y Oliver caminaban de regreso a su vivienda.

Oliver se rascaba los brazos. El cuello, y el rostro. 

—Deja de rascarte. Haces que me sienta ansioso.

—Es que no puedo.—Dijo el pequeño.

—Eso te pasa por abrazar a ese animal.—Dijo viendo hacia el frente. Pero el Oliver empezó a Toser. Entonces se detuvo. Y se arrodilló a su altura.

Lo vio fijamente. Notando las manchas rojas que tenía el niño por todo el rostro. Y no solo allí, las ronchas se extendían por el cuello. Subió un poco la manga de la chaqueta de Oliver. Sus manos estaban calientes y su rostro frío. Sus brazos estaban rojos como resultado a haberlos frotado tanto.

—Tengo mucha comezón.—Murmuró.

¿Había sido el perro? Oliver tenía una lista de alergias bastante amplia. Pero los perros no estaban en ella. Recordó que el niño tenía estos pequeños granos desde la mañana anterior. Y en el transcurso del día solo se habían extendido.

Cargó en brazos a su sobrino. Y le llevó de regreso. Esperando. Que mejorara.

*

Esa noche el teléfono de Louis sonó varias veces. Sonó su celular. Y él despertó abrumado.

Estaba lloviendo fuertemente. Era una tormenta. Y la podía escuchar el agua azotarse contra la casa. Los truenos sonaban como grandes estruendos.

A Louis no le gustaban los truenos. Le asustaban, mucho.

Contestó.

—Necesito que vengas, ahora.—Harry sonaba agitado.

—¿Harry? ¿Qué pasó?—Seguía adormitado.

—Oli está vomitando. Su-suda mucho. Tiene fiebre. Y-y es alérgico a la medicina.

—¿Cómo estás seguro? ¿Le has dado un poco?

—No, yo...leí la caja antes de hacerlo.

—Bien. Primero tienes que controlar la fiebre.

—No sé cómo hacer eso, Lou.—Su voz sonaba entre cortada.

—Moja algún paño con agua tibia y colócalo en su frente.

—Tienes que venir. Por favor, el doctor no contesta. Y estuve llamándole cientos de veces. Creo que es la tormenta. Se corta la línea. No hay electricidad en todo el edificio. Niall no está aquí. Estoy solo.—Sollozó asustado.

—Harry, no puedo salir con este clima.—La llamada ya se había cortado.

Harry vio la pantalla de su teléfono negra. Porque el aparato no tenía batería.

Louis vio por la ventana. Los rayos se dibujaban en el cielo. Pero aún asi, buscó su impermeable.




Manténganse con vida. J.S.

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