Capítulo 1

Capítulo uno.

10:00 A.M.

- Buenos días, ¿En qué puedo servirle?...

Si tener una vida de mierda fuera un deporte Olímpico, Harry Styles ganaría-sin duda alguna-una medalla de oro.

La monotonía de su vida era un constante recordatorio de su estupidez.

Parecía ser una mañana cualquiera, de un viernes cualquiera de Septiembre. El chico se encontraba parado detrás de una incómoda ventanilla, en un abarrotado banco en el centro de la ciudad. Con un traje gris ceñido al cuerpo y todo su cabello peinado y fijado a con gel hacia atrás. Mientras mostraba una sonrisa plástica a la fila interminable de clientes, natural en un lugar como ese.

Parecía ser una mañana cualquiera, de un viernes cualquiera de Septiembre; salvo que no lo era. Pues ese viernes en particular Harry se encontraba demasiado pendiente de su hora de salida la cual era exactamente a medio día.

Después de la fortuita llamada de su hermana esa mañana se encontraba muy ansioso. Gemma, la persona que se había encargado de recordarle lo inepto que era durante toda su infancia y parte de su adolescencia; era la misma que estaba dejando a su cargo a un niño. Y es que, para ser sinceros, Harry no era la persona más responsable del mundo. Nunca entregó una tarea a tiempo, apenas y llegaba a temprano al trabajo, tenía una pésima dieta alimenticia y su apartamento era un desastre. No podía ni cuidarse bien él mismo, y ella quería que cuidara de otro ser vivo. Él. Que nunca logró mantener con vida una mascota por más de dos meses, que casi muere intentando lavar ropa y que atropelló al mismo gato dos veces, seguidas.

Además, no soportaba a los niños. Detestaba los colores, los brillitos, el ruido, y los estúpidos programas infantiles. Se sentía idiota, porque en el fondo sabía que había caído en otra de las artimañas de su hermana. Realmente ya ni le importaba, prefería mil veces ser un inútil manipulable, a ser un mentiroso oportunista. Eso debía ser mejor, de alguna forma.

Estaba sudando. Mucho.

Las gotas sudor caían por todo su rostro. Mientras la mujer que sostenía un cheque frente a él lo veía asqueada. Pasó una de sus manos por su rostro y siguió trabajando.

Estaba pendiente del reloj. Y es que ni siquiera sabía a que hora debía recoger al mocoso. Pero estaba seguro de que ningún preescolar estaría abierto después de la 1:30 P.M.

Louis.

Cuando bajó la vista a sus manos, vio el nombre del maestro, ya casi ilegible por el sudor.

Anotó el nombre en varias notas adhesivas, y las pegó cerca suyo, también lo anotó en su libreta y algunos otros papeles que estaban por su escritorio. Aún así continuó repitiéndolo mentalmente para sí mismo.

Para cuando dieron las 12:00 P.M. Ya estaba demasiado nervioso.

Buscó en su teléfono la dirección que Gemma le había mandado. No estaba tan lejos. Caminó hasta allí, cada paso lo hacía sentirse más y más mareado. A estas alturas no sabía si era el hecho de no haber desayunado o su miedo al compromiso lo que hacía que se sintiese de esa forma.

Llegó justo a tiempo, al parecer.

Había muchas mujeres que tomaban de la mano a sus pequeños hijos. Y hombres que las acompañaban, siguiéndolas como perros fieles que solo servían para cargar las cosas de los mocosos.

Avanzó abriéndose paso descuidadamente entre las personas que lo veían disgustadas. Todos esos colores, los niños hablando fuerte y el olor a plastilina en el aire le parecían nauseabundos.

Entró, y empezó a buscar alguna señal del niño. Pero no sabía en que curso estaba su sobrino.

Joder, no sabía ni siquiera cómo lucía el niño. No lo había visto antes, a excepción de unas cuantas fotos que vio de cuando Oliver era bebé hace algunos años. Y la imagen en su cabeza no era muy clara.

- La entrada es del otro lado, este espacio es sólo para la salida.- Se giró y vio de forma despectiva a la mujer robusta y un poco mayor parada detrás de él.

- Ambas son puertas, ¿No? No veo la diferencia.-Repuso el muchacho.

-Como le dije anteriormente, este espacio es sólo de salida. La entrada está por el otro lado.

-No voy a dar toda la vuelta sólo porque usted lo dice.-La mujer lo vio ofendida y este bufó.- Escuche, soy nuevo en esto. Estoy buscando a Oliver Styles , tal vez usted pueda ayudarme.

- Styles....Styles...-La mujer meditó un par de segundos y prosiguió.- No recuerdo a ningún Oliver Styles. ¿Ese es su primer apellido?, ¿En qué curso va?

No, era su primer apellido. Ni siquiera sabía quien era el padre del escuincle ese.

Sí, Gemma. Esto fue una magnífica idea. Se repetía una y otra vez.

- Ni siquiera conozco al niño. Apenas y me sé su nombre. Pero se supone que fue una emergencia familiar y por eso estoy aquí.-Dicho eso la mujer se tensó completamente.- Vamos, ayúdeme.

-Lo siento pero no puedo ayudarlo.- Dijo seria parándose firme.- Tenga un buen...

-¡No, espere!-Dijo fuerte asustando a la mujer.- Mi hermana, ella me dijo que preguntara por el Teacher....-Joder, el nombre.

-Disculpe, pero no tengo su tiempo. -Puntualizó.

-¿Soy una pérdida de tiempo? Wow, que ruda es usted. Luce como si quisiera golpearme, relájese un poco.

-Puede retirarse si gusta. Lo invito a hacerlo. No sé a quien busca o si realmente busca a alguien, pero por el momento...-se quedó callada al escuchar pasos por el pasillo, se giró a ver a los causantes de ellos.

Harry no no veía al chico ni al pequeño que lo acompañaba, estaba demasiado ocupado regañándose internamente como para prestar atención. Pero esa voz, lo hizo enfocarse de nuevo en la escena.

- Miss Ethel, Oli es el único niño que queda, llamaron está mañana para avisar que un familiar vendría por él, pero al parecer no. ¿Debería llamar a la Señora Hughes?

- Dame un segundo, Louis. Termino acá y veremos que hacer. - Dijo molesta al chico.

-Louis.-Susurró por lo bajo Harry. Para luego decir en un tono muchísimo más fuerte y eufórico. -¡Louis! ¡Se llama Louis!- Los tres voltearon a verlo de forma desconcertada.-Mi hermana dijo que preguntara por Mr. Louis.

Y lo vio.

Era castaño.

Harry pensó que el cabello lacio y castaño del maestro era muy bonito.

¿En serio era maestro? A él siempre le tocaron maestros calvos, y groseros, no era justo.

- Louis, ¿Cuál es el segundo apellido de Oliver?- Cuestionó, con un tono autoritario, como tratando de intimidar al joven.

- Styles.- Contestó este tácitamente .

- Bien, supongo que usted es el Sr. Styles, pero es tan descortés que ni se presentó. En esta institución educativa somos muy estrictos como los encargados de los alumnos. Así que espero que sea la última vez que arma estos, estos alborotos. Tenga buen día. -Terminó y abandonó el lugar.

Harry también pensó que su nariz era demasiado perfecta. Perfilada y linda. Los profesores no deberían verse de esa forma. Los suyos jamás se vieron así.

- Disculpe el inconveniente, su hermana me llamó pero creo que no le explicó muy bien como son las cosas por acá . Aunque me sorprende que Miss Ethel no haya llamado a seguridad, no suele ser tan paciente.-Dijo, mostrándole una pequeña sonrisa. Harry pudo ver claramente sus ojos. No prestaba atención a sus palabras.

El maestro se agachó a la altura del niño, quien había estado allí durante todo este tiempo. Le colocó la mochila, abotonó su suéter.

-Bien, Te veo mañana, Osito.-Dijo Louis al niño.- Y recuerda, ¿Cuál es el número de emergencias?

-¡911!- Respondió el menor. -Muy bien. Si pasa algo, ya sabes que hacer. - Guiño un ojo para el niño.

Harry aún estaba decidiendo si los ojos de Louis eran Azul cielo, Azul zafiro o ambos.

- Un placer conocerlo, Sr. Styles.-En par de minutos se había quedado sólo, con el niño.

Caminó hacía la salida, Oliver, por instinto lo siguió y tomó su mano.

- Mamá me dijo que mi tío vendría, pero creí que sería mi tío Charlie. Perdón, no recuerdo tu nombre, ¿Cuál es tu nombre?.-Harry.

-¿Cuántos años tienes? -le preguntó.

-Veintiuno -respondió sin muchas ganas.

- ¿A dónde vamos?

-A mi apartamento.

-¿Por qué vamos allí?

-Porque no tengo a donde más llevarte.

-¿Tu apartamento está lejos? -No.

-¿Vamos a ir caminado?-sí.

-¿Tienes algo de comer allí?- Eso creo.

-¿Puedo ver mis caricaturas allí?-No.

-¿Por qué no? Porque no.

-Eso no es una respuesta.-Lo es para mí.

Fueron cientos de preguntas durante todo el camino. Demasiadas para el gusto de Harry. Que hacia lo posible para no gritarle al mocoso que se callara.

Almorzaron Hamburguesas en McDonald's porque él no sabía cocinar, o bueno, en realidad no tenía ganas de hacerlo. Se quedaron en el restaurante por horas, el pequeño se entretenía en los "famosos" juegos del lugar.

Cuando llegaron a casa, Harry le preparó un Sándwich de jamón como cena y luego ambos se acostaron en el sillón a ver "Buscando al Soldado Ryan" por milésima vez para el mayor. Oliver se quedó dormido sobre Harry a la mitad de la película.

Iba a pasarlo a la cama, pero prefirió dejarlo en el sofá. Lo tapó con algunas matas que sacó de su closet.

Y una o dos horas después se fue a su habitación a dormir. O al menos a intentarlo. Su hermana no había respondido el teléfono en todo el día. Tampoco se había aparecido por su apartamento. Y tenía el presentimiento de que mañana tampoco lo haría.

Parecía ser una noche cualquiera, de un viernes cualquiera de Septiembre; salvo que no lo era.

Porque esa noche en particular, Harry no tenía ni una maldita idea de qué haría con un niño bajo su cargo al amanecer.












Hola.

Gracias por los votos y comentarios en el prólogo, significa mucho para mi. El capítulo es corto y feo, porque soy malo para esto.

Habrá dedicaciones, si quieren. ;)

Manténganse con vida. J. S.

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