YahiKonan °°El más fuerte y vulnerable°° {Hetero UN}
Pareja a tratar: YahiKonan
Personajes que la conforman: Yahiko y Konan.
Categoría: Hetero ( chica x chico )
Advertencias: Situación de calle,menores de edad.
Localización: UN ( Universo Naruto )
Nombre del capitulo: El más fuerte y vulnerable.
Situación:
💧💘
||El más fuerte y vulnerable.||
La tos lo atacaba fervientemente, sobrecogido el resfriado en su pecho. Ella lo toco con suavidad en la espalda, esperando que el ataque hostil pasara, tenia (o tendría) que acabar en algunos segundos. Él la miro fijamente, con toda su confianza encima. Tendría la chica uno o dos trucos clave en medicina y el niño, sin saber como los había aprendido, ignorante de hasta donde llegaba aquel conocimiento y vacilando entre las sacudidas secas de su caja torácica por la tos,dejo asomar una sonrisa que brillo resplandeciente en su cara palidezca. Y, en silencio, una pequeña lágrima ajena lo acompaño mientras la mano clara de su dueña limpiaba con un trapo húmedo y viejo la frente perlada en sudor del paciente tumbado sobre algunas capas de cartón corrugado.
A pesar de su estado,atacado por la enfermedad que no tenía idea del nombre, los orbes de Yahiko captaron de inmediato el terrible descenso de aquella infame gota salada por la mejilla de la chica hasta su pequeño mentón,bajando por su cuello, donde se perdió entre los pliegues de la ropa desteñida.
-No llores Konan.
-No estoy llorando.
Ciertamente, no se trataba de una mentira. El llanto es una sucesión de lágrimas que emergen de los oculares y a ella, a pesar de tener un torrente colosal esperando salir por dentro, solo se le había escapado una gota.
Konan era fuerte o, más bien, resistente a las adversidades. De la misma manera que una hoja blanca entre una prensa asfixiante, el dolor propio no era capaz de hacerle un solo rasguño. Para su mala suerte parecía que las dolencias ajenas si oprimían en demasia corazón y de esta manera se había negado a abandonar al enfermo, desvelando su noche en los escasos cuidados que era capaz de ofrecer.
-No te p-preocupes por mi...he salido de cosas peores.
-Lo se.
-Entonces, ¿Porque lo haces? N-no comprendo.
La pelimorada lo miro de reojo, con toda una explicación contenida.
¿Porque? Porque un retazo de tela mojada no iba a bajarle la fiebre que se resistía a ceder, no quitaría sus pómulos hundidos ni le llenaría el estomago vacío que pronto empezaría a implorar alimentos.
¿Hace cuanto que no comían algo decente? O por lo menos algo, algo a lo que cualquiera llamase comida...
Se sorprendió a si misma al no recordar la fecha o por lo menos la semana en que paso. Solo había en su memoria grabada aquella delicia que alguna persona tuvo el corazón de obsequiarles a Yahiko y ella cuando caminaban buscando un lugar para dormir. Una memoria fresca, rebosante de la gloria que llego a su paladar después de días de hambruna.
Lo recordaba. Cielos, claro que lo recordaba ¡Y con que lucidez! Había sido un plato de arroz sazonado a medio terminar y algunos trozos de zanahoria, tan crujientes que emitían un exquisito sonido al ser masticados. Casi podía sentir su sabor, tenue...tan tenue como el recuerdo lejano de la felicidad al sentarse en la colina con sus camaradas a comer compartiendo cada bocado, cada sonrisa, cada esperanza.
-K-konan...
-¿Si?- respondió con dulzura, aún después del golpe de realidad que conllevo aquel llamado.
-¿En que estas p-pensando?
-Nada...nada que deba ser relevante. Tienes los labios secos, traeré un poco de agua...
La misiva le sirvió de evasión para poder esquivar su memoria, levantándose a tomar un poco de liquido cristalino para su compañero. Una nueva mueca de preocupación se formó en su rostro al notar la escasa cantidad en el cuenco, enlistando entre sus muchos deberes la necesidad de visitar el arrollo para conseguir más agua.
Seria difícil. Con el chico enfermo, ella sola tendría que salir a buscar lo que pudiera a las calles, cuidándose,cuidando que lo que recibiera fuese suficiente para supervivir algun rato, por lo menos para no dejar tan seguido a Yahiko sin compañía. El pensamiento no duro mucho, al fin y al cabo ¿Cuando buscar caridad fue fácil?
Tomo entre sus manos el cántaro, llevándolo hasta su enfermo y arrodillándose a su lado.
Los destellantes ojos anaranjados siguieron cada movimiento de la chica al mojar un trozo de franela, estremeciéndose al sentir la tibieza del agua contra sus labios partidos.
-Pasara pronto, tranquilo...
La voz joven de la niña arribo como un manto de tela sobre sus tímpanos, removiendo todo sonido externo, todo grito mental de dolor. Ante el mute, atontado, busco la mano de su cuidadora, sintiendo un leve rose que hizo arder sus mejillas como si en vez de tener un frío de muerte estuviese en verano regio, soportando fuertes temperaturas.
Fuertes, como las sacudidas de su novillo cuerpo ante la tos errante. Fuerte, como la dulce caricia que abrigo su corazón.
No así con ella. Ella, Konan, triste, observaba a su única compañía apretar su mano debil entre los hipeos constantes, gravado en sus cabellos pendientes la pesadez del sudor frío, la opacidad del dolor febril. Gravado en su cuerpo delgado, en sus atuendos rasgados pero no en sus orbes. No. En sus espectaculares, asombrosos y vivos oculares no.
Era una gema. Era luminoso. Era...era todo lo que le mantenía adelante a ella para ser y, tal vez por eso, tal vez por otro, verlo quebrarse le dolía tanto.
-Por favor resiste.
Llamo, casi implorando, ocasionando una mirada vaga del afectado.
-Por favor, resiste y prometo jamas abandonarte. Resiste, te lo pido...
El ruego, simple, remarcable, fue todo lo necesario para que el niño la atrajese, rodeándola en un furioso abrazo.
-¿Qué dices Konan?¡No voy a morir! -bramó, convencido de si mismo-; no moriré mientras estés sola.
La pequeña ,que rara vez mostraba algún signo de derrota, se abrazo a su compañero de tal forma que no hubo espacio entra ellos y, sin poder evitarlo, comenzó lentos descensos de lágrimas al sollozar. Yahiko se puso rígido.
Necesitaba cuidarla. El papel podía caer desde cualquier altura sin hacerse un solo rasguño y, sin embargo, tendía a arrugarse aveces con un simple doblez. Había, ademas, un peligro inminente con el agua, con el dolor de llorar. Yahiko sabia muy bien que nunca mas podría reparar el daño si dejaba que se mojase y ella...ella se estaba desmoronando.
La apretó entre sus brazos, dirigiéndola hasta su pecho para que oyera el calmado latido de su corazón bombeante, que parecía desembocarse a cada segundo con ella.
-Konan, ¿Escuchas eso? No dejara de latir hasta que tengas a alguien más a tu lado. Jamas, jamas pienso dejarte sola.
La ojidorada asintió, controlando sus temblores, acomodada contra la columna de su vida mientras aquel se esforzaba por retener los síntomas, siendo su única preocupación en mente que la chica pudiese descansar por lo menos un rato.
Los jugos gástricos arremetían fervientemente su estomago desprovisto de ayuda, a tal grado de causar una desagradable sensación de nauseas que se obligo a acallar. Miraba, divinamente, la imagen del ángel entre sus brazos, sucumbiendo poco a poco al sueño que llevaba tiempo esquivando para cuidar de su persona.
Era tan bella, tan inocente y buena...tan leal.
Poso con cuidado su mentón en la coronilla del cabello ajeno, atrapando entre si lo que podía de esa entidad celestial que estaba seguro traería gloria consigo, con esa flor de papel que atraía su instinto protector y a la vez su calma.
La abrazo, la abrazo ofreciéndole todo lo que podía darle y ella aceptó gustosa, sin dejar de abrazar su torso, evitando el dolor consciente,cual analgésico.
Pasivos, los párpados del enfermo bajaron, sin perder su posición el resto del cuerpo, entregado al momento que clamaba descanso.
Sigilosas, las falanges de sus manos encajaron (tan perfectamente como solo ellos eran capaces) completando así el calor casto para dormir.
Konan pensaba que tenía muchos deberes que reponer al otro día, saldría temprano, regresaría rápido, haría todo para poder cuidar a su paciente, todo después de haber escuchado promesa tal. Yahiko, en cambio ,sonríe, convencido de que cumplió su misiva de cuidarla al no ver ni sentir más lágrimas de su ángel, más agua que dañase su papiro tan preciado. Cumplirían sus promesas aunque les costase la vida, la fuerza del enlace de sus manos había sido la firma de conclusión en ese contrato verbal, más adelante lo seria un dulce lazo pero, por ahora, juntar sus corazones seria lo ideal.
Unidos ,el brazo de morfeo rodeo sus cuerpos, cuidados por algo más fuerte y necio que un adulto, que un techo, cuidados por su propia esperanza, protegidos por su veracidad no solo contra la noche despiadada sino contra su vida entera, su infame realidad. Lenta, en señal de respeto, la luna los miró destellante, cubriéndolos también con su manto total.
-Te quiero...
YahiKonan
Esta pareja es una de las que mas me gustaron en torno a akatsuki, debido a su historia anterior. Tenemos a dos niños huérfanos, sin ningún apoyo, que logran cuidarse entre ellos y superan las carencias para sobrevivir.
Si, puede que después aparece Nagato y Jiraya es de gran ayuda para su formación, pero es indudable el lazo que comparten estos dos, totalmente tangible. Me encanta.
Si os gusto, regalenme una estrella y déjenme su comentario.
Nos leemos ;)
~Shuyaneko~
❤
28 de octubre del 2018
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