🎉Latinos, otra vez🎉
Y ahí estaban, casi todo el continente americano siendo reprochado severamente por ONU, FBI, y cualquier otro superior. ¿Pero qué ocurrió para llegar a tal situación?
Rebobinemos unas cuantas horas.
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Al igual que las reuniones de ONU, a veces se invitaba a los países a los territorios de Ciudad del Vaticano para juntarse con el susodicho y realizar una misa.
A comparación de las juntas de ONU, las reuniones de Vaticano eran opcionales, sin embargo las Naciones Unidas los obligaba a ir.
Para todos los countries, esta actividad era bastante usual, ya que se realizaba por lo menos 2 veces al año. Sin embargo, la nueva guardia de los latinos desconocía totalmente esto.
Los días pasaron después de la invitación hasta que finalmente llegaron a la tan aclamado microestado europeo.
Gracias al nuevo empleo de tiempo completo que la ahora Sargento T/n había aceptado, tenía la oportunidad de viajar y conocer nuevos lugares. Sin duda era algo que la hacía muy feliz, a pesar de tener que ser la "niñera" de un montón de países. Era divertido pero cansado.
- Pourquoi faut-il être si tôt? (¿Por qué tiene que ser tan temprano?)- se quejó Haití mientras evitaba bostezar.
- Stop complaining and walk, the faster we get there, the faster it will be to leave. (Ya deja de quejarte y camina, mientras más rápido lleguemos, más rápido será para irnos.) - contestó Jamaica a su lado, depositando un golpe en la nuca del haitiano.
Mientras que los latinos simplemente protestaban en el camino a la iglesia. La sargento miraba todo a su alrededor maravillada. Las estructuras y las personas, el hecho de estar en un lugar con una cultura completamente diferente a la suya le parecía fascinante.
- Ojos al frente.- la voz de FBI sonó por su intercomunicador haciéndola recuperar su atención hacia su prioridad, los latinos.
- Lo siento Jefe.
No tardaron más de 10 minutos en llegar a una iglesia antigua, donde el resto de naciones ya los esperaba.
- ¡Benvenuti a tutti! e grazie mille per essere venuti (¡Bienvenidos a todos! y muchas gracias por venir).
Todo el continente Americano saludó a Cd. del Vaticano, con respeto, agradeciéndole por la invitación y cortesía.
T/n ya había convivido con otros países europeos, pero jamás tuvo la oportunidad de hablar con el de amarillo y blanco. Sintió como sus manos sudaban mientras se aproximaba hacia él. Hubiera preferido evitar saludarlo, pero como sus protegidos lo hicieron, y venía con ellos, se vería como una falta de respeto.
¿Qué iba a decir o hacer con él? ¿Un hola? ¿Una inclinación? ¿Un beso en su mejilla?
Le faltaba solo unos centímetros para estar en frente del europeo y llamar su atención, pero una figura trabajada se le adelantó y se posicionó frente a ella, dándole la espalda.
- Vaticano, ella es la sargento T/n.- FBI se hizo a un lado para presentar a la chica formalmente ante el susodicho. Agradeció internamente que lo haya hecho, pues la menor seguro la iba a cagar. - Ella cuida de los latinos.
- Ah! Benvenuta ragazza mia.- saludó tranquilamente el bicolor, depositando dos besos en ambas mejillas de la contraria.
- Gracias- asintió la joven con la cabeza.- Con su permiso.- Sin más que decir, apresuró su paso para llegar con los de habla hispana, pero un mano le apretó el brazo.
- Agenti e servizi ai lati. (Agentes y servicios a los costados.)- era un hombre de traje completamente negro, con lentes igual de obscuros y un notable intercomunicador en su oreja derecha.
- ¿Qué?- cuestionó la ex-soldado al no comprender italiano.
- Seguridad a los lados.- tradujo él mismo agente con un notable acento italiano.
No parecía gustarle la idea de alejarse de sus protegidos, pero por el momento ella no podía protestar nada. Miró a FBI caminar hacia una de las esquinas de la gran iglesia y posicionarse allí. Supuso que era mejor imitar esa acción.
El agente soltó su agarre y con la cabeza le hizo un gesto para que ella lo siguiera.
Ella solo bajo la cabeza vencida y fue detrás de él.
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El agente la había ubicado igualmente en una de las esquinas de la iglesia. Lo bueno es que así tenía un panorama perfecto de sus países. Lo malo es que se encontraba cerca de Vaticano, por lo que su presencia no pasaba desapercibida a diferencia de los otros agentes y servicios de protección.
- Voglio ringraziarvi tutti per la vostra presenza oggi. Senza ulteriori indugi, iniziamo (Quiero agradecerles a todos por su presencia este día. Sin más comencemos.)- exclamó euforicamente el microestado.
Todos las naciones presentes tomaron asiento en las bancas. El silencio se apoderó del templo y lo único que resonaba en toda la estructura era las oraciones del religioso país.
La sargento permaneció inmóvil en la esquina, con sus manos por detrás.
Afortunadamente el resto de los invitados parecían poner toda su atención a Vaticano y sus palabras, así ella podía pasear su mirada a los alrededores. Jamás había entrado a una iglesia extranjera, por lo que su curiosidad había despertado y sus ganas de tocar también. Aunque no podía hacer lo último, así que saciaba su curiosidad con su vista.
Hermosas pinturas yacían en el techo, las ventanas representando ilustraciones y anécdotas, la enorme sala iluminada por decenas de velas. Era la iglesia más bella que había visto.
Sus ojos seguían recorriendo el lugar, hasta que su mirada se detuvo en Argentina quién la veía con una sonrisa discreta.
Ella intentó evadir su mirada hacia otra parte, pero no duró pues sus ojos involuntariamente volvieron a dirigirse al argentino, quien la seguía observando.
La joven frunció las cejas, dándole a entender al país su confusión.
El de blanco y azul extendió su sonrisa y le sacó la lengua.
Ella movió su cabeza, casi imperceptible, para negarle seguir su juego. Pero él contrario no paró. Había cambiado de expresión ahora inflando sus mejillas y haciendo bizcos.
- ¿What are you doing? (¿Qué haces?)- susurró Bahamas al ver las extrañas caras que hacía Argentina a su lado.
- T/n.- respondió el mayor sin dejar de mirar a la chica de la esquina.
Bahamas giró a ver a la mencionada en una de las esquinas de la iglesia. Su rostro parecía algo molesto ante la actitud del de bandera con sol.
Eso fue suficiente para que el bahameño comenzara a imitar las acciones de su vecino y le insinuara al resto hacerlo también. Todo para molestar aún más a la chica.
Así era relativamente el día a día de la sargento con los latinos. Soportar sus idioteces y juegos, aunque ella finalmente llegaba a participar.
Sin duda ellos la querían, y mucho, al igual que ella a ellos. Sin embargo, sus formas de demostrar ese cariño y aprecio no eran con abrazos o gestos comúnmente vistos. Ellos expresaban su amor al molestarla y sacándola de sus casillas. Ese era su idioma para decirle "Te quiero".
Aunque nadie lo notara o lo admitiera, ellos estaban agradecidos del cuidado de T/n. Reconocían que podían llegar a ser un dolor de cabeza, y uno muy fuerte. Y aquel día en que la soldado aceptó ese trabajo, a partir de ahí, abrieron sus corazones (o lo que fuera que tuvieran) y la consideraron parte de ese gran grupo de amigos y gran familia.
[♡]
La sargento logró soportar por 15 minutos las caras y gestos que los países a unos metros delante le hacían. A veces llegó a morder internamente sus mejillas para no sonreír y caer en su juego de niños.
Después de tortuosos 15 minutos, los latinos se rindieron y cesaron de intentar hacerla reír.
Exhaló relajada, creyendo que había ganado esa silenciosa batalla. Más no esperaba lo que pasó después.
- Aaaaaave Marriiiiiaaaaaaa, Grratiiiaaaa pleena, Marria, gratiaaa pleeeenaa.
¡Vaticano había comenzado a cantar Ave María en frente de todos!
Y su voz no era la mejor para tal melodía.
- No manches.- quedó boquiabierto el mexicano ante lo que estaba haciendo el europeo.
- Socio.- Cuba le dio un codazo al tricolor para llamar su atención. - Mira a T/n.
El mexicano levantó la vista y ahí estaba, una sargento aprisionada en la esquina, luchando consigo misma para no reírse.
Inmediatamente el mexicano le dijo a sus camaradas que miraran hacia ella.
Sí la situación se había tornado simpática por Ciudad del Vaticano, ahora era cómica por T/n y su lucha interna.
La pobre humana inclinó su cabeza hacia enfrente para impedir que vieran sus mejillas infladas reteniendo la gran carcajada que moría por salir. Una de sus manos clavaba las uñas en una de sus muñecas para que el dolor sirviera como distracción, pero no estaba dando resultado.
Poco a poco los latinos también comenzaron a retener esa risa en su interior. Cubriendo sus bocas con las manos, exhalando pesadamente, o encubriendo su burla con una falsa aclaración de garganta o tos.
T/n y los latinos no se daban cuenta, pero en otro lado del gran salón había más países en situación similar. Vietnam mostraba una sonrisa deformada; Noruega se mordió la mano para retener la risa. Nueva Zelanda jugaba con sus manos evitando ver a su alrededor; Madagascar estaba rojo de tanto esfuerzo que hacía; y Rusia, bueno Rusia era un profesional en ocultar sus emociones, así que puede que su rostro luciera neutro pero en sus adentros, estaba muerto de la risa.
- Maria, gratiiiia pleenaaaa, Doominuuus tecuuuum, benediiicta tu in muuuliérribuuus, et beneediiiiictus fructuuus veeeentriiis tuiii Iesuuuuus.
Los latinos mantuvieron su vista a su desafortunada guardia. Por un lado querían que riera, pero por otro lado estaban nerviosos de que sí lo hacía, sé metería en un gran problema con ONU y FBI.
Pobre, de verdad estaba sufriendo en ese momento. Al levantar un poco la cara pudieron ver que estaba roja, mantenía una sonrisa torcida y sus ojos estaban cerrados.
Eso no ayudó al resto, aumentando más la probabilidad de estallar en cualquier segundo.
- Man we gotta do something (Amigo, tenemos que hacer algo)- susurró lo mejor que pudo Bahamas.
Argentina lo había escuchado, y estaba de acuerdo en que tenían que salvar a su compañera.
- Aaaaaave Marriiiiiaaaaaaa- finalmente Vaticano terminó de cantar, dejando que el eco del salón se llevara la última estrofa.
- AAAAAAAAAAA. - gritó Argentina intentando continuar con la melodía de forma burlona. Sí la voz de Vaticano no era buena para cantarla, la de Argentina mucho menos.
Inmediatamente todos estallaron de risa, inclusive el sacrificado argentino.
La sargento de la esquina no pudo aguantar más y se unió a la masiva carcajada. Lágrimas surgieron de sus ojos y apretó su estómago por el dolor de tanto reír.
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Y esa fue la razón por la que ahora se encontraban los latinos y otros tantos países en un salón, siendo regañados por ONU y FBI. Aunque FBI apoyaba todo lo que dijera ONU, él se había reído también hace unas horas.
T/n también estaba en aquel salón pero sin ser parte del sermón de las Naciones Unidas.
Cuando finalmente acabó, los obligó a disculparse con Ciudad del Vaticano, y fue extraño ya que creyeron que él se había ofendido o algo por el estilo, pero no, aceptó la disculpa y admitió que su canto no había sido el mejor. Que agradable sujeto.
Ese mismo día, los countries regresaron a sus respectivos continentes. Todos los americanos se encontraban en un avión camino a América.
- Casi me hago pipí en esa iglesia.- reclamó T/n a Argentina, su compañero de asiento, jalando de su oreja.
- Ow, ow, OW! ¡Está bien, lo siento!- dijo Argentina esperando a que ella lo soltara. Cuando lo hizo, llevó su mano a su oreja ahora caliente y roja. - ¿Aun vas a estar molesta?
- Si.- La chica se acomodó en su asiento y le dió la espalda al bicolor para intentar ignorarlo por el resto del viaje.
El mayor suspiró triste, no quería que la chica se molestara con él.
De hecho la chica no estaba molesta como parecía, simplemente había exagerado.
Pasaron aproximadamente 5 minutos de silencio entre aquellos dos. Argentina no iba a esperar todo un viaje de Europa a América para poder remediarse con la sargento, iba a desesperarse.
- Hey T/n...- le habló pero no recibió respuesta. Suspiró y luego tomó mucho aire.- Aaaaaveeee Maaarriiiiaaaa, Grratiiiaaaa pleena, Marria, gratiaaa pleeeenaa.
La chica no dijo nada pero el latino pudo notar que se estaba riendo por cómo su cuerpo temblaba.
La menor giró su cuerpo para ver el rostro del otro y prosiguió a cantar la canción junto con él.
- Maria, gratiiiia pleenaaaa.
Ambos comenzaron a reír ya que no sabían lo que seguía después.
Pasaron un rato platicando de anécdotas hasta que finalmente ambos cayeron dormidos, como el resto de las naciones en el avión.
Pero antes de que T/n cayera en los brazos de Morfeo, reflexionó en lo que ahora era su trabajo y prioridad.
Podía ser un trabajo bastante difícil, ya que consistía en lidiar y solucionar las bromas y estupideces que se les ocurriera a los latinos.
Pero a pesar de eso, pensó, que era feliz haciéndolo, y que haber aceptado el trabajo, había sido la mejor decisión que había tomado.
Notas:
- Realmente siento mucho si me equivoco con algún concepto. Yo no practico la religión, así que no lo comprendo totalmente.
- También quiero promocionar mi otro libro de CH. Apenas estoy empezando así que poco a poco iré actualizando. ¡Pero vayan a verlo!
- Voy a reparar el capítulo de "Algunos países pt. 2" ya que como dije, no estoy convencida. Puede que no sea tan bueno como el primero pero sí, creo que puedo mejorarlo.
- Tengo frío.
- Creo que eso es todo por hoy. Descansen mis enfermeras.
*Si, a parte de shiquillas, las voy llamar enfermeras, "¡Quieras a no!"*
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