historia de terror

El Susurro en la Oscuridad

En un pequeño pueblo, perdido entre montañas y niebla, había una antigua mansión conocida como la Casa de los Susurros. Se decía que quien cruzaba su umbral no regresaba igual, si es que regresaba. Los habitantes hablaban de un espíritu atormentado, una mujer que había sido traicionada y asesinada en su propia casa.

Una noche, un grupo de amigos decidió explorar la mansión. Con linternas en mano y risas nerviosas, atravesaron el umbral crujiente. El aire era pesado, impregnado de un olor a moho y descomposición. Las paredes estaban cubiertas de polvo, y sombras danzaban en las esquinas.

A medida que avanzaban, comenzaron a escuchar susurros. Al principio, pensaron que eran ecos de su propia voz, pero pronto las palabras se tornaron claras: "Ayúdame". Uno a uno, empezaron a sentirse inquietos. La tensión creció cuando notaron que la temperatura descendía drásticamente.

Una de las amigas, Clara, sintió una presencia a su lado. Giró rápidamente, y frente a ella vio la figura de una mujer de cabello oscuro y ojos vacíos, vestida con un vestido desgastado. La mujer levantó la mano, señalando hacia un pasillo oscuro. Los amigos, paralizados por el miedo, decidieron que era hora de irse, pero algo les mantenía en su lugar.

Sin previo aviso, la mujer susurró: "No se vayan. Necesito que me encuentren". Fue entonces cuando un grito desgarrador resonó en la casa, proveniente del sótano. Uno de los amigos, Miguel, empujado por un impulso irracional, se dirigió hacia el grito, con el resto siguiéndolo a regañadientes.

Al abrir la puerta del sótano, encontraron una escena horripilante: el suelo estaba cubierto de viejas fotografías de la mujer y recortes de periódicos sobre su muerte. En el centro, un espejo antiguo reflejaba la figura de la mujer, que ahora sonreía de manera macabra. "¿Ves cómo me traicionaron?", preguntó, y en ese momento, los amigos comenzaron a sentir el terror aplastante de su historia.

Cada uno de ellos fue confrontado por visiones de sus propios traumas y traiciones. La mansión no solo guardaba la memoria de la mujer, sino también los secretos más oscuros de quienes se atrevían a entrar. Uno a uno, los amigos fueron sucumbiendo a sus pesadillas, sus gritos resonando mientras eran absorbidos por la locura que habitaba en la casa.

Clara, la última en pie, se encontró cara a cara con el espejo. El rostro de la mujer la miraba fijamente, y en un instante, comprendió que la única forma de liberarse era enfrentarse a su propia traición: había abandonado a su hermana en un momento crítico. Con lágrimas en los ojos, Clara pronunció una disculpa, y el espejo comenzó a romperse, liberando a la mujer de su tormento.

Sin embargo, el precio fue alto. Clara sintió que su alma se desgastaba mientras la figura se desvanecía, llevándose consigo la luz de su vida. La casa quedó en silencio, y los ecos de sus susurros perduraron, esperando a la próxima víctima que se atreviera a entrar.

Nadie volvió a ver a Clara, pero el pueblo continuó hablando de la Casa de los Susurros, donde el dolor y la traición jamás olvidan.

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