9-"¿Le aburrí?"
-Los pájaros cantan después de una tormenta. ¿Por qué no deberían las personas sentirse tan libres como para deleitarse con lo que les queda de luz solar? -Rose Kennedy.
Emma
¿Un lugar para soñar? ¿Era eso posible? Bajo aquellas circunstancias, me era casi imposible razonarlo. O al menos eso pensaba yo. Seguíamos caminando y mis pies me dolían debido al largo camino recorrido. El abrigo me abrazaba con su calor y mi cabello suelto calentaba mis orejas, que se hallaban rojas del frío. La avenida por la cual íbamos era larga. Aunque, me deleite al mirar los árboles que, aún con el frío que hacía lucían estupendos, sus hojas verdesitas. Sin embargo, el cielo que era azul cada día, hoy estaba cubierto de nubes grises.
Al parecer, el día estaba a mi favor. Respire hondo mientras cerraba mis ojos, al estar tan cansada, expulse el aire y Nicholas procedió a hablarme.
—¿Estás muy cansada? —Se detuvo y volteó a verme con cuidado.
Lo contemplé frente a mí, sus curiosos ojos avellana me observaban con detenimiento, y su ceño se frunció un poco al no obtener una respuesta de mi parte. Con un leve movimiento de cabeza, reconocí que me encontraba muy cansada para seguir caminando.
Entonces, una vez más, estornudé.
—Al parecer el frío no te hace bien. Mira, entremos a esa cafetería. —Me tomó del brazo y me haló hacia adentro.
Al entrar el lugar estaba un poco concurrido, y entiendo el porqué. Allí adentro había un refugio para el frío, por lo que casi al instante mis escasos temblores fueron desapareciendo.
Entre tantas personas sería incluso capaz de perderme. Nos sentamos, y Nicholas sacó su teléfono de su bolsillo. Supe un poco de tiempo después que era para mandar algún mensaje, pues se encontraba tecleando rápidamente y luego guardó su teléfono en el bolsillo de su negra chaqueta.
—¿Quieres algo?
—No te preocupes, no es necesario —respondí con una pequeña sonrisa cerrada—. ¿Este era tu sitio favorito? —Miré a mi alrededor con confusión.
—No, pero pronto estaremos allí.
Asentí con comprensión. Notando que el tiempo pasaba y aun seguíamos sentados en el mismo sitio, comenzaba a aburrirme. Él y yo no hablábamos mucho, para mí era incluso incómodo. Se levantó de su asiento al ver su teléfono, y me dijo que luego vendría, que no tardaba. Pero al notar que unos diez minutos después no llegaba, comencé a sentirme triste otra vez. ¿Le aburría estar conmigo? ¿Puso una excusa, para irse y no volver? ¿Me dejará aquí sola? Apoyé mi cabeza en mi brazo sobre la mesa. Mirando por la ventana de vidrio hacia fuera, cuantos carros pasaban y como todas las personas que parecían estar cubiertas de preocupaciones, caminaban de un lado a otro. Entonces paso una señora mayor con un bastón, luego una chica de secundaria que corría, tal vez para no llegar tarde. A lo lejos percibí una mujer de unos treinta y tantos, cuyos ojos desprendían lágrimas, que esforzaba por secar muy rápido. Se detuvo un momento para sacar su teléfono, y al parecer la llamaban. Entonces, respiró hondo y con una sonrisa contestó, luego siguió caminando mientras hablaba por teléfono. Pero, aunque mi ser quería saber más, lo único que pude observar fue su silueta entrar a un taxi apresurada. ¿Saben? Sentí angustia en mi corazón, y comprendí que día a día algo sucede.
Alguien muere, y alguien nace.
Alguien sonríe mientras otros lloran.
Hay personas que quieren ser ellas mismas y otras que fingen para encajar en la sociedad.
Habrá alguien que esté luchando por su vida y alguien que quiera darse por vencido.
Hay alguien que solo por ser natural cae mal, o bomba.
Mientras que algunos no quieren salir de su cuarto por estar con su celular, hay jóvenes que se mueren por respirar un aire distinto al de una habitación de hospital.
Mientras muchos se creen maduros por burlarse de los demás, otros se plantean que significa ser maduro.
Mientras otros mienten por beneficio propio, hay quien dice la verdad.
Mientras que nosotros caminamos, vemos y oímos, hay quien no puede hacerlo.
En el mismo tiempo y espacio siempre habrá algo diferente.
Mientras que nosotros vivimos sumergidos en los problemas hay quien lucha para enfrentarlos.
Ahora, ¿qué nos cuesta valorar lo que tenemos en nuestro día a día?
Poco a poco comencé a cerrar mis ojos, el sueño me invadía. Luego, no recuerdo cuando, terminé por quedarme completamente dormida en aquella cafetería, sola, triste, y desconsolada.
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