7- "No te vayas, tengo miedo."

"El alma emana compasión, empatía, amor" -Anónimo.

Emma

Me comía las uñas con incomodidad, escuchando atentamente las preguntas que se hacían entre sí. Temas de amor, amistad, gustos y personalidad. Cuando Ian me preguntaba algo, siempre eran preguntas insignificantes. Razón por la que este juego, que poco antes fue apoyado por mí, me empezaba a aburrir. Deseaba con mucha impaciencia terminar esto de alguna forma.

-Bueno ya basta de esto -concluyó Ian con un rostro angustiado.

Y yo, estaba de acuerdo con su decisión. Pensé una y otra vez para buscar una excusa y salir de aquí, pero mi búsqueda cesó. Miré mis uñas y me asombré, pues ya las tenía demasiado cortas de tanto morderlas. Entonces las observé con detenimiento, uno que otro pellejito, súper cortas... Por el contrario, las de Valeria se ven tan arregladas, al igual que sus cejas, su piel es muy blanca, siendo sincera, todo lo queda bien.

Mi madre ha dicho siempre que: "Una cosa es ser pobre, pero una muy diferente es ser descuidado". Y es verdad, al analizar me di cuenta de que podía tener las uñas sin pintar, pero al menos debía dejar de morderlas. Escondí mis manos con cuidado hacia atrás de mi espalda con el objetivo de que no se notara. ¡Decidido! Este fin de semana voy a la manicura.

-Bueno, yo quiero preguntar algo. -Intervine, Ian me dedicó una mala cara. -Será la última, y ya. ¿Por qué decidieron venir a esta escuela? Ya saben de los rumores... Que es muy difícil pasar de grado, que si es un relajo, y los mejores alumnos cambian por completo. ¿Qué me dicen sobre eso?

-En realidad, estoy aquí para ser alguien en la vida pues los tiempos cambian mucho -dijo Valeria-. Con respecto a los rumores, espero no perder mi esencia como persona. ¿Y tú, Ian?

-En realidad vine a estudiar. No me interesa lo que pase a mi alrededor.

-Es tu primer año en clases presenciales, ¿por qué te reincorporas hasta ahora? -Curiosidad, por puro interés-. Es extraño -musité mientras bajaba la mirada al suelo y comenzaba a jugar con los cordones de mis zapatos.

Al notar el silencio de Ian, me di cuenta de que la pregunta que hice le incomodó.

Sí, soy bien estúpida.

-No es de tu interés -respondió hostil y enojado.

-Pero es parte del juego -le reproché sintiendo la injusticia.

-El juego terminó hace un tiempo, hubieras preguntado antes -espetó severamente.

Lo hice enojar de nuevo, como aquella vez que le cuestioné sobre su mascarilla y por qué no se la quitaba, ni siquiera para comer. Fruncí mi ceño con un poco de enfado. ¿Siempre lo hago enojar? Seguro no soporta ni verme, ¿pero qué le hice?

-Oigan no peleen -intervino aquella de sonrisa cálida que callaba todas las discusiones en el salón, y está pelea no sería la excepción.

Se lo agradezco, porque esto iba a terminar mal.

Entonces miré la hora de mi celular. Como el día de hoy todos nos instalamos en las habitaciones nos dieron el día libre. Pero a pesar de todo, hoy iban a informar las notas de Química. ¡Tengo miedo! ¿Y si suspendí? Oh aún peor, ¿qué tal si pasaba una vergüenza por ser la peor nota?

Saudí mi cabeza para regresar a la realidad, eran las tres de la tarde y no las habían dado. Que raro...

-Oh chicos, vamos a agendarnos en los contactos.

Entonces de acuerdo a la propuesta de Valeria, intercambiamos los números de celular. Yo agendé a Valeria como Ricitos y, a Ian como Gatito. Al igual que nuestros apodos. Me pregunté como me habían puesto en sus contactos.

De repente los altavoces, que por cierto también había en las habitaciones, se encendieron y la voz del director resonó por toda la escuela: "Las notas de su prueba de Química ya están en el tablero principal."

Me quedé estática, mi cabeza daba miles de vueltas y la preocupación me invadió por completo. Sentí muchos nervios y una vez más me sentí indefensa. Mi corazón se aceleró y las manos me sudaban, a la vez que me costaba respirar bien, ¿por qué me ponía tan nerviosa ante una situación tan insignificante? No lo sabía, siempre busqué una respuesta.

-¡Vamos! -gritó Valeria emocionada mientras ellos se ponían de pie.

Venga Emma, tú puedes hacerlo, todo va a estar bien. Estudiaste para salir bien, no para ser la mejor nota.

Me repetía en mi cabeza una y otra vez mientras me ponía de pie, miré a ambos quienes me esperaban ya parados en la puerta.

-Iré -les avisé mientras fingía una sonrisa.

Otra vez, comencé a estrellarme los dedos. Caminábamos con rapidez pues todos tenían curiosidad por saber cuánto habían sacado.

Al llegar había un tumulto enorme de estudiantes desesperados. Había empujones, quejas y me sorprendí cuando vi que una estudiante halo el cabello de otra solo para llegar primero.

-¡Emma! -Mary se apareció frente a mí-. Tomé una foto de las notas, ven para que veas la tuya.

Busque con hincapié mi número de lista y al ver mi nota casi me da un infarto. Sí, déjenme con mi drama. Saqué 89 en el examen. No me lo creo, aunque esperaba aunque sea un 90. ¡No importa! ¡Aprobé!

-Aprobé... -susurré con voz débil, pues todas las emociones que había guardado se convertían en llanto.

#

Llegó la noche y estaba lloviendo. Hoy llegaba un frente frío, así que me abrigué bien, ya Valeria dormía en la litera de arriba. Era súper tarde, y aún no conseguía dormir. Me asomé por la ventana, y todo estaba oscuro. No me extrañó porque todos ya dormían. Pero no miento, no puedo pegar un ojo. Sin embargo, lo voy a intentar de nuevo.

Me acosté y tapé mi rostro con la almohada. Una playa, la cascada, alguien corriendo y ¡Pum! Me desperté asustada cuando sentí que caía por un barranco. Una inquietante vibración me hizo girar la cabeza, mi teléfono estaba sonando. ¡Ya estaba a punto de quedarme dormida! Bizca del sueño, y con la mirada borrosa tomé la llamada sin fijarme quien era.

-Hola -hablé con dificultad debido al sueño.

-Valeria... -Una voz masculina habló con dificultad como si le costara respirar.

Abrí mis ojos como platos y me pregunté ¿Valeria? Separé el celular de mi oído y me fijé en el contacto, decía Gatito. Definitivamente, este era mi celular, y llamaba Ian.

-¿Qué sucede? -Preocupada me senté en la cama, busqué mis chanclas para ponérmelas mientras me tallaba los ojos.

-Ayuda, por favor -susurró con una voz débil, y seguido de esto, tosió.

-Pero yo no soy Vale... -Colgó.

Entre ir o no ir, no sabía que decisión tomar. Pero mi débil corazón aceptó pues soy sensible, y alguien necesita mi ayuda. Bueno, en realidad la ayuda de Valeria, ¡da igual! El pobre chico se escuchaba desesperado. Me levanté rápido y cogí una liga para recoger mi cabello castaño en una coleta. Volví a coger mi teléfono y llamé de nuevo a Ian.

-¿Cuál es tu habitación? -pregunte al notar que él respondió la llamada.

-La 101.

¡¿Qué?!

-Vale, estaré allí enseguida. -Colgué.

Teniendo en cuenta que mi edificio solo llega a las 60 habitaciones, debería salir e ir al siguiente que llegaba a 105. Salí del edificio con cuidado de que el guardia no me viera. Pero el muy responsable estaba durmiendo demasiado tranquilo. Al estar fuera el frío era tanto, que el simple abrigo que llevaba no era suficiente. Corrí hacia el siguiente edificio, con una mano encima de mi cabeza para no mojarme pues aún llovía.

¡Chas! Pisé con fuerza un charco de agua haciendo que mi pie se mojara por completo. Sin embargo, seguí corriendo. Al llegar entre con cautela, y cuando miré hacia arriba casi me desmayo. Son un montón de escaleras. Pero no había tiempo, así que comencé a correr de nuevo mientras subía los escalones.

-Uf... -suspiré cuando llegué a la puerta que decía 101.

Tenía el corazón en la mano, se los juro que corrí demasiado. Tanto que los pies me dolían un montón, creo que estoy a falta de ejercicio.

La puerta estaba entre abierta por lo que me extrañé. Abrí con rapidez y me quedé sorprendida cuando vi que la habitación solo tenía una cama, y tenía algunas comodidades que no había en mi habitación. Allí me lo encontré, tendido en el suelo mientras intentaba respirar.

-¡Ian! -Cerca de él me agaché y comencé a preguntar cosas desesperada-. ¿Cómo te puedo ayudar?

-Allí. -Señaló a la mesita de noche y vi una mascarilla de oxígeno, rápido me levanté y al tenerla en mis manos me volví a acercar a él para ayudarle a ponérsela.

Poco a poco comenzaba a notar su mejoría, toqué con la palma de mi mano su frente, pero no tenía fiebre, pero si estaba sudando frío, de seguro era por la angustia del momento. Lo ayudé a levantarse con cuidado para sentarle en la cama. Sentada a su lado él solo observaba mi ropa. No lo podía evitar, estaba empapada en agua, pues me mojé con la lluvia al igual que mi cabello.

-Tú no eres Valeria -concluyó.

Bajé la mirada decepcionada, ¿tanto quería ver a Valeria? Niño tonto, como pudo confundir la E con la V. Dios mío...

Aún lo notaba débil, aunque no tanto como antes. Miré a mí alrededor en busca de algún medicamento, pero no encontré nada, volví a mirarle y Ian me escaneaba con la mirada. Incómoda por su fija mirada, desvié mi vista hacia otro lado cuando de repente sentí un peso sobre mi hombro. Su cabeza había caído en mi hombro. Mientras me abrazaba con la poca fuerza que tenía, se aferraba a mi ropa con desesperación.

-Gracias... -musitó débil.

-Ian, Ian. -Lo sacudí para qué despertara, pero no lo logré.

Estoy en shock y muy confundida. Solo esperaba que él se encontrara bien. Intenté sacar su agarre, pero este lo impidió asombrándome por completo.

-No te vayas, tengo miedo.

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