Sigo aquí.

Cerré mi boca en señal de auxilio, gritando más fuerte que nunca, me desgarré las cuerdas vocales gritando tu nombre,  nunca llegaste.

Cerré los ojos y dejé de mirarme, esperando que alguien me viera caminar ciega hacia el otro lado, rompí espejos con la mirada y mis lágrimas esperaron a que alguien oliera la sangre de mis nudillos y me curara. Nadie llegó. 

Nadie vino hasta que me di la vuelta, ahí estabas tú. 

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