He estado pensando en ti más de lo que es normal en mi, lo siento, no lo puedo evitar, pero es que tú no eres consciente de lo que has hecho por mí. Cuando todo el mundo me daba la espalda, tú estabas a mi lado, me sentí apoyada, tanto que ni me di cuenta de que estaba sola, sin nadie, excepto tú.

Tú ocupabas todos los sitios de mi cerebro que tendrían que haber estado ocupados por nombres de personas de mi edad. Tú viste más que una sombra invisible. Lo más importante es que me viste, no a ellos, a mí, a una persona. Y me hiciste sentir la niña más afortunada del mundo solo por estar a mí lado.

Después de tanto tiempo decirte adiós es muy, demasiado, difícil. Siento que aún no he crecido lo suficiente, que aún te necesito. Necesito tus palabras orgullosas de mí, tus ojos, tus miradas...No puedo dejarte ir solo porque el tiempo pasa, no puedo, no quiero.

Hay tantas cosas que me gustaría expresar en esta carta que nunca te va a llegar que no sé ni por donde empezar, no sé si por el día en el que te vi por primera vez o todas las conversaciones hablando de cosas que a ti no te gustaban pero que tú sabías que a mí me hacían sentir llena.

Has hecho tantas cosas por mi y mi única recompensa hacia ti fue odio, lo siento. Me gustaría que tuvieras claro que es imposible que te odie, no a un ángel como tú, no a ti.

Me da mucha pena no poder pasar más tiempo contigo y demostrarte que he cambiado, que soy la mejor versión de mi misma.

Es curioso como cuando estás tanto tiempo sin ver a alguien que quieres, no te das cuenta, pero cada día que pasa te cuesta más respirar, hasta que un día lo ves otra vez y ya es más fácil respirar.

Para mi tú eres eso, tú me haces más fácil respirar.