LO QUE QUERIA VER
Para todas aquellas personas que creen están solas, en un abismo desolador de oscuridad.
Capitulo 17
Tenia la sensación de querer más de lo que yo me imaginaba, de entender más de el lugar en donde estaba quería ver colores, paz, felicidad y no tristeza, me quería ver de una manera diferente a la que entendía, porque el miedo que me enloquecía era seguir de la misma manera todo el tiempo.
La voz de la niña se desvaneció desperté respire profundo tanto que el pecho me dolió un poco, la puerta estaba abierta y las hojas al igual que tierra entraban con el viento había pisadas por todo el lugar.
El cuerpo me dolía, emitía un par de gemidos y gritos de dolor, la cabeza me dolía y me daba vueltas, el cuerpo me dolía de tal forma que no quería levantarme tampoco quería verlo, la garganta la sentía seca.
Intenté apoyarme con ayuda de un par de escalones, sentía el cuerpo cortado gritaba al levantarme.
Hasta que vi a la señora Anabel sentada en mi sofá, estaba callada aunque temblaba me levanté y comencé a cojear intentado caminar hacia ella, la pierna me dolía, me coloque enfrente de ella recargando me en un viejo mueble al pisar el suelo intentaba no llorar, aunque solo me enfocaba en verla sus canas y cabello no muy largo.
Antes lo tenía un poco más corto, sus ojos blancos, sonrió con los dientes algo arillos y comenzó a peinar su cabello.
Traía una bata de color rosa con blanco y pantuflas cubiertas de lodo, temblaban sus pies, no se levantaba solo me miraba para dejar de sonreír.
Antes de decir o hacer algo una chica entró preocupada, solo se veía en la expresión de sus cejas pues traía un cubre bocas, un traje blanco y una bata con flores personalizada de tonos rosas con amarillo, se acerco he intentó que razonara, su voz era suave y algo baja, me vio y comenzó a revisarme aunque antes se colocó unos lentes con algo de aumento sus lentes eran de color rosa en forma de una flor.
-¿estás bien?- dijo a mi oído solo moví la cabeza a un lado y sentí la picazón del desinfectante y más cuando lo coloco en una de mis cejas por un pequeño golpe.
-Parece que no hay nada más- se levantó he intentó levantar a Anabel de mi sofá.
-aquí está- dijo Anabel con los ojos bien abiertos como platos viendo a la escalera.
-¿Quién?- respondí en voz baja, ella respondió algo enojada.
-el niño- me miro a los ojos mientras yo veía hacia arriba con el temor de subir de nuevo.
-perdón- dijo ella llevándola a su casa me levante con mucho dolor para dirigirme al baño, no importaba si alguien estaba arriba sentía mucho más dolor la luz pasaba por las ventanas, cerré cada una de ellas solo para admirar el desastre que ahora tenia lodo tierra mas.
Subí las escaleras poco a poco me dolía todo de una forma fatal, me di una ducha con agua tibia se sentía bien cayendo por mi cuerpo, el agua se manchaba con mi sangre.
Tenia moretones y raspones, al terminar me vi al espejo, la nariz me sangro tenia algo de sangre, aunque el espejo estaba algo sucio por lo que lo limpie.
Tenia unas grandes ojeras, respire profundo me vi una y otra vez y salí de ahí.
Me cambie y recibí una llamada de mamá, no quería contestar ,pero lo hice.
- mamá - solo se escuchaban susurros y murmullo entre ella y papá.
-hijo ¿estás bien?, no hemos hablado en días- coloque el alta voz para limpiar el desastre que tenia.
-tu padre y yo queremos verte- dijo algo emocionada.
-tengo planes- respondí.
-seguro, está todo bien- volvió a preguntar.
-si mamá- aunque eso sonó de una forma cortante.
-no sabes lo mucho que ansío verte ya será navidad y tú platillo favorito te espera junto con papá- dijo algo emocionada.
Sonreí gracias a esta celebración tenía que comer lo mismo por una semana, la comida es deliciosa, pero en estas fechas se preparaba en grandes cantidades, solo para fingir que es una de mis fiestas favoritas, intentaba no llorar ante el dolor en el cuerpo sabía lo mucho que se preocuparía.
- ¡no! no lo creo, se vienen grandes gastos, me gustaría pasar la navidad con ustedes, pero el trabajo- ella se escuchó enojada, podía imaginarla con su cara de autoridad ,bostece.
- no estas bebiendo de nuevo verdad- dijo mientras lavaba una copa, que termine estrellando en mi brazo, eso no venía al tema.
-¡no!- mentira lo estaba haciendo mi temperamento se elevó un poco aunque comencé a limpiar la sangre que salía después de cortarme, y los vidrios tirados por todo el lugar.
-Ben eso no es bueno y lo sabes- dijo molesta.
-¡no mamá!- tome el teléfono y lo arrojé fuera de mi alcance, solo logre escuchar sus últimas palabras.
-Ben eres responsable de tus acciones, y entiende ya saliste de ese problema no quero que se...
Mi teléfono se hizo pedazos, después de eso caí en el suelo enojado conmigo mismo entre llanto y gritos, me recargue en los escalones, intentaba respirar tome la botella de vino y comencé a beber, un trago, luego dos y así seguí no me sentía del todo borracho.
Recordaba de forma distante y a pesar de que fuera un recuerdo que me dolió no lo hacía.
No lo recuerdes, olvídalo, deja de pensar en ello, déjalo ir por favor, solo déjalo ir.
El sonido turbulento de vidrios estos se rompían, la gravedad hacia su trabajo y como siempre te llama a caer, podía escuchar como sufría, podía escucharme sufrir era un dolor similar, y de un momento a otro clientes como el agua fría te devora te congelas dentro de ella mientras te traga al fondo.
Me sentía de una forma inrracional una que no podía explicar.
Abrí los ojos como en un sueño estaba totalmente solo, me levante, después de unos minutos con los ojos rojos y con sangre en la cara gracias a mis herida.
Lo que quería ver
Salí de casa el día era bonito un día muy bonito de primavera, las flores salían y lo radiante que estaba el sol, el señor Gustavo paseaba a sus perros, solo salude con la cabeza mientras pasaba, quería decirme a mi mismo lo mucho que podía sonreír en un día como este.
Hasta que el reloj comenzó a sonar, ese sonido inerte que contaba cada uno de los segundos convirtiéndolos en un dolor constante.
Quería ver a las personas que quería y abrazarlas con fuerza sonreír ante el mundo y gritar que estaba bien, pero cuando deje de oírlo, entonces desperté todo estaba oscuro, me levante, y aunque quería llorar vi a mi alrededor no solo por el mareo que sentí al intentar levantarme si no por lo mal que me sentía, no sabía que día era solo sabía que eran las 4:00 PM gracias al reloj, de la pared que seguía funcionando.
La puerta de la cocina estaba abierta esta se golpeaba contra la pared constantemente, tan solo imaginarlo me causaba daño y ese rechinido al cerrarse se quedaban en mi oído sin dejarme escuchar más allá.
Mi teléfono estaba echó pedazos y había vidrios por lo que podía distinguir que tal vez algo paso, no todo fue un sueño.
Dolía demasiado el cuerpo me sostenía de la escalera caía al suelo de nuevo, una, dos, varias veces sintiendo aún más dolor, y comenzaron las voces, las preguntas los recuerdos y el sonido que me llenaba de dolor más del que tenía ya del cuerpo.
-¡Maldita sea!- grité era la vida real esto no podía pasar.
Con una migraña espantosa que me dejaba paralizado, cerré los ojos y no los abrí para nada la respiración me faltaba y cada vez disminuía emitiendo un dolor punzante en cada parte de tu cuerpo hasta escucharlo.
-¿sabes si la migraña se quita con la nieve?- la voz era de un niño abrí los ojos y la puerta se cerró de un solo golpe, la puerta se abrió lentamente dejando atrás ese rechinido.
Todo el sonido se acabó no podía ver aquel niño solo lo escuchaba.
Ya estaba arto de todo, me levanté no me queje y salí.
Era una mañana soleada, el sol me daba en la cara respire profundo, el cuerpo dejo de dolerme hacia algo de viento aunque me parecía algo bien, la mitad de mi jardín florecía de buena manera, a pesar de la época en la que estábamos.
Ahí estaba la señora Anabel mientras una chica sus ojos marrones, cabello corto aunque lo recogía por completo, unas bonitas mejillas y sus labios no muy gruesos, ella me vio por la ventana cruzamos la mirada y cerro la ventana, algo que me incómodo demasiado.
Me dirigí al jardín, seguí ahí sentado como un niño las hojas de las flores eran hermosas aunque al tocarlas se convertían en polvo con el más mínimo toque, me quede sentado ahí por horas, los pájaros cantando y los autos pasando por la calle, ese sonido de sus llantas, las luces de navidad y sus cancioncitas irritantes.
Y a pesar de ver los colores de está me detuve a observar una flor naranja, en el centro de las hiervas y comenzar a escuchar la nada simplemente dejas de sentirlo, este se aleja cuando el dolor incrementa es como un gusano que ahora te devora por dentro como si fueras un muerto.
Se funde en mi interior poco a poco dejando más y más dolor, simplemente no se escucha nada, sientes como caes irrepetiblemente en el suelo entre lágrimas y la total ansiedad que me devoraba poco a poco en el colapso del solo ver y no poder hacer más.
Sentía sus manos en mi espalda y como movía la boca.
-¡Ben!. Cálmate- no lo escuchaba, pero sabía lo que sus labios decían, la flor se fundía en mis manos como una cosa simple que dejaba de existir.
-¡Arturo!- lo vi aunque no podía respirar, lo intentaba y algo lo obstruía golpee mi pecho y vi a mi alrededor con lágrimas en los ojos estaba en el sofá no me gustaba estar ahí los resortes de este rechinaban y causaban aún más dolor.
La garganta me picaba como algo y me quemaba la sentía seca al igual que mis labios, mis ojos se nublaron había algo en mi brazo que pensaba constantemente, el aire me faltaba y lo vi, vi más de lo que debería, sentí más de lo que sentía mi corazón dejaba de latir pensaba de una manera diferente, yo me veía en una forma trasparente.
La ansiedad en mi, las personas, los ojos a mi alrededor las voces todo a mi alrededor se acabó...
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