EL DESPUES

Para aquella persona inesperada que me dio la vida y me vio crecer gracias mamá aprendo de ti cada día.

Para aquel cuento inesperado que me hizo imaginar un final y al mismo tiempo un para siempre.

El después

Estaba feliz de nuevo en el hospital, con la silla de ruedas y una gran cantidad de medicamento que no dude en tomar, Patrick como siempre me esperaba, Martha fue a trabajar y Elizabeth se veía bonita.

-¿Cómo te fue te vez feliz?- dijo Elizabeth

-lo estoy- me veía al espejo y respiraba profundo Patrick se asomo por la puerta como siempre

-hola- dijo en voz baja

-tienes que estar en tu cama- dijo Elizabeth cargándolo.

-no... yo lo llevo- ambos caminamos por el pasillo

-¿Cómo te fue?, ¿Qué hicieron? , ¿Viste a tu mamá?, ¿Cómo es tú mamá?- no se de dónde sacó lo de mi madre, pero así era te hablaba de un tema y luego de otro seguro paso algo con su madre.

-¿Tu que hiciste?- pregunté, el se quedó callado

-las doctoras no me dejaron salir – respondió de una forma triste y su voz algo más ronca.

-Y que hace tu mamá- se sentó en mis piernas solo dábamos vueltas por el mismo lugar

-Dar- respondí el sol no era fuerte y estaba algo nublado, esa parte del clima donde hay sol y sombra, me sentía el clima a mi derecha el sol a mi izquierda totalmente nublado, Patrick me vio confundido.

-Las madres lo dan todo, se dan así mismas, dan la vida y la luz de ellas mismas -llegamos a la parte trasera del hospital, Patrick me ayudó aunque caí de centón debajo del árbol mis manos y mis pies estaban débiles para hacerlo.

Las hojas se movían con el viento, quería hacerlo que mis piernas lo hicieran, Patrick intentaba subir el árbol, me hubiera gustado ayudarlo el también se sentía mal estaba tan débil que no podía.

-Patrick- hice que se sentará a mi lado comenzó a rodar entre las hojas y el pasto

-no te quedarás mucho tiempo - dijo  el

-no lo sé – me recosté

-pero ya verás creces  tan rápido y harás demasiadas cosas- dije

-Yo no voy a crecer- dijo con la voz apagada

-vamos no digas eso claro que lo harás y no quieras hacerlo muy rápido la vida es algo larga, tiempo es corto según lo veas confía en ti vamos-

-¿Quieres jugar cartas?- dijo sonriendo reí

-siempre haces trampa- respondí arrojando una bolita de lodo

-estando en combate- comenzó a tomar lodo y arrogar lo me arrastre y tire mi silla para cubrirme

-¡Ríndete!- grité el se escondía detrás del árbol reía como el villano de una película

-Yo soy el malo- dijo con un poco de tos

-¿Estás bien?- grité al otro lado

-¡Gané!- grito me cubrió de lodo el también lo estaba, comenzó a llover algo que nos facilito un poco más ahora tenía municiones en ese momento olvide todo, solo estaba el y yo y las risas.

Elizabeth llego regañarnos por el desastre que logramos, entramos aunque yo necesite algo de ayuda, Patrick fue llevado a su habitación después de tomar una ducha.

Yo podía hacerlo podía intentar bañarme  a veces un enfermero o Elisabeth se quedaban afuera para ayudarme.

Me gustaba el agua fría, la manera en la que mi temperatura cambiaba después mi cuerpo se acoplaba a ella como todas las cosas y mi alrededor también, al principio fue demasiado para mí, caía al suelo sintiéndome insignificante sin poder mover una parte de mí que siempre necesite.

Tenía muchos moretones en el cuerpo, raspones y cicatrices, la mayoría las recordaba ya como una parte de mí.

Aunque otras no mis recuerdos venían y se iban estaba consciente de eso a diario, Elizabeth dijo que eran de quemaduras, algo en mí no quería recordar de dónde.

Pase a la habitación de Patrick a desearle una feliz noche, le regale una vieja lámpara, lo malo era que una vez entregando esa lámpara yo tenía que pasar todo el pasillo solo, y a pesar de que las luces estuvieran encendidas parpadeaban algo que realmente no me gustaba.

Una parte de mi seguía sin agradarle este lugar mi silla siempre emitía un rechinido algo que me frustraba no podía pasar desapercibido, el pasillo cada vez se hacía más largo, mi respiración era cada vez más forzada, mis manos temblaban y sentía miedo.

-¿Ben?- regresé al escuchar mi nombre, la  habitación de Anabel ella parecía estar bien

-Hola- sonreí no dejo de mirarme me acerque a ella con cuidado, Darla dormía tenía el sueño demasiado pesado, cada mañana salía temprano a trabajar después se quedaba aquí toda la noche para cuidar de Anabel.

-Cree que no lo sé- dijo sin dejar de mirarla la vi confundido

-Yo hice cosas muy malas- no dejaba de mirarla, creí que no lo recordaba pero al parecer ahora si

-usted se identifica con la llorona por eso la canta- lo dije sin pensarlo tenía que recordarle algo, tan simple ella comenzó a reír y luego callo.

- tu sabes que el amor es como un lamento inerte, una simple semilla que entre dos personas llegan a cuidar, lo malo es que muchas veces solo una persona lo cuida al final simplemente se seca para que ese simple lamento se pierda en el viento, siempre hay un problema siempre hay alguien roto y lo peor de todo es que lo ves como un defecto el amor no es un miedo aunque si lo conviertes en uno.- no deje de verla se recostó un poco, viendo el techo

- Yo no quería ese lamento, ni mucho menos cultivar ese tipo de semilla, yo quería ser grande lo que la gente quiere con elegancia y fulgor, aunque antes de casarme, mi Gustavo se sentó a mi lado.

-será usted muy amable de ser mi esposa- dijo mientras veía la luna, sonreí y respondí que no

- entonces bella dama como le fue hoy en su día sonreí y reí a su lado dos meses después me case con el- se quedó callada le costaba respirar y al mismo tiempo lloraban lo estaba recordando todo, me aleje un poco la veía y me dolía.

- no me gustaban los niños y lo entendió de alguna manera, perdí algunos embarazos, sin embargo de alguna forma él lo comprendió y estuvo ahí éramos como el agua y el aceite y por alguna razón siempre nos comprendimos, pero más allá de eso me duele saber que ella quiere terminar con eso.- la mire sorprendido

-no sabe juzgar de buena manera a las personas de todos los chicos que me llegó a presentar se que ninguno la hizo feliz, busca un príncipe azul, el amor, aún no lo comprende del todo no tenemos que ser completamente iguales y si ella no aprende a amarse nadie lo hará-  

-muchas veces tenemos problemas, ella lo oculta de mi pero fui mamá y soy su abuela- dijo entre lágrimas trague saliva.

-Darla será mamá –dije con voz baja ella lo negó con la cabeza

- está asustada lo se será una "no preparada", se que a pensado en abortar pero por qué se siente sola- repetí viéndola ella sonrió

-nadie nace preparado y menos una mujer, pero lo sabes y te asusta te asusta siempre te avisa que sufrirás una semana cada mes, te dice que sufrirás por muchas cosas sin embargo tienes un gran poder en las manos crear una vida tienes el poder de pensarlo y a nosotros nos duelen sus decisiones, soy una madre que está para ella todo el tiempo y se que puede tomar sus decisiones  nos duele que no tengan la confianza de decirlo y a pesar de interrogar, me duele por que la vi crecer.- me quede callado no quería llorar tenía razón.

- hay que saber que  una chica sufre por todo tenemos que entender nuestro cuerpo y eso cuesta cuesta entender que si tenemos hijos demasiado pequeñas, cambia el cuerpo, si no tenemos hijos también, si nos cuidamos para no tenerlos de igual forma nos afecta, pero esto solo lo entendemos hasta después, lo peor de todo es que sientes que el mundo se te cae encima, te juzgas te juzgan, eso es lo peor de todo llega un punto donde te hacen odiar ser mujer.

-Somos fuertes, somos grandes somos aquello que da vida y no tenemos por qué tener miedo, cree que no podrá con tal responsabilidad que no será buena madre, cree que no lograra las cosas, siempre lo a echo y ya le pregunte- se levantó con cuidado se dirigió a ella y se sentó a su lado

-¿Qué necesitas? Y ¿Qué aras después? -Se quedó a su lado y se recargo en sus hombros me salían lagrimas mis ojos se nublaron y las palabras me faltaban, solo más observaba.

-Yo estoy aquí y no necesitas de mí, necesitas de ti y creer en ti siempre lo has hecho tú y ahora que sé que yo termine mi camino lo repito estoy orgullosa de ti, deja de mentirte a ti misma se feliz se tomarás una buena decisión, es tu cuerpo es tu vida eres tú.

Respire profundo y salí de ahí fui por los pasillos llame a Elisabeth, llamé al doctor estaba frustrado y quería gritar sabía que Anabel  ya se había despedido.

Elisabeth se quedó callada detrás de mí, una vez que llegamos a su habitación Anabel estaba en su cama, durmiendo.

Vi como un par de aretes caían de su mano y lo recordé ella estaba ahí junto con ella comían juntos.

Los aretes le pertenecían simplemente se quedo y poco después Darla se derrumbó poco a poco tanto que los doctores y Elisabeth tuvieron que sacarla de ahí me quede con ella, no la conocía lo suficiente, pero me dolía no lloraba, pero quería hacerlo.

El sonido que emitía al irse su corazón simplemente se detuvo, me faltaba la respiración he intenté controlarme solo veía a Darla.

-la escuchaste- dije mientras ella no dejaba de llorar, las palabras se enredaban en mi lengua

-es damasia...- no deje que terminara

-es demasiado el dolor que estas sintiendo tanto que no te deja ver más allá de tu verdad y realidad-

-escuchaste lo que te dijo- volví a repetir Darla se levantó sabía que seguiría llorando

-levántate- dijo entre llanto

-¡levántate como ella también lo dijo, tu escuchaste solo lo que necesitas y no lo que quieres!, ¡ella dijo todos necesitamos ayuda tu quieres estar para todos y no para ti!- se fue y me quede ahí en medio del pasillo, y no dije nada entre lágrimas y mentiras.

-¿Que necesitas?- fue lo único que grite mientras caminaba por el pasillo entre llanto.

Tantos sentimientos y pocas palabras obviamente el colapso seguía y el pequeño punto en mi cuerpo también aunque a veces crecía y se detenía.

No tenía ganas de comer y Patrick se enojaba por eso ahora aviamos cambiado los papeles, vomitaba lo que comía no como la bulimia aunque yo si lo quería en mi cuerpo.

No quería comer por el miedo que me daba llegar a ese punto, salía con Patrick y habla con el de todas las formas posibles, sonreía solo para él.

Si el recaía yo también aunque pronto esa ley se acabó esa mancha no, no la quería la rechazaba una y otra vez, me dolía que Patrick me viera y también me dolía verlo a él.

Me veía vomitar o decaído, el mejoraba poco a poco, y como el autoestima de caía en cualquier día de nuevo y me sentía vacío.

-has estado enamorado- Patrick me miro

-si- respondí

-¿de quién?- se acercó, estaba viendo la lluvia por el balcón, lograba mojarme con ella pero no importaba, una parte de mi quería arrojarse por ahí mientras que la otra sonreía porque Patrick estaba aquí.

-de una chica que conocí hace mucho, jugábamos mucho después ella se fue y yo también tuve una cita con ella hace no mucho tiempo- el me miro

-le dijiste lo que sentías- me quedé callado, antes de decir algo el lo dijo

-me gusta una chica- dijo pensando, sonreí

-la niña del 411-lo vi

-siempre se viste de princesa, llaga y dile señorita me concede esta pieza- él sonrió apenado

- ella no se hace del baño- no paramos de reír, solo no podíamos olvidar a esa mujer, pues la niña ahora tenia esa habitación.

Ambos nos vimos callados no decíamos nada pero de una forma sabía lo que él pensaba ambos reímos.

El me recordaba a mí no solo por el miedo que me daban las cosas y a pesar de eso por la curiosidad que le daba muchas otras cosas.

Teníamos demasiado en común y entendí que tal vez eso no significa que el sea como yo en un futuro de todo.

-¿Qué prepararas?- dijo mientras me vía cocinando, extrañaba eso lo extrañaba tanto que me era difícil dejar de sonreír mientras lo hacía.

-le falta sal- dijo probando

-pimienta también- se bajó de la silla en la que estaba

-tu casa es bonita- dije mientras veía alrededor, no podíamos estará aquí pero ambos queríamos probar algo más que puré de papas y flan.

Eso era lo que me daba miedo, a Patrick le gustaban muchas al igual que yo, lo que más me asustaba era que lo hacía mucho mejor y el podía terminar tenía ese algo especial que lo hacía ser mejor.

Después de terminar de cocinar llevamos un poco de tarta al hospital, le dimos un poco a los enfermeros, esto era ilegal y era contra las reglas aún así comieron.

El viernes por la noche una linda velada sin embargo había  un par de sorpresas.

Y así creé un baile con Patrick y su pequeña princesa, ambos estaban apenados, Estela grababa a Patrick, sonreí al verlo con la niña sin diente al igual que el, Elisabeth estaba detrás de mí como siempre.

-Me concede está pieza señorita Elizabeth- estábamos en medio del pasillo, colocamos algo de música y una pequeña lámpara de luces.

-Esto no esta bien, debes- se acerco a mi oído.

-afuera hay una hermosa chica que espera un bello baile- respire profundo y Martha estaba ahí se sentó en mis piernas.

-lamento todo lo que hice te hice sufrir por un...- la detuve y le di un beso

-no importa todo lo que te disculpes, todos tenemos inquietudes y la tuya simplemente era volar- no la vi a ella si no a Patrick.

El lo entendería y como un pájaro, todos pedimos libertad alguna vez.     

Comenzamos a baila, intenté lavarme ella no me dejó, solo esperamos a que la música terminará.

Las personas importantes se limitan a entenderte, las personas que quieres sonríen para comprenderte, pero las que te aman se convierten en todas y cada una como lo amadas importantes y reales que son tanto que te lo recuerdan con una sonrisa, un simple abrazo o besó y una carcajada a diario ellos se convierten en esa persona y una vez que vi feliz a Patrick me dispuse a hacerlo mismo.

-entre las leyendas, la naturaleza y cada criatura mágica se encuentra un camino dividido en posibilidades y curiosidades aunque cada un entrelazados para que tú lo sigas como un simple camino recto, cada aventura se ve y se siente de diferente manera, a beses nos topamos con monstruos, con piratas.

-que sea un pirata y una sirena- dijo Patrick interrumpiendo reí y seguí la historia

-las aventuras se convirtieron en grandes pasos y largas caminatas entre mar y tierra, la naturaleza tanto que te das cuenta de sus grandes diferencias como una princesa y una bruja, el príncipe y el rey, como un chico llamado Patrick y uno llamando Ben, aunque ambos se dispongan a seguir con esas aventuras, conocieron sirenas, peces, flores y hojas secas, se deleitaron con sonrisas y recuerdos que brillaron por años iluminado el cielo, y sobre todo fueron felices.

Patrick creció y se hizo más valiente y fuerte, se convirtió en un astronauta, después en un bombero, también en un casa monstruos aprendió a volar y a concina- comencé a toser un poco al recuperarme continúe.

-tu princesa serás una grande empresaria de las mejores del mundo, una gran nadadora como una sirena serás inteligente, valiente y fuerte más fuerte que cualquiera para elegir y tomar grandes decisiones y sobre todo, cada una de sus partes por diminutas he insignificantes que parezcan, cada uno de lo que ustedes vean como un defecto es importante y no permitan que les digan que no por que ambos son importantes- salí de la habitación y hablé con el doctor, bueno el me encontró.

-tenemos que hablar seriamente– sonreí y lo detuve

-Sabe que yo daré la vida por él, ¿Cuánto tiempo?- el hombre no dijo nada

-Gracias maestro- por una vez en mi vida le agradezco por enseñarme y ser un educador aunque tal vez su educación no me servía mucho ahora, fui a mi habitación ahí estaba Elisabeth con mis medicinas, sonreí y las tomé pensé un poco antes de acero no hacían falta, ella se sentó junto a mi.

-Lo se- me ayudó a recostarme me importaba tanto, pero solo me dispuse a dormir.

-Hola- dijo Patrick enzima de mi por la mañana

-Te tengo una sorpresa- dijo sonríete me acomodé he intenté sentarme

-Princesa- dije viendo a una niña sonriendo se me olvidó su nombre,

-Una mujer me dio la carta dijo que tal vez sería la última y que le alegra acerté visto feliz- tome la carta ambos estaban ahí jugando con mi silla de ruedas.

Y ahí me di cuenta de muchas cosas...

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