CAPITULO 14
Me quedé sin decir nada por qué no sabía que decir, aunque si pensé demasiado solo baje la hoja.
Quería salir,antes me gustaba hacerlo, sin embargo por alguna sencilla razón deje de hacerlo, me gustaba ver el movimiento a mi alrededor y aunque mi mente lo alteraba podía ver cosas minúsculas para muchos.
No importaba me perdía entre el sonido de las risas de los niños jugando como un día yo lo hice, el viento y las aves sabía que estaban detrás de mí.
Solo observando con la puerta entre a vierta mi sombra, diciendo por dónde debía caminar, con el miedo de tomar la desición y salir, solo tenía que abrir la puerta, respire profundo y lo hice hacia algo de frío a pesar de que el sol iluminaba, cerré la puerta a mis espaldas y seguí caminando.
Mi decisión fue salir, caminé por la calle.
Pude ver a una chica tras la ventana, no era Darla era otra chica, tocaba un violín y esa dulce me dolía que se quedaba en mi odio me quedé ahí un par de minutos hasta que ella me vio, solo seguí caminando apenado.
Llegué al parque y me senté en la primera banca que encontré cerca de la sombra, unos minutos después.
-hola- dijo un niño un poco despeinado con grandes anteojos no respondí el solo se sentó a mí lado, sus pies se movían de un lado a otro creando un sonido que no me dejaba y comenzaba a odiar.
-has estado mucho tiempo ahí puedes venir un fin de semana con tu padre- dijo mamá al teléfono estaba lloviendo, era una gran tormenta con rayos y truenos hacía frío, cerré puertas y ventanas pues se abrían de portazo.
-no lo sé tengo cuentas y cosas que pagar- me dolía la vista y a pesar de dormir me sentía demasiado cansado.
-no te preocupes mamá veré qué puedo hacer los extraño bastante- intentaba recuperarla un poco.
-vamos hijo se que trabajas demasiado- contestó entre llanto y enojo no nos veíamos desde hace tiempo.
-¿Mamá?- pregunté después de que el teléfono se colgará.
Era la última llamada que había tenido con ella, respire profundo y vi al niño a mi lado de reojo.
-Tu sabes cuándo vas a morir- dijo el niño sin verme solo lo pregunto viendo a las personas de adelante.
-No, pero se que pasará- respondí.
-Y como sabes que has muerto- veía como el agua de una fuente no muy lejos, los niños jugaban alrededor, cada gota caía emitiendo ondas, que notaba desde lejos.
Lo vi he intenté sonreír, pero no lo hice el estaba calmado viendo a su alrededor, le faltaban algunos dientes, parecían ventanas en su sonrisa aunque solo jugaba con ella.
-dejas de sentir, tu mano, tus pies, comienzas a escuchar aunque no lo que escuchas ahora algo diferente, tus sentidos se alteran de una forma diferente y dejas de sentirte pesado pues comienza a ser algo más liviano como una pluma.
-Y ¿sabes que estás vivo?- dijo moviéndose colocándose frente a mi.
-Cuando sientes dolor, cuando sonríes para ti, cuando decides para ti, desde el día que tus ojos ven, tus manos sienten, tu lengua saborea y tus oídos disfrutan, cuando sonríes y comienzas a sentir dolor uno que demuestra que seguramente estás aquí - el solo sonrió.
-me haces un barquito- dijo con una sonrisa, yo también sonreí pues de verdad se veía algo chistoso sin sus dientes, tenia algunos raspones en las rodillas y picaduras de mosquito, se rascaba mientras intentaba hacer un barquito de papel.
Lo entregué y volvió a sonreír para ir corriendo hacia la fuente, unos minutos después de ver cómo intentaba rescatar el pobre barco hundido, llegó su madre le hablaba o eso creó.
Era una joven solo sonrió y lo tomo de la mano, me levanté y caminé hasta llegar a una parte que solo había visitado un par de veces de pequeño.
Ahí había un tipo de paz que nadie más se limitaría a entender, aunque si perjudicar.
El lugar era bastante grande había árboles por todos lados no solo por qué daban paz, también había flores alrededor de diferentes colores, las veía moverse con el viento, helado del invierno.
La calidad que había en el lugar y al mismo tiempo el miedo no solo por el sonido que creaba el viento entre las hojas, si no también un ligero llanto que te envolvía a ti y a las demás personas.
La lengua se me trababa, no hacía esto desde hace tiempo, ni mucho menos venía a un lugar como este, sabía y tenía en cuenta lo que tenía que decir pero me detenía, una lucha incontrolable entré lo que de verdad sentía y como lo tenía que decir.
-Hola, perdón nunca pensé venir a este lugar- dije viendo la tumba de Carmelo.
Respire profundo el lugar era frío, pero tranquilo, tome asiento a lado de su tumba estaba vacía y aquellas flores que un día dejé ya habían desaparecido, aunque solo tenía un par de flores que caían de un árbol cerca eran pétalos delgados de un tono rosa, caían en mi mano y jugaba con ellos.
-¿Pensaba en las cosas que había hecho, en aquello que hizo mal?, señor Carmelo- levanté el pétalo y lo acomode entre la luz, ese día después de verlo.
-La mitad de sus recuerdos ,su rostro una vez que vio aquello que con su vida terminó como la caída de este pétalo.
-¿Conocías a mi padre?- dijo una mujer sentándose a mi lado, respire profundo y vi como jugaba con la flor en sus manos, sus uñas estaban pintadas y algo gastadas.
Quería que el viento me llevará, no estaba seguro si hizo lo mismo con Carmelo y no quería averiguar simplemente sabía que ya se había ido y no puede conocerlo realmente.
-no exactamente – respondí.
-pero creo que tienen que hablar un poco- ella sonrió entre lágrimas y susurros.
-sabes nunca lo entendí, no solo por el hombre en el que se convirtió al principio fue un ejemplo para mí alagaba con sonrías y regalaba abrazos, después invertía en engaño y regaños- vio al frente mientras el viento jugaba con su cabello tenía algo de pecas y manchas, una gran sonrisa y unos labios delgados de color rojo, no la ví por mucho tiempo.
-gracias- le devolví una pequeña sonrisa y seguí caminando, el viento era fuerte y frío algo que me veía bien.
No la vi por mucho tiempo aunque si recuerdo cómo era, era mayor que yo un poco más alta, su ropa cómoda y para nada ajustada y por una sencilla razón la tenía en mi cabeza como una foto, dirigida a mi cerebro.
Un hombre viejo tocaba una guitarra alado de una fuente, mientras el agua lo acompañaba la gente sólo pasaba sin verlo al igual que yo, para seguir caminando mientras sostenía un pedazo de papel con finas palabras.
la carta en mi mano las personas corrían con regalos y más no solo por qué navidad se acercaba desastres económicos y la ilusión de muchos.
-oye – dijo Flor detrás de mi volteé.
-creo que esto te pertenece- me entrego una pequeña moneda la tome sin entender.
-El quería que la tuvieras- la gire está tenía un par de árboles de un lado del otro lado el bosque el que seguramente quedó en sus recuerdos.
-creo que es mejor que tú la conserves- dije para darme cuenta de que ella se iba.
-el guardo su recuerdo ahora yo creare nuevos, no solo para mí si no para mí mundo- entró al auto con un par de niños atrás solo sonreí.
Comencé a escuchar al hombre que tocaba la guitarra, me senté del otro del otro lado de la fuente, mientras sentía la brisa que se llevaba pequeñas gotas agua y jugaba con la moneda.
Es interesante como el sonido se trasparenta el juego comienza como una necesidad, utilizando algo en lo que cree o tal vez sabe, no juzgar a las personas por su apariencia, pero el se dividía en cosas grandiosas no solo por lo que escuche de su parte, una vieja guitarra con un par de cuerdas, una voz cansada, pero al mismo tiempo lo intentaba.
Eso era lo que podía ver del ese hombre tocando una simple, pero gran guitarra.
No era la canción más hermosa de mundo, pero si una que se respetaba y le hizo ganar un poco de lo que yo le decidí agradecer, continúe caminando jugando con la moneda hasta llegar a casa.
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