Capítulo 40: Reconciliaciones.

¡Nervios! Eso era lo único que sentía en ese momento. Él, que jamás había sentido algo así, que nunca se ponía nervioso y tenía todas las situaciones bajo control, se encontraba allí, de pie frente a la puerta. Ni siquiera había pensando en nada que pudiera ofrecerle. Querría haberle llevado una botella de vino pero ninguna sería suficiente para lo que iba a hacer, tampoco llevarle bombones o flores, él no era de esa clase de chicos.

Golpeaba el suelo con la punta del pie, esperando a que abrieran la puerta tras haberse decidido después de cinco minutos a tocar el timbre. Cabizbajo, tan sólo elevó la mirada cuando escuchó el ruido del picaporte. Alguien estaba al otro lado e iba a abrir la puerta.

- ¿Ren? – preguntó extrañado Shun al verle allí.

Ya apenas esperaba a ese chico después de haber pasado seis meses desde la última vez que ambos se habían reunido.

- No te esperaba – comentó entrecerrando la puerta tras él.

- Ya veo... lo siento – comentó Ren al darse cuenta de aquel gesto – he venido en mal momento.

- Ey, Ren – intentó retenerle Shun al ver cómo se marchaba, cogiendo su muñeca para impedir que se fuera así.

- No sabía que tenías compañía, ya vendré en otro momento.

- Los dos sabemos que no vendrías en otro momento y además... no tengo esa clase de compañía que piensas. No es un chico.

Ren se quedó absorto unos segundos, casi como si esperase una explicación pese a que él mismo no era muy propenso a darlas, así que no podía esperar que tras seis meses y la ruptura que habían tenido, él decidiese ser sincero en ese momento o darle la explicación.

- Ha venido mi familia a verme. Tenían libre y han venido desde Tokio para pasar el fin de semana aquí.

- Pues eso... que no te interrumpo más.

- Algo querías, Ren, vamos.

- Sólo... quería decirte que aún te quiero pero... supongo que ya no tiene importancia.

- ¿Por qué no iba a tenerla?

- Porque ha pasado mucho tiempo y seguramente tendrás a alguien ya en tu vida. Da igual... ya lo hablaremos en otro momento, ahora estás con tu familia.

- Sí... da igual, porque si no lo hablamos ahora, sé que mañana no lo haremos.

- No es eso...

- Han pasado seis meses, Ren, créeme cuando te digo que he estado esperando a que cambiases de opinión y vinieras a decir que me querías, pero ya había perdido las esperanzas de escucharlo y vienes precisamente hoy, que tengo a toda mi familia aquí.

- No sabía que estaba tu familia, lo siento.

- Ren... - intentó explicar Shun aunque las palabras no le salían – es que...

- Lo entiendo. Es un no, he venido tarde y encima estaba tu familia pero... lo siento, necesitaba hacer esto una última vez.

Escuchar aquellas palabras y, sin embargo, no tener tiempo a reaccionar cuando Ren se lanzó a besarle por última vez. Sabía que aquello sería su despedida, que nada haría cambiar de parecer a Shun y todo porque él llegaba tarde, como siempre le ocurría.

- No es eso, Ren – le aclaró Shun cuando éste terminó el beso y quiso marcharse – es que... no quiero presentar a mi familia a alguien que luego no va a ser nada. Necesito...

- ¿Compromiso? – preguntó Ren – estoy dispuesto a ello, estoy dispuesto a ser formalmente tu pareja si me aceptas. No he traído sólo el beso – le aclaró algo sonrojado – también he traído esto aunque a mí no me gustan los deportes, ya lo sabes.

Shun miró aquellas dos entradas para el partido de baloncesto que tanto estaba esperando ver. Ni siquiera sabía cómo Ren las habría podido conseguir aunque se imaginaba que con alguno de sus trucos informáticos. Sólo esperaba que no se metiera en algún lío por meterse en la página de venta de entradas.

- No quiero saber cómo las has conseguido pero desde luego acepto ir contigo. Sé que odias el deporte pero podemos hacer otra cosa luego, quizá ir a cenar a un buen restaurante o algo – sonrió Shun.

- ¿Eso significa que me das la oportunidad?

- Pasa, te presentaré a mi familia y tranquilo, no se parecen en nada a los de Ritsuka – le tranquilizó.

***

La nieve siempre había sido algo que a Tai le había gustado pese a que pocas veces la podía disfrutar. Aquella vez, ambos habían planeado el viaje de sus sueños. ¡Estaban en Finlandia! Y el hotel era perfecto. Quizá no era el más lujoso de la zona, ni el más caro, pero sí el más hogareño y a ellos eso les bastaba. Habían venido a esquiar y a olvidarse un poco de la empresa y los quehaceres continuos.

Ritsuka había heredado toda la empresa farmacéutica de su padre puesto que no podía dirigirla desde la cárcel, así que allí estaban ahora, en un viaje de relax, los dos juntos. Lo único malo era que habían dejado al perro junto a Eunji para que lo cuidase mientras ellos hacían ese viaje. En parte, tampoco fue algo que le importase mucho, puesto que le habían convencido a él, que estudiaba finanzas, para dirigir la empresa del padre de Ritsuka. Era el candidato idóneo y ambos confiaban en él. Hasta el momento, no les había defraudado.

Levantarse de la cama era toda una pesadilla, más estando tan a gusto allí dentro, desnudos y abrazados. La nieve seguía cayendo tras aquella ventana, consiguiendo que aún tuvieran más pereza por salir.

Tai se acurrucaba en el pecho de su novio, deleitándose con las suaves caricias que dejaban las yemas de sus dedos por su espalda. Aun así, pese a saber que el sexo con Ritsuka siempre sería una opción viable para no tener que levantarse, habían decidido ir hasta allí a esquiar.

- Habrá que levantarse – comentó Tai.

- Lo sé, pero estaba muy a gusto ahora mismo y fuera parece que hace frío.

- Sí, hará frío, pero hemos quedado para ir a ver la aurora boreal. ¿Recuerdas?

Ambos sonrieron, dándose por vencido primero Tai, quien se resignó a perder las caricias de su novio para ir a ducharse antes de vestirse, luego, fue Ritsuka, el que al ver cómo caminaba desnudo hacia el baño, se decidió a acompañarle con el propósito de repetir de nuevo el sexo antes de salir a ver la tan ansiada aurora boreal que ambos deseaban ver en directo desde niños.

Tardaron casi una hora y media en arreglarse tras la ducha, pero ambos sabían que cada minuto juntos valía la pena. En la recepción del hotel fue donde encargaron el trineo de perros para poder ir a ver la aurora. El mirador no estaba lejos de allí, pero por si acaso, habían cogido algo de comida y agua.

Aquella fue una aventura inolvidable para ambos, un viaje que siempre recordarían. Los dos sentados sobre el trineo, los perros relajados y ellos... abrazados bajo una manta y las chaquetas, observando aquella aurora boreal que jamás se borraría de sus recuerdos. Ahora los dos podían ser felices, sin la familia de Ritsuka metiéndose por medio y con el padre de Tai tratando de conseguir lentamente el perdón de su familia. Todo parecía empezar a encajar.

***

Seis años después:

Caminaba por el parque con nervios. Le conocía de toda la vida, habían hablado de todo y, sin embargo, aquel día estaba más nerviosa que ningún otro día. Había pasado tantas pruebas en su vida y, sin embargo, aquello que sólo debía ser algo fácil, era lo que más complicado se le hacía.

Tantos años había esperado por aquel momento, tantas noches soñando con que ese día llegaría. Algunas veces se desanimaba y pensaba que sólo era parte de su imaginación, que ese extraño amor que sentía por el amigo de su hermano desaparecería en algún momento, que quizá sólo había sido fruto de su imaginación para no caer en una depresión con todo el asunto de su enfermedad, una mínima esperanza que la mantenía en esa lucha pero hoy... hoy se daba cuenta de que no era así, que le amaba de verdad, un amor que había superado la barrera del tiempo.

Allí estaba frente a ella, sentado en uno de los bancos del parque. Él siempre había sido un chico muy atrayente, guapo e inteligente, pero quizá las chicas no solían fijarse demasiado en él. Puede que no destacase demasiado en deportes, ni en estudios, tan sólo se mantenía del montón, pasando desapercibido, pero para Neul, él era el chico de sus sueños, en el que se había fijado, el chico más dulce y romántico que había conocido, el más protector. ¡Y se le daba genial el Taekwondo! Puede que no tanto como a su hermano, pero era bueno.

- Siento llegar tarde – comentó Neul hacia ese chico que miraba el móvil.

- No pasa nada, llegas justo a la hora – sonrió Eunji – es mi culpa, suelo llegar siempre un poco antes.

- Aun así... - disimuló Neul su nerviosismo.

- ¿Quieres dar una vuelta? Me han dicho que dentro de media hora dan de comer a los animales del parque en la zona norte.

- Estaría bien.

Eunji se levantó del banco. Era toda una novedad poder ir hoy sin el traje. Desde que Ritsuka le había nombrado administrador de su empresa, tenía que ir con traje, algo que odiaba. Él no estaba nada conforme con eso, pero no le quedaba más remedio, era todo un alivio poder ponerse un pantalón vaquero para su cita y una chaqueta de cuero que no fuera la típica americana para trabajar.

Neul no pudo evitar sonreír al verle. Sabía de sobra que Eunji odiaba tener que ponerse trajes, sobre todo corbatas. Intentaba rehusarse, aunque ahora casi siempre le veía con traje. Era toda una novedad volver a verle como cuando era un adolescente, con sus tejanos y su chaqueta.

- ¿Te ríes de mí? – preguntó Eunji con una sonrisa.

- No es eso y lo sabes.

- El traje.

- ¿Venía con limusina el traje o qué? – preguntó Neul intentando reírse un rato más de él.

- Eso... tú ríete – sonrió el joven – ya podía haber venido con la limusina pero no... el trabajo venía sin ella.

Neul estaba tan distraída riéndose que apenas se dio cuenta cuando Eunji rozó con sus dedos los suyos hasta entrelazarlos, cogiendo así su mano con cierto sonrojo. Ambos tenían ese sonrojo, porque a pesar de conocerse tan bien y de haberse amado durante años en secreto... o no tan secreto, era la primera vez que de verdad salían juntos en una cita formal.

- Me alegra que no cambiasen tus sentimientos por mí – comentó Eunji finalmente.

- Siempre te quise a ti, lo sabía desde niña, eras tú.

- No lo tenía tan claro.

- Creías que sólo te conocía a ti y me había encaprichado, pero ya ves que no. Eras el mejor amigo de mi hermano y... me gusta estar contigo, imagino que igual que a mi hermano.

- Espero que no igual – susurró algo asustado.

- No seas idiota, hablo a nivel de amigos, pero la verdad es que a nivel romántico también quiero estar contigo. No sólo eres mi mejor amigo, eres mi compañero, mi pareja y eso me hace feliz. Estuviste en mis peores momentos y has estado en los mejores, me conoces mejor que nadie y te conozco mejor que nadie. Hasta con tus defectos te quiero – sonrió Neul.

- Espera... ¿Tengo defectos? – preguntó con sorpresa Eunji, pero cuando Neul se puso seria creyendo que habría metido la pata, observó la sonrisa juguetona de Eunji indicándole que era una broma, una sonrisa que apareció justo antes de que sus manos se colocasen en la mejilla de la joven y acercase sus labios hasta los de ella.

Aquel fue su primer beso. Puede que no fuera el primero para Eunji, pero sin duda alguna, ambos estaban en la certeza de que ése sería el primer beso entre ambos que daría inicio a algo mucho más importante, a algo maravilloso.

Fin

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