Capítulo 35: Duro golpe.


¡Era la cuarta vez que llamaba! ¡El cuarto día consecutivo que le daba largas! Aquello empezaba a ser sospechoso. Era cierto que se habían visto fuera, que habían quedado para tomar algo o incluso para ir al cine, pero Ritsuka estaba evitando por todos los medios que fuera a su casa y eso no le terminaba de convencer a Tai.

- ¿Qué ocurre? – preguntó Ren comiéndose una de las tostadas del desayuno, observando a su hermano nervioso con el teléfono en la oreja.

- Es que... quizá me llames paranoico pero... creo que Ritsuka está evitando que vaya por su casa.

- La verdad es que siempre ha tenido algo con ese tema – sonrió Ren – yo nunca fui a su casa en el año de relación que tuvimos, de hecho la vez que fui a contarle tu secreto fue la primera vez que entré en su casa. Generalmente esperaba fuera en la calle a que él saliera.

- ¿Y eso no te frustraba? – preguntó Tai.

- A veces pensaba que ocurría algo en nuestra relación, como que no terminábamos de encajar, pero luego pensaba que sólo era sexo y se me pasaba la idea ¿Por qué iba a meter a alguien en su casa si sólo era sexo? Era lógico que no quisiera llevarme allí aunque yo intenté durante un tiempo que esa relación fuera un poco más allá.

- Imagino que al final te cansaste de intentarlo y acabaste con Shun.

- Shun no tenía secretos conmigo, era transparente. Ni siquiera sé cómo ocurrió lo nuestro, sólo... ocurrió. Ritsuka y yo pese a decir a todos que salíamos juntos, realmente no nos sentíamos así, era extraña nuestra relación y sin embargo, con Shun pese a ser sólo un amigo, hacíamos más cosas. Iba a su casa a estudiar con él, practicábamos deportes juntos, hasta íbamos a museos o quedábamos en la biblioteca, con Ritsuka sólo era sexo en su coche, sexo en un hotel o sexo en algún escondite... ni siquiera hablábamos de nada.

- Ya – sonrió Tai - ¿Tengo que preocuparme de que me esté alejando de su casa? – preguntó ahora algo indeciso.

- Tai, te ama y te adora, hasta se ha enfrentado a su familia por ti, no, creo que no debes preocuparte. Te ha llevado a su casa miles de veces y si ahora no quiere que vayas, creo que es porque su padre está por allí y su padre... dejémoslo en que no es buena persona ¿Vale? No querrá involucrarte con él.

- Vuelve con Shun – le dijo Tai antes de que escuchase la voz de Ritsuka al otro lado.

Ren quiso hablar, quiso decirle que no, que había tomado una decisión y debía respetarla. Claro que amaba a Shun, no podía evitarlo, había sido su alma gemela, el único que llegó a entenderle realmente, el que hizo que cambiase su actitud, el que le daba una dosis de realidad que ahora mismo volvía a desaparecer.

Escuchó la conversación de su hermano y sonrió al escuchar que habían quedado fuera del apartamento de Ritsuka. Quizá Tai se estaba comiendo un poco la cabeza con todo ese asunto, pero Ren sonreía afianzándose en su pensamiento de que Ritsuka sólo lo estaba manteniendo alejado de su familia, nada más. Cuando su hermano colgó, le miró directamente.

- ¿Qué? – preguntó Tai.

- Deja de darle vueltas al asunto, te ama y es lo que importa. Da igual donde quedéis mientras estéis juntos.

- Pero es que...

- Ya... no quieres que te pase como a mí, pero eso no pasará. Conmigo sólo había sexo, te lo he dicho miles de veces, tú tienes mucho más con él, no es veros y revolcaros, que puede que lo hagáis alguna vez.

- ¡Ren! – gritó sonrojado a más no poder.

- Vamos Tai, relájate – sonrió Ren – ve y disfruta con él. Nada más.

- Oye Ren... ¿Qué vas a hacer con lo de Busán? Llevas días sin ir a la universidad.

- Aún lo estoy pensando.

Tai se calló al ver como su padre entraba en ese momento por la cocina, seguido de una sonriente Neul que corrió a abrazar a Ren para darle un beso y luego a Tai que estaba algo más alejado.

- Le pondré el desayuno – aclaró Ren, pero su padre colocó su mano en el hombro de su hijo y le empujó hacia abajo para que se sentase de nuevo.

- Yo lo haré – sonrió – y ahora hablaremos de eso de Busán - ¿Tienes una cita? – preguntó hacia Tai.

- Sí – comentó algo sonrojado.

- Pues deberías arreglarte sino quieres llegar tarde, vamos... yo me ocupo de todo aquí – comentó su padre guiñándole un ojo.

Tai observó su pijama y con un leve sonrojo, salió de la cocina en dirección a las escaleras para cambiarse. Reconocía que su padre al menos lo estaba intentando aunque con Ren era complicado y eso que había bajado su carácter y estaba intentando abrirle de nuevo un hueco en la familia.

No quiero hablar de lo de Busán – fue lo primero que dijo Ren.

Pero yo sí y eres mi hijo, lo que te preocupe a ti me preocupa a mí.

No era así hace unos meses – le remarcó.

- ¿Ren? – preguntó extrañado – dijimos de intentarlo.

- Lo siento – se sonrojó levemente.

- Sé que no es fácil tenerme por aquí después del daño que te hice, del que os hice – se corrigió – pero por favor...

- Sólo... quiero buscar un trabajo, sacar algo de dinero e ir a estudiar a Busan, nada más.

- Llevas días sin ir a la facultad, tus notas van a empezar a resentirse en breve y si buscas trabajo perderás más tiempo aún, con lo que perderás este año y todo para sacar dinero e irte a otra ciudad a volver a hacer un año que pudiste sacarte aquí. Eres un gran estudiante, puedes hacerlo aquí.

- No quiero tener que ver a Shun todos los días, no quiero tener que aguantar a mis compañeros todos los días susurrando y murmurando a mis espaldas, ni quiero aguantar sus insultos – remarcó nuevamente Ren.

- Es difícil y lo sé, esta situación se ha desmadrado pero sé que tú puedes salir adelante, porque tú siempre has sido un chico fuerte.

- Ya no lo soy, Shun destrozó esa parte de mí.

- No destrozó nada Ren, tú la quistaste para él porque le amabas, porque querías ser sincero aunque no podías serlo completamente por tu miedo. Vuelve a esa universidad y enfréntate a tus miedos Ren, es lo mejor que puedes hacer.

- Para enfrentarme a ellos tendría que volver a ser el cabrón que era.

- ¿Por qué no? – preguntó Tai desde atrás – ellos murmuran sobre ti, te insultan, ¿Por qué no puedes volver a ser el que eras con ellos? Eres inteligente y sabes hacer daño donde más les duele. Yon te está destrozando la reputación ¿Por qué no destrozársela tú a él? Eres el mejor fingiendo Ren, mentías genial y es por una buena causa, sé que puedes hundirle.

Ren pensó en aquello, era cierto que aún podía encontrar cómo sacar trapos sucios de la gente, se le daban bien esas cosas y la informática se le daba de miedo, podía encontrar información de todos en un momento, colarse en los expedientes, revisar publicaciones de sus redes, podía hacer lo que fuera aunque había dejado eso atrás cuando decidió cambiar. Era un dilema que debía afrontar ahora mismo, podía volver a ser ese cabrón que fue o podía seguir como hasta ahora.

- Ren... encuentra tu punto medio – le aclaró Tai al verle dudando – me encanta como eres ahora mismo, pero eso no significa que debas dejarte pisotear por la gente. Tienes un talento natural con la informática y tienes un carácter de mil diablos, capaz de defenderte y herirles más de lo que ellos jamás te podrán herir a ti. Utilízalo para defenderte. No quiero que seas siempre ese cabrón, sólo quiero que lo seas con los que te hagan daño. Encuentra ese punto medio.

- Te entiendo – le dijo Ren con una leve sonrisa – Creo que mañana iré a la facultad, pero hoy... voy a encerrarme en el cuarto, encenderé el ordenador y buscaré algunas cosas.

- Claro – sonrió Tai – os veré esta noche.

***

Era la segunda vez que iban a la Torre N en Seúl. La primera vez, habían preferido comer en el restaurante tradicional de abajo, pero hoy... hoy Ritsuka quería invitarle al restaurante caro de arriba, tal y como le prometió que algún día harían. Era algo que tenía pendiente y quería hacerlo.

La carta era bastante extensa, con nombres que ni siquiera Tai había visto nunca, teniendo que preguntar a Ritsuka por las salsas o algunos platos en concreto para poder hacerse a la idea de lo que sería. Viendo aquel panorama, Ritsuka apartó la carta de las manos de Tai y sonrió.

- ¿Por qué no te centras en la maravillosa vista y yo decido el menú? – preguntó señalándole con la cabeza la gran cristalera desde donde se veía toda la ciudad.

- Me parece bien – sonrió Tai finalmente.

- Y quizá luego... me cuentes qué es lo que te preocupa, porque estás un poco más callado que de costumbre.

- ¿Tanto se me nota?

- Eres como un libro abierto cuando ocurre algo.

- Quizá estoy un poco preocupado del motivo por el que evitas que me lleves a tu apartamento.

- Eso es fácil, no quiero que vengas porque mi padre está por allí.

- ¿Crees que sería algo malo?

- No es por ti Tai, es que no quiero que mi padre te conozca o más bien... casi prefiero evitar meter a mi padre en el tema de mis relaciones sentimentales. Sé lo que diría, que no eres bueno para mí por tu familia o tu economía, él querría decidir en mi vida y no quiero eso, sé lo que diría y me da igual, porque quiero estar contigo. Mi padre puede ser muy hiriente con sus palabras y no quiero que te sientas mal por algo que pueda decir.

- No lo haría – dijo Tai – sé defenderme y además, sabiendo que tú estás decidido a seguir conmigo, me da igual lo que él dijera o pensase mientras sigamos juntos.

- De eso que no te quepa duda alguna, quiero estar contigo. Así que no le des vueltas a lo de mi apartamento. Cuando mi padre se vaya volveré a invitarte a él ¿De acuerdo?

- Vaya... pero si no esperaba encontrarte aquí – escuchó Ritsuka la voz de su padre.

- Vaya por Dios – se quejó - ¿Tienes alguna reunión de negocios o algo así?

- Algo así. ¿Es tu novio? Es un placer conocerte.

- Igualmente – aclaró Tai pese a que sabía que sus palabras no eran sinceras.

- Una pregunta... ¿Qué es lo que buscas de mi hijo exactamente? Si quieres dinero te lo puedo dar con tal de que te alejes de él – le dijo abiertamente consiguiendo que Ritsuka primero se tensase un poco y seguidamente, se tapase los ojos con la mano sabiendo que su padre no tenía remedio.

- Busco su afecto aunque creo que ya lo he conseguido, al menos más afecto del que él tiene por usted – le comentó Tai con sinceridad – en cuanto a su dinero... ¿Ve estas? – preguntó enseñándole sus manos – puedo trabajar con ellas así que no me faltará el dinero para vivir, puede que no llegue a tener su fortuna nunca, pero eso no evitará que sea feliz al lado de su hijo. Guárdese su dinero y trate de comprar su propia felicidad, aunque me da un poco de lástima, porque no podrá comprar el cariño de su familia – le expuso sin más, haciendo fruncir el ceño de su padre.

- Y si has terminado podrías marcharte de aquí, no eres bien recibido en mi cita – le aclaró Ritsuka con una sonrisa.

- Ya nos veremos... esto no acaba aquí.

- Que te vaya bien papá – sonrió Ritsuka – y dale recuerdos al tío en prisión, dile de mi parte que trate de no agacharse mucho a por el jabón, no les gustan mucho a los que abusan de adolescentes – le remarcó consiguiendo que su padre se enfadase, pero se marchase en silencio para no montar una escena.

- ¿Es así siempre? – preguntó Tai.

- Oh sí... y peor – bebió Ritsuka un sorbo de su vaso intentando calmarse.


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