Capítulo 25: Vídeos
Eunji miraba extrañado a su compañero, esperando a que le contase el motivo por el que estaba tan distraído. Sentado en el bordillo de la fuente, Eunji sonreía y continuaba esperando. Tai sólo hablaba y hablaba de banalidades sin llegar a confesar lo que realmente le preocupaba.
- ¿Y entonces? – preguntó al final Eunji – me has hablado del entrenamiento, del clima, de los estudios... ¿Me vas a contar qué es lo que realmente te preocupa?
Tai se detuvo en seco, girando el rostro hacia su compañero de entrenamiento y mejor amigo. Confiaba en él, de hecho... Eunji sabía todos sus secretos, hasta el motivo por el que había repetido, quizá sólo él lo supiera a ciencia cierta. Dejó de enjuagarse el rostro y soltó el agua que había cogido en sus manos para sentarse junto a Eunji.
- El tío de Ritsuka – comentó – ayer en nuestra cita... apareció su tío aprovechando que Ritsuka había ido un segundo al aseo.
- ¿Qué quería esta vez?
- Amenazarme con algo de mi hermano, no sé.
- De tu hermano sé pocas cosas – sonrió Eunji.
- Imagínatelo entonces, no era precisamente muy legal.
- Ya... eso me lo olía. ¿Qué ocurre con tu hermano? Él cometió sus errores y tendrá que cargar con ellos, eso no debería influirte a ti, aunque imagino... - dijo Eunji poniéndose serio – que sigue siendo tu hermano y estás preocupado por él.
- Sí. Quizá si siguiera comportándose como hace unos meses... te diría que me daba igual pero... está cambiando.
- ¿Está cambiando en serio? Vamos... conocemos a tu hermano, sería capaz de fingir ser cualquier persona con tal de salirse con la suya, hasta me lo creería si un día me dijera que es un actor famoso – bromeó Eunji.
- Creo que esta vez está siendo él mismo – dijo Tai con seriedad – y eso me preocupa, porque en el fondo... sé que todo lo que hacía era fruto de su coraza, ésa que se había puesto para defenderse de todo y de todos. Con Shun la está bajando ligeramente. Sigue siendo difícil llegar a él pero... quizá es una tontería – sonrió Tai – pero le recuerdo así, era tímido, introvertido, apenas sonreía, era todo lo contrario a lo que aparentaba ser y estoy viendo a ese chico de nuevo.
- Si tú lo dices... me lo creeré. ¿Cómo lo lleva Ritsuka?
- Creo que lo está superando poco a poco. Puede que aún sienta algo de dolor cuando se cruza con mi hermano, al fin y al cabo... estuvieron juntos pero se está suavizando la cosa entre ellos. Al menos viene todos los viernes a casa y juega con nosotros a juegos de mesa.
- ¿Y Neul? – preguntó Eunji - ¿Cómo lo lleva?
- Bien, empieza a salir con sus amigas... aunque pregunta mucho por ti.
- Ya – sonrió Eunji – es un encanto de niña.
- Está coladita por ti – se reía Tai.
- Le prometí que iría al festival con vosotros.
- Ritsuka tiene que pasar a por nosotros sobre las doce del mediodía, si quieres... puedes venirte a mi casa y te arreglas allí, ya son las diez y entre que llegamos y nos preparamos...
- Sí, creo que aceptaré tu propuesta – sonrió Eunji.
- Vamos a casa entonces.
El metro llegó tan puntual como siempre, tan sólo tuvieron que esperar cinco minutos y desde su estación a casa de Tai, dieron un paseo mientras hablaban sobre la competición de Taekwondo que se acercaba. Todos los entrenadores y el director de la facultad tenían puestos sus ojos en Tai, más que nada por su beca y el estatus de su prestigiosa facultad. A Eunji le alegraba que hubiera vuelto a ser el mismo, salir con Ritsuka no lo estaba despistando, sino más bien... todo lo contrario. Le había centrado en sus entrenamientos y en lo que debía hacer. Sus notas también se mantenían estables, así que no tenían nada por lo que preocuparse a excepción de una cosa... Yon, el tío de Ritsuka, que no parecía estar muy contento con aquella relación que mantenía su sobrino.
Al abrir la puerta de la casa, Neul fue la primera en venir corriendo y abrazarse a la cintura de Eunji con gran alegría. Tras unos pocos meses, el cabello de la chica estaba empezando a crecer, aunque con lentitud, pero su sonrisa... ésa había aparecido desde el primer día y era lo que realmente alegraba a la familia.
Tai entró por la casa en busca de su hermano mientras Eunji jugaba y se divertía con Neul. Lo encontró en la cocina. Entró y observó sus dedos llenos de tiritas, algo que le hizo sonreír. Su hermano estaba poco acostumbrado a cocinar.
- Déjame ver eso – sonrió Tai.
- No es nada, sólo me he quemado un poco.
- Hay pomada en el botiquín del baño. Iré a por ella.
No tardó mucho en encontrar la pomada y regresar con ella, pero su hermano continuaba cortando las verduras. Era cierto que su relación había mejorado, aun así... su hermano siempre había sido complicado de tratar y más cuando era él mismo.
- ¿Has hablado con el papá? – preguntó Tai sentándose en uno de los taburetes junto a la encimera de la cocina.
- No. Le he llamado un par de veces pero me sale el móvil apagado. Si quieres intentarlo tú... - dijo un Ren que no apartaba la mirada de la verdura.
Tai cogió el teléfono y marcó el número de su padre, sólo el contestador automático aparecía. Quizá deberían esperar a que su padre se acordase que tenía una familia para que volviera a casa o les llamase.
- ¿Vas a venir al festival? – preguntó Tai – iremos todos.
- No he hablado hoy con Shun, creo que tenía cosas que hacer con su familia.
- Vente tú entonces – le sugirió.
- ¿Para ver cómo te besas con Ritsuka? – sonrió – paso.
- Vamos... será divertido. Por cierto... hay algo de lo que me gustaría hablar contigo más tarde.
- Puedes decirlo ahora si quieres.
Tai miró a través de la puerta hacia Eunji que jugaba con Neul y sonrió. Supo que no era el momento para hablar de sus preocupaciones con su hermano, no cuando había gente allí en su casa.
- Mejor más tarde – le dijo Tai – es sobre... Yon.
El cuchillo se detuvo. Tai le observó ponerse nervioso, pero al segundo siguiente, volvió a iniciar el corte de las verduras. Supo que había algo, de hecho sabía que había algo ahí, ya desde el instituto se lo olía.
- No tienes que preocuparte por él – dijo Ren – tú haz lo que tengas que hacer.
- No me preocupo por él...sino por ti.
- Pues no lo hagas, me las apañaré – intentó sonreír Ren – ve a prepararte para ir al festival.
El ruido del cuchillo cuando Ren lo dejó sobre la encimera hizo que su hermano se girase hacia él y le observara en silencio.
- ¿Qué te ha dicho? – preguntó esta vez algo molesto.
- Quiere que deje a Ritsuka.
Ren empezó a reírse sin poder evitarlo, como si le hubieran contado la mayor de las bromas, sin embargo, aprovechó para enjuagar el cuchillo y guardarlo en su sitio antes de echar las verduras en la olla.
- Pues no lo hagas – dijo Ren – es fácil y sencillo.
- Tiene algo sobre ti, no sé qué es... algo del instituto.
- Fui cuidadoso con eso – dijo Ren – ni siquiera fui a su casa – le explicó – así que deja de preocuparte por mí y piensa más en ti. Es un problema mío, ¿vale? Ya lo arreglaré.
- ¿Lo sabe Shun?
- Sólo intuye algo, una parte del problema, imagino.
- Creo que quiere algo contigo – comentó Tai.
- No, no te confundas, Tai... ese tipo quiere algo con cualquiera que pueda dárselo, con cualquiera al que pueda chantajear, tiene una extraña adicción por los chicos que salen con su sobrino, así que aléjate de él y céntrate sólo en Ritsuka, éste es el mejor consejo que puedo darte.
- Es su tío... Ritsuka lo adora.
- Porque no sabe lo que hace su tío a las espaldas – dijo enfadado Ren – y creo que va siendo hora que se entere.
- No puedes hacerle eso a Ritsuka... le hundirás.
- Le abriré los ojos a lo que está pasando.
- No lo hagas... - dijo Tai – por favor, déjame intentar algo, déjame intentar no hacerle ese daño a Ritsuka, por favor.
- Ocultarle las cosas sólo hará que evites su dolor un tiempo, Tai, tarde o temprano se enterará de la clase de persona que es su tío y le dolerá, le dolerá aún más si sabe que nosotros lo sabíamos y no se lo dijimos.
- Ren... no puedo decirle esto.
- ¿Y vas a ocultárselo toda la vida? ¿Igual que hiciste cuando repetiste ese curso? Tienes que contarle las cosas, Tai, por tu bien y por el suyo.
- No puedo.
Ren se sentó frente a su hermano y exhaló el aire intentando encontrar paciencia y tranquilidad. Era un tema complicado y lo sabía, entendía lo que pasaba por la mente de su hermano, pero también sabía que su hermano se dejaba llevar por sus sentimientos y no por la razón.
- Sé que le amas, que no quieres hacerle ningún daño, que no quieres enfrentarle a su familia, lo entiendo, es una gran putada y estás en medio. Tienes miedo a que diciéndole la verdad, te deje y se ponga de parte de su familia pero... ¿No crees que merece saber la verdad? Para poder ser felices... primero tenéis que aprender a confiar el uno en el otro y eso sinceramente... él y yo nunca lo tuvimos, tan sólo era sexo. Tú tienes más que eso, así que piénsalo.
- Nunca se lo dijiste.
- No se lo dije porque no había nada entre nosotros, Tai – le dijo su hermano – todos nos consideraban novios y supongo que era así... pero sólo quedábamos en un hotel o en su coche y nos revolcábamos – Tai puso mala cara ante aquella confesión – lo siento si te duele esto porque sé que le quieres y no soportas lo que ocurrió entre él y yo... pero sólo era eso, Tai, sexo. Lo disfrutábamos, pagaba citas caras o lo que yo quisiera y volvía a casa, no hablábamos de nada, no me interesó preguntarle cuáles eran sus preocupaciones y, desde luego, él tampoco indagó en cuáles eran las mías, era fácil mantener nuestros secretos a salvo... pero... ¿Qué relación es ésa? Sólo era un pasatiempo, sólo era sexo. Tú tienes algo mucho más profundo con él, habláis, os preocupáis el uno por el otro, en esa relación los secretos molestan porque sentís que ocultáis algo y no podéis ser completamente vosotros mismos. Tus secretos ni siquiera te afectan a ti, nos afectan a los demás y lo sabes, pero no quieres hacer daño a la gente que te rodea.
Tai quiso hablar cuando el pitido de su móvil lo interrumpió. Tan sólo era un mensaje, un enlace directo a una página segura. Dudó si abrirlo o no puesto que no conocía al remitente, podía ser un virus, podría ser cualquier cosa, al final... decidió abrirlo.
Los gritos y los jadeos se hicieron presentes y bajó el volumen para evitar que se escuchasen por toda la casa y llegasen a oídos de Eunji o peor aún... de Neul. Los dos chicos observaron aquella escena, Tai sin entender qué era eso, Ren sorprendido de ver aquello. El golpe de Ren sobre la mesa asustó un segundo a Tai, quien al fijarse más detenidamente, se dio cuenta de que aquel chico que salía en el vídeo apoyando su pecho sobre la mesa del profesor y dejándose dar por él, era su hermano.
- Será hijo de puta – se quejó Ren.
- ¿Tenía cámaras en el aula de biología? – preguntó Tai ahora asustado.
- Joder... registré toda el aula antes de acostarme con él – le aclaró - ¿Dónde coño guardó esa maldita cámara?
- Es de baja potencia, debe ser una cámara pequeña, quizá dentro de alguna probeta del laboratorio.
Un segundo mensaje llegó hasta ellos interrumpiendo el vídeo, un segundo mensaje que Tai enseñó a su hermano.
"Si no quieres que lo difunda por la red, deja a mi sobrino".
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