Capítulo 22: Encuentros

Sus manos acumularon el agua que caía del chorro de la fuente antes de llevarlas hasta su rostro para quitar el sudor que se había acumulado tras el entrenamiento. Eunji miraba a Tai desde cierta distancia y esperó hasta que éste terminó de lavarse la cara para imitarle. No le cabía duda alguna de que su mejor amigo estaba preocupado, sin embargo, también sabía que esa relación con Ritsuka estaba siendo todavía un secreto entre la gente.

- ¿Cuánta gente sabe lo tuyo con Ritsuka? – preguntó al final algo preocupado Eunji.

- No lo sé, no soy de los que les guste contar esa clase de cosas – comentó Tai – no necesito publicarlo en redes sociales ni nada por el estilo para estar bien – sonrió – y creo que Ritsuka tampoco es de esos. Creo que nos hemos centrado mucho en disfrutar el uno del otro y simplemente... no hemos caído en contarlo, pero tampoco lo hemos ocultado. ¿Por qué lo preguntas?

- Por tu amigo – dijo Eunji – el chico de primero, el que siempre está contigo en clase.

- Hibiki – comentó con una sonrisa Tai - ¿Qué le ocurre?

- Me lo encontré el otro día. Parece que siente algo por Ritsuka.

- No sé – comentó Tai algo dudoso – sé que el primer día tuvo un ligero accidente con unos tipos y Ritsuka pasaba por allí y le ayudó, pero de ahí a que se obsesione con Ritsuka... no sé... - intentó sonreír.

- Yo de ti trataría de hablar con él sobre tu relación con Ritsuka. Sé que no te gusta decirlo a los cuatro vientos, pero... deberías al menos a tu amigo contarle lo que está ocurriendo. Parece que se está enganchando mucho a tu novio.

- Hablaré con él.

- Por fin os encuentro – escucharon ambos la voz de Ritsuka tras ellos.

Involuntariamente, ambos chicos buscaron el reloj en lo alto del edificio escolar observando que eran las siete y media. ¡El tiempo pasaba volando! Se dio cuenta entonces Tai, de que ni siquiera había reparado en el tiempo, de que había quedado con Ritsuka a las siete para ir a su casa.

- Lo siento, no me di cuenta – comentó Tai en forma de disculpa, inclinando su cuerpo en una reverencia, pero Ritsuka le impulsó de los hombros para incorporarle y le besó con pasión pero con una extraña dulzura a la vez.

- No pasa nada.

- Tíos... no delante de mí – dijo Eunji aunque por la sonrisa que le vieron, supieron que estaba bromeando con ellos – os veo mañana. Disfrutad.

Ritsuka, que aún tenía sus manos sobre las mejillas de Tai, dejó de hacer fuerza y permitió que mirase cómo su amigo se marchaba antes de girarle el rostro una vez más hacia él y sonreírle.

- ¿Todo bien? – preguntó Ritsuka.

- Sí – dijo Tai colocando sus manos sobre las de Ritsuka, intentando calmar a ese chico que sabía... lo había pasado mal por la forma en que se había marchado antes de su casa – todo está bien.

- ¿Seguro? ¿Quieres hablar de algo? Porque si es así... yo estoy aquí – le sonrió.

- Estoy bien, en serio. No quería preocuparte.

- ¿Te asusta mi familia? – preguntó Ritsuka.

- Un poco. Es que ellos son tan...

- ¿Capullos? – sonrió Ritsuka – sé cómo son ellos, Tai, pero también sé que me gustas tú.

- ¿Y si ellos no quieren que estemos juntos? Sabes de sobra que tu padre no te permitiría estar con un chico, querrá herederos, te habrá buscado mil mujeres de alta sociedad para casarlas contigo.

- Él puede buscar lo que quiera y tratar de hacer negocios con lo que más le guste, no puedo evitar como es él, pero sí puedo decidir en mi vida.

- Sabes que para tu padre... tu vida es suya. Dirá algo como que te ha engendrado, criado, vestido, educado... - Ritsuka sonrió ante todo aquello.

- Claro que lo dice, constantemente – sonrió consiguiendo que Tai le mirase sorprendido – pero sigue siendo mi vida y no soy de los que acaten bien las órdenes, menos de un padre que viene a visitarme una vez al año y por negocios. Mi tío es el único al que estoy más unido de mi familia y lamento que apareciera como lo hizo, estaba preocupado por mí porque no le cogía el teléfono. Tai... quiero que sepas que siempre podrás contarme lo que sea, lo entenderé.

Tai acarició con sus pulgares el dorso de las manos de Ritsuka y cerró los ojos intentando no derramar un par de traicioneras lágrimas. Era consciente de que ese chico era increíble, que tenía un corazón enorme que su familia jamás entendería y aunque sabía que lo decía en serio, que podría contarle cualquier cosa... sentía muy dentro de él que no podía contarle el peor y el mayor de sus secretos, que jamás podría decirle el motivo por el que repitió, que no podía no porque no confiase en él, sino por el daño que sufriría Ritsuka y posiblemente... su propio hermano.

- Te quiero – le dijo Tai al final intentando con ello evitar tener que pensar más en aquel secreto que no quería desvelar.

- Y yo a ti – le sonrió Ritsuka – vamos... pediré unas pizzas y podemos ver una película luego. La que tú quieras.

- ¿No quieres retomar lo que dejamos a medias? – preguntó extrañado.

- No. Hoy no. Ya hemos tenido bastante con una interrupción – sonrió Ritsuka – otro día que estemos más relajados.

- Gracias – susurró Tai respirando con tranquilidad, porque era cierto que aún tenía cierto resquemor en su interior por lo sucedido horas antes.

***

Ambos chicos caminaban por las calles donde se celebraba la pequeña fiesta del Kimchi. Para Ren, aquella tradición era simplemente eso... una tradición a la que apenas solía ir, pero Shun tenía cierto aprecio por ella. Tras mucho debatirlo, pensó que quizá como una primera cita de verdad, teniendo claros sus sentimientos por él, no estaría tan mal.

Shun miraba la mano de Ren sin atreverse a cogerla. Lo había hecho miles de veces, pero lo había hecho con un Ren que fingía poner sus mejores caras con tal de obtener lo que él quería, sabía que ahora ese chico ya no quería nada, estaba allí con él por propia voluntad, pero su coraza seguía levantada hacia todos. Podía sentir esa vulnerabilidad tras ella y sabía que era un error tratar de romperla, era lo único que le mantenía bien frente a los demás, pero no sabía cómo permitirle dejarla intacta con los demás, pero ablandarla para él.

- Hay un lugar donde te enseñan a preparar Kimchi – sonrió Shun al final, mirando la seriedad de su novio – podríamos ir, prepararlos y luego aprovechar para cenar.

- Vale – fue lo único que se escuchó de Ren – vayamos entonces si es lo que quieres.

Shun se detuvo un segundo y, al ver que Ren continuaba su camino, agarró su muñeca frenándole en seco. No era un secreto para nadie que ese chico era serio, que solía fingir sus sonrisas, que se salía con la suya por ese gran carisma que tenía, pero todo era una fachada, ahora estaba descubriendo al auténtico Ren.

El menor se asustó levemente al notar los dedos de su novio agarrarse a la muñeca. Era complicado ser él mismo sin fingir, ya le había dicho a Shun que no le gustaría lo que vería, que no iba a gustarle lo que se encontraría en él, ni en su pasado ni en su presente, pero no esperó que fuera tan rápido cuando decidiera terminar con todo. Por primera vez, sintió un miedo en su interior a que Shun le abandonase pese a saber que tarde o temprano lo haría. Cerró los ojos esperando la ruptura, esperando que su débil corazón se destruyera en mil pedazos, pero no fue eso lo que encontró, sino cómo Shun le empujaba hacia él girándole y ofreciéndole un cálido abrazo.

- No es lo que yo quiera, Ren – le susurró sin soltar aquel abrazo – es lo que ambos queramos. Si tienes otro plan, me gustaría escucharlo.

- ¿Por qué sigues aquí? – susurró Ren abrazándose a él con fuerza - ¿Por qué no me has dejado ya?

- ¿Por qué iba a dejarte? Sé que no te gustas a ti mismo, sé que piensas que no puedes gustarle a nadie si te muestras tal y como eres, pero eso es lo que de verdad me gusta de ti. No eres ese chico sonriente que todos conocen, eres muy serio - pensó unos segundos Shun - ...extremadamente serio – dijo al final– pero cuando consiga sacarte una sonrisa de verdad, sé que será preciosa y perfecta. También sé que no te gusta hablar mucho, que tienes miedo a abrir tus sentimientos y me da igual, porque sé que un día lograré que lo hagas conmigo y ese día... tú verás la más cálida de mis sonrisas y la más agradecida. ¿Qué quieres hacer de verdad, Ren? Por favor... sé sincero.

- Sólo... estar contigo – dijo a punto de llorar aunque se reprimió las ganas, porque él nunca se permitiría el lujo de que le vieran débil, porque él tenía que aparentar ser fuerte, porque tenía que protegerse de todo y de todos.

- ¿Quieres que nos tomemos un helado? Conozco una heladería por aquí cerca, podríamos ir al lago del parque y ver los fuegos artificiales.

- Vale.

- ¿Estás seguro?

- Sí – dijo Ren al final.

Caminaron calle abajo entre las decoraciones de aquel famoso festival de finales del otoño, festival que ya casi rozaba el invierno. Pronto llegaría el invierno y Shun sólo pensaba en cómo se divertirían entonces con la nieve, en Navidad, cómo ambos podrían quizá romper un poco más esa coraza que el chico tenía. No podía culparle, Ren no lo había pasado bien desde la traición de su padre y se había ocultado bajo esa inmensa coraza tan difícil de romper, pero se había propuesto conquistarle de verdad. Era todo un reto, ya no porque no pudiera ver al chico sonriente del que se enamoró, sino porque el ver esa vulnerabilidad, por fugaz que fuera, le creaba un sentimiento proteccionista demasiado inmenso para retenerlo. Ya no podía ver al Ren fuerte pese a que seguía siendo así con los demás, ahora veía un Ren que necesitaba demasiada calidez para sentirse a gusto.

Pese a que Shun parecía nervioso sin saber cómo actuar con su novio, sin estar seguro si podría cogerle la mano sin que él le "ladrase" o intentase morderle por hacerlo, su sorpresa llegó cuando fue el propio Ren quien, con cierto disimulo, entrelazó sus dedos con los suyos agarrando con fuerza la mano de su novio. Esa delicadeza con la que lo había hecho tan poco habitual en Ren, hizo que Shun se sonrojase. Realmente ese chico podía ser tierno y dulce cuando era él mismo, esa actitud le encantaba.

- Voy a ir a por los helados – dijo Shun finalmente tras ver la tienda - ¿Quieres ir a coger sitio cerca del lago?

- Vale. Te espero allí.

- ¿De vainilla? – le preguntó Shun a su novio, pero vio una mueca que no terminó de gustarle - ¿También fingiste en eso?

- Lo siento... - dijo Ren.

- Debí imaginarme que tratarías de tener los mismos gustos que yo. Vale... ¿Cuál es tu favorito?

- Chocolate – comentó finalmente.

- ¿Has estado comiendo vainilla sólo para gustarme? Da igual... no contestes – dijo Shun algo frustrado al darse cuenta de que su novio había cambiado todos sus gustos sólo para tener algo en común los dos y que se enamorase de él – chocolate – le aclaró Shun al final indicándole que se lo compraría.

Una parte de Ren se sentía culpable por haber fingido absolutamente todo con Shun, por haber cambiado sus gustos y encajarlos a los de él para enamorarle, pero eso también tenía su contra... y era que ahora estaba convencido de que en cualquier momento podría abandonarle, que destaparse tal y como él era no podía ser nada bueno. Iba a cruzar la calle hacia el parque cuando sintió que alguien agarraba su hombro con fuerza. Se giró para ver a la persona que lo hacía, pero nunca esperó encontrarse con Yon, el tío de Ritsuka que le indicaba a un jovencillo que siguiera adelante hacia el portal de su casa. El joven agachó la mirada algo sonrojado y siguió caminando.

- Ren Kirigaya... cuánto tiempo sin verte. ¿Qué tal te trata la universidad? – sonrió Yon.

- Bien, supongo – dijo Ren sin más mirando hacia ese chiquillo de instituto que caminaba con rapidez hacia el portal de la casa de Yon.

- Oh... no te preocupes, sólo es uno de mis estudiantes.

- Suéltame – dijo Ren de forma repentina apartando su hombro y alejándose de él – no quiero que me toques.

- No decías lo mismo antes – sonrió Yon.

- Eres un cerdo, no quiero saber nada de ti.

- Oh... una lástima, porque estoy convencido de que sabré más de ti. Creo que mi sobrino mantiene una relación con tu hermano.

- Si le haces algo a mi hermano, juro que te las verás conmigo.

- ¿Por qué no te vienes a mi casa?

- Vete con tu compañía – dijo Ren con una ligera sonrisa.

- Me gustan los tríos – susurró con una sádica sonrisa.

- Y a mí me das asco, ya lo hacías antes y ahora más.

- Siempre tuviste ese carácter difícil, pero luego eras muy gratificante – comentó cogiendo la muñeca de Ren y tirando de él, pero Ren se resistió.

- Suéltame – le gritó enfadado, pero Shun llegó antes apartando la mano de Yon de la de su novio.

- Creo que no le has oído bien. Ha dicho que le sueltes – arremetió Shun con odio en sus ojos.

- Ya nos veremos – dijo Yon mirando hacia un Ren que se agarraba la muñeca herida.

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