Capítulo 19: Alegrías
Aquel día era un completo fiasco, o eso pensaba Ren cuando cerró la puerta de su casa con un gran golpe mientras se quitaba la chaqueta y la colgaba en la percha de entrada. Sin embargo, no esperó que su día pudiera ir aún mucho peor...
Ni siquiera entendía cómo Ritsuka podía haberse dado cuenta del cambiazo cuando nadie lo hacía. Los profesores los confundían, incluso los médicos y hasta su propio padre muchas veces era incapaz de reconocerles, pero Ritsuka... tan sólo había necesitado una maldita mirada tras su oreja para darse cuenta de que no era Tai. Ya no era nada más eso, sino que encima se había dado cuenta mucho antes de ver esa marca, por eso lo había querido verificar.
Tan sólo quería subir esos malditos escalones, darse una ducha y dormir, pero cuando iba a hacerlo, escuchó las risas provenientes del salón. Era lo que le faltaba para rematar el día, porque al acercarse a la puerta, comprobó estupefacto cómo su hermanita, Tai y Ritsuka estaban jugando a un juego de mesa.
- ¿Pero qué demonios pasa aquí? – preguntó enfadado.
- Estamos jugando en familia – dijo Ritsuka con una sonrisa - ¿Quieres unirte?
- Iros al cuerno – dijo sin más marchándose de la estancia.
- Parece que no le ha sentado muy bien que esté aquí – sonrió Ritsuka hacia la pequeña Neul.
- En realidad, creo que no le ha sentado nada bien que le descubrieras – dijo Tai – mi hermano está acostumbrado a que le salgan bien todos los planes.
- Pues esta vez no va a ser así.
Ritsuka se acercó hacia Tai para besarle, pero éste colocó la palma de su mano sobre su rostro y le impidió hacerlo, al menos no quería que su hermanita viera esa clase de cosas.
- Aquí no – susurró Tai.
- He visto muchos besos – dijo Neul – no iba a asustarme por uno más.
- ¿Ves? – preguntó Ritsuka con una sonrisa maléfica en su rostro – a ella no le importa.
- ¿Dónde has visto tú los besos? – preguntó Tai.
- En las películas – comentó Neul muy segura de sí misma.
Ambos chicos se dieron cuenta de que eso no contaba. Podía saber lo que era un beso, pero desde luego, en las películas lo harían ver como algo tierno, romántico y para nada lo que Ritsuka tenía en mente, mucho más fogoso, pasional, con lengua incluida a ser posible. Tai le miró indicándole claramente que el concepto de beso que Neul tenía, no era el que tenía Ritsuka en mente.
- Vale... ya lo pillo – dijo Ritsuka con una gran sonrisa – nada de besos en tu casa. Voy a pedir algo para cenar.
Tai sonrió al ver cómo Ritsuka se levantaba para ir a buscar el teléfono, sin embargo, al pasar a su espalda, éste cogió la barbilla de Tai y elevándola hacia arriba, le dio un tierno beso en los labios que hizo que se sonrojase al instante.
Neul ni siquiera estuvo pendiente de aquello, pero Tai, rojo como un tomate, no supo qué decirle a ese tramposo. Sin embargo, en cuanto se marchó hacia la cocina, sonrió por las ocurrencias y la cara dura que tenía ese chico. Nunca se detenía hasta obtener lo que quería.
Ya estaba llegando al teléfono cuando éste sonó en la propia mano de Ritsuka. Miró el número que aparecía en la pantalla, pero no había una identificación, así que prefirió darle el teléfono a Tai y que él contestase puesto que era su casa. Ritsuka le pasó el teléfono y Tai lo agarró con firmeza antes de contestar.
La conversación pareció captar la atención de las otras dos personas que estaban en la sala, sobre todo por la expresión de sorpresa que había adoptado el rostro de Tai. Ritsuka supo que se trataba de algo sobre su hermana cuando observó cómo su novio miraba fijamente a su hermanita.
- Gracias, doctor – fue lo último que escucharon de Tai – se lo diré ahora mismo. Muchas gracias por todo.
Aquel par de ojos miraban fijamente cómo Tai colgaba el teléfono y volvía su mirada hacia ellos. Pensó en dejar el teléfono inalámbrico en su sitio, pero al final, se lo tendió hacia Neul con una amplia sonrisa casi cómplice.
- Creo que lo vas a necesitar – sonrió Tai.
- ¿Por qué? – preguntó Neul confusa.
- Porque vas a querer llamar a mucha gente, imagino que Eunji será el primero.
- ¿Qué ocurre? ¿Era mi médico?
- Sí. Ya tienen los últimos resultados de tus estudios y... no han visto señales del cáncer por ningún lado.
Neul se quedó absorta unos segundos, incapaz de asimilar aquello. Tampoco Ritsuka era consciente de que se había paralizado ante la noticia, pero Tai sonreía agachado frente a su hermana con el teléfono en la mano.
- ¿Estoy...? ¿Curada? – preguntó Neul saliendo del trance.
- Eso parece – sonrió ampliamente Tai – Aún no puedes salir de casa, tus defensas están muy bajas por la quimioterapia pero... los resultados son muy alentadores. Te volverán a hacer unos estudios en unas semanas para comprobarlo...
Ni siquiera Tai consiguió acabar la frase cuando Neul ya se había lanzado encima de él abrazándole y dando saltos de alegría. Ritsuka, sin embargo, seguía intentando procesar aquella información y tan sólo cuando Neul se lanzó hacia él, fue capaz de comprender completamente toda la situación.
- Tengo que ir al hospital a firmar las últimas facturas – comentó Tai.
- Yo te acompaño – dijo Ritsuka al final.
Tai simplemente sonrió antes de gritar el nombre de su hermano por las escaleras para avisarle que iban a salir. Por una parte... sabía que su hermano estaba enfadado, pero por otra... pudo observar la cara de felicidad de Ren, una cara que no había visto en años, pero por primera vez en tanto tiempo... pudo ver cómo se alegraba sinceramente.
- Yo también quiero ir – dijo Ren – llevadme con vosotros.
- Son sólo papeleos – comentó Tai - ¿No prefieres quedarte con Neul?
- Está bien, me quedo con ella. Pero no tardéis y mantenme informado – aclaró Ren.
Ambos chicos fueron hacia la percha de la entrada para recoger sus chaquetas, sin embargo, Ren cogió la muñeca de Ritsuka antes de que pudiera seguir a Tai.
- Ni se te ocurra ponerle una mano encima a mi hermano – le amenazó Ren – si le haces daño... te buscaré y haré que pagues todo.
- ¿Estás preocupado por él? – susurró Ritsuka a su oído - ¿Desde cuando te preocupa tu hermano?
- Mira... no seré el mejor hermano, lo sé, pero te puedo asegurar algo más... si le haces daño, te arrepentirás.
- Eres tú el que más daño le está haciendo – le agregó Ritsuka – déjale que sea feliz. Shun aún te quiere – dijo sin más.
- No intentes consolarme por esa ruptura, no me importa.
- Claro que te importa... - sonrió Ritsuka – porque en el fondo... sé que te enamoraste de él, pero eres tan egoísta que sólo miraste el dinero en lugar de mirar lo que de verdad te importaba. Hazte un favor y llámale – dijo finalmente alejándose de él.
- Me dijo que amaba a Tai – comentó Ren hacia Ritsuka, dejando escapar por primera vez algo de sinceridad.
- Es mentira – sonrió Ritsuka.
- ¿Cómo lo sabes?
- Porque... fue mi mejor amigo y nunca se enamoró. Debías importarle mucho para jugarse su amistad conmigo por ti. Llámale. Estoy convencido de que te mintió. No quiere a Tai, quiere ponerte celoso para que le busques. Vamos, no lo pienses más – dijo finalmente.
Por un lado, Ritsuka sabía que aquel chico jamás se lo agradecería y ni siquiera sabía por qué intentaba ayudarle después del daño que había sufrido por su culpa, pero una parte de él parecía necesitar sacar esa frustración. Quizá era simplemente el ver a Tai, ver cómo se comportaba con su hermano y que no le abandonaba pese a saber cómo era. No le gustaba el comportamiento de su cuñado, pero se había quitado un gran peso de encima cuando decidió perdonar y empezar de nuevo con Tai.
- ¿Estás listo? – le preguntó Tai.
- Claro. Vamos, yo te llevo – dijo Ritsuka cogiendo las llaves de la moto.
Se vistieron con sus chaquetas y se abrigaron mejor el cuello con unas bufandas antes de coger los cascos de la mesa de la cocina. Ren observó cómo ambos subían a la moto y Ritsuka arrancaba para llevarle al hospital a terminar de firmar el papeleo. Sonrió, porque era cierto que siempre había sido egoísta, conocía perfectamente la miseria en la que vivían y había tratado de seducir siempre a los hombres más ricos con tal de salir de esa vida, pero había aprendido algo... Ritsuka en el fondo era un buen tío. Miró el teléfono y pensó seriamente si sería bueno llamar a Shun y disculparse con él por todo el daño que le había hecho aunque era posible que él no quisiera saber nada.
- ¿Vas a llamar a Eunji? – preguntó Ren hacia su hermana.
- Claro, le contaré la buena noticia – sonreía Neul – pero puedes utilizarlo tú primero.
Ren se quedó absorto ante la intuición de su hermanita. Ella siempre había sido muy lista para su edad y seguramente... un poco cotilla.
- No deberías meterte en la conversación de los adultos – sonrió Ren.
- Pero Ritsuka tiene razón. Shun te quiere. Llámale.
- Tú primero - dijo Ren finalmente – necesito pensar cómo voy a disculparme con él por mi comportamiento, además... tu noticia es mucho mejor que la mía. Vamos, llama a Eunji. Prepararé algo de cenar mientras.
Media hora pasó desde que Ren empezase a preparar la cena. Nunca se le había dado bien la cocina, más que nada porque era Tai quien siempre acababa cocinando. Él era un desastre como cocinero, como amigo, como novio y como hermano, lo sabía... pero había estado demasiado centrado en obtener dinero a cualquier precio que ni siquiera recordaba cuándo la familia había dejado de tener importancia para él. Arreglar ese error iba a costar mucho.
Cuando el timbre de la casa sonó, se sobresaltó. No esperaba a nadie pero luego... miró a su hermanita con una gran sonrisa y supuso que debía ser Eunji que venía a felicitarla por la buena noticia. Con una sonrisa, se dirigió a la puerta secándose las manos con uno de los trapos de cocina y abrió.
El trapo se le cayó al suelo en cuanto vio a Shun frente a su puerta, con una bolsa de plástico donde traía unas verduras y algo de carne. No entendía qué podía hacer ese chico allí, pero Shun sonrió ligeramente mostrándole la bolsa de plástico.
- Sé que odias cocinar – dijo Shun.
- ¿Vienes a ver a mi hermano? Porque se ha ido con Ritsuka – le aclaró.
- Vengo a verte a ti – le soltó Shun – sé que se te da muy mal la cocina y he venido a ayudarte.
- Si intentas impresionar a Tai, olvídate, ya te he dicho que no está aquí – intentó cerrarle la puerta en las narices, pero Shun colocó su mano sobre la puerta bloqueando que la cerrase.
- Quería ponerte celoso, no lo decía en serio. Me dolió mucho que quisieras dejarme sólo porque mis cuentas estaban congeladas. Creí que yo no te importaba y traté de hacerte daño, sé que odiabas que la gente se fijase en tu hermano, así que era perfecto para hacerte daño. Siempre intentabas quitarle los novios a Tai, pensé que si intentaba seducir a tu hermano, volverías a fijarte en mí. Lo lamento.
- No... yo lo lamento. Debí aprender la lección con Ritsuka pero... parece que nunca aprendo. Creo que no soy buena persona – dijo Ren – y te mereces algo mejor que yo.
- Siempre se puede cambiar.
- Me acosté contigo cuando salía con Ritsuka – sonrió Ren – fue un golpe a traición, eras su mejor amigo y yo hice que destruyerais esa relación. Le hice daño a él, te traicioné a ti y seguramente si indagas más en mi pasado, haya miles de cosas que detestarás.
- Me da igual tu pasado siempre y cuando vea en tu futuro algo mejor – sonrió Shun – tu pasado sólo me dice quién fuiste y en lo que te has convertido, pero también aprenderás de él y sé que a partir de ahora será mejor.
Ren se sonrojó levemente. Nunca antes le había importado tanto a un chico como para escuchar esas palabras.
- Puedes pasar... aunque no sé muy bien cómo te has enterado de que iba a cocinar.
- Tu hermana me llamó – aclaró Shun entrando en la casa bajo la sonrisa tanto de Ren como de Neul.
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