Capítulo 10: Indecisiones

Tai se había quedado atónito ante las palabras de su compañero de entrenamiento. Sabía que le conocía bien, pero jamás pensó que sabría el secreto que durante años había guardado y ocultado. En aquel momento, tan sólo podía sentir vergüenza. Los ojos de ambos se cruzaron, mirándose fijamente pero permaneciendo inmóviles hasta que Eunji se apoyó contra la pared justo al lado de la fuente.

- No tienes que avergonzarte por haber repetido – le dijo Eunji – y creo... que te culpas de algo por lo que no deberías sentirte así. Ritsuka tiene derecho a saber lo que ocurrió en aquel examen.

- No Eunji, no puedo contárselo.

- ¿Prefieres que piense que eres un mal estudiante? ¿Prefieres que te odie?

- Sí – dijo Tai agachando la cabeza – prefiero que me odie. Al fin y al cabo él y yo nunca estaremos juntos, no tendremos nada.

- Sé que hay algo, no sé muy bien el qué, pero estás viéndote con él.

- No es lo que crees.

- Recuerda que te acompañé ayer todo el camino hasta su casa. Me tienes preocupado.

- Estoy bien del golpe.

- Estoy preocupado por más que por aquel golpe que lamento haberte dado. Creí que pararías la patada pero no lo hiciste. Ni siquiera reaccionaste y no es propio de ti. Te está afectando ver a Ritsuka, te estás perdiendo en tus viejos recuerdos.

- No puedo evitarlo.

- No cometas una locura Tai. Ese chico no te quiere, ni lo hará. Está obsesionado con tu hermano, salió con él y quiere ver en ti las cosas buenas que tenía Ren sin ver las malas. Te utilizará para satisfacer sus fantasías y nada más.

- No creo que quiera sólo eso.

- No te engañes Tai, seguro que ya ha intentado llevarte a la cama y si no lo ha hecho, lo intentará. Sé que no has estado con nadie a ese nivel y que esperas a la persona idónea para hacerlo. ¿Crees que es Ritsuka? Si es así perfecto, pero... tienes que estar seguro de que quieres dar ese paso y sobre todo... con quién quieres darlo.

Tai agachó nuevamente la mirada hacia el chorro de agua que caía de la fuente. En parte, sabía que su amigo tenía razón, Ritsuka no había olvidado a su hermano. El recuerdo de anoche le volvió a la mente más vivo que nunca. Un simple beso que le pareció un sueño hecho realidad, pronto se dio cuenta que era más que eso. Recordó la mano de Ritsuka colándose bajo su chaqueta y entendió que no era sólo un beso lo que buscaba de él. Quizá buscaba recordar cómo era estar con Ren pero sin las discusiones que ambos tenían habitualmente.

Se sentó en el borde de la fuente en cuanto el chorro dejó de caer y pensó unos segundos. Era cierto que su sueño siempre había sido estar con Ritsuka, que habría hecho cualquier cosa por él, pero Eunji tenía razón, debía pensar si era esa la forma en que deseaba estar con él, si era esa la única manera, aguantar que creyese que era Ren.

- ¿Crees que algún día olvidará a mi hermano? – le preguntó Tai algo preocupado.

Eunji se sentó a su lado con calma. Aún llevaba el kimono de entrenamiento y se estaban perdiendo la mitad de él, pero aún así, a Eunji le daba igual, porque para él, Tai siempre había sido más importante que todo lo demás.

- ¿Sinceramente? Es posible que le olvide, con tiempo.

- ¿Pero? – preguntó Tai.

- Pero Ren está estudiando en esta universidad, se ven todos los días, estudian la misma carrera y aunque no estén en la misma clase, se encuentran entre cambios. ¿Cómo puede olvidar a alguien si lo ve todos los días? Estuvieron mucho tiempo juntos y la ruptura no fue hace mucho. No quiero engañarte Tai pero... olvidar a Ren no le va a ser nada fácil y yo no quiero que se aproveche de ti ni que te haga daño.

Eunji elevó el tímido rostro de Tai hasta que consiguió ver aquellos preciosos ojos azules que una vez le parecieron raros y ahora... le encantaban. La sonrisa de Eunji consiguió relajar levemente a Tai aunque él, seguía dándole vueltas a un mismo tema.

- No se lo contarás ¿Verdad? – preguntó Tai.

- ¿El qué?

- Lo del examen. Por favor... no se lo digas a Ritsuka.

- No lo haré. Yo nunca haría algo que no quisieras hacer. Puede que nos conozcamos de sólo unos años, y que no salgamos por ahí como amigos, sólo entrenamos juntos pero... te aprecio igualmente. Y lamento lo de ayer – le dijo con una sonrisa pasando su dedo por aquella herida en su labio.

- Fue mi culpa. No debí distraerme.

- Por favor Tai, vuelve a entrenar como antes, porque no quiero que pierdas tu beca. Tú única opción de quedarte en la universidad es mantenerte como campeón nacional en Taekwondo.

El recuerdo de aquel examen hizo que las lágrimas empezasen a brotar sin control alguno de los ojos de Tai, obligando a Eunji a coger su nuca con cierta presión acercándole hasta su pecho, dejando que llorase lo que tuviera que llorar, que desahogase su frustración y la impotencia. Sintió como Tai tiraba de su camiseta, agarrándose a ella con fuerza sin poder parar de sollozar, pero Eunji no se movió, permaneció a su lado como siempre había hecho. Quizá se había enamorado de ese chico con el tiempo, ya lo estaba pero aún así, nunca pensaba decírselo porque conocía demasiado bien los sentimientos de Tai por Ritsuka. Sólo podía ser el paño de lágrimas de Tai, aunque aquello le causase dolor y mucha ira, ira hacia todo lo que había vivido y hacia el propio Ritsuka que tan sólo acabaría haciéndole daño, pero él no podía impedirlo, tan sólo estar allí como un gran y fiel amigo para cuando Tai le necesitase.

Los ojos de Eunji se fijaron en aquel momento en Ritsuka, que caminaba a cierta distancia saliendo del edificio. Supo que había visto la escena porque se había detenido mirando hacia ellos, ni siquiera entendería lo que ocurría. Eunji al entender que aquello podría ser perjudicial para Tai, intentó animarle con dulces palabras y le mandó para dentro del gimnasio viendo como éste se limpiaba el rostro una última vez en el chorro de agua, tratando de disimular el camino que habían dejado sus lágrimas. Una vez Tai desapareció, Eunji se acercó hacia Ritsuka que permanecía inmóvil frente a un gran arce de rojas hojas.

- No creí que estuvieras también en esta universidad, pero claro... supongo que no puedes separarte de ese repetidor – sonrió Ritsuka.

- Tiene nombre ¿Sabes? – le dijo algo molesto. Ritsuka fue a decir algo pero Eunji se apresuró a cortarle – y no es Ren – le dijo con un duro semblante.

Aquello paralizó a Ritsuka. Pocas veces había coincidido con él, pero siempre tuvo la impresión que sentía algo intenso por Tai. Al principio le odiaba, sentía cómo si pudiera quitarle a su amigo pero cuando empezó a salir con Ren... cuando Tai repitió y se alejó, simplemente creyó que no tenía importancia. De todas formas, supo que le habían dado una beca para estudiar en otro país durante un año y la había cogido. Se había sorprendido de verle allí nuevamente.

- Creí que estabas fuera.

- El primer año de universidad – dijo Eunji – pero me vino bien. Fui a Estados Unidos, mejoré el inglés y esperé ese año hasta saber a qué universidad iría Tai. Ahora he vuelto.

- Siempre sentiste algo por él. Tai es muy ingenuo por no darse cuenta.

- Sí, es muy ingenuo, tanto... que no dejaré que le hagas daño. Él no es como Ren.

- Toda esa familia es igual.

- Sé que Ren te hizo daño y lo entiendo, pero págalo con él y no con Tai. Un día te darás cuenta de lo mucho que vale Tai y te arrepentirás del daño que hayas podido hacerle. No quiero decir con esto que quieras hacerle daño voluntariamente, pero quizá ni siquiera tú te des cuenta cuando se lo hagas y te aseguro que se lo harás, porque Ren sigue en tus pensamientos. Por mucho que se parezcan físicamente, no puedes pretender convertir a Tai en Ren.

Ritsuka se quedó atónito. Quizá sentía algo de celos. La gente siempre pensaba que los celos eran algo malo, un sentimiento movido por la ira, el rencor, el dolor y por el intenso amor, pero estaba muy lejos de la realidad, no estaba celoso de Eunji sino de lo que tenía Tai. Tenía justo lo que a él le faltaba, un gran amigo que habría hecho lo que fuera para mitigar un poco de su dolor, un amigo que no se movía por conveniencia ni por dinero, tenía exactamente todo lo que Ritsuka anhelaba. Aquello le hizo sonreír, porque pese a esos celos, sentía una intensa felicidad por Tai. Él entendía la importancia de tener amigos, le brindó su amistad cuando nadie más lo hizo pero él... le alejó cuando repitió el curso, acabó en una relación con su hermano gemelo y prácticamente no había vuelto a hablar con él hasta ahora.

Eunji no le perdió ojo de encima durante todo el entrenamiento a Tai, pero al menos, parecía que había recobrado la compostura y sobre todo... la concentración. Al menos fue capaz de bloquear sus ataques y hasta derribarle al suelo como solía hacer. Tai siempre había sido bueno en Taekwondo pese a que quizá, nadie se imaginaría que fuera un buen luchador por su altura. Era un chico más o menos bajito y no muy musculoso. Cuando acabó el entrenamiento, pese a que quiso acompañarle hasta la casa de Ritsuka, Tai prefirió ir solo. Le ofreció una gran sonrisa a su compañero y se marchó de allí con rapidez.

Aquello nunca se lo había tomado a mal Eunji, sabía lo independiente que era ese chico, lo reservado y seguramente... aún estaría algo cohibido tras su confesión de que sabía lo que ocurrió en aquel examen.

Para cuando Tai llegó a la casa de Ritsuka, tan sólo escuchó un grifo de agua abierto. Entró por la casa y dejó su bolsa de entrenamiento en un rincón para que no estorbase al pasar. Resopló, aún tenía en mente las palabras de su amigo y sabía que todo lo decía por su bien, sabía perfectamente que Ritsuka sólo le utilizaba, que echaba de menos a Ren y por eso él estaba en esa casa. Una profunda parte de él pensaba que sería su única oportunidad para estar con Ritsuka aunque sólo fuera una vez en la vida, otra parte tenía miedo de salir demasiado herido como para no volver a creer en el amor, de entregarle su virginidad a un chico que ni siquiera iba a pronunciar su nombre, porque para Ritsuka... sólo existía Ren.

Suspiró, estaba confuso. No sabía qué pensar de Ritsuka, si alguna vez podría ser capaz de enamorarse de él, seguramente no y esa idea le torturaba casi tanto como saber que a sus ojos... él siempre sería Ren.

Miró hacia la ventana. Sólo se divisaban altos edificios y parques. Trató de pensar qué hacer, no dejaba de venirle a la mente... por una parte la conversación con su amigo, quién siempre había cuidado de él y por otra... aquel beso de ensueño que vivió con Ritsuka, tan propio de las películas más románticas, ese beso con el que prácticamente se derritió ante él.

Sus ojos se posaron al instante en una toalla negra que se encontraba tendida en el pequeño tendero tras la ventana. Abrió el cristal cogiéndola y decidió llevársela a Ritsuka, seguramente ni se había dado cuenta y anoche después de ducharse, la dejó allí. Tocó a la puerta del baño pero éste no contestó, así que abrió la puerta lo justo para ver frente a él el lavamanos. Dejó la toalla allí y cerró la puerta nuevamente para marcharse a seguir con sus tareas.

Cuando Ritsuka cerró el grifo, buscó a ciegas con su mano la toalla, pero no la encontró. Abrió los ojos observando todo el aseo hasta que la encontró encima del lavabo. Una sonrisa se dibujó en su rostro al verla, porque indicaba que Tai había estado allí y que debía estar por la casa recogiendo las cosas, seguramente planchando y plegando la ropa que utilizó ayer para ir a correr y que había tendido junto a la toalla. Tener en la mente que podía estar en su habitación, le sacó una gran sonrisa. Aquel podía ser un buen aliciente para darse prisa en salir.


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