🍄Noche 2🍄

Estoy usando mi repertorio más pesado.

Un día sábado, son exactamente las once con cincuenta y nueve minutos, de noche, bajo las cobijas y con un nudo gigantesco en su estómago.

Sintiendo el miedo y horror buscando escalar hasta que sus orbes derramen todo el pánico doloroso. Se niega a abrir los ojos.

Sintiendo como arde la garganta, con el llanto escalando por sobre sus emociones, ardiendo por llorar como un niño y sostenerse de algo, desesperado por alguna razón.

Desencadenar un miedo existente, sentir el dolor abrumador de nuevo, el aterrorizante desazón en las papilas, duele, le duele mucho.

Odia con toda su alma las pesadillas.

Les tiene miedo, le aterra.

Y su fueran cosas como un demonio, un ser sobrenatural, e incluso algún antagonista de película, estaría bien con ello, pero no cuando sus pesadillas son recuerdos ardorosos del pasado.

Sus sentimientos se desboradan con avidez, deseoso de sostener su corazón, de parar todo, que su mente  deje de funcionar, miedo. Lo odia.

Mikey odia eso, odia con toda su alma sentir la necesidad de sostener su pecho hasta que deje de arder.

Odia tener esos momentos en su memoria, detesta con cada fibra de su ser saber todo.

Lo que más duele de todo es que son fantasmas que se supone, va superando y puede vivir con ellos.

Pero sigue doliendo, duele tanto que su respiración se corta, su cabeza parece zumbar y las lágrimas que no sabe retenía con tanto empeño comienzan a trazar su paso en una estela llena de dolor.

Su alma cuidadosamente curada por amor se siente golpeada, su corazón a penas reconstruido y mucho más frágil se destruye a segundos.

Suelta un hipido como un niño indefenso, sin importarle la edad o la supuesta madurez, siente la garganta seca y el nudo formado, desesperación con gritar.

Cuando sus manos escalan por su cuero cabelludo jalando con desesperación las bellas hebras doradas y las lágrimas duele como ácido quemando su suave corazón, siente un pequeño beso en el dorso de su mano.

Sus ojos se abren desmesurados ante la vista de la noche, ante uno de los seres que más ama.

Su rostro se paraliza y las lágrimas siguen bajando sin control, su corazón se agita.

Amor.

Amor.

Amor.

Duele, por favor, abrázalo antes de que se rompa.

Abrázalo mientas las lágrimas duelen.

Amate por favor.

Takemichi silencioso abre los brazos bajo las cobijas calientes, callado, destilando una esencia familiar que Mikey no duda en abrazarse como un niño al cuerpo tibio de su esposo.

—Todo está bien, Mikey kun— Susurra suave en el oído del rubio.

Manjiro suelta un nuevo hipido y su respiración acelerada intentando calmarla, aún con pánico de que sea falso.

—No lo está, odio dormir, odio soñar, odio saber que no te merezco, odio saber que soy culpable— Le reclama con voz ahogada y con las lágrimas sin descansar.

Su voz tiembla a cada segundo.

Takemichi siente el nudo en su estómago, sabiendo que pasa, dolorido porque a Manjiro le ha vuelto a pasar, sus pesadillas, su dolor y su miedo, sabe que teme despertar, por eso lo agarra con tanta fuerza, teme estar de nuevo en el campo de batalla con todos los cuerpos, con la sangre manchando sus manos y por sobretodo, creyendo poder soportarlo.

Sabe que Manjiro se destroza a si mismo, él no tiene algo así como una gran resistencia.

Nadie lo entendió.

Nadie fue capaz de verlo en batalla.

Él da miedo.

Pero es que nadie ve que no puede lidiar con casi nada, menos en ese momento. Sus sentimientos son rápidos, estridentes y dolorosamente fuertes.

Mikey se apaga cuando las cosas no salen como quiere, se aguanta cuando algo lastima su corazón, pierde el control cuando su lugar seguro es arrebatado.

Mikey aun llora sobre su pecho aferrado y sin soltarlo, sin decir algo porque no sabe que decir, deseando gritar y escarbar la tierra con sus dedos hasta hacer un hueco tan grande que sus berridos sean absorbidos por la tierra.

—Mikey kun, no está soñando— Dice Takemichi como única respuesta.

—Duele tanto, Takemichi...

—Lo sé, mi querido esposo.

Ambos saben que la mente de Manjiro está tomando el control de nuevo pero él sigue abrazado a su esposo.

—Hasta el final, sólo hay una respuesta, Mikey kun.

Takemichi se aguanta las lágrimas pero sabe que las derrama suavemente.

—¿Recuerdas un poco de nuestros votos?— Pregunta con voz suave recibiendo lo que supone es un asentimiento pues Manjiro deja de hipar con tanta fuerza y ahora parece perdido en su mente pero intentando acomodar todo de nuevo.

—Aún con la garganta rasgada, aún con el corazón en la mano, aún con la mirada perdida, aún así prepararé mi espíritu para poder cuidarte con él— Repite Manjiro aún oculto.

—Sí... Y, mi querido esposo ¿recuerdas que dije yo?— El pelinegro mueve suavemente su cuerpo para intentar rodar todo lo que pueda a Manjiro pues a pesar de todo, su temperatura aún es baja, siempre ha sido friolento.

—"¿Por qué intentas ocultárte aún bajo tu máscara? Cada error, cada cicatriz, cada uno, eres tú. Cada uno de tus demonios los amaré"— Susurra suavemente en respuesta, sabiendo el juramento de memoria porque lo pegó en un cuadro que tiene en la repisa.

Takemichi sonríe pues parece que con los recuerdos de aquel día, la mente de Manjiro se desprende suavemente de lo que lo atrapaba hace unos momentos.

—Yo te amaré, te amaré aunque recuerdo vividamente todo, aunque vea tus crisis y tú las mías, amo el sonido de tu corazón, la tonada compuesta, esa tonada agridulce que no es para mí.— El ojiazul se atreve a enredar sus brazos para esconder a su esposo esta vez con mucha mayor fuerza para que Manjiro se sienta seguro.

E incluso así se anima a seguir.—Yo amo la tonada de tus latidos porque esa es para ti, sólo para ti, eres la persona que más necesitas amar—

Manjiro parece volver a llorar.

Eso no detiene a Takemichi.

—Todos tus errores existen y no dejaran de hacerlo, pero ver más allá es algo que has podido hacer, y estoy orgulloso de ti, cada día que te veo luchar con la fe puesta en tus manos, al parecer hoy olvidaste algunos de tus motores, mi querido esposo, olvidaste que cada uno fue capaz de verte, sufrir y entregar todo, el destino no existe pero no hay nada tan real como su existencia en tu memoria, todos, absolutamente todos sonrieron para ti y esperaron que lo hicieras con ellos, tal como yo lo intento— Susurra aún, sin atreverse a pintar el mundo de rosa porque existe el dolor pero también la fuerza de vida.

Mikey recuerda con ínfimo cariño a todos los que perdió, recuerda con precisión a cada uno de ellos, recuerda el dolor punzante, pero también recuerda sus palabras, sus ronrisas y deseos.

Vivir por ellos, vivir para él, vivir porque de lo contrario nadie podrá recordarlos cómo él lo hace.

Duele pero acepta que necesita eso, necesita ver todo el panorama, y mientras aún se abraza a su Takemicchi sabe que no dejó ir todo.

No se dejo caer, no permitió que esas sonrisas se fueran en vano.

La cosas en las que uno falló no se van.

—Nadie hará que tu mundo gire como tu puedes hacerlo.

Manjiro hace un sonido de negación, mucho mas calmado enfocándose simplemente en lo que tiene ahora, todo lo pasado es un conductor al ahora, nadie le quitará lo que fue y sintió, todo el calor de ese cariño, nadie podrá quitárselo.

—Pero Takemicchi hace girar mi mundo— Dice a tientas.

—Es un mundo al que me permites acceder.

Con eso cierra la discusión.

—Ellos te amaron tanto, Manjiro, ellos te amaron, llorar esta bien pero debes recordar todo.

Takemichi sabe que Mikey lo intenta, cada día, cada noche, intenta abrazarse a la idea de que todos los que se fueron están en algún lugar, riéndose de sus estupideces, consolándolo cuando tiene uno de sus desmoronamientos, Takemichi sabe que para él es lo mismo, todas las cicatrices aún arden de vez en cuando pero viéndolo todo, sabe y entiende que a veces sólo se necesita descansar y ofrece lo que también recibe.

Un abrazo y una promesa de que todo irá bien, es lo que se necesita en ciertas ocasiones, lo único necesario para que Manjiro deje de llorar. Lo único necesario para que Takemichi decida que estará bien, siempre y cuando sea capaz de ver todo, siempre y cuando sea consiente de que puede lanzarse al abismo y Manjiro irá tras él, juntos podrán, porque individualmente son capaces de hacerlo todo pero juntos son capaces de descansar de todo, así que está bien.

Y con ese pensamiento siente pesados los párpados pues Manjiro lo abraza aún y puede sentir su respiración más calmada, como sí sus horribles pesadillas fueran cambiando poco a poco por pequeños hilos, de seguro recordando momentos divertidos o aferrándose a lo que creé es lo mejor, cuidando con amor los recuerdos, intentando avanzar.

Mañana es un nuevo día, mañana es una nueva esperanza, mañana puede seguir intentándolo, mañana podrá ver sonreír a Manjiro, y él lo hará también, así que esta bien.

Está bien luchar con cosas como esas, un día simplemente dejará de doler con tanta intensidad.


Fue una idea muy mala intentarlo, pero tarde varias horas acá ¿es poco? Sí, pero no saben cuanto borré.

Si mi cuenta se borra, no tengo respaldo en ningún lado, pues me iría como el viento jaja
...

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