🍄Día 19🍄
—¡Yo no necesito dormir, necesito respuestas!
Dicho y hecho, Mikey saltó de la pared sobre la que estaba parado.
¿Como llegó ahí?
No se sabe.
Cosas de pandilleros.
Bueno, y es que a Peh no lo dejaron decir más y lo dejaron con la palabra en la boca.
Mikey se encontraba corriendo por la calle hasta poder llegar a la cancha más cercana, un lugar recreativo para hacer deportes y donde según información privilegiada su Takemicchi estaría jugando un partido de basquetbol. Una liga de maestros de su unidad educativa contra otra de una escuela diferente.
¡No podría perderse eso!
Con agilidad y extrema facilidad llegó campante y con una gran sonrisa al lugar que con grandes escalones daba presentación a una cancha reglamentaria del deporte.
Sobre los lugares de espectadores, él se atrevió a sentarse.
Miraba con absoluta felicidad el lugar esperando ver a su esposo quien "curiosamente" no le contó nada.
Estaba tentado a levantarse la polera y dejar al descubierto el tatuaje corto que llevaba a la altura de las costillas donde el símbolo de su gran amor pasado brillaba, ¡la insignia de la gran y poderosa ToMan!
Sus lentes de sol incluso se los iba a poner de manera diferente. Y gritaría incluso cuando Takemichi aparezca, algo como "¡Los lentes aquí significan que la ToMan lo respalda!"
Sonríe alegre aún buscando a su querido Takemicchi.
Ah~
¡Al fin lo atrapó, esponja!
Ahí iba, con sus piernitas temblorosas como un patito asustado, con el uniforme del equipo que era de un verde oscuros y lineas divertidas entre blancas y negras que le daban un toque agresivo al diseño pues simulaban un pequeño demonio en el logo. Takemichi se veía pequeño con ese uniforme.
El número veintitrés era su insignia.
Takemichi, su Takemicchi, su esposo. Ese que temblaba como una jodida gallina cuando un pelotazo de practica casi le llega.
Mikey arruga el ceño disgustado cuando, lo ve tan tristón y asustado. Ése no era su Takemicchi.
Se atreve entonces a moverse lentamente más cerca.
Puede ver mejor a Takemicchi, con unas muñequeras negras y un balón reglamentario del siete, no vas decir que su esposo es el próximo Jordan pero al menos sabía hacer rebotar la pelota.
¿Por qué se veía tan triste entonces?
No lo sabe hasta que la mirada azulina se dirige a los demás, todos personas que de seguro son del mismo equipo, Mikey en su mente es como: "no me importa quienes son esos porque no son Takemicchi, ni los topo"
La cuestión: Ellos parecen jugar bien.
Takemicchi a pesar de ser una persona fuerte y valiente, es alguien. un tanto desconfiada de si misma, sin motivación suele perderse en sus pensamientos pesimistas.
Gruñe como un Caniche, es decir, como un león. Molesto porque su Takemicchi está triste.
Está tentado a ir y envolverlo en sus brazos, listo para golpear a todos sin razón pero es algo necesario, repito, sin razón.
Pero...
Ambos deben ser conscientes y lo son.
Takemichi tiene todo el amor y apoyo que Manjiro podría darle, aún así, Takemichi debe desenvolverse sólo en ámbitos que no desea, claro que es consciente de que todos sus amigos y pareja lo aman y lo apoyan, aún así, existen momentos de miedo e incertidumbre que deben librarse sólo.
Mikey se queda en silencio, esperando a que su esposo deje de intentar hacer exactamente los mismos movimientos que los demás.
Takemichi sabia skate. Sabia tocar la guitarra, sabía andar en moto y bicicleta.
Él no debería sentirse tan mal por algo tan tonto como un simple partido del que no dependen muchas cosas.
No debería ser una obligación y mucho menos debería desear escapar.
Mikey se enoja por no poder decírselo directamente.
Así pasan los quince minutos de calentamiento, el lugar no está desierto pero no es la gran multitud. Así que es fácil ver todo.
El arbitro hace el control reglamentario, les repite reglas específicas y los diez jugadores se ponen en marcha al sonar del silbato.
Takemichi parece tener la posición de poste, no muy conveniente tomando en cuenta su altura, pero era el más alto en su equipo, malditos gnomos.
Resguardaba y cuidaba el aro pero Takemichi parecía temblar cada que el equipo contrario atacaba e incluso bajaba la cabeza cuando en un contrataque no lograba llegar a tiempo al otro aro para recibir un pase.
Mikey dio una pisada seria.
Bueno de hecho, traía un puchero inconsciente, semi oculto capaz de verlo todo.
Le dieron con la pelota en la cara al ojiazul que de quejo cuando sangre comenzó a salir de su nariz, por traer la guardia baja y responder lento.
Manjiro vio esos ojitos azules llenarse de lágrimas.
No por el dolor, claramente Takemicchi era más resistente que el mármol, no como cierto cabeza de mazapán.
Se sentía inservible...
Mikey miró con asombro como su esposo parecía no lograr recuperar ese aire especial se pierde lentamente.
No dice nada. Asi pasa el primer cuarto, quince minutos y el equipo de Takemicchi ya está perdiendo.
Takemichi baja la cabeza cuando le dan una palmada en su espalda en consolación.
No lo están tratando mal, simplemente Takemichi no está expresando lo que debería. Lo que debería ser diversión se siente como carga.
Mikey no quiere eso, sabe que si sale ahora Takemichi se alegrará y dará un mayor esfuerzo para hacerlo sentir orgulloso, pero a veces es mejor que Takemichi se sienta feliz por si mismo.
—¡Do the fuck you want!— Grita sin darse cuenta.
Se tapa la boca en seguida cuando Takemichi parece haberle oído.
Eso no ha sido muy aesthetic de su parte.
Se oculta tras la gradería y el partido continua, algunas maestras animan al equipo, Takemichi esta vez imita al poste del otro equipo, saliendo mal pues obviamente es más diestro y ágil con muchos juegos de manos innecesarios.
Esta vez un poco más motivado con una pequeña chispita brillante en sus orbes.
Mikey desea hacer algo más pero no se le ocurre nada.
Eso hasta que recuerda el pequeño parlante que trae en su mochila, volver de su trabajo siempre trae sorpresas.
Saca el aparato y discretamente lo pone junto a una maestra que ni lo ve. Enciende el dispositivo y desde su teléfono busca algo en especial.
Takemichi desde el partido intenta arrebatarle el balón a otro jugador, fallando pues aunque le resulta incómodo, ha visto que los demás jugadores tienden a jugar con la mano izquierda.
No le gusta, quiere sólo terminar para ir a casa.
Es un asco para ese deporte, sólo arrastra a su equipo a la perdida. Le dan gamas de llorar porque todos parecen juzgarlo porque juega horrible y él es quien más insistía en que este año si lograrían llegar a la final.
Bueno, lo dijo en un arranque y entiende su culpa.
Aun así desea sólo acabar ya, lo intenta, lo intenta mucho pero no parece funcionar.
Eso hasta que una tonada rápida inunda el lugar, una tonada rápida y palabras en un idioma diferente.
Su mente no recuerda exactamente de que pero le suena la canción. Un rap cree reconocer aunque no entiende la letra.
Su corazón se enciende cuando las palabra sen ingles parecen grabadas silenciosas en su mente. Cuando incluso las palabras que no entiende parece algo genial, es una sensación que de alguna manera le hace sentir poder.
Se da cuenta de que el segundo cuarto ha terminado aún así la canción sigue sonando y se repite mientras intenta en un esfuerzo sobrehumano recordar que era.
Aún mientras su cuerpo inconsciente de destensa y parece divertido ya perder, cuando en sus manos el balón parece más ágil y es capaz de sentir algo especial al practicar un poco más en el descanso mientras bebe agua.
¿Por qué hacer juegos de piernas?
¿Por qué intentar lanzar tiros de tres puntos?
¿Por qué imitar?
No hay razón para sentir envidia cuando los demás tienen su estilo y su forma. Tienen sus metas y gustos.
A la mierda.
Es él.
Sé tú.
Se tú.
Sé tú.
Haz lo que mierda quieras.
Sonríe al darse cuenta.
Dios, es tan estúpido, las personas se pierden en cuestiones tan tontas, se sienten mal por cosas irrelevantes, las personas a veces olvidan y el se ríe de sus ganas de hace rato de largarse a llorar.
Al demonio, él tiene su manera.
No es fuerte como Manjiro, no es rápido como Chifuyu, ni inteligente como Naoto.
Al demonio, él está para desarrollarse en cualquier cuestión, tiene su estilo y va a hacerlo aunque pierdan, aunque lo miren mal.
Sus compañeros parecen divertirse, el no tiene razón para verse preocupado.
Mientras el silbato vuelve a sonar y les pega suavemente a sus compañeros quienes ríen.
Mikey lo mira alegre. Takemichi no lo recuerda pero es una canción que suele poner cuando están ebrios. Es algo raro peor divertido.
Mira orgulloso a su esposo volver a brillar, sin necesidad de nada, sin necesidad de llanto o gritos, solo un verso de una canción.
El juego termina y el equipo de Takemichi termina empatado.
Aún así todos ríen.
Takemichi rápidamente se lanza sobre su mochila y se toma una selfie que llega al teléfono de Manjiro.
El lema "Hoy jugué y me divertí mucho Mikey kun" Brilla mucho cuando se ve la cara cansada y sudorosa de Takemicchi pero con una gran sonrisa en sus labios.
Mikey sonríe.
Algunos días solo será espectador momentáneo porque Takemichi siempre brillará.
Aún así es feliz y con eso en mente se encamina a casa para recibir a un alegre Takemichi que le cuenta alegre todo lo que ha visto pero lo deja ser.
Algunos días verlo brillar sin entrometerse directamente es bueno.
Aunque bueno, si ha participado, pero por favor, no pueden culparlo, es su Takemicchi.
Aun así sabe 100% que era solo un empujón, su esposo es capaz de hacerlo sólo.
—¡Y fue genial! Bueno no cuando me dieron el pelotazo pero sí.
—Ah, mi esposo llorón de seguro ha gimoteado como un bebé.
—Tal vez, pero Mikey kun está orgulloso y yo también.
—Por supuesto, Takemicchi siempre será genial.
Do you.
Sí, nada que ver pero sonó y me descontrolé.
Gracias por leer.💜
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