Amargo
¿Decirte adiós? No me lo pidas. No puedo ser tu luz extinta, no quiero dejar de brillar en tu cielo.
Ser tu estrella no era fácil, sentía que debía ser siempre la mejor versión de mí misma para no decepcionarte, a pesar de estar convencida de que aun con mis errores y defectos, me amabas. Agradezco aquel tiempo que me diste cada día y los recuerdos que juntos fabricamos, así la fábrica ahora haya cerrado sus puertas.
Ser el centro de tu universo fue un gran honor, fue como vivir atrapada en el mejor de los sueños, sin posibilidad de despertar. Ahora soy realista, sé que ya no soy aquello que elegirás cada día.
Pero vete tranquilo, en mi corazón aún hay espacio para ti y para esos momentos que vivimos juntos, aunque no hayan sido lo suficientemente buenos para ti. Tranquilo, entiendo que a veces de lo que más das se te acaba y todo vuelve de nuevo a perder su color. Todo se tiñe de un tono laso y aburrido. Toda llama deja de arder.
Ahora ve, hazla feliz como me hiciste a mí. Seguro es una buena mujer y con ella tampoco te alcanzarán las palabras para decirle lo que sientes. Te devuelvo las que algún día yo recibí.
Solo espero que esa mujer de mirada vivaz y sonrisa deslumbrante sepa adorarte como te mereces y te haga muy feliz. Tal vez yo encuentre a alguien mejor que tú, tal vez no, solo el tiempo lo dirá; y el tiempo es eterno cuando no lo vivo junto a ti.
Solo te pido un favor: recuérdame siempre como lo que fui, una llama que ardió por ti. No me extingas de tu corazón y no olvides que lo dulce también puede volverse amargo, como ya lo descubrí.
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