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- Ves lo que hay en su interior.

-Sí, conteste de manera nerviosa.

- ¿Qué ves?, me pregunto aquella voz tan posesiva.

- Nada, son las palabras que entre lágrimas logro decir.

- Exactamente eso eres ¡nada!, anda y lárgate de aquí, me dijo mientras me empujaba al suelo

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Hace más de veinte años me maltrataste, me hiciste tanto daño, que algunas noches mojaba mi cama con el simple hecho de verte en mis sueños. Y ahora estas aquí, frente a mí con la piel completamente erizada del miedo, pero tranquila, para consuelo tuyo no te haré nada de lo que me hiciste a mí.

Y no me mires con esos ojos, no generas ni lastima en mí. Solo me generas asco, rabia, haces que aumente mi odio y esta sed de venganza que he acumulado desde hace tiempo.

Y ahora, dime ¿por dónde quieres que empiece?.

- despierta Amanda, deja de mirar el espejo como loca, y procura de lavar los platos rápido.