Capítulo 7

Chelsea se puso de pie de un salto y miró a su alrededor como si todavía estuviera algo borracha por las sensaciones. Miró a su novio y boqueó varias veces sin saber exactamente qué decirle.

—Estoy esperando una respuesta —dijo Curtis.

—No sé de lo que hablas —dijo ella luego de unos minutos en los que se quedó en blanco—. No estaba hablando de nada, seguro escuchaste mal, yo solo estaba...

—Masturbándote pensando en un tal Jack, ¿crees que soy estúpido? —cuestionó alzando la voz—. ¿Quién diablos es ese tipejo?

—No grites —dijo Chelsea en tono suplicante—. Vas a despertar a Chloe.

—¡Me importa un bledo! —declaró furioso—. No me vas a decir lo que tengo o no tengo que hacer en mi propia casa. Ahora mismo me vas a decir qué diablos fue todo eso. No me digas que nada porque sé perfectamente lo que oí y tú sabes muy bien lo que hacías.

El llanto de Chloe hizo que ambos se quedaran callados y Chelsea se fuera corriendo a auxiliarla, evitando de esta manera darle explicaciones que no tenía porque ni siquiera ella se podía explicar cómo es que terminó soñando y masturbándose por un hombre que no era su novio.

Se ruborizó mientras recordaba lo que había pasado en sus sueños y decidió no pensar más en eso, por ello se acercó a su hija, quien lloraba luego de despertarse debido, se dijo, a los gritos de Curtis.

La arropó de nuevo, se quedó con ella hasta que se durmió y finalmente fue al baño para darse una ducha y volver a la cama con su hija, no quería darle la cara a Curtis, así que solo se dedicó a tomar un poco de aire y después de ducharse se acostó en la cama.

Aun sentía la piel caliente del vívido sueño que había tenido, por ello se removió varias veces mientras reflexionaba pensando en sus adentros sobre lo que significaba todo aquello. No podía seguir negando que el juez despertaba en ella un deseo incontrolable y que cada vez que lo tenía cerca, su cuerpo reaccionaba ipso facto a Jack, era como si algo en su interior reconociera a ese hombre como el dueño de sus orgasmos.

Trató de controlarse para no cometer ninguna estupidez, sobre todo porque seguramente al siguiente día tendría que darle una explicación a Curtis y debía pensar en una mentira creíble para no quedar en vergüenza y como la furia que se sentía.

Miró alrededor y despues de mucho pensar sin poder encontrar una razonable justificación y finalmente se durmió cuando su cerebro tuvo suficiente para pensar.

Cuando despertó lo hizo ante el movimiento de su hija, miró el reloj y aún era temprano pero pudo escuchar claramente que Curtis ya estaba despierto.

Estaba sentado, comiendo cereal y con una cara que definitivamente gritaba enfado.

Chelsea se apresuró a preparar el desayuno para su hija y después se sentó en silencio sin saber cómo abordar el tema con su novio.

—Curtis —dijo pero él levantó la mano para silenciarla.

—No quiero hablar ahora contigo —dijo mirándola con desprecio—. Voy a irme un par de días a trabajar y espero al volver no tener que escuchar nuevamente el nombre de tu amante en esta casa. Ya es el colmo que tenga que aguantar que sueñes con otro hombre y que encima quieras verme la cara de estúpido al pensar que no voy a decir nada o simplemente lo voy a dejar pasar como si fuera solo una travesura.

—Solo es el personaje de una novela que leí por ahí —dijo Chelsea— Estaba algo alterada, pero no hay ningún Jack en mi vida. Sabes que yo te amo, pero es como si tú nunca hubieras fantaseado con alguna actriz o modelo, tampoco seas exagerado. En cualquier caso podría molestarme de que veas películas de adultos, podría tomarlo como infidelidad.

Curtis entornó los ojos y se puso de pie dejando de golpe lo que comía mientras se colocaba la chaqueta, para irse de la casa, solo entonces, Chelsea notó que en la entrada había una pequeña maleta con su ropa.

—No tengo ganas de discutir nada contigo —declaró él.

—Tal vez puedas decirme por qué llegaste tan tarde cuando creí que solo ibas por el auto —dijo la chica mientras él solo fingía no darle importancia y sin más se fue de ahí dando un portazo.

Chelsea se recargó en la silla y se pasó las manos por la cara, estaba furiosa con él, consigo misma, con toda la situación y empezaba a creer que lo mejor era separarse. Llevaban mucho tiempo discutiendo por cualquier cosa.

Creyó que ese ambiente ya no era sano para Chloe.

Se preparó y terminó de alimentar a su hija antes de tomarla y salir de ahí para llevarla a la guardería. Salió de casa mirando el reloj para darse cuenta de que tenía el tiempo justo para llegar a su trabajo.

Se apresuró a llegar a la guardería donde dejó a su hija y luego fue a su trabajo. Una vez arribó a la oficina de la fiscalía. Se tomó el tiempo para mirar su reloj y corrió los últimos pasos hasta la entrada donde apenas la cruzó, se encontró con varios de sus colegas y con uno de los magistrados, quién le dio una sonrisa.

Fue hasta su oficina y tomó varias carpetas para dirigirse de inmediato a su primer pendiente, pero no pudo hacerlo cuando escuchó la puerta hacer un clic. Sintió el olor de la masculina fragancia y tragó grueso antes de girarse.

Jack FitzGibbons le miraba desde su sitio y apenas la tuvo de frente enarcó una ceja y le dio una sonrisa ladeada a sabiendas de que ella se incomodaba con algo en su presencia.

—Señoría —dijo Chelsea mientras él solo suspiraba—. ¿Puedo ayudarlo en algo? Aunque en realidad no sé qué podría aportar una fiscal de distrito a un juez, amén de que no es correcto que...

—No tenemos un caso juntos, relájese señorita Randall —dijo Jack—. Sabe la razón por la que estoy aquí, no me caracterizo por esconderme o por dejar las cosas a medias. Usted y yo teníamos una conversación pendiente y creo que ha llegado el momento de aclarar esto cuanto antes.

—No sé lo que pretende en realidad y debo decir que me tiene un poco sorprendida por su atrevimiento —dijo ella—. No sé de lo que habla ni lo que busca, pero tengo claro que usted desea saber algo que no sé exactamente qué es y tampoco tengo intención de averiguarlo. Le suplico que deje de acosarme, creo que de sobra sabe lo que eso implica. Es un hombre de leyes.

—Lo soy —dijo Jack—, pero también sé reconocer a un mentiroso. Claramente usted es una mujer deshonesta que no quiere ni pretende darme a mí una razón a algo que bien sabe que es verdad. Hay algo que usted me oculta y no lo puede negar. Esto no es mentira, usted lo sabe, deje de hacerse la tonta, los dos sabemos que usted esconde una situación que me involucra y no voy a descansar hasta saberlo.

—Entonces le deseo suerte en su cruzada, señoría —dijo visiblemente molesta—. Ahora, si no tiene más nada que decir será mejor que se vaya de mi oficina ya mismo o empezaré a decir que está acosándome.

—Le deseo suerte en su cruzada —parafraseó antes de salir de ahí completamente molesto.

Chelsea se quedó sola y respiró profundo al darse cuenta de que pronto tendría que encontrar una forma de deshacerse de él, después de todo, el juez parecía dispuesto a encontrar algo que la comprometiera y la delatara, o quizás solo eran apreciaciones suyas.

Se tomó un momento para respirar antes de que diera un respingo ante la chillante voz de una de sus mejores amigas.

—Hola —dijo Farell su compañera y amiga—. ¿Ese bombón que vi salir era Jack FitzGibbons? Dime que te estás acostando con él y haciendo justicia a todas las mujeres de este lugar.

—No, no me estoy acostando con él, deja de decir estupideces, solo vino por un asunto de trabajo —dijo ella como única respuesta—. ¿A qué has venido? No me digas que a nada porque te conozco.

—Pues primero dime qué puede querer un juez en la oficina de una fiscal —dijo su amiga—. Es claro que se puede prestar a malas interpretaciones, como por ejemplo que te lo estás tirando y segunda que hay un caso de corrupción, así que espero la respuesta. En cuanto a lo que vine pues a invitarte a salir, me han invitado a una reunión pero no quiero ir sola, ya sabes son gente de dinero y no quiero estar como ostra sola en un rincón, espero que puedas ir.

—Ya te dije que vino por una carpeta que por error confundieron y traspapelaron —dijo Chelsea—, pues nada, se la di, la colocó en su maletín y más nada, no hubo otra cosa. Por lo de la invitación, no creo, Curtis ha tenido que viajar y alguien debe quedarse con Chloe.

—Mi madre podrá quedarse con ella —dijo su amiga—. No busques excusa, sabes que ella la cuidaría con gusto, ama a los niños y bueno está insistente en nietos pero todo lo que pienso darle es una docena de gatos.

—No lo sé, no tengo mucho tiempo para ese tipo de cosas —dijo Chelsea.

—No acepto un no por respuesta, es más ya estoy llamándole a mi madre para decirle que esta noche tendrá nieta. No hay excusa, paso por ti a las nueve —dijo antes de irse para impedir que Chelsea dijera algo.

La chica miró unos segundos la puerta y luego sonrió antes de ponerse a trabajar y enviar algunos correos para solicitar información sobre la acusación que habían hecho a Curtis. Se temió que de no obtener respuesta por mail tendría que ir directamente a la estación para exigir informes.

Tuvo que salir un par de horas para ir al juzgado y volvió con el tiempo encima para atender algunos pendientes y asistir a una reunión con su jefe. Cuando arribó a su oficina, se adentró de inmediato y fue recibida por el hombre con la típica seriedad de siempre.

—¿Cómo vas con el caso Luttor? —preguntó el hombre apenas la vio entrar.

—Esperamos la primera audiencia de la corte de arraigo —dijo ella en respuesta—. Pediremos que permanezca, aunque los detectives deben trabajar más si quieren que lo retengamos y podamos lanzar una acusación formal y sólida, de lo contrario no deja de ser algo que el jurado puede desechar o tomar como circunstancial. Hemos logrado que haya una audiencia pero no hay mucho qué hacer.

—Necesito que des prioridad a eso —dijo el hombre—. No podemos dejarlo ir o pedirá nuestras cabezas. Confío plenamente en que puedas lograr algo, hace un rato estaba seguro de que lo lograríamos con FitzGibbons a cargo del juicio pero no será él. Sabes lo severo que es cuando se trata de violencia pero necesito que presiones al capitán para que sus detectives hagan lo suyo.

—Por supuesto —respondió y siguió hablando de lo que podría ayudarlos en el caso.

Pasó tanto tiempo que cuando se dio cuenta ya eran pasadas las seis de la tarde. Se despidió de su jefe y fue a su oficina donde tuvo tiempo de verificar su teléfono esperando encontrar una llamada o un mensaje de Curtis y sin embargo, no había nada.

Respiró profundo y recogió sus cosas antes de escribirle un largo mensaje en donde exponía que se sentía un poco cansada de llevar la relación así. Quiso decirle que empezaba a creer que lo mejor era darse un tiempo pero sabía que aquello desencadenaría una discusión y también estaba segura que en el fondo no era lo que deseaba. Ella amaba a Curtis a pesar de todas las dificultades que tenían y sabía que él también la amaba.

Suspiró y recogió sus cosas antes de ir a su modesto departamento. Estaba feliz a sabiendas de que pronto tendría un sueldo más alto, apenas se hiciera oficial su nombramiento como fiscal de distrito. El fin de mes tendría una nómina nueva, su primera nomina como fiscal y aquello le ponía muy feliz.

En cuanto llegó a casa, luego de pasar por su hija a la guardería, se apresuró a darle una ducha, alimentarla y jugar con ella.

Los grises ojos de la niña se posaron sobre ella mientras reía emocionada por las constantes cosquillas que le daba su madre y poco después terminó agotada y acostada a su lado luego de cenar.

Chelsea se arregló a sabiendas de que su amiga no la dejaría faltar a la fiesta y se colocó un vestido rojo, largo y elegante que entallaba y estilizaba su figura aún más de lo que ya era. Sus labios completamente carmesí y sus ojos con el ahumado perfecto la hacían ver muy atractiva y elegante.

Esperó unos minutos y salió con su hija en brazos cuando escuchó el sonido de la puerta. Su amiga estaba frente a ella con un despampanante vestido color plata.

—Vamos a ser la sensación de la noche —dijo la mujer mientras la ayudaba con la pañalera de la niña—. Mi madre está loca por cuidar a Chloe, espero que esto no incentive su espíritu de casamentera y nodriza o voy a tener que aguantar durante los siguientes meses su sermón de que lo que me falta para ser una mujer completa es un bebé. Ya sabes, creencias de gente extraña.

—Simplemente dile que no quieres tener hijos —dijo Chelsea—. Estoy segura de que será una mujer razonable y lo entenderá, le costará pero las madres son así, al final lo entienden.

—Claramente no tienes una madre como la mía —replicó Farell con un suspiro cansado mientras entraban al auto—. Mi mamá es una cosa loca, no deberías tentarla o te enviará a parir por camada, es peligrosa y más cuando toma su coctel de medicamentos. No hagas cosas que la provoque por favor.

Chelsea soltó una risa a sabiendas de que su amiga era una exagerada, así que cuando llegaron a la casa de su madre, donde cuidarían a su hija, solo bajó del auto y enfiló a la entrada. Fueron recibidas por la mujer, quien apenas las miró le arrebató a la niña y casi las echó de la propiedad asegurándoles que se encargaría de todo.

—¿Tiene mi número, verdad? Trataré de volver pronto —dijo Chelsea—. No me gustaría que se...

La mujer le cerró la puerta y ella solo se giró a ver a su amiga Farell.

—Te lo dije —declaró Farell—. Ahora vamos a divertirnos, no hagamos caso a la intensidad de mi madre, te aseguro que va a verificar a tu hija a cada diez minutos y la pequeña está muy segura, no te asustes.

—Muy bien —dijo Chelsea—. Igual no pienso volver tarde, te acompañaré un rato pero volveremos temprano, ¿de acuerdo? No estoy acostumbrada a alejarme demasiado tiempo de Chloe y ella tampoco, así que no esperes que nos amanezca.

—Tampoco es que vamos a estar rebosante de alegría —dijo Farell—. Lo más seguro es que sea una de esas fiestas aburridas con señores trajeados que solo saben hablar de la economía y las leyes pero no saben nada de otra cosa. Trataremos de divertirnos un poco al menos.

—A todo esto, ¿dónde es? —preguntó mirando a su amiga—. Ni siquiera me has dicho.

—En el Emporio —respondió la joven—. En realidad no quería venir pero ya sabes hay que congraciarse con el amante si se quiere vivir como reina. A él le encantan estas cosas.

—¿¡Qué!? ¿Tu amante estará ahí? —preguntó Chelsea—. Estaré haciendo mal tercio, para qué quieres que te acompañe. No lo puedo creer.

—Ni te apures, él estará ahí con todos esos viejos hablando y se olvidará de mí en la primera media hora —declaró Farell—. No es la primera vez que lo acompaño, le dije que me aburría y fue él mismo quien me aconsejó que te invitara, no te preocupes, la pasaremos bien. Confía en mí.

Chelsea no dijo nada y simplemente dejó que su amiga condujera hasta el Emporio donde apenas se detuvo entregó las llaves de su coche al valet y poco despues, ambas, se adentraron en el gran salón donde Farell buscó de inmediato a su pareja.

—No lo veo —dijo Chelsea—. Deberías ponerle un cascabel, esto está a reventar de gente.

—Ahí está —dijo Farell—. Ya guárdate tus comentarios, no me hagas perder mi fuente de ingresos extras.

Chelsea soltó una risilla y saludó a Francis al verlo y este, amable como siempre les ofreció un brazo a cada uno para guiarlas a un círculo de hombres con esmoquin que les hizo suspirar a sabiendas de que seguro serían tratadas como dos completas descerebradas.

—Caballeros —dijo el hombre haciendo que todos se giraran a verle.

Chelsea casi da un paso atrás al ver los grises ojos de Jack posarse sobre ella y recorrerla de arriba abajo con disimulo. Ella fingió que aquello no le afectaba, pero sin que pudiera controlarlo, los recuerdos de su explícito sueño llegaron a su mente y le hicieron sentir el cuerpo arder. Sintió la piel de su rostro enrojecer y trató de concentrarse en las presentaciones pero tener la constante mirada de Jack, que aunque saludó amablemente a Farell, lo cierto era que no dejaba de verla.

—No conocen al senador Ambrose Fleischmann, es uno de los hombres más reconocidos y estoy seguro de que un día será el próximo presidente de esta nación —dijo Francis mientras Farell se mostraba entusiasmada con aquello—. Les aseguro que el progreso del país está en manos de este hombre y su hermano.

—Por supuesto —dijo Farell—. Los políticos siempre tienen intenciones de mejorar al país y estoy segura de que lo lograran.

—De hecho las propuestas de Ambrose y las de su hermano Blaz son muy frescas e innovadoras —interrumpió Jack—. La ironía en sus palabras deja claro lo poco que ha leído y lo mucho que se distrae con trivialidades.

Farell iba a hablar pero recibió un ligero pellizco de Chelsea para decirle que se callara; sin embargo, surgió el efecto contrario.

—Señoría usted cree que una mujer no lee o no estudia, quizás deba recordarle que soy una fiscal y que me he ganado el puesto con esfuerzo y trabajo duro —declaró mientras sentía la mirada de su amante sobre ella y en cualquier otro momento se habría quedado callada pero no cuando estaba molesta por lo que supuso fue un comentario sexista.

—Nunca mencioné su sexo y su trabajo —dijo Jack con una media sonrisa que auguraba su triunfo—. Lo que dije es que la ironía en su declaración anterior fue un insulto al senador, quien goza no solo de una reputación y un conocimiento muy amplio sobre el tema, está de más tomando en cuenta que la información está disponible en todos lados. Nadie la discriminó por ser mujer. La ignorancia no tiene género ni preferencia por un estatus social.

Ella pensaba responder pero Francis, su pareja, decidió llevársela de ahí con una excusa sin ningún sentido, así que Chelsea se quedó sola.

—¿Usted también es fiscal? —inquirió el senador—. He oído buenas cosas de su oficina, supongo que es la influencia de Jack. —El aludido sonrió—. Ese hombre tiene por lema que nada por encima de la ley.

—Sí, también soy fiscal y el señor FitzGibbons tiene razón, no debe haber nada por encima de la ley —declaró haciendo que el senador sonriera complacido.

Sin embargo, no pudo continuar con su respuesta, puesto que alguien habló al senador y este se alejó rápidamente del lugar. Ella se quedó callada durante algunos segundos en los que sintió la mirada del juez todo el tiempo. Se disculpó y se alejó para ir directamente a uno de los balcones.

Recibió una bebida y enfiló lo más lejos posible de Jack, quien solo observó su partida por unos segundos.

Si alguien le hubiera dicho a FitzGibbons que una de sus compañeras de trabajo haría que mirara todo el tiempo hacia una sola dirección, se habría reído de la estupidez; sin embargo, ahí estaba, sin poder apartar la vista de esa mujer.

Se tuvo que admitir a sí mismo que la chica era muy guapa pero le parecía muy peligrosa, sobre todo porque no confiaba en ella y estaba completamente seguro de que algo ocultaba.

—Si las miradas desnudaran —dijo el senador y Jack se giró a verlo, entornando los ojos—, es guapa, debo admitirlo, pero...

—No la veo por las razones que te imaginas —dijo Jack—. Por supuesto, no soy ciego ni imbécil, es preciosa, pero en realidad la miro porque siento que ella me conoce de algún sitio y no me lo dice por alguna razón.

—¿Crees que sepa algo de ti? —preguntó su amigo Ambrose—. ¿Qué podría ser malo? Yo creo que solo está nerviosa. Está comenzando una carrera y la intimidas, eso debe ser.

—¿Por qué habría de intimidarla? —inquirió mirando a su amigo.

—Por favor —respondió Ambrose—. Cualquiera que te conozca sabe que eres el terror de los pobres fiscales y de cualquier abogado que se sienta osado de pisar tu corte.

—Todo lo que se dice de mí es mentira —añadió Jack.

—Yo lo sé, pero ellos no —dijo Ambrose antes de soltar una risa—. Ve a preguntarle directamente qué es lo que quiere y te quitas esa inquietud.

—Ya lo hice y niega todo, pero sé que esconde algo —dijo Jack—. Hay algo que me mantiene en alerta con ella, sé que no estoy equivocado, pero bueno dejemos el tema y mejor cuéntame cómo vas.

—Salgo con alguien —confesó el senador.

—Por alguien te refieres a un...

—Hombre —dijo su amigo—. Claro que hablo de un hombre, no me atraen las mujeres y lo sabes.

—Claro que lo sé, solo es gracioso incordiarte —dijo el juez—. Te diría que me lo presentaras pero temo que se enamore de mí y me termines odiando, soy más guapo y más varonil. No quiero romperle el corazón, me encantan las mujeres.

Su amigo sonrió y se encogió de hombros.

—Las mujeres son bellísimas pero no son para mí —dijo el senador—. ¿Sabes qué es lo más irónico de todo? que él se viste de mujer, no siempre pero lo hace y no es un gay como yo, discreto.

—¿.Pero qué tal te va con él? —inquirió mientras prestaba atención a su amigo.

—Bien —dijo riendo pero se encogió de hombros y Jack le dio una palmada pero se quedó callado al ver que un hombre se acercaba a saludarlos.

Se entretuvo varios minutos platicando trivialidades, en los cuales la perdió de vista y aquello hizo que girara para todos lados buscándola, pero no logró encontrarla, así que solo se alejó discretamente y caminó por todo el salón.

La encontró con su amiga y Francis, hablando de algo que hizo sonreír a los tres. Prestó atención a Chelsea, se veía incómoda pero no podría asegurar nada, así que solo se acercó con sigilo mientras ella decía algo a Farell.

—¡Ahí estás, Jack! —dijo Francis más alto de lo que le habría gustado.

—¿Hablaban de mí? —inquirió el juez y su amigo sonrió negando.

—Solo decía que el salón de baile está muy vacío sin nosotros y pues yo tengo dos damas, tal vez puedas ayudarme a bailar con una —dijo mirándolo mientras él sonreía y asentía.

—No soy muy buen bailarín, como ya sabes, nací con dos pies izquierdos, pero espero hacerlo bien. Me voy a esforzar —dijo riendo y mirando a Chelsea—. ¿Me haría el honor?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top