Capítulo 5

Chelsea tuvo que correr todo lo rápido que sus piernas se lo permitieron para avanzar a la salida, con las prisas no se despidió de su amiga y mucho menos recordó avisarle al menos en un mensaje que se iría. Todo lo que le importaba era llegar hasta Curtis.

Se apresuró a tomar un taxi e ir directamente a la dirección que le indicó mientras pensaba en todos los posibles problemas.

—¿Podría ir más rápido? —preguntó al conductor al sentir que no avanzaba en absoluto—. Llevo mucha prisa.

—¿Le parece bien si vuelo o solo desea que aumente la velocidad? —inquirió el taxista con ironía—. Está empezando a llover y si nunca ha vivido en Nueva York ya le hago saber que el cielo se cae a menudo con las lluvias y no pienso arriesgar mi vida solo porque usted tiene prisa.

—Necesito llegar rápido —dijo Chelsea.

—Y yo necesito llegar con vida a mi casa —respondió el hombre reduciendo la velocidad al ver que la mujer se ponía intensa y que la lluvia empezaba a hacerse más densa.

Chelsea maldijo pero finalmente en lo que ella sintió un largo camino hasta que terminó por llegar a la estación de Policía.

La Unidad estaba llena de detectives yendo de un sitio a otro por lo que ella se acercó al primero que vio para preguntar.

—Buenas noches —dijo frente a uno de los agentes que le miró unos segundos—. Soy la abogada de Curtis McFly.

—Se había tardado —respondió el hombre con ironía—. De este lado, sígame.

—¿Cuáles son los cargos? —inquirió mientras le acompañaba.

El detective la puso al tanto de las razones por las que estaba en la estación y no solo eso, le mostraron el expediente que empezaban a formar sobre el caso. No obstante, ella, analítica como era, simplemente prestó atención y después asintió cuando le dijeron que la guiarían al lugar donde se encontraba Curtis. 

Ella le miró con altanería y no pudo evitar ver la despectiva forma en que la repasó con la vista antes de guiarla hasta la sala de interrogatorios donde dos detectives presionaban a su novio.

El hombre que la llevó abrió la puerta y le miró con desprecio antes de abrir y miró dentro.

—Esta entrevista terminó. Cállate Curtis —dijo Chelsea antes de mirar a su novio y después a los detectives—. Chelsea Randall, abogada del señor McFly. Cualquier cosa que haya dicho antes de mi llegada, yo me encargaré de que sea desechada por un jurado y presentaré una queja por violar sus derechos al interrogarlo sin mi presencia.

—No lo interrogábamos, solo charlábamos —declaró uno de los hombres mientras el otro le observaba y confirmaba la versión de su compañero—. No hay razón para ponerse a la defensiva, abogada.

—Bueno, hágale una invitación a cenar para que charlen a gusto, detective —dijo Chelsea con un tono inobjetable—. Una sala de interrogatorios no es el mejor lugar para hablar del último partido de los Gigantes de Nueva York, ¿no lo cree así detective? Mi cliente no puede ser privado de sus derechos solo porque dos policías tienen ganas de charlar en una sala de interrogatorios. Seamos serios, señores.

—Como dije no se violó ninguno de sus derechos, le pedimos que viniera a la estación para hacerle unas preguntas —dijo el hombre—, es todo.

—La próxima vez que quiera hacer una pregunta cualquiera que no tenga nada que ver con un asesinato, lo mejor será que la haga en donde sea que lo encuentre. Conozco las leyes a la perfección —dijo Chelsea—. Presentaré una queja por intimidación y abuso de la relación de poder.

—No lo interrogábamos ni pedíamos nada que vaya contra la ley —dijo el hombre, quien después de aquello se presentó como el detective Sanders y a su compañero como el detective Skinner—. No hay nada fuera de los estatutos.

—Me alegra, aun así, mi cliente se irá ahora mismo —dijo mirando a Curtis—. Nos vamos. Fue un placer verlos, señores.

—Su cliente es sospechoso de homicidio —declaró uno de los detectives—. Supongo que ya le informaron al llegar.

—Claro que sí, pero no tienen nada, caballeros —declaró la mujer—. Una corazonada no es una prueba. Ponga a mi cliente en la escena del crimen y entonces hablamos, mientras tanto, el señor McFly se va y esto se acaba aquí mismo. Buenas noches.

Curtis se puso de pie con una sonrisa triunfadora antes de salir tras su novia quien en ese momento no dijo nada y prosiguió su camino hasta afuera de la estación de Policía.

Mientras esperaban afuera un taxi que les llevara, este se mantuvo callado durante unos segundos.

—Chel...

—Ahora no —dijo ella mientras levantaba la mano y lograba que un taxi se detuviera frente a ellos.

Abordó el coche con él a su lado y en todo el camino se mantuvieron en completo silencio. Ella no quería hablar en ese momento. No frente a cualquier persona, ni en la calle y mucho menos quería que le dijera de cosas que no sabía si le comprometían o no. Chelsea prefería que lo hablaran en casa.

En cuanto él taxi se detuvo frente a su pequeño departamento, este se bajó y le ayudó a bajar para después pagar el monto. Se dirigieron dentro y ella solo le miró con los ojos furiosos.

—Recogeré más tarde el coche o mañana temprano —dijo Curtis—. Yo no tengo la culpa de que esos policías de pacotilla me detuvieran de forma arbitraria.

La chica dejó su abrigo algo húmedo en el perchero y le miró antes de cruzarse de brazos.

—¿Quién es esa mujer y por qué te relacionaron con ella? —preguntó Chelsea con la mirada sobre él—. ¿De dónde la conoces? No te atrevas a mentirme porque está claro que los detectives te tienen en la mira, dime por qué. No puedo ayudarte si no eres sincero conmigo.

—¿¡Estás acusándome de asesinato!? —Alzó la voz como si estuviera realmente ofendido—. ¿Qué es lo que esas pensando? Yo no haría algo así.

—Yo no estoy pensando nada, ni acusándote, pero el cargo es muy grave —dijo ella—. Es claro que los detectives van a volver con la intención de detenerte o de situarte en la escena del crimen. Quiero que me digas las cosas como son, no quiero engaños. La única manera en que un abogado puede ayudarte es con la verdad. ¿De dónde la conoces?

—No la conozco, simplemente ya sabes que trabajo de lo que sea y pues hice un envío a esa dirección. Tengo el recibo con su firma en la fecha y hora exacta. Si aparezco en la escena es solo un instante, lo puedo probar.

Chelsea respiró un poco más tranquila tras la declaración de su novio y asintió antes de darle una sonrisa pero aun así prosiguió con una serie de preguntas que parecían dejar fuera de foco a su novio.

Durante largo rato estuvo discutiendo con él los pasos a seguir en caso de que la policía le hiciera una nueva visita y le recomendó que lo primero que debía hacer era pedir un abogado en caso de ser detenido y no hablar sin su presencia.

Él asintió y se mantuvieron hablando del asunto durante largo rato hasta que él terminó por hablar.

—Bueno, iré por el coche —dijo mientras ella le pedía que fuera a la mañana siguiente pero él se negó alegando que lo necesitaría temprano.

A ella no le quedó de otra que conformarse con eso y recibir un beso de su novio en los labios después de que este le diera un guiño.

—¿Puedes llevar a la niñera? —Preguntó Chelsea—. Vine antes y no tiene caso que siga aquí.

—Claro —dijo él—. La espero.

La joven se alejó para ir a la habitación donde se encontró a su hija con la niñera abrazada a ella. Ambas dormían cómodas.

Se acercó para despertar a la joven y pronto la mujer despertó desorientada. Escuchó lo que dijo Chelsea y se levantó rápidamente para aprovechar que Curtis le acompañaría hasta su casa, después de todo, no vivía tan lejos y la podía llevar caminando para después ir por el coche.

Los vio irse, luego de pagarle la noche a la niñera y posteriormente volvió a donde su hija dormía para darle un beso en la frente y alejarse a su habitación.

Escuchó el sonido de su celular y vio la llamada de su amiga. Lanzó una maldición y contestó para deshacerse en disculpas después de aclarar las razones por las que salió a toda prisa y sin decir nada. Omitió la parte de Jack puesto que no quería que nadie supiera del asunto ni lo que había acontecido entre ellos años atrás, así que solo dio una reseña a grandes rasgos y finalmente se dirigió a su habitación.

Se quitó la ropa y se puso el pijama antes de acostarse en la cama. Cerró los ojos de frustración, un tanto incómoda de que Jack fingiera no conocerla y disfrutara jugar al gato y al ratón pero también porque en realidad no sabía cómo controlarse frente a un hombre que tenía una mirada tan analítica y que le inspiraba tanto miedo y sensaciones a la vez. Tampoco tenía idea si decirle a Curtis que lo había visto fuera una buena opción.

Suspiró mientras se acomodaba en la cama y cerró los ojos ante la jaqueca que tenía de solo pensar en todo eso.

Al final se tomó el tiempo de tranquilizarse pero no duró mucho puesto que su amiga volvió a llamar para pedirle que volviera pero ella desestimó al aclarar que ya había enviado a casa a su niñera.

Su amiga insistió diciendo que dejara a cargo a Curtis de la pequeña Chloe. Chelsea sonrió y miró la hora, eran apenas medianoche y lo cierto era que se sentía muy estresada, así que finalmente aceptó pero también indicó que saldría hasta que Curtis volviera, puesto que había ido por el coche.

Su amiga aceptó encantada y colgó la llamada en medio de chillidos tras decirle que había ligado a alguien hermoso.

«Chelsea entró al lugar con la confianza que no sentía de solo imaginar que él siguiera ahí. Buscó a su amiga por el sitio pero en medio de la oscuridad y las tenues luces rojizas le fue imposible encontrarla, así que se acercó a la barra y pidió un trago para después sacar su celular y marcarle reiteradas veces pero no obtuvo respuesta. Al verse ignorada le envió un par de mensajes para recordarle que ya había llegado pero su amiga no respondía.

Maldijo enojada al darse cuenta de que no estaba pendiente del teléfono a pesar de que estuvo insistiendo en que llegara.

—¿Así que decidiste volver? —dijo una voz a su lado—. Interesante.

—No sabía que no podía hacerlo —declaró girándose al hombre que le miraba con atención y sonreía—. Este es un lugar público y si lo puedo pagar no veo la razón por la que se me cuestione el número de veces que vengo.

—Tranquila —dijo Jack—. No estoy cuestionando, solo me llamó un poco la atención verte de nuevo luego de la forma tan apresurada en que te fuiste, eso es todo, no hay nada malo en todo esto. Espero que hayas resuelto lo que sea que te alertó así.

—Por supuesto, gracias —dijo relajándose un poco.

Un silencio abrumador se formó entre ellos, sobre todo porque Chelsea se veía rogando a todos los dioses que el hombre se fuera de una vez por todas; sin embargo, Jack solo seguía a su lado con la mirada sobre ella.

—¿No tiene a sus amigos esperando? No me gustaría privarlos de su presencia —dijo Chelsea—. No soy la clase de persona que disfruta importunar. No tiene que estar aquí, mi amiga no debe tardar, está en el servicio pero ya viene, así que no estaré sola.

—Mis amigos ya se fueron —declaró Jack para consternación suya y ella apretó los labios en señal de maldición—. De hecho yo pensaba irme ya pero...

—No lo entretengo más, señoría —interrumpió ella con tal de que se fuera—. Entiendo que es un hombre muy ocupado y no quisiera que se sienta comprometido a continuar conmigo aquí aburriéndose. Seguramente mañana tendrá muchos pendientes en el juzgado y no quisiera que llegue desvelado por mi causa.

—Le agradezco su preocupación por mi salud pero estoy perfectamente, desvelándome o no, no se apure —dijo Jack—. En realidad me gustaría retomar la conversación donde lo dejamos. Si hay algo que me caracteriza es precisamente ser muy recto y muy directo. Aborrezco darle vueltas al asunto.

Chelsea se bebió de golpe el trago que tenía frente a ella y se mantuvo callada con la esperanza de que el hombre se aburriera y se fuera de una vez por todas.

Miró a todos lados para ver si su amiga aparecía por algún lado pero no la vio, así que se puso de pie para ir a buscarla.

—Creo que iré a buscar a mi amiga por la pista, quizás está bailando con alguien. Si me disculpa —dijo poniéndose de pie para huir una vez más cuando sintió la mano de Jack apoderarse de la suya de forma tajante.

—Creí que estaba segura de que su amiga estaba en el baño —declaró el juez—. No tiene que llamarme señoría en la calle, pero dejemos los juegos. Su amiga volverá y mientras tanto, usted puede aclararme un par de cosas que no me cuadran en todo esto. Siéntese por favor.

Pidió dos tragos más y la observó con los grises ojos, lo hizo de esa manera que conseguía que cada uno de los músculos de Chelsea se tensara.

—Bien —declaró ella al verse acorralada y dispuesta a llevar sus mentiras hasta donde fuera posible y de la manera más eficiente para acabar con aquello de una vez por todas.

—¿De dónde nos conocemos? —preguntó directamente con la mirada sobre ella y a Chelsea le pareció que efectivamente estaba estudiando su respuesta—. Si va a mentirme al menos hágalo bien.

—No voy a mentirle —dijo Chelsea—. Nos conocimos en la casa de Mathew Jones declaró la joven y de inmediato sintió que Jack se tensaba y la miraba con una ceja enarcada esperando que continuara—. ¿No necesito decirle lo que pasó, verdad?

—¿Le ruego me disculpe? —inquirió el juez con el entrecejo fruncido y sin entender de lo que hablaban—. No tengo el placer de comprenderla.

—No juguemos al loco —añadió Chelsea un poco cansada de la situación—. Claramente usted sabe perfectamente de lo que se trató esa noche, así que si de verdad quiere saber, empiece por dejar de fingir que no me recuerda. Estoy cansada de este juego.

—Pues aunque no lo crea no la recuerdo —dijo Jack con un gesto incrédulo que hacía dudar a Chelsea—. No tengo ningún problema en que me lo recuerde sin endulzar nada, solo diga a grandes rasgos lo que pasó y punto.

—Tuvimos sexo —dijo ella—. Esa es la verdad. Un trío para ser específicos.

Jack la observó unos segundos. Estaba boquiabierto y tenía la mirada sobre ella como si no estuviera comprendiendo exactamente lo que acababa de escuchar.

—¿Es una broma? —cuestionó el juez.

—¿Me ve riendo? —contraatacó Chelsea con una mirada de enfado que hizo que el juez se ofuscara—. Jamás bromearía con algo así.

El hombre le miró soprendido, abriendo y cerrando la boca una y otra vez sin poder entender del todo lo que escuchaba en ese instante.

—He tomado decisiones durante años, pero justo ahora no soy capaz de decir algo ante lo que acabo de escuchar —declaró Jack—. No sé qué decir.

—No hay nada que decir, solamente quería decírselo para que deje de fingir que no me recuerda y yo deje de sentir que estamos jugando al gato y al ratón —dijo Chelsea con una determinación que hizo que él le mirara con atención y asintiera un poco incómodo—. Si sirve de algún consuelo no fue nada importante, solo una fantasía que mi novio deseaba cumplir y bueno, las cosas se dieron en el momento.

—Entiendo —declaró Jack mientras se removía en su lugar—. No estaba fingiendo no recordar, de hecho lo único que recuerdo de esa noche es haber llegado y conversado con Jones pero solo eso. No se ofenda señorita Randall pero si no la recuerdo debe ser precisamente por dos razones, la primera es porque lo que usted dice que pasó, no pasó en realidad o porque no tuvo la menor importancia. En cualquiera de los dos casos no se me puede culpar porque en lo primero se probaría que usted trata de sacar ventaja con alguna clase de chantaje u obtener algún beneficio en la corte y en el segundo caso bueno, no hay mucho qué decir.

—¿Insinúa que yo trato de engatusarlo? ¿Qué grado de estupidez cree que tengo para arriesgar mi carrera por nada? —cuestionó burlándose de él—. Es lo más absurdo que ha dicho.

Jack sonrió antes de mirarla directamente a los ojos y hablar:

—Se sorprendería la clase de cosas que he visto a lo largo de toda mi carrera —declaró con total seguridad—. Simples abogadas, fiscales adjuntos, de distrito y demás han intentado sacar provecho alguno usando sus atributos. Si no es su caso no debería ofenderse, pero si lo es, bueno, le aviso que está perdiendo su tiempo. No me involucro con nadie que trabaje conmigo.

—Gracias por la aclaración —respondió con ironía—. En realidad yo lo recuerdo porque tengo una memoria fotográfica, no porque usted haya sido más importante de lo que fue. Mi novio es la única persona que necesito.

El juez sonrió de medio lado mientras ella se removía inquieta ante la malicia que podía verse en sus gestos.

—No lo dudo —dijo Jack—, pero solo como mera aclaración, trate de ser más natural, se le nota la molestia al saberse olvidada, lo transpira.

Fijó la mirada sobre ella, quien se removió en su lugar ante la visualización absorbente y tumultuosa del juez. Sus pupilas se oscurecieron y resbalaron inspeccionando cada parte del cuerpo de la chica, disfrutando de su nerviosismo. La miró de forma descarada, segura, morbosa, como si la desvistiera con la mirada, firme y reveladora que provocó sensaciones en la fiscal que el hicieron recordar la noche en la fiesta y su cuerpo se tensó ante el recuerdo.

Cada una de las partes de Chelsea se reveló ante la exacerbada mirada del juez, quien parecía consciente de que la joven reaccionaba a sus ojos recorriéndola de arriba abajo.

El descaro que infringía en su recorrido visual provocó que la joven apretara las piernas de forma involuntaria y que sus pezones se revelaran ante la sola idea de verse entre los dientes o los labios de Jack.

Chelsea se removió cuando se sintió avergonzada de sí misma al estarse calentando con solo la mirada del hombre.

Carraspeó intentando que su cuerpo reaccionara y dejara de estremecerse con el escrutinio, que se comportara normal, pero no lo logró. Contrario a todo, al verlo moverse y acercarse un poco más, cuando su inconfundible aroma le sometió y le trasladó a aquella noche, sintió cómo sus pezones le delataban y se endurecían debajo de la tela de satén color palo de rosa que llevaba esa noche.

Sus delatoras puntas aparecieron bajo la sedosa tela y atrajeron de forma inevitable la mirada del juez, quien seguía frente a ella y le observaba a detalle.

Lo vio hacer una seña al barman y este se acercó para oír y asentir lo que haya dicho Jack, tanto que ella se removió de nuevo ante el secretismo.

Rápidamente tuvo frente a ellos una botella de vino que hizo el ambiente un poco más cálido, o al menos esa era la intención, pero lo cierto fue que fracasó de forma estrepitosa puesto que en lo que a ella concernía estaba empezando a sudar mucho.

En ese instante le pareció que el aire acondicionado del antro no estaba funcionando y al parecer Jack lo notó dado que se acercó un poco más, imponiendo su presencia y le miró mientras ella intentaba evadirlo sin mucha fuerza de voluntad.

De pronto sintió que la mano del juez rozaba su cadera de forma deliberada y descarada, tanto que ella no supo qué hacer. Por supuesto, una parte de sí —la racional e inteligente— le decía que le asestara tremendo bofetón pero la otra parte —la rebelde— le decía que solo se dejara hacer»...

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