Capítulo 36
La mañana llegó sin que ella pudiera dormir en toda la noche, así que al amanecer, decidió que iría y se arriesgaría, después de todo, ya no tenía nada qué perder. Tomó sus maletas, las de su hija y se despidió de Piper, quien no quiso dejarla sola, así que también fue con ella para darle su apoyo moral.
En todo el camino, fue nerviosa y sintiendo que un hueco en el estómago se le formaba, pero se obligó a mostrarse contenta para que su hija no sintiera nerviosa. Trató de no ponerse a llorar y también se evitó el estrés de tener que contestar las llamadas de Jack. De hecho, pensó que cuando su hija estuviera bien, no le vendría mal solicitar un trabajo fuera de Nueva York, tal vez podría solicitar la jurisdicción en otro lado apenas recibiera la baja de su suspensión por escrito.
Después de lo que pareció un largo y agonizante camino, en el que tuvo que decirle a su hija que viajarían para que ella pudiera recibir unas medicinas, tratando de adornar todo para que Chloe no se alterara y de que no llorase antes de tiempo, arribaron a la casa de Chase.
Bastian las vio llegar, entendiendo que irían con él al ver las maletas. Las guio al aeropuerto en donde su avión personal lo esperaba.
Chloe fue preguntando todo el camino a dónde iban, qué medicinas tomarían y si su padre estaría en el lugar.
Entretanto, su madre tuvo que mentir muchas veces, las suficientes para que su hija se sintiera más tranquila, tanto que se quedó dormida el resto del camino.
Al llegar, fueron escoltados a la casa del biólogo. Ahí donde pronto les fueron asignadas sus habitaciones.
Bastian les pidió que descansaran el resto de la tarde y que les avisaría para la hora de la merienda, luego de eso, empezarían al día siguiente y la niña debía estar en ayuno.
El hueco en el estómago de la mujer se hizo más grande; sin embargo, accedió. Dejó a su hija en la cama, se recostó con ella un rato y luego salió a la sala en donde encontró a su amiga, Chase y Bastian conviviendo amenos.
—Hola —dijo, acercándose a ellos—. ¿De qué hablan?
—Hablábamos de los hombres que huyen de la paternidad —confesó Bastian y Chelsea frunció el ceño—. Me refiero a esos que embarazan y luego huyen.
—Ah, claro —respondió Chelsea—. Bueno, de esos hay muchos. Supongo que hay alguna cosa en la genética masculina, son demasiados los que hacen lo mismo.
—Cognitivamente hombres y mujeres somos igual de inteligentes —declaró Bastian y sonrió—. Sin embargo, el desarrollo de las redes funciones es más lento en los hombres y, desde luego, más pronto en las mujeres, de ahí que los hombres tengan limitantes de compromiso.
—Supongo que todos los seres humanos tenemos limitantes —declaró Piper.
—¿Estás justificando el abandono paternal? —inquirió Chase y enarcó una ceja.
—Justo pensaba preguntar si estabas justificando a los hombres que dejan hijos por ahí sin más —secundó el biólogo.
—Solo digo que todos los seres humanos somos inmaduros en algo —declaró la abogada—. Somos limitados en algo, ¿cuáles son tus limitaciones?
—Ninguna desde luego —agregó un soberbio Bastian—. Dije los humanos.
—¿No eres uno acaso? —preguntó la abogada.
—Yo soy sobrehumano, no me encasilles en algo tan... insignificante y banal —declaró y sonrió con suficiencia—. Soy más que eso y, no dejaría a un hijo abandonado. Lo que dije de la inmadurez de los hombres fue una causal, no una justificación, tomando en cuenta que puedes ser inmaduro, pero a la vez alguien razonable. En cambio, los abandona hijos son inmaduros, poco razonables y la mayor parte de tiempo muertos de hambre. Palabras más, palabras menos.
—¿Tienes hijos? —cuestionó Chelsea.
—Aún no —respondió divertido—. Pero confieso que tengo interés en una mujer que está embarazada, lo significa que técnicamente tendría un hijo.
Chelsea sonrió.
—¿Es bonita? —preguntó Chelsea y rio la ver su cara.
—Sí que lo es —respondió el biólogo—. Sin ofender, la más bella de todas.
Las dos mujeres sonrieron y lo acompañaron al comedor, en donde cenaron en silencio mientras la niña dormía.
Bastian cenó con ellas y al terminar, aprovechó el descanso de la pequeña para tomar una muestra de sangre. Cuando despertó, le dieron de comer y la mantuvieron despierta mientras él hacía algunas pruebas, luego de eso, de nuevo durmió, puesto que al día siguiente comenzaría el proceso.
Tras concluir todo, la fiscal fue a su habitación; no obstante, se detuvo al encontrarse con su amiga otra vez sentada en el balcón, a oscuras.
Se acercó a paso lento y se sentó a su lado en silencio durante varios minutos.
—La calma que se respira aquí es envidiable —dijo Piper, rompiendo el silencio.
—Sí, es un lugar extraño —mencionó Chelsea mientras veía las montañas a lo lejos—. Poppy, ¿puedo preguntar por qué estás aquí? Sé que quieres apoyarme, pero también sé que hay algo más.
Su amiga sonrió.
—Digamos que hay un problema con pene que me tiene un poco mal —dijo su amiga y sonrió nerviosa.
—¿Tienes problemas con tu novio? —cuestionó Chelsea—. Si es por mí, te prometo que me iré de tu casa apenas lleguemos y...
—Le fui infiel y estoy embarazada —interrumpió Poppy confesando su pecado—. Ya lo sabe. Es obvio que ya no estamos juntos ni habrá boda ni nada. Lo sé, soy una mala persona, ni siquiera puedo sentirme mal por haberlo hecho, me arrepiento, sí, pero no me siento mal. Solo puedo sentir vergüenza ante él, aunque el verdadero dolor, ese que me consume, es que mi familia se entere. Creo que ahora necesito un tiempo para pensar en lo que pasará conmigo.
—¿Cómo se enteró tu novio? —cuestionó Chelsea.
—Me descubrió unos mensajes. —Poppy hizo un gesto aguantando las lágrimas—. Debería sentirme tan mal con eso, pero en el fondo me sentí aliviada. No supe cómo decírselo y no me siento mal de terminar con él, me siento miserable de causarle dolor, pero en paz conmigo. Es estúpido, lo sé, pero por ahora tengo otras preocupaciones. Ya sabes, es solo que si se supiera, perdería demasiado. No importa, no hablemos de mí ahora. Mejor pensemos en cómo vamos a ayudar a la pequeña Chloe.
—Estoy muy asustada y no sé si traerla aquí fue lo mejor, pero mi desesperación es demasiada —declaró Chelsea y soltó a llorar—. Siento que ya no puedo. Mi hija no merece esto y no sé cómo ayudarla, no sé si lo que estoy haciendo es sano para ella, si es bueno, si es justo; no sé nada. Todo lo que puedo pensar es que la quiero a mi lado, pero tampoco quiero hacerla sufrir y Bastian dijo que será difícil, entonces, me he cuestionado si esto es amor o egoísmo. Si soy buena o mala madre para mi hija.
Su amiga tomó su mano y luego la hizo mirarla.
—Eres una madre que agota todas las posibilidades antes de rendirse —sentenció su amiga—. Eso no te hace una mala persona, te hace una madre dispuesta a todo por conservar la vida de su hija. Sé que nadie quiere ver sufrir a sus retoños en ninguna clase de tratamientos, pero a veces aunque lo intentemos, es necesario y si funciona, habrá valido la pena.
Chelsea asintió y se limpió las lágrimas.
—Supongo que tendré que llorar hoy todo lo que sea posible porque a partir de mañana no tengo permitido hacerlo —declaró mientras su amiga le limpiaba las lágrimas.
—Yo voy a estar aquí contigo para que al final de día llores lo que tengas que llorar conmigo —dijo Piper.
La abrazó y consoló hasta que se quedó dormida. Pensó en recostarla en el piso y cubrirla con algo, pero Bastian llegó y se ofreció a llevarla a la cama.
Le pidió que no desempacara, puesto que al día siguiente irían al laboratorio y Piper entendió.
Finalmente fueron a dormir y cuando Chelsea despertó fue porque Bastian tocó la puerta para decirle que era hora de iniciar.
Se apresuró a darse una ducha y salió luego de eso, arregló a su hija y salieron juntas. Piper, Bastian y Chase estaban ahí.
Se quedaron callados en todo el camino y solo hablaron cuando vieron el imponente edificio de Industrias Westwood. Bajaron del coche y se acercaron a la entrada en donde fue recibido como un rey.
Entretanto, tuvieron que someterse a los controles de seguridad y finalmente se adentraron por el enorme pasillo. Ellas le siguieron con temor hasta llegar a un ascensor que los llevaría a un área privada, en donde caminaron detrás del biólogo con incertidumbre.
Al mismo tiempo, Chloe empezó a ponerse nerviosa al asociarlo con un hospital y Chelsea luchó por controlarla y controlarse a sí misma.
Sus ojos se tornaron llorosos al sentir el fuerte agarre de la niña, quien no quería que le picaran con una aguja ni deseaba quedarse.
Por primera vez, la escuchó pedir a su papá, quizás porque en ese instante a ella le tocaría ser la mala. Estaba segura de que su hija pensaba que era un castigo.
Detuvo sus pasos y todos los hicieron con ella, mirándola titubear, pero luego de unos segundos, decidió continuar.
Al llegar a una habitación de cristal, ella entró junto a Chloe, a quien prácticamente tuvo que someter porque se negaba a dejarse colocar una inyección.
Unos segundos después pudo colocarla sobre la cama y canalizar su pequeño brazo, le colocó una mascarilla y finalmente se durmió.
Bastian recibió una llamada y ella solo escuchó un simple: déjenlo pasar e indíquenle la zona. Guíenlo.
—¿Qué pasará ahora? —cuestionó con los ojos muy abiertos y al verlo colgar la llamada.
—Haremos unas pruebas y si todo va bien, en unas horas comenzaremos —declaró seguro y ella solo movió la cabeza.
Salió de ahí para dejarlo hacer su trabajo y se sorprendió cuando uno de los guardias arribó con Jack a su lado.
Este se acercó a ella y luego miró a Chloe.
—¿Qué van a hacerle? —cuestionó mientras ella daba una reseña del procedimiento a grandes rasgos, intentando recordar cada cosa y sobre todo buscando explicarse con propiedad.
Al terminar, el juez suspiró y negó.
—No tengo nada que perder —declaró Chelsea—. Ella va a morir si se queda en un hospital y yo no quiero verla consumirse, así que por qué no intentar con algo que me dio esperanza. Ya sé que no estás de acuerdo, pero es mi hija y yo no voy a sentarme a esperar a que muera. No puedo hacerlo, simplemente no.
—Nadie dijo que te sentaras a esperar —recriminó el hombre—. Solo íbamos a buscar un especialista. Su doctor no era el único en el mundo.
—Bastian es un doctor también, se dedica a encontrar medicamentos que ayuden a curar enfermedades —insistió Chelsea.
—¿Bastian? ¿Cuándo dejó de ser Westwood para convertirse en Bastian? —inquirió furioso y Chase sonrió de medio lado al escucharlo—. Él es un científico que va a someter a mi hija a una prueba que solo Dios sabe lo que contenga. Nada de esto tiene sentido, ¿¡Te estás escuchando!?
Se quedaron callados cuando él salió de la habitación de la niña y los llamó.
—Por favor acompáñenme, tengo los resultados —declaró Bastian y ambos fueron tras él para escucharlo. Les mostró un iPad—. Ella está en condiciones de soportar el medicamento, es ahora o nunca, seguramente sus siguientes análisis serán un poco más fatídicos, así que empezamos si así lo decides.
—Sí —ordenó Chelsea.
—Estás loca —reclamó Jack y se hizo a un lado para no tener que soportar los disparates de Chelsea.
Si embargo, ella parecía decidida a continuar y en el fondo, aunque no lo admitiría tenía muchísimo miedo.
Por su parte, Jack estaba temeroso del resultado, también aunque no lo reconocería, por puro orgullo, estaba un poco molesto con la presencia del biólogo. Había algo en su forma de conducirse que no terminaba de cuadrarle del todo, así que tomó un tiempo para analizarlo, aunque le resultaba difícil tomando en cuenta que el sujeto era como un bloque de hielo impenetrable.
Una mujer llegó y colocó la intravenosa en la niña mientras que Bastian aseguró que era el único medicamento que suministrarían en ese momento hasta esperar los síntomas. Les pidió descansar hasta que ella despertara y Chelsea, solo se sentó frente a la habitación.
Jack hizo lo mismo y el biólogo salió durante unos minutos antes de volver y pedirles que se unieran a él en el desayuno.
—Gracias, pero necesito buscar un hotel —dijo Jack y el hombre asintió. Miró a Chelsea—. ¿En qué hotel te estás quedando?
—No me he quedado en ningún hotel —respondió para sorpresa de Jack—. Ayer dormimos en casa de Bastian y hoy me quedaré aquí.
—¿Disculpa? —cuestionó e inhaló para tranquilizarse un poco.
Se sintió rebasado con lo que escuchó.
—Estaré en el comedor, es aquí recto, en la última puerta —dijo Bastian—. Si ocurre algo, llámame Chelsea y no te preocupes tanto, lo resolveremos.
Se alejó dejando a la pareja a solas.
El juez miró a Chelsea.
—¿Te has vuelto loca? —preguntó enervado—. ¿Qué haces durmiendo en la casa de ese tipo al que apenas conoces? Encima traes a mi hija. Sabes que esa es una de las razones por las que no creía que ella estaría bien contigo. Haces las putas cosas sin pensar, si alguien te dice que te lances de un edificio lo haces porque te inspira confianza, pero nunca piensas.
—¡Ya cállate! —exclamó la fiscal—. Estoy harta de ti, ¿qué haces aquí? Ve a cuidar de tu hijo y deja que yo me encargue de la mía. En tres años ella no te necesitó, ¿qué te hace pensar que de buenas a primeras ya eres indispensable para Chloe? Lárgate de aquí.
—Estoy harto de esta mierda —dijo Jack y se acercó a ella—. No sé lo que pretendes, pero te prometo que esto no se va a quedar así, no voy a dejar que hagas lo que quieras con mi hija, parece que se te olvidó que soy su padre y voy a solicitar la custodia compartida. Tengo derecho a verla.
—¡Como si te importara! —gritó furiosa—. No la quieres, ¿entonces por qué me haces esto? ¿Qué tengo que hacer para que me dejes en paz? Dime qué esperas que haga para que nunca vuelvas a mi vida. Ya ni siquiera tengo fuerzas para pelear contigo, solo quiero paz, pero estás empeñado en discutir. Ve con tu hijo, lo defendiste a capa y espada cuando yo iba a exponerlo, pero no te detuviste nunca cuando me arrebataste a mi hija, cuando la usaste para hacerme daño, cuando me chantajeaste para que fuera contigo a cambio de no llevártela. Ya me has humillado suficiente, todo lo que has querido, ahora solo ve con tu familia, con tu hijo y deja que nosotras seamos una familia lejos de ti, ya no sé cómo suplicarte eso.
—Yo no quiero menos a Chloe, pero lo que pasó con Jamie fue mi culpa, yo propicié eso, así que yo lo iba a arreglar —rebatió el juez y se frotó la cara—. Eso no significa que yo no ame a Chloe.
Ella le ignoró después de burlarse y solo se alejó de él, dejándolo solo.
Jack salió por el mismo camino que entró y afuera se encontró con Bastian colgando el teléfono, se miraron unos segundos.
—Señor juez, qué cara. Da igual deberías tomarte un té y hacer ejercicios de respiración, ya eres un cuarentón y no es bueno que andes por ahí haciendo rabietas —bromeó Bastian—. Deberías visitar un cardiólogo, no vayas a sufrir un ataque cardiaco. En fin y hablando en serio, si alguna vez vuelves a señalar a mi hermana con el dedo, me vas a encontrar de muy mal humor y no respondo en cuanto lo que pueda pasarte. Estuve investigando y sé que intentaron matarte, te aseguro que yo soy un demonio al que no te gustará tentar.
—¿Me estás amenazando? —cuestionó Jack—. ¿Quién crees que eres, imbécil? Si no quieres que señale a la cría que tienes por hermana, entonces dile que no me provoque. Además, ya está bastante crecidita como para que corra a esconderse entre las piernas de su hermano. Por cierto, yo también te estuve investigando y también puedo ser un demonio con tácticas igual de cerdas que las de tu infierno. No vuelvas a amenazarme porque también me vas a encontrar de mal humor.
Bastian sonrió.
—Creo que eres muy engreído —mencionó el biólogo—, yo también, pero yo tengo razones, tú solo títulos universitarios y solo quiero recordarte que en este mundo, los científicos somos más valiosos que cualquier abogado. Es por eso que soy más que tú, pero no lo diré para que no te ofendas. Como sea, espero que entiendas tu rol en esto. A veces a los hombres nos toca estar detrás. No te creas eso de que detrás de cada hombre hay una gran mujer, la mayoría de las veces es al revés. Ellas no nos necesitan, solo nos hacen sentir necesarios para que encontremos una utilidad en el mundo más allá de ser los machos de fuerza bruta. Te llamé porque quiero pensar que amas a tu hija; de lo contrario no estarías aquí, entonces tal vez deberías confiar en Chelsea, aunque te cueste admitirlo, es una mujer muy lista, solo deja que haga lo que sabe hacer mejor: ser madre. No debería decirte esto, pero hoy hablé con alguien que me hace bien y... estoy de buen humor, así que voy a darte el mejor de los consejos. Si haces algo, hazlo bien o no lo hagas.
—¿De qué demonios hablas? —inquirió el juez.
—Si vas a ser el villano y verdugo de Chelsea, hazlo bien, sin compasión —declaró Bastian—. Si lo haces a medias, un día vas a arrepentirte y cuando eso pase, vas a ser muy miserable. Haz algo con la seguridad de que dominas la situación y no la situación a ti.
—¿Crees que eres consejero? —cuestionó.
—No, soy biólogo con más doctorados de los que puedes imaginar —declaró divertido—, pero cuando decido ser el malo, lo hago con la seguridad de que no habrá retorno para mi adversario. Soy malo con todas sus letras y nunca en la vida me arrepiento de mis acciones. Lo tuyo con Chelsea está tomando un tinte obsesivo, no te culpo, es bonita, pero si vas a destruirla hazlo bien, no seas imbécil y te destruyas primero.
Se dio la vuelta y lo dejó ahí parado mientras Jack miraba al hombre irse y pensaba en sus palabras. No entendía a qué venía todo eso, pero lo cierto era que tampoco le importaba en ese momento.
Por su parte, Chelsea se paseó de un lado a otro, esperando que su hija estuviera bien. Chase se sentó a su lado y le dio una sonrisa.
—Deja de pasearte tanto, ella estará bien —dijo Chase y la fiscal se sentó a su lado—. Lo que te digo de las reacciones adversas, son fuertes, pero pasarán. Si hay algo que mi hermano hace bien es su trabajo, no falla nunca, es persistente, así que tienes la seguridad de que al final, habrá valido la pena. A Bastian se le puede cuestionar su moral, sus métodos poco ortodoxos, pero jamás sus resultados.
—Es que...
—Sé cómo te sientes —continuó diciendo Chase—. Sabes, yo... yo he sufrido mucho por la mi propia muerte, es largo de contar, pero te aseguro que en el fondo pienso que debe haber algo en el mundo que me haga aferrarme a esto, porque aquí sigo, supongo que hay razones tontas para vivir. Chloe es una niña, mi hermano no hará nada que pueda hacerla sufrir de más, puede decir mil cosas, pero adora a los niños, siempre ha querido una familia.
—¿Por qué no se ha casado? —inquirió Chelsea.
—Solo míralo, ¿quién demonios va a fijarse en un nerd que a todo le busca la lógica? —preguntó Chase y ella sonrió—. ¿Qué clase de enferma pondría los ojos en ese demente? —Soltó una risa—. No se ha casado porque vive de un recuerdo y, ha encontrado a alguien ahora que le interesa de forma romántica, pero no sé si sea lo mejor. Como sea, tengo que apoyarlo si quiero que haya continuación de su legado, lo que sea que signifique eso.
—Investigué un poco de ti, te apodan cobra, pero nadie conoce tu identidad, ¿por qué me la muestras a mí? —preguntó y la vio sonreír.
—Odio la idea de una madre lejos de su hijo —aclaró y sonrió triste—. A mí me abandonaron junto a mi hermano. Crecimos en un orfanato, pero el genio era él y un hombre muy rico, decidió convertirlo en su heredero, desde luego vio la mina de oro que mi hermano representaba, así que se lo llevó y yo puedo decir que estar lejos del cariño de una madre, es algo que nunca se va a superar, supongo que eso me hizo ayudarte, además el juez me cae mal. Seguro que mi hermano le dirá dos que tres cosas si termina cansándolo. No quiere decírselo ahora porque si lo hace no quedará nada del FitzGibbons. No te preocupes, no vamos a matarlo hasta saber que Chloe aparece en su testamento.
Chelsea sonrió y agradeció que intentara ser linda con ella.
—Gracias por todo —dijo finalmente.
—Yo debo ir a atender algo, tengo un dolor de cabeza personal que debo poner en su lugar, pero te prometo que vendré más tarde para ver cómo está —mencionó antes de despedirse de la fiscal, quien agradeció la ayuda, pero cambió su semblante cuando vio a su hija despertar.
Se puso de pie y en ese momento, su amiga apareció. Esta, esperaba decirle que fuera a comer algo, pero no pudo hacerlo, dado que Chelsea corrió a la habitación.
Chelsea se acercó a su hija y estaba ardiendo en fiebre, tanto que sus mejillas estaban enrojecidas, así que salió en la búsqueda de Bastian, quien apareció de inmediato y se acercó a la niña. Revisó su temperatura, sus pupilas, su ritmo cardiaco, todo lo que pudo y cuando terminó, solo le puso una nueva inyección aunque no ayudó en mucho.
—Tendremos que bajarle la fiebre de forma tradicional, compresas, necesito que el medicamento haga lo suyo sin interferencias —dijo Bastian y ella corrió a buscar algo para empezar a hacerlo.
Se sentó y le cantó a su hija, le leyó un cuento y colocó las compresas a cada instante, no dejó de hacerlo jamás puesto que la fiebre no cedía.
De cuando en cuando, Bastian llegaba para monitorearla y cada vez, su hija estaba más molesta y decaída. Pronto comenzó a desarrollar ronchas, vómitos y mucha diarrea.
El dolor que decía sentir era algo que prácticamente le provocaba a Chelsea una impotencia cuando la escuchaba llorar y quejarse sin poder hacer nada.
Al quinto día estaba flaca, desanimada, casi no se mantenía despierta y cuando lo estaba lloraba todo el tiempo, gritaba por el dolor y Chelsea tenía que hacer acopio de toda su fortaleza para no ponerse a llorar ahí mismo con su hija.
En algún punto, quiso suspenderlo todo. Luego de una semana, a Chelsea le dolía ver a su hija sufrir de esa manera. Lloraba todo el tiempo y con el correr de los días y las semanas, las cosas se pusieron peores para la niña, quien soportaba y todo lo que podía hacer era llorar y verse más opacada todo el tiempo.
El tiempo pareció detenerse para la fiscal y sus ojos se llenaron lagrimas al ver que casi había transcurrido una quincena en ese lugar, pero se sentía como si fueran años.
Ese día la niña había convulsionado y más tarde gritó hasta desgarrarse la garganta del dolor en la espalda. Decía que le dolía atrás y sentía que crujía, justo donde el tumor se ubicaba. Chelsea lloró cuando salió de la habitación. Tuvo que morder su mano para que Chloe no la escuchara y se vio suplicando que todo acabara.
Ya no podía soportarlo más, solo quería un poco de misericordia para su hija.
Aunado a eso, apenas podía con los reclamos de Jack, quien cada vez estaba sobre ella, reclamando, gritando, fastidiando con que la niña sufría y a ella no le importaba. La acusaba a cada instante y discutían todo el tiempo.
—Esto es lo que buscabas, yo no veo que mejore, pero insististe en traerla con él. Chelsea también es mi hija, joder —dijo Jack con visible enfado—. Voy a buscar un buen hospital y encontraremos al mejor especialista, pero no puedes dejar a la niña en manos de alguien que no conoces y que encima mira cómo la tiene.
La mujer observó a Bastian hablando con la mujer que siempre estaba tomando muestras y midiendo el resultado y no sabía si ese hombre de verdad podría ayudar a Chloe, pero si había una posibilidad de lograrlo, lo que fuera, ella confiaría, eso fue lo que estaba haciendo.
Piper se sentó a su lado mientras veía a Jack, frustrado, decir toda clase de tonterías a su amiga. Estaba furioso y no dejaba de pelear con Chelsea, quien se veía agotada, preocupada y visiblemente afectada emocionalmente.
—Ella estará bien —dijo Poppy para detener los reclamos—. Ya deja de comerle la cabeza. Si no vas a ayudar, déjala en paz.
—¿Qué crees que estoy haciendo? ¡Intento que dejen de torturar a mi hija! ¿Es que no la ves? Ha pasado una semana y media, casi dos y no veo que ella mejore, cada vez tiene alguna dolencia diferente y parece que ninguna puede compadecerse de Chloe —mencionó furioso.
—En mi mente ha pasado cada escenario posible desde que me dijeron lo que podía ser —musitó Chelsea—. Yo no podría vivir sin mi hija y por más que trato de no pensar en nada malo, mi cerebro viaja una y otra vez a todas las posibilidades. No puedo concentrarme en otra cosa ni desviar mis pensamientos. ¿Cómo una posibilidad de algo malo puede destrozarte la vida en segundos? Pero dime, ¿simplemente podrías sentarte a mirarla morir? Yo no puedo hacerlo. ¿Piensas que entro ahí, le cuento chistes, le sonrió, le bailo y canto porque me siento feliz? Entro ahí después de usar toda mi fuerza para no ponerme a llorar con ella y lo hago para que Chloe no sienta que su mamá no puede.
Su amiga le tomó la mano y le dio un apretón sin poder encontrar las palabras que la consolaran, la abrazó fuerte y le dio un beso en la sien.
—Por favor, ya basta, Jack; solo esperemos —suplicó Piper.
Chelsea se limpió el lloroso rostro y esperó paciente a que llegara Bastian.
—Te ves pálida —manifestó a su amiga—. Deberías ir a descansar, has hecho mucho en los últimos días y luces cansada, será mejor que duermas un poco, yo esperaré a que Bastian me diga algo.
—Estoy bien —dijo y justo en ese instante, el hombre apareció con su dispositivo electrónico. Se quitó la mascarilla y observó a Chelsea.
—Han pasado casi dos semanas —dijo Chelsea—. Por favor dime que ya es suficiente. Ya no puedo verla así.
—Acompáñenme —pidió el biólogo y los llevó a una sala donde pudo ampliar en el proyector la imagen en su iPad—. Así es como llegó tu hija, tumores por todos lados, como se ve en la imagen. —Ella asintió—. Esta es la resonancia de hoy.
Mostró una imagen que hizo que Jack se pusiera de pie ante el asombro y ella mirara a Bastian con los ojos muy abiertos. Sus ojos estaban llorosos.
»El proceso se ha completado —informó el biólogo y ella pestañeó sin comprender—. A partir de ahora ella comenzará a mejorar por sí sola. Ya no tiene fiebre y su cuerpo comenzará a sanar. Todo lo que pasó con ella, fue su cuerpo defendiéndose, la fiebre es un síntoma de que algo no está bien, la forma en que el organismo se defiende es atacando a esos agentes que no reconoce y a veces ocurren cosas como estas, dolores, entre otras cosas. Pensaba darle medicamentos en esta etapa, pero su cuerpo al ser una niña se refuerza bien sin medicamentos. Llevará alimentación para reponer su peso, pero también deberá tomar unos medicamentos por un año para complementar el tratamiento al que la sometimos, eso hará que se mitigue por completo.
—¿Ella está sana? —inquirió Chelsea y Bastian asintió—. ¿Mi hija va a estar bien? ¿Ya no se va a morir, verdad?
—Por supuesto que lo hará, como todos, pero no será de cáncer a los tres años —dijo Bastian y sonrió—. Ella lo logró.
Chelsea se quedó en silencio durante un largo rato, quizás tan en shock como Jack y Piper, quienes seguían en su sitio sin moverse un ápice.
»Mujer, alégrate. Chloe podrá volver a casa pronto —remarcó el biólogo.
Chelsea dio un grito y se lanzó sobre él para abrazarlo. Casi lo tacleó y saltó para tratar de alcanzarlo y sujetarse de él, intentando darle un abrazo fuerte.
El biólogo sonrió y miró a su hermana al otro extremo de la sala, quien le dio una sonrisa desde su lugar.
Cuando se apartó de ella Piper abrazó a su amiga. Luego a Bastian y le agradeció lo que hizo.
—Por ahora debe permanecer dos o tres días en este sitio, luego puedes llevarla a casa o a un hotel, creo que le hará bien saber que no estará más en el lugar que ha sido tan malo para ella, te daré los medicamentos y si me lo permites, puedo usar el caso de tu hija para documentar mi investigación —dijo Bastian y ella asintió agradecida antes de salir disparada hacia la habitación.
Poppy le siguió y Jack solo la observó irse.
—Ya no es tuya —dijo Bastian—. Chloe siempre será tu hija, pero Chelsea ya no, deja de mirarla como si fuera una diosa. Cuando te dije que fueras un apoyo es porque sabía lo que ambas pasarían, pero piensas con tus bolas y por lo visto son diminutas. Te la pasaste peleando con ella en lugar de darle el beneficio de la duda a sus decisiones, así que si querías una oportunidad, ya no la tienes. A ella le irá mejor con alguien más.
—¿Contigo? —inquirió Jack, burlándose—. Reconozco que estoy sorprendido, también agradecido de lo que hiciste por Chloe, pero no te metas en lo que no te importa. ¿Crees que no sé qué es lo que esperas de ella? ¿Me dirás que haces esto por buena persona? No conozco un hombre que haga un favor a una mujer sin querer meterse en su cama.
—Entonces cambia de amistades, tienes a puro parásito inservible en tu círculo —añadió Bastian—. Además, ¿qué si quiero acostarme con ella? ¿Necesita tu permiso? Cierto, no lo requiere porque ya no están juntos. Es bonita, soltera y que crees también soy apuesto, soltero y sobre todo, he salvado a su hija, ¿cómo crees que me verá a partir de hoy? —Sonrió con malicia—. Yo hice lo que nunca podrás hacer, le devolví a su más preciado tesoro, ahora dime, ¿quién tiene más posibilidades de tenerla, tú o yo? Creo que la respuesta es clara y lo único que puedo notar, es tu frustración, veo que te revienta el hecho de que haya un hombre que pueda ser mejor que tú, en todo.
—No tienes idea de nada —replicó el juez en tono amenazante—. Te sientes poderoso, pero en el fondo sigues siendo un perdedor que busca la vulnerabilidad de mujeres para aprovecharse. Conozco a los de tu calaña, los veo todo el tiempo. No vengas con tu discurso idiota de que solo quieres ser buena persona, sé perfectamente lo que quieres y lo que buscas de ella, pero desde ya te digo que no lo voy a permitir, de ninguna manera, vas a quedarte con Chelsea y mucho menos, cerca de mi hija.
—Entonces oblígame a quitarme del camino o, controla esos celos que me marean con tanta vuelta ridícula que das —mencionó, burlándose; sin embargo, la llegada de Chelsea impidió la respuesta de Jack, quien solo se limitó a observar el descarado coqueteo que tenía el biólogo con la fiscal.
Finalmente Bastian se alejó y Jack se acercó a Chelsea. Piper los dejó solos, creyendo que era algo que debía hablar solos.
—Sigue durmiendo —dijo él y ella asintió—. Cuando sea posible, es mejor que se vayan a un hotel, no deben seguir aquí.
—Prefiero que permanezca en este sitio hasta que Bastian me asegure que puedo llevarla a casa —aseguró ella.
—¡Bastian, Bastian, Bastian! ¡Todo es ese hombre! —reclamó y ella frunció el ceño sin entender a cuenta de qué venía su estallido—. No te das cuenta de que lo que ese infeliz quiere es meterse entre tus piernas. ¿No se te ocurrió pensar en eso?
—¡Estás loco! El león cree que todos son de su condición —dijo molesta—. Incluso si eso fuera lo que él quisiera, por mí estaría bien y no le diría que no. Después de todo, ya me he vendido antes por nada, al menos ahora sabré que fue por una buena causa. Ahora, si solo viniste a discutir como siempre, será mejor que te largues, ya estoy harta de ti. ¡Largo! ¡Fuera de aquí!
Comenzó a empujarlo hasta sacarlo de la habitación de su hija, quien dormía tranquila.
No se apartó de ella en ningún momento y cuando despertó y la vio pedir algo de comer, se sintió tan feliz después de días viéndola rechazar todo.
⚖️⚖️⚖️
Con los días su hija se vio más animada, le hicieron un nuevo chequeo y volvió a salir bien. Ya era hora de que volvieran a casa y solo esperaba la noche para salir en el siguiente vuelo. Quiso pagarle, pero no lo aceptó, dijo que el pago era poder documentar su investigación con los resultados de Chloe y eso era más que suficiente.
Ese día se irían por la noche, así que como cada mañana desde que pudo salir de la habitación, paseaba con Chloe en un parque cercano.
—Gracias por lo que hiciste por mí —dijo Chelsea al hombre que estaba frente a ella y luego de que este le entregara la receta—. De verdad estaré eternamente agradecida contigo.
—Me basta con que no le digas a nadie que Chase es mi hermana —replicó la masculina voz mientras veía a la pequeña Chloe jugar en el parque—. Por fin tienes a tu hija contigo y puedes decir que eres libre, ¿no lo crees?
—Sí —respondió—. Al fin lo soy.
Chelsea observó a su hija andar por el parque. Por fin podía tenerla con ella para siempre y podía decir que era libre. Esa noche volvería a Nueva York y comenzaría los trámites para poder ir a otra jurisdicción, lo más lejos posible de Jack.
Las cosas empezaban a mejorar para ella y eso era todo lo que necesitaba, un poco de paz.
—Ya vámonos —dijo Jack y sin esperar nada, tomó a su hija en brazos y se alejó con ella.
—Discúlpalo, está insoportable —pidió Chelsea.
Bastian le sonrió y se percató de que, en uno de los cristales informativos detrás de Chelsea, podía apreciarse el reflejo de Jack observándolos con atención. Volvió a sonreír y se acercó, demasiado, a la fiscal.
—Voy a ejemplificarlo de la forma más sencilla. Un chimpancé alfa tiene acceso a la hembra que quiera y controla todo en su comunidad; sin embargo, su linaje no le da el poder, se lo tiene que ganar con la fuerza bruta, peleando con otros machos merodeadores dispuestos a hacerse con el trono —susurró el biólogo, dejando sus labios demasiado cerca del rostro de Chelsea—. Eso pasa con un macho de cualquier especie, reconoce a un merodeador, pero sobre todo, sabe cuando el otro es una amenaza. Soy un merodeador para Jack y se sabe en desventaja.
Sonrió divertido.
—¿Estás insinuando que está celoso? —Chelsea soltó una risa incrédula—. Definitivamente no. A ese hombre solo le importa su propio ego, igual no me interesa, he tenido que soportarlo suficiente ya, así que me da igual lo que ahora sienta.
—Está acostumbrado a ser el centro entre los machos y no soporta a otro más poderoso que él —declaró Bastian, riendo—. Admito que pocos hombres me han enfrentado, me refiero a que suelen agachar la cabeza o hacerse a un lado, él no lo hizo y solo por eso lo respeto, pero está que se come los intestinos sin sal de la rabia que le da saber que le prestas atención a otro hombre. Soy muy listo, poco interesado en cuestiones de amor, pero como todos, sé cuándo un hombre está celoso y puedo jurarte que él lo está.
—No es así —dijo Chelsea—. Da igual, todo lo que puedo decir es que, tampoco me interesa mucho, quiero estar lejos de él. Me he dado cuenta de que Jack manipula todo a su antojo, dejó libre a mi ex solo para demostrarme que yo me había equivocado y cuando lo expuse, diciendo que lo entregó a los federales, mostrando pruebas de que nunca lo dejó libre y solo fue un montaje, fue tan cínico al burlarse de mí, declarando en televisión que lo condenó en su tribunal a sabiendas de que alguien podía notar que mintió frente a las cámaras, que sentí asco, pero como era de esperarse logró darle la vuelta y silenciar a la prensa de un solo chasquido. Hace mucho que no sé quién ese hombre y ya no me interesa conocerlo.
Bastian se quedó callado y la observó unos segundos antes de que ella se despidiera puesto que tenía que hacer maletas todavía.
Agradeció por todo y le dio un abrazo diciéndole que le estaría eternamente agradecida.
Se despidió con otro abrazo antes de que se fuera con Jack en el auto que los esperaba.
Piper los esperaba en el hotel y las ayudó a empacar mientras salían del hotel para ir al aeropuerto, puesto que se negó rotundamente a ir con Jack en su avión particular, así que viajarían solas.
Fue un viaje largo y durmieron todo el día siguiente. De hecho, toda la semana, se vieron disfrutando de su propia compañía, tomándose un tiempo en lo que esperaba la resolución de su cambió de jurisdicción.
En esos días se mudó de casa y no respondía los mensajes de Jack sobre la niña. Solicitó su cambió a otra fiscalía en otra jurisdicción apenas llegó, pero le fue negada y cuando preguntó el motivo, le dijeron lo obvio, Jack no lo permitiría y su influencia desde luego, era poderosa.
Suspiró y sin esperar nada, ese día fue hasta la oficina del juez, le escribió un mensaje para que saliera al estacionamiento trasero y él así lo hizo, se reunieron ahí mientras él le preguntó por qué no entró.
—¿¡Qué es lo que estás haciendo!? —inquirió ella, tratando de contener su furia—. Pedí una transferencia de jurisdicción y me la negaron porque tú dijiste que no, ¿¡qué haces husmeando en mis asuntos!? ¡Ya déjame en paz!
—¿Crees que esto es por ti? —cuestionó burlándose—. Es por mi hija, he solicitado mis derechos legales paternales, querías que lo hiciera bien, ¿no es así? Pues es lo que estoy haciendo, voy a ver a mi hija en visitas constantes, te guste o no. No puedes llevártela a ningún sitio mientras comienza el juicio.
—No habrá juicio, a diferencia de ti, yo no quiero hacer pasar a mi hija por esto. Quieres verla, adelante, la puedes ver; quieres darle tu apellido, está bien, pero de eso a que me pongas trabas es demasiado, ya es acoso —declaró ella, tratando de controlarse.
—No son trabas, yo paso todo el día aquí, no tengo tiempo para viajar de un estado a otro, así que tendrás que quedarte en la fiscalía en la que estabas, no puedo ir y venir a diario o casi diario mientras estás fuera —declaró el juez—. ¡Vas a tener que quedarte, porque quiero estar presente para Chloe!
—¡No quiero hacerlo! —declaró molesta.
—¡Tendrás que y punto! —rebatió igual de enojado.
—¡Maldito infeliz! —exclamó la fiscal. Intentó irse de su lado después de darle un empujón.
—Supe que pediste Montana, ¿por qué? —inquirió tomándola de su brazo—. Hay tantos lugares, ¿por qué Montana?
—¡Qué te importa! —respondió furiosa y de nuevo intentó pasar a su lado, pero no pudo hacerlo puesto que él no la soltó y terminó tropezando con sus propios tacones.
Jack la detuvo para evitar que se cayera y entretanto, la mujer aterrizó en el fuerte pecho del juez, quien terminó rodeando su cintura al mismo tiempo que ella colocaba las manos para marcar distancia entre ambos.
Por unos segundos, Jack la observó y ella no se movió un ápice; no obstante, cuando él, de forma inconsciente, observó sus pequeños labios, ella lo empujó y se apartó de golpe.
—Puedes ver a la niña cuando quieras —declaró furiosa y él salió de sus pensamientos—, pero no te acerques a mí nunca más.
Se dio la vuelta para seguir su camino, tratando de guardar la calma, puesto que no conseguiría su traslado debido a él y desde luego si se iba, no la contrarían gracias a su influencia, así que necesitaba quedarse ahí y solo esperaba que Jack se mantuviera alejado de ella; no obstante, él habló de nuevo:
—Chelsea —dijo y la mujer detuvo sus pasos, escuchando los de él caminar un poco hasta sentirlo detrás de ella. La rodeó y se plantó frente a la joven, quien alzó la vista para enfrentarlo.
Sus ojos azules se encontraron con los acerados ojos del juez y este enarcó una ceja al verla tan insolente.
»Mañana lleva al laboratorio de la fiscalía una muestra de ADN de la niña para la prueba de paternidad. Voy a hacer la reclamación de mis derechos parentales —aclaró mientras ella asentía e intentaba pasar a su lado pero él le tapó el paso.
—¡Qué demonios! —exclamó la fiscal, pero se vio sorprendida cuando Jack la sujetó de la cintura y la apretó contra sí.
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Hermanas tuve que cortar el capítulo porque no le veía fin. En fin, nos leemos el fin de semana con esta novela.
EN FIN, VOTEN, COMENTEN Y SIGANME. VOTEN LOS DOS CAPÍTULOS O NO LES DOY DOBLE ACTUALIZACIÓN DE NUEVO.
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