Capítulo 32
Jack permaneció en silencio algunos segundos en los que miró a Chelsea, tratando de descifrar si sería capaz de hacer lo que estaba pregonando. Los ojos de la mujer estaban puestos sobre él, lo observaba de una forma que el juez no supo definir si le veía con rencor o en definitiva con odio.
La mujer que amaba ya no tenía esa calidez que antaño la caracterizó, tampoco tenía un ápice de miedo. En ese momento, le pareció que Chelsea se había abandonado, en ese instante, ella lo estaba apostando todo, sin importarle nada más, ya no le importaba nada más que pasarle encima.
—¿Piensas que un chantaje hará que te dé a mi hija? —preguntó tratando de llevarla a su territorio—. ¿Por qué habría de ceder a una resentida mujer que no es capaz de proteger a un menor? No has explicado de dónde vinieron esas fracturas, por qué visitó tanto los hospitales, no has hecho nada.
—Si quieres saberlo, abre una investigación, eres el papá modelo —refutó la mujer con la mirada altanera—. Primero prueba que eres su padre, cuando lo hagas, inicia una investigación para determinar si soy capaz de cuidar de mi hija, mientras tanto, deja de ser el resentido hombre que no puede con el desprecio de una mujer. Tienes la oportunidad de dejar tu ardor a un lado para que firmemos un acuerdo por escrito que nos beneficie a ambos, te prometo que será respetado siempre que tú también lo respetes.
—Es justo lo que te pedí y saliste gritando como una desquiciada —aclaró el juez.
—Un acuerdo que más bien parecía un manifiesto para mí —replicó furiosa—. Lo que querías era controlarme, deseabas mantenerme sujeta a tus órdenes. ¿Por qué debía ceder? ¿Qué caso tiene que me pidas que salga del agujero en el que me metió Curtis si quieres enviarme a otro en donde solo voy a cambiar de captor? Deja de esconderte en tu traje de perfección, tiene demasiados agujeros. Me pides un acuerdo en el que quieres que haga lo que tú dices, cuando tú dices, como tú dices. No Jack, no va a ser así.
—Entonces estamos en lo mismo, ¿por qué debo ser yo quien tenga que ceder? —inquirió burlándose—. ¿Te das cuenta de lo estúpido que suena?
—Porque legalmente ella solo es hija mía —añadió en respuesta—. Estoy en la mejor disposición de ceder la custodia compartida, pero Chloe debe vivir conmigo, porque soy su madre, soy todo lo que conoce y todo lo que ama. Deja tu rencor contra mí y piensa en ella. ¿Qué le dirás cuando pregunte por mí? ¿Le dirás que estoy loca y tuviste que enviarme a terapia porque eres el mejor de los hombres? ¿Vas a decirle que me hiciste a un lado por mi bien? Das asco, escondiéndote detrás de tu falsa ética. Eres el ser más despreciable, resentido y miserable que existe.
—Piensa lo que quieras, la orden de la jueza es que ella permanezca a mi lado y punto —aseguró Jack—. Podemos arreglar esto de la manera en que lo propuse o podemos seguir en una eterna pelea. Sin embargo, si decides hacer público ese acuerdo, entonces prepárate para conocerme en mi peor faceta.
—Por una maldita vez, deja de amenazarme porque a estas alturas ya no te tengo miedo. —Sonrió—. Tienes toda la noche para pensar en esto; de lo contrario, mañana mismo estarás en todos los medios —aclaró antes de darse la vuelta para irse.
Jack permaneció parado en el centro del vestíbulo. Suspiró y miró hacia el pasillo en donde el ama de llaves observaba.
La mujer le dio una sonrisa triste antes de caminar hacia él, se acercó y acomodó las solapas de su chaqueta. Quitó una ficticia mota de polvo y levantó los cansados y viejos ojos hacia el juez.
—Devuélvele a su hija —pidió la mujer con la mirada sobre ella—. Chloe la quiere mucho y sé que ha sido una mala mujer contigo, pero es buena con su hija; de lo contrario, la niña no la extrañaría tanto. Dale a Chloe el derecho de estar con su madre, no la prives de eso.
—No la estoy privando, ¿es tan difícil de entender? —cuestionó con la vista colérica—. Si quisiera alejarla de Chloe, no habría poder humano que lo impidiera. Ella puede ver a la niña en los días estipulados y eventualmente mi hija podrá volver con su madre a tiempo completo. Todo tiene un proceso.
Se dio la vuelta y subió las escaleras para ir hasta la habitación de su hija. Chloe dormía como un tronco, su niñera estaba acostada a un lado y él solo le hizo una seña para decirle que no tenía que levantarse.
Se acercó al pequeño cuerpo de su hija y le dio un beso en la frente. Se levantó y salió sigiloso de la habitación para ir a la suya.
Aflojó su corbata, la lanzó lejos de ahí. Se tomó unos segundos para quitarse las mancuernillas de la camisa y se sirvió un trago.
Tomó asiento y miró un punto fijo en la pared. Se preguntó cuánto más tirarían de la cuerda hasta romperla. Entretanto, pensó en hablar con su abogado la mañana siguiente, con la esperanza de encontrar una solución momentánea y también esperando encontrar la manera de contraatacar.
Tomó su teléfono y le escribió un mensaje a su abogado, pero no lo envió. Contrario a todo, terminó escribiendo al agente federal que se encargó de Curtis. Era tarde y seguramente le respondería al día siguiente, pero necesitaba saber el estado de ese miserable.
Revisó la carpeta que Chelsea le dejó como amenaza y tomó su teléfono antes de escribir un mensaje a la única persona que pudo haber hecho eso.
Se puso de pie y salió de la casa. Negando a su chofer que lo llevara. Fue él mismo quien tomó sus llaves y abordó el carro para irse.
Condujo un largo rato bajo la lluvia y los truenos hasta llegar al único lugar donde sabía que la encontraría.
Detuvo su coche al llegar y se encontró con ella y sus dos amigos saliendo de la casa para abordar un auto.
Bajó de su carro y se acercó a paso lento. Sus ojos estaban fijos sobre los de Chase.
—¿Fuiste tú, no es cierto? —inquirió al tiempo que le lanzaba la carpera al pecho.
Chase la tomó, abrió y sonrió.
—Así es como me gano la vida con humildad —ironizó mientras el juez suspiraba—. No sé de qué te sorprendes. Además, yo soy como lucifer, soy irremediablemente hermosa, pero traidora. Solo le soy a leal a un puñado de personas y desde luego no tienes tal privilegio. Esa mujer vino aquí, me pidió que vaciara tus intestinos y sacara toda la mierda que había y bueno, siempre se encuentra algo.
—Chelsea jamás podría pagar tus... honorarios —refutó Jack mientras Chase sonreía y a la vez apretaba los labios—. ¿Qué fue lo que te prometió?
—Es cierto, no podría pagarlos, pero es que esto de la modernidad y el feminismo. Ya sabes, tengo que cubrir agenda y las cuotas de paridad de género, así que bueno, hice una obra de caridad —remarcó a sabiendas de que el juez estaba perdiendo la paciencia—. Digamos que me molesta un poco que alguien haga lo que tú estás haciendo. Quitarle a su hija no es muy caballeroso de tu parte.
—Eso es algo que no te importa —recriminó furioso.
—No, pero es que me gusta hacer incendios —se burló y miró a sus amigos—. En el colegio me llamaban pirómana, aunque nunca he explotado una sola pirotecnia, una bomba sí, pero pirotecnia jamás. Solo le daba su merecido a los presumidos y bueno en este caso le di a esa mujer las armas para desinflamarte esas pelotas. Espero que puedas lidiar con eso, porque... yo no cometo errores, incluso si tienes un plan B. Asegúrate de colocarte un buen escudo porque si ella decide usar lo que le di, es posible que te haga daño irreparable. Pregúntate si todo lo que has luchado durante años para mantener esa imagen más blanca que la nieve, merece perderse por un berrinche de colegial. Piensa si saberte perdedor de una mujer, vale tu reputación. Yo lo puse muy sencillo, si eliges mantener a tu hija, serás mierda si Chelsea te expone; si eliges salvar tu carrera, serás lo peor también porque dejarás claro que no te importa tu engendro. De cualquier forma no hay mucho qué rescatar, pero Dios te dio el libre albedrío, ¿por qué yo debo quitártelo? Soy más benévola que Dios y seguramente no soy tan arrogante como él. Te deseo buena suerte, pero no lo pienses tanto, causa calvicie.
—Ya vete a dormir —dijo uno de los sujetos que le acompañaba—. Resuélvelo mañana, Chase ya no puede hacer nada, el trabajo está culminado.
Jack sonrió y asintió, burlándose de ellos, como si supiera qué hacer.
Se dio la vuelta y subió a su auto de nuevo. Condujo hasta su casa y en cuanto llegó fue directamente a su habitación. Envió algunos correos y se recostó en la cama con la intención de dormir.
No pudo pegar un ojo, cuando se dio cuenta, ya había amanecido y le dolía la cabeza por el desvelo, así como también sentía que tenía una resaca apenas soportable. Salió de su habitación y bajó a desayunar.
—¿Mi hija ya despertó? —preguntó al ama de llaves y esta sonrió para asentir.
—Están arreglándola para ir al colegio —declaró la mujer mientras preguntaba si quería que le llevaran el diario; no obstante, declinó la solicitud y pidió un café cargado y amargo.
Cuando se lo llevaron se sentó a beberlo y pensaba revisar su celular, pero la aparición de Chloe con la niñera hizo que se enfocara en ella. Le sonrió y señaló uno de los asientos aunque unos minutos después, llevaron su silla para que pudiera sentarse cómoda.
«¿Cuándo vendrá mamá?». La había escuchado preguntar en un tono apenas audible. «Sarah es muy buena conmigo, pero mamá no ha vuelto a casa».
La niñera se removió incómoda y Jack levantó la vista hacia su ama de llaves, quien solo le observó en silencio, aunque la mirada le sonó acusatoria.
—Ven aquí —dijo Jack y la tomó en brazos para llevarla a su despacho.
Se encerró con ella, sentándose en el sofá y colocando a Chloe en su regazo. Le acarició el cabello y dejó un beso en su regordeta mejilla.
—¿Extrañas mucho a tu madre? —Se atrevió a preguntar y de inmediato ella movió la cabeza en señal de afirmación—. ¿No eres feliz con papá?
La pequeña bajó la vista y asintió.
«Soy feliz aquí, pero era más feliz cuando mamá estaba con nosotros. ¿Cuándo va a volver de su trabajo? Dijo que debía castigar a un hombre malo y cuando terminara volvería con nosotros a casa. Ya no tenemos los jueves de películas y no hemos ido a alimentar a los patos, morirán de hambre si no vamos».
—Puedo llevarte y ayudarte a alimentarlos —mencionó Jack y le dio una sonrisa amable.
«Ellos no te conocen, como yo al principio, se asustarán al verte». Le había respondido.
Desde luego en ese momento entendió que no importaba lo que le dijera, Chloe, siempre encontraría una manera de decirle que su madre era indispensable.
Le dio una sonrisa y acarició el cabello de la niña. Sus rizos casi rubios se enrollaron entre sus dedos y sus ojos grises se posaron ansiosos sobre él antes de recostarse en su pecho y levantar la carita inocente para darle un beso y jugar metiendo su mano en la boca de su padre para que Jack fingiera morderla mientras la pequeña reía.
Jack sonrió cuando ella remoloneó sobre él y lo abrazó preguntando si podía faltar al colegio, usó la excusa de que tenía tos y fingió estar tosiendo todo el tiempo.
Le dejó quedarse y le prometió que su madre estaría pronto con ella.
—Te prometo que te llevaré con mamá muy pronto, déjame hablar con ella esta tarde —prometió mientras Chloe asentía y le daba un beso—, pero hay condiciones, me han dicho que comes poco, quiero que comas bien o mamá va a regañarme por no cuidar bien de ti y te prometo que cuando estés con Chelsea, iré a verte casi diario y podrás ver a tu caballo cuanto quieras.
«¿Por qué no vivirás con nosotras». Le cuestionó.
«Mis amigas viven con sus dos papás». Había recitado en un tono más quedito. «Yo quiero vivir con los dos».
Jack le sonrió y acarició su cabello, llevándola en brazos de vuelta al comedor y evadiendo la pregunta mientras la distraía con cosas triviales.
Chloe soltó una risa y se sentó a la mesa, pidiendo que le sirvieran mucha comida.
«Mi papá me llevará con mamá si como bien». Había dicho, muy entusiasmada.
La cocinera sirvió y el ama de llaves miró a Jack, quien bebió su café y sonrió a su hija mientras la veía morder con ganas el pedazo de pan para que notara que se lo estaba comiendo todo.
En cuanto terminó llamó a la niñera y le dijo que Chloe no iría a clases, que llamara para avisar al colegio y que se encargara de ella mientras él iba a trabajar.
La joven asintió amable y él se puso de pie para ir a su despacho por sus cosas. Fue ahí a donde entró el ama de llaves y le observó desde su lugar.
—Sabía que en algún lugar estaba el jovencito que conocí hace años —declaró mientras él detenía sus movimientos y se tardaba algunos segundos en girarse a verla—. Sé que estás muy enojado, que le guardas rencor, pero... me alegra que dejes ir a Chloe con su madre. Ninguna mujer que ame a sus hijos puede ser feliz cuando se los arrebatan y sé que eres el padre, pero la niña la necesita. Creo que entendiste que ya no es sobre ti ni sobre esa mujer, sino sobre la pequeña Chloe.
Jack asintió.
—Sigo pensando que no debería estar con ella, pero no quiero ver a mi hija triste —aclaró con una media sonrisa—. Voy a llamarla y llegar a un acuerdo.
La mujer se acercó y lo abrazó mientras él respondía el gesto de la misma forma. Sujetó en un apretado abrazo a quien fue su niñera, su ama de llaves y como una segunda madre para él. La estimaba y sabía que para ella era difícil no ponerse de su lado en algo, pero hacía el esfuerzo por siempre aconsejarlo.
—Esa mujer no volverá a esta casa, ¿no es así? —preguntó mientras acariciaba su cabello como si fuera un niño—. Ha pasado tanto entre ustedes que no sé si eso sería bueno. Alice era perfecta y me encantaba verlos juntos, pero cuando se acabó, pensé que tal vez si alguna vez traías a otra mujer a este lugar, sería para ser feliz de nuevo.
—Chelsea no volverá conmigo —argumentó para tranquilidad de la mujer—, pero para bien o para mal, es la madre de mi hija y siempre estaré en su vida como ella en la mía. Así tiene que ser. Posiblemente vuelva aquí, es la casa de mi hija también, pero Chelsea y yo no tenemos salvación.
—Me alegra que lo veas así —respondió la mujer—. Es la mejor decisión. Tal vez puedas tomarte unas vacaciones, ir a visitar a tu hijo, hacer una pausa en tu vida. Pronto tendrás una nuera seguramente, aprovéchalo ahora y sobre todo, mantente en lo que siempre fuiste, un ejemplo para él. Habla con Alice, fue tu compañera durante años y no guardes rencores con nadie, eso la incluye a ella y a Chelsea. Eso te habría dicho tu madre también.
Él sonrió amable y le dio un beso en la frente.
—No sé en qué pensaba cuando me involucré con Chelsea —se recriminó y la mujer sonrió—. Mi vida estaba bien y ahora no puedo encontrar una salida a todo este laberinto.
—Es que es muy bella —dijo la mujer y Jack soltó una risa.
—Sí que lo es, la maldita —musitó en medio de risas—. Es preciosa y hay que ser imbécil para no verlo.
La mujer levantó la vista hacia él quien se encogió de hombros y se alejó para mirar su reloj. Dijo que debía ir a la oficina, después de todo, había cancelado sus pendientes la tarde anterior.
El ama de llaves le prometió prepararle un buen postre para la noche; entretanto, él agradeció que así haya sido y le aseguró que estaría ahí para la merienda.
Salió del despacho y fue a su habitación para tomar algunas cosas que había olvidado. Mientras las sacaba de los cajones, encendió la televisión.
«—Esta mañana nos ha llegado información exclusiva referente al presidente del Tribunal supremo, el recién nombrado magistrado Jack FitzGibbons».
Jack levantó la vista y dejó de hacer lo que hacía para escuchar.
«Hemos recibido lo que parece ser un acuerdo confidencial con Jane Presley, mujer que fue asesinada hace unos meses por Curtis McFly y cuyo juicio fue presidido por el honorable juez FitzGibbons. Lo que llama la atención es que el togado nunca fue parte de la investigación en el desahogo de pruebas, ni comunicó la relación que mantenía con ella a pesar de que el acuerdo deja claro que tuvo una relación sentimental entre ambos. De confirmarse la veracidad de esta información, podríamos estar ante uno de los casos más grandes de corrupción en el país, así como también, la defensa del ahora condenado señor McFly, podría deslegitimizar la condena y exigir de acuerdo con las leyes, juicio nulo».
Jack cerró los ojos ante lo que escuchaba.
—Te dije que no lo hicieras —musitó mientras veía a la mujer del programa escuchar algo a través de su comunicador.
«—Tenemos nueva información —continuó diciendo mientras le pasaban una carpeta que leía a grandes rasgos antes de llevarse la mano a la boca en señal de consternación—. ¿Está listo todo? Público, vamos a presentarles en pantalla la información más reciente que nos acaba de llegar mediante el correo. Antes que nada les pedimos una disculpa por la poca organización, pero los documentos nos están llegando justo ahora y estamos en vivo dándole seguimiento. La fuente afirma que este documento. —Jack trató de ver de lo que se trataba—. Es la sentencia de custodia que se entregó al juez de forma ilegal, firmado por su homóloga la jueza Margaret Willow, a quien mis compañeros ya van de camino para entrevistarla y nos arroje un poco de luz sobre esto. Según la fuente, la menor no es hija legal del juez y aún así se otorgó una sentencia de custodia sin notificar a la madre. Si esto es cierto, hablamos de la que jueza Willow ha violado las leyes de custodia y tenencia al entregar a una menor a un hombre que no posee ningún derecho legal y solo porque le dijo que es el padre».
—¡Maldición! —exclamó Jack antes de tomar su celular y enviar un mensaje a la jueza.
«—También tenemos la orden de retiro de una niña cuyo nombre se ha omitido, pero que legalmente solo es hija de la madre, como se mencionó antes; no obstante, el juez FitzGibbons, sobornó a servicios infantiles y fue la supervisora Salan, quien firmó la orden de retiro de la menor. —Levantó la vista hacia el frente—. Este caso parece involucrar a muchas personas en todo el sistema judicial. Además refiere la fuente que es abogada y tras su ruptura con el juez, este movió sus influencias para que el colegio de abogados le suspendiera la licencia. Admite que su relación sentimental fue complicada, pero lo que hace FitzGibbons es acosarla para vengarse de ella. En estos momentos estamos trabajando duro para traer más información y verificar toda las fuentes y la veracidad de los documentos».
El teléfono de Jack comenzó a sonar una y otra vez. Miró el número de Chelsea y tomó la llamada.
—Estuve esperando que llamaras —dijo la mujer al otro lado mientras él guardaba silencio—. Lamento que tuviéramos que llegar a esto, pero si voy a perder mi licencia para siempre, haré que te hundas junto a todos los que te ayudaron a quitarme a Chloe. Tú y yo sabemos que esto fue ilegal y no voy a descansar hasta que todos paguen, sean despedidos, marginados y te odien tanto como yo por hacerles perder su vida.
—Y yo te dije que no lo hicieras porque las cosas se pondrían muy mal para ti —replicó Jack mientras escuchaba a Chelsea—. Pensaba llamarte hace rato, pero ahora es inútil, ya estamos en un punto de no retorno. Da igual.
No esperó que ella dijera nada más, colgó el teléfono y casi al mismo tiempo, la mucama le avisó que su amigo y abogado Gerald Hughes, estaba ahí.
—Gerald, si estás aquí es porque ya lo sabes —dijo el juez a su amigo y abogado. Lo hizo con una calma que desquició a su amigo, quien entró como una tromba al lugar y lanzó su maletín sobre el sofá.
Jack sonrió con amargura y supuso que le venía una reprimenda.
—¿Te causa gracia? —recriminó su litigante con visible molestia—. Estás en todos los medios desde esta mañana y desde luego tu carrera pende de un hilo. ¿toda esa información filtrada está por sepultarte y tú solo te ríes? ¿¡Qué demonios pasa por tu cabeza!? En lugar de llamarme para que manejara a esa mujer, la provocaste y ahora estás en los medios como el peor sujeto en la historia de este mundo. Jack, es momento de hacer un trato, haremos que se retracte y...
—Ya hizo su berrinche, ahora me toca a mí —indicó para consternación de su amigo, quien se llevó los dedos índice y pulgar al puente de la nariz en señal de frustración—. Ella sabía lo que pasaría si comenzaba una guerra.
—Bueno, pues su berrinche tiene contra la pared a todo el sistema judicial —recriminó el abogado—. Jack, asuntos internos está en este momento en servicios infantiles, han arrestado a la supervisora Salan y seguramente la están entrevistando, lo que derivará en que mencione tu nombre y serás llevado a una corte federal si se comprueba que hay corrupción, y tú y yo sabemos que la hay. La jueza Willow fue separada de su cargo hace unos minutos y un fiscal de distrito ha presentado la solicitud de investigación y arresto contra ambos. Jack, ¿crees que esto es un juego?
—Nunca dije eso, sé que estaré en problemas si todo se comprueba, lo que me resulta poco importante, pero hay gente que me ayudó de buena gana y no debería pagar condenas ajenas. Chelsea está contra todos ellos también, servicios infantiles, la jueza Willow y seguro se llevará a su jefe, Kempler entre las patas —aclaró Jack y se recargó en su sillón—. Si no se comprueba, igual la mitad de la población le creerá y la otra mitad dirá que soy incapaz de hacerlo. El daño a mi reputación está hecho, no hay nada que borre la mancha.
—¿Y entonces cuál es tu plan? —inquirió Gerald.
—¿Conseguiste la orden de solicitud de paternidad? —inquirió mientras el abogado le observaba—. Quiere una pelea y dado que agotó sus recursos exhibiéndome, ahora lo haremos con sus condiciones. Tal como ella quería.
—Sí, tengo todo lo que has pedido desde el inicio —declaró el hombre, inseguro de que pudiera proseguir—. ¿Y si le devuelves a su hija?
—Ella no va a parar incluso si lo hago, se ha propuesto hundirme para que no resurja y le dé una sorpresa más adelante —declaró Jack y suspiró—. Esta tarde iba a llamarla para darle a la niña, realmente Chloe quiere verla, pero no creo que haya forma de llegar a un acuerdo ahora.
—Podríamos pedir que se retracte públicamente —aclaró Gerald.
—Si hace eso jamás podrá volver a una corte y tú y yo lo sabemos —sentenció mientras el otro suspiraba—. Ninguna fiscalía la contratará, no habrá manera de que pueda ejercer de nuevo. Se está jugando su licencia.
—Jack, es su carrera o la tuya —replicó Gerald—. Podemos hacer algo todavía, si se retracta y hablas con los federales luego de que entregaste a Curtis, haremos esto bien. ¿Qué pasará si se reabre el caso de ese hombre? ¿De dónde vas a sacarlo? Está muerto. El FBI limpiará su mierda, pero poco le importará sepultarte como chivo expiatorio.
—Bien, aún no me han separado de mi cargo, si es que lo hacen —declaró mientras su amigo negaba con frustración—. Como sea, voy a ir al tribunal, seguramente los reporteros estarán ahí para acosarme y no voy a esconderme. Es cierto que esto hará daño a mi reputación, pero me entristece que creas que no puedo manejar a los federales. He sido juez y ejercido la abogacía desde hace muchos años y te aseguro que no hay una sola cosa que yo haga sin tener un as bajo la manga. No iba a meterme con el FBI si no supiera que puedo salir bien librado. Chelsea hizo lo que no quería que hiciera y bueno, ahora todo lo que quiero es que esto acabe como tiene que acabar.
—Avísame cualquier cosa —declaró su amigo.
—¿Avisarte? Vas a venir conmigo —confirmó el juez—. Voy a ir a mi trabajo y tú estarás a mi lado. Es hora de desempolvar el traje de abogado y la corbata costosa.
—Dios mío, ¿por qué no me hice maestro, mejor? —replicó su amigo mientras lo seguía a la entrada de su casa en donde solicitó el cambio de su auto, a sabiendas de que le esperarían los periodistas, alguno que otro manifestante y debía ir preparado.
Jack se colocó la gabardina y abordó el auto blindado junto a Gerald, quien esperaba que al menos le hiciera partícipe de sus planes, dado que estaba en blanco y parecía que su amigo estaba dispuesto a representarse a sí mismo. De ser así, el juez tendría que enfrentarse en la corte y, por primera vez en más de dos décadas, a otro abogado.
—¿Te vas a representar solo? —cuestionó su amigo.
—Claro que no —respondió divertido—. O tal vez. Sería divertido.
Condujo hasta el tribunal y cuando detuvo el auto y bajó, tal como esperaba, se le acercaron muchos periodistas esperando una declaración suya.
Subió las escaleras en silencio y avanzó hasta colocarse en el último escalón, solo entonces, se giró hacia la prensa, quien le cegó con los flashes.
—¿Es cierto que ha usado su poder para perjudicar a la madre de su hija? —inquirió una de las reporteras—. ¿Qué opina de que muchas personas piden su destitución?
—Bueno, es su justo derecho como ciudadanos —declaró con una sonrisa—. No puedo decir mucho, me acabo de enterar de todas las acusaciones y, también la parte acusatoria está en su derecho a demostrar todo lo que dice, pero escondiéndose tras anónimos y demás, no la puedo tomar en serio. Como sea, esta mañana he hecho del conocimiento de todo el tribunal superior que estoy en la mejor disposición de separarme del cargo en lo que abren una carpeta de investigación contra mí; a su vez, también he recibido la llamada de la fiscalía, el Estado presentará cargos contra... —se quedó callado como si pensara en decir su nombre—, contra esa mujer, presuntamente por ser cómplice de Curtis McFly y Matthew Jones, este último, fue jefe de McFly y ha sido sentenciado por narcotráfico apenas unos meses atrás. Hay razones para creer que ella estaba al tanto de todo y busca limpiar el nombre de su amante. En fin, de mi defensa se hará cargo mi abogado Gerald Hughes, pero por el momento, es todo lo que puedo decir como persona. De abrirse una investigación, mi representante dará respuesta a las preguntas. Sin embargo, esto parece ser una vil y despiadada artimaña, en venganza por lo que pasó en mi corte donde ambos hombres, McFly y Jones fueron sentenciados con la máxima pena que marca nuestra constitución. Gracias.
Se dio la vuelta y siguió su camino hasta la entrada en donde su amigo se giró a verle.
—¿No hay cargos contra Chelsea, verdad? —preguntó el hombre—. Toda la prensa comenzará a buscar la veracidad de eso, también buscará quién es la mujer si no es que lo saben ya.
—El mejor abogado no es el que defiende, es el que ataca y con su ataque logra darle la vuelta a las cosas. Envíale a los lobos y cuando sea momento, dale un mordisco, sangrará y su sangre atraerá a toda una jauría —declaró Jack y sonrió—. A menos que ella tenga algo mejor que eso, nadie creerá lo que diga de ahora en adelante. —Volvió a sonreír y se metió a su oficina, miró a Gerald y habló:—. Para mí siempre es un placer dar una cátedra a los novatos de cómo hacer pedazos a tu oponente en solo dos minutos.
Por su parte, Chelsea miró la declaración y entornó los ojos, sorprendida de la frialdad y habilidad con la que Jack mentía.
—Es un infeliz —dijo Poppy—. No pienses en eso, vamos a desayunar, esperemos que él venga pronto.
—No vendrá, enviará a otros por mí —declaró.
Unos minutos después escuchó el sonido de la puerta y sonrió a sabiendas de lo que se trataba.
—Policía de Nueva York. —Escuchó afuera mientras aporreaban la entrada.
Abrió y se encontró con varios oficiales.
—Chelsea Randall —dijo uno de ellos, mostrando su placa para identificarse, y ella asintió—. Queda arrestada por abuso infantil en contra de Chloe McFly, tráfico de estupefacientes, obstrucción a la justicia, fuga y en conspiración, complicidad y responsabilidad en la muerte de Jane y Judith Presley. Tiene derecho a guardar silencio y a negarse a responder preguntas. Cualquier cosa que diga puede ser usada en su contra en un tribunal judicial. Tiene derecho a consultar a un abogado antes de hablar con la policía y a tenerlo presente durante el interrogatorio o más adelante. Si no puede pagar un abogado, el tribunal le asignará uno antes del interrogatorio. Si decide responder a las preguntas sin un abogado presente, tendrá el derecho de dejar de contestar en cualquier momento hasta que hable con su representante.
—¡Qué! —gritó Poppy—. Quiero ver la orden.
El policía se la entregó y ella miró a su amiga, quien le dijo que la alcanzara en la estación.
—Chelsea, estaré ahí en unos minutos —dijo Poppy mientras la otra, conocedora del proceso, no dijo nada más y abordó la patrulla sin rechistar, dejándose esposar sin poner resistencia.
—Vas a pagar caro, Jack —musitó de camino a la estación.
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HOLIS, PRIMERO QUE NADA, GRACIAS POR LEER.
LES DEJO CAPÍTULO NUEVO. VOTEN, COMENTEN, LEAN CON CALMA Y SÍGANME. NOS LEEMOS Y ESPERO QUE OS GUSTE.
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