Capítulo 3


20 de abril 2020.

—Juez, FitzGibbons —dijo la voz de uno de los reporteros tratando de seguirle el paso a Jack, quien avanzaba a toda prisa por los pasillos de la suprema corte—. ¿Hay alguna posibilidad de que la sentencia sea reconsiderada o revocada tal como dijo la defensa del señor Rowen?

El hombre se giró a pesar de que el personal de seguridad que le custodiaba intentaba impedir que se acercaran demasiado. Levantó la mano para frenarlos y evitar así que impidieran el paso a la prensa, dejando, como era su costumbre una muy buena imagen de él mismo. La seriedad que le caracterizaba atrajo la atención de todos al verlo dispuesto a dar una declaración.

—En virtud de mi jurisdicción y de acuerdo con las leyes de este país no habría manera de que un prisionero que ha sido declarado culpable, sentenciado con contundentes pruebas, pueda tener derecho a una apelación —declaró con total seguridad—. El hombre tenía que ser retirado de las calles de inmediato para no volver jamás, así se quedará.

Agradeció a la prensa y siguió su camino hacia la salida mientras miraba a sus agentes seguirle de cerca.

Sus declaraciones bastante radicales eran sumamente conocidas por la prensa en general, más aún era conocido por sus sentencias implacables y su dureza cuando de castigar delitos se trataba, así que escucharlo decir que se quedaría preso no era sorprendente para ellos.

—Los periodistas cada vez hacen preguntas más estúpidas, ¿no crees Stevens? —preguntó a su custodio con una gesto aburrido antes de que el hombre soltara una risa discreta—. Me pregunta si es posible que salga libre en unos años cuando el infeliz está condenado a pena de muerte, como si yo pudiera ver el futuro o como si yo fuera a ser eterno para ver lo que pasará.

El agente especial soltó una risa al escuchar a su jefe y a sabiendas de que siempre tenía un humor ácido se atrevió a reír de la burla hacia la prensa.

—Me parece, señor, que las personas creen que usted tiene las respuestas a todo —dijo el hombre—. No creo que sea buena idea caer en su juego. No se estrese.

Jack le sonrió y esperó a que le abrieran la puerta del auto para abordar. Un hombre subió a su lado y uno más al copiloto. Stevens colocó el maletín de su jefe en la cajuela antes de subirse para llevarlo a su destino.

—¿A dónde, señor? —dijo el chofer antes de arrancar su auto.

—Llévame con Jane —dijo Jack—. Seré breve, tengo otros asuntos que atender antes de ir a mi reunión con el capitán Sawyer esta noche. Esas cenas son tan aburridas pero no tengo muchas opciones, tendré que ir.

—Por supuesto, señor —dijo el chofer antes de sonreír y emprender el camino a la dirección indicada.

Varios minutos después arribaban al lejano lugar. Un departamento exclusivo pero muy discreto se cernió sobre ellos. Se adentraron en el garaje y Jack no abandonó el auto hasta que este quedó cubierto por el portón eléctrico de la cochera.

Al bajar le fue entregado el maletín y les hizo una seña de que estaría de vuelta en unos minutos.

Los hombres permanecieron bajo el auto en espera de él mientras lo veían ir a la entrada.

Jack se acercó a la puerta donde fue recibido por una mujer rubia, quien le sonrió y se lanzó sobre él para abrazarlo. Le aflojó la corbata y enrolló los brazos a su cuello.

—Hace mucho que no venías por aquí —dijo ella con una sonrisa coqueta—. Te extrañé mucho, pero como siempre, estoy lista para ti. Me sorprende que no hayas llamado.

—Solo vine a una cosa —dijo lanzando el maletín sobre la mesa.

—¿Qué es eso? —preguntó la joven. Se acercó a la mesa y tomó con rapidez el maletín antes de abrirlo y mirar dentro—. Hay demasiado dinero.

Miró a Jack con desconcierto, tenía la mirada confusa y sus verdes ojos le observaron sin saber qué demonios pasaba.

—Se acabó —dijo Jack con una seriedad que le desconcertaba—. Toma el dinero como una especie de indemnización, estarás bien con eso un par de años si lo administras con mesura y bueno, tendrás que desocupar este departamento. He terminado el contrato de alquiler.

—Pero ¿por qué? —preguntó molesta y empezando a alterarse—. Hace semanas que no vienes y la razón por la que no hablas conmigo solo la conoces tú. ¿Qué es lo que he hecho mal, Jack?

—No suelo dar explicaciones y lo sabes, siempre supiste que esto pasaría en algún momento, solo toma el dinero y no hagas preguntas —dijo Jack—. Jane no tengo tiempo para ti, eso es todo. No hay nada malo en ti, ni trucos absurdos, estoy terminando todo esto solo porque me da la gana y es lo mejor.

—¿Lo mejor para quién? ¿¡Para ti!? —inquirió la mujer alzando la voz—. Yo he sido por dos años la mujer que ha compartido tu vida ¿y así me pagas? ¡Hemos tenido una relación por dos malditos años y me votas como si nada! no te lo voy a permitir. ¡No te lo voy a permitir, Jack!

—En primer lugar, no tenemos una relación —declaró Jack sin perder el control ni el tono mesurado y suave—. En segundo lugar, no me grites; en tercero, no eres ni serás la mujer más importante de mi vida, mucho menos la única y por último, esto era un compromiso sexual que se acabó y estoy pagando muy bien por el tiempo que estuviste conmigo. Como dije antes tienes hasta la noche para irte de aquí, si quieres quédate el dinero, si no, no hay problema. Es tuyo de cualquier forma.

La joven miró a Jack con los ojos llenos de lágrimas y completamente furiosa, después miró sus manos enfundadas en unos guantes negros. No se había quitado el abrigo y solo la observaba distante, ajeno a sus atenciones de siempre. Se dio cuenta de inmediato que estaba decidido a dejarla.

Jane se acercó a Jack y comenzó a golpearle el pecho sin previo aviso en un desesperado arrebato por conservar su posición con él. Si bien, sabía que no era una mujer que Jack luciera en público, de hecho nunca antes el hombre la exhibió a nadie, al menos esperaba que aquello durara más. Nunca fue a una reunión con él y sus encuentros se limitaron a estar en la cama y en ese departamento.

Lo golpeó en un intento desesperado de conseguir que él siguiera con ella y Jack la tomó de las manos para llevarla al sofá y lanzarla sin ninguna ceremonia sobre él.

—¡Estás loca! ¡Sabias que esto iba a terminar en algún momento! —gritó Jack—. No voy a tolerar que sigas haciendo estupideces, solo haz lo que te dije. No voy a tolerar que ahora te pongas como loca cuando desde un principio sabías que esto tenía fecha de caducidad, es estúpido que te pongas en ese plan. Vamos a quitarnos las máscaras y a hablar claro de una vez por todas.

—¡Voy a decirle a todo mundo, a la prensa, a todos que fui tu amante! —dijo la mujer desde su lugar mirando a Jack—. Voy a contarle al mundo entero que el gran Jack FitzGibbons era mi hombre y proveía cada uno de mis lujos.

El juez sonrió y se encogió de hombros.

—Tener amantes no es un delito —respondió él—. Puedes hacer lo que te dé la gana, solo espero que estés lista para las consecuencias, sabes que odio los chantajes. Firmaste un acuerdo de confidencialidad y si lo rompes ten por seguro de que todo estará muy mal para ti.

—No me puedes hacer esto —dijo la mujer con los ojos llorosos—, no puedes, Jack. ¡No puedes!

—¿¡Qué más quieres!? Estoy dándote la oportunidad de tener dinero suficiente para emprender un negocio, irte de viaje o gastártelo en hombres, no lo sé —dijo Jack—. No entiendo a qué viene todo este drama.

—No es justo —dijo Jane—. ¿Puedes pensártelo?

—No —dijo Jack—. Ha sido decidido, debes abandonar el departamento hoy mismo. La persona quien es mi representante en esto vendrá a escoltarte y no habrá más. Toma y dinero y vete. Jane, esto es solo una decisión tomada. No hay nada malo en que pase, nada. Simplemente no quiero seguir porque tengo otras prioridades y otros asuntos que atender, es todo. Se acabó lo que sea que haya habido entre nosotros.

—No puedes hacerme esto, por favor —dijo suplicante—. ¿Qué haré ahora? Estaré sola y no puedo volver a casa.

—Jane, el dinero es precisamente para que busques qué hacer con tu vida, puedo incluso hablar con algún conocido para que trabajes —dijo pero ella le miró con los ojos llorosos.

—Lárgate —dijo enojada y él se giró para irse—. ¡Lárgate ahora! Te juro que te vas a arrepentir, te lo juro, Jack. ¡Voy a hacer pedazos tu carrera!

El juez detuvo sus pasos para girarse a verla.

—Ya que nos quitamos las caretas, vamos a hablar de esto —dijo Jack—. Quise ser un hombre caballeroso, al menos todo lo caballero que se puede ser. También quise ser el hombre que te tratara con respeto, un respeto que no debería tenerte porque tú y yo teníamos un contrato y un acuerdo firmado, ¡uno que tú violaste! ¿Crees que no sé que tienes un amante? Yo creo que fui muy claro en palabras y por escrito al decir que no quería a otro hombre mientras estuviéramos involucrados.

—No sé de lo que estás hablando —dijo ella un tanto nerviosa—. Yo no tengo idea de lo que hablas.

—¿En serio? —preguntó Jack—. Es curioso porque tengo muchas fotos que comprueban tu cariñosa actitud en un motel de cuarta. Creí que al menor seria alguien de más clase. En fin, no me gusta que me mientan, que me engañen y mucho menos que insulten mi inteligencia.

—Puedo explicarlo —dijo Jane.

—Seguro que sí —dijo Jack—. El punto es que no me interesa. Odio que alguien no se comprometa con lo que hace. No voy a discutir más este tema.

—Jack, me sentí sola. —Se justificó Jane—. Venías tan poco tiempo y cada vez menos veces que yo... me vi involucrada sin darme cuenta.

—No importa —dijo él—. Esto no era un noviazgo, trabajo, por si no lo haz notado, tengo un cargo muy demandante, asuntos que atender y no me la pasaba sentado sin hacer nada. Desocupa el departamento hoy mismo.

—Jack..

Jack se dio la vuelta y salió de ahí tomando con sus enguantadas manos la perrilla de la puerta y se giró a verla con los ojos grises fijos sobre ella.

—Que estés bien —dijo como última frase y salió de ahí.

Afuera se encontró con su personal de seguridad y se tomó un instante en el que miró a su chofer.

—Encárgate de ella hoy mismo —dijo y el hombre asintió—. Debe estar hecho esta noche.

El hombre asintió y abrió la puerta para que subiera. De nuevo se vio con un agente a su lado y uno en el copiloto. Le pidió que lo llevara a una nueva dirección y que luego se encargara de lo que le pidió, después de todo, esa noche no quería contratiempos.

Los hombres le llevaron directamente a la dirección que Jack pidió y pronto estuvo ahí. Se bajó del auto y despidió a los hombres diciendo que pasaran por él por la noche para su cena compromiso. Se dio la vuelta y entró a la casa sin más.

—Buenas tardes —dijo mirando su reloj y después de ver a la mujer sentada en el vestíbulo mientras leía una revista—. Parece que estás muy entretenida.

—Hola, querido —dijo la mujer, quien se puso de pie para recibirlo—. Me alegra verte por aquí. Espero que te quedes a cenar esta noche.

—De hecho me voy a quedar a dormir pero no me puedo quedar a cenar, ya sabes tengo un compromiso —declaró con seguridad—. Creí que te había dicho, hablamos de eso ayer pero tengo tantas cosas que no lo recuerdo a decir verdad.

—Papá —dijo un joven bajando las escaleras y se acercó a él para darle un abrazo—. Me alegra verte, sé que tienes mucho trabajo pero es importante para mí hablar algo contigo.

—No hay nada más importante para mí que tú —respondió Jack—. Creí que eso lo sabías. Alice, espero que no te moleste que me quede esta noche, mañana a mediodía tengo una audiencia en el tribunal pero prefiero quedarme aquí por hoy, tengo una cena relativamente cerca de aquí con un capitán y mañana debo estar en el juzgado. Me queda más cerca que ir a mi departamento y mañana levantarme más temprano.

—No tienes que preguntarlo, esta es tu casa, querido —dijo su exesposa—. Jamie, tiene algo que contar y llegas justo a tiempo para que te lo diga. Podemos almorzar y hablar del tema.

—Solo dime que no es un embarazo —dijo sacando una carcajada en su esposa—. Puedo soportarlo todo pero no que me digan que mi hijo de dieciocho años embarazó a una noviecilla por ahí y ahora no solo voy a ser abuelo sino que además también voy a estar aguantado cuando mi hijo suelte a llorar de ver a su hijo llorar sin saber qué hacer al respecto.

—No es nada de eso, hombre —dijo la mujer tomándolo del brazo y guiándolo a la sala de estar donde de inmediato lo hizo sentarse—. Jamie mejor dile ya antes de que este hombre tenga un colapso o te desherede sin razón.

El joven se sentó frente a su padre y miró a la mujer que le pedía que dijera algo. Lo pensó unos minutos, suspiró y sonrió nervioso inquietando aún más a su padre, quien lucía inquieto.

—Quiero ser médico. —Soltó aquello de golpe como si temiera la reacción de su padre—. Ya sé que he cursado un año de leyes pero me di cuenta que no es lo que deseo y bueno...

—Entonces deja la carrera y postúlate a medicina —dijo Jack sorprendiendo a su hijo—. ¿Todo esto fue por lo de la carrera?

—Creí que te molestaría —confesó el joven—. Estabas feliz de que estudiara leyes.

—Estaba feliz porque me dijiste que te gustaba pero si me hubieras dicho que querías ser payaso te habría dejado —dijo Jack—. Me gusta mi trabajo y me lo tomo muy en serio pero no quiero imponerte nada que haga tus días infelices y vacíos. Tampoco quiero que temas decir algo así solo por temor a decepcionar a alguien.

El joven sonrió y se acercó a abrazar a su padre, este le devolvió el apretón y miró a su exesposa, quien le sonrió agradeciendo que como siempre los apoyara.

Una vez se apartó, el chico se vio feliz diciendo que iría a pedir que se apresuraran con la comida.

Jack miró a la mujer con la que había compartido diez años de su vida. Si bien llevaban una década divorciados, mantenían una buena relación y solían ser buenos amigos, por el bien de su hijo y por ellos mismos. Su divorcio simplemente fue por mantener sana lo que quedaba por el bien de su hijo en común.

Alice, era una buena madre y ambos solían prestar toda su atención al único hijo que mantenían de su matrimonio. La mujer mantenía una relación actual con un músico y Jack no interfería en absoluto con su vida sentimental siempre que sus parejas no tocaran a su hijo; por supuesto, el nuevo novio era un buen sujeto y trataba a su hijo de buena manera.

—Comeré con ustedes y luego iré a dormir la siesta, tengo trabajo desde muy temprano y una audiencia importante a mediodía —dijo mientras ella sonreía asintiendo—. Espero que Jamie no me diga en un año que va a ser cocinero.

—Estará bien —dijo ella—. Estuvo así varios días y es voluntario del hospital central, brinda primeros auxilios. Aún no lo hace solo, no te preocupes, no ha matado a nadie. Está aprendiendo pero le gusta y cada día viene feliz a contarme cómo rescataron a alguien y lo ayudaron.

Jack sonrió pero se recriminó no poder pasar tanto tiempo con su hijo, al menos no tanto como quisiera, aun así escuchó atento todo lo que debía oír con respecto al joven. Pasó toda la tarde con ellos y en la noche se despidió para ir a su reunión con el capitán de la unidad víctimas.

Se apresuró a salir de casa después de despedirse de su hijo y de su exesposa, saludó al nuevo novio de ella y avanzó a su auto recibiendo la noticia de que lo de Jane estaba hecho.

En cuanto llegó al restaurante se apresuró a entrar viendo al capitán ya sentado junto a una mujer que le daba la espalda.

—Buenas noches —dijo el juez al aparecer frente a ellos.

La mujer a un costado del capitán se puso de pie con la copa en mano, misma que soltó al ver al hombre frente a ella.

—¿Estás bien? —preguntó el capitán.

—Jack —dijo ella con tono mortificado y evidentemente sobresaltado.

El juez frunció el ceño ante lo que escuchó y la miró enarcando una ceja.

—¿Disculpe, nos conocemos? —inquirió contrariado y observando a la chica tratando de recordarla—. Le ruego me perdone, pero veo tanta gente en el día que... me es difícil recordarlos a todos.

—¿Trabajas en esto, me refiero a algo referente a la justicia? —preguntó ella sacando una risa a FitzGibbons, quien miró al capitán sin comprender si eso era una broma—. ¿Eres abogado o asistente de alguien?

—¡Qué pregunta, niña! —dijo Sawyer sacándola de sus pensamientos—. Mujer, ¿De qué hablas? vamos a dejar que limpien este desorden a ver si te refrescas la mente.

Su declaración concordó con la llegada del personal mientras ellos eran llevados a otra mesa.

La mujer apenas podía controlarse y el recién llegado se posó a su lado para ofrecerle su brazo y llevarla hasta la mesa.

—Lo siento —dijo la mujer aún consternada por lo que acababa de pasar.

—Señoría —dijo el hombre refiriéndose a Jack e hizo que la chica abriera los ojos ante lo que escuchaba—. Perdone este ligero incidente, deben ser los nervios de mi adjunta. Es la nueva fiscal de distrito y ya sabe, los novatos siempre vienen con los nervios crispados.

—Capitán, no se preocupe —dijo Jack y se giró a ver a la fiscal con atención para tratar de recordarla pero no pudo hacerlo—. En realidad fue mi culpa, sobresalté a la señorita. En fin, dijo mi nombre, ¿nos conocemos? —insistió al verla nerviosa—. No puedo recordarla. ¿Cuál es su nombre?

—Chelsea... Chelsea Randall —respondió nerviosa al ver de quién se trataba y con el temor de que la reconociera.

—A sus pies, señora —dijo Jack un poco extrañado del comportamiento de la mujer.

—Como dije Chelsea es la nueva fiscal de distrito —dijo el capitán Sawyer—. Es la mejor en su campo y reemplaza a Riggs.

—Muy bien —dijo Jack—. Espero no verla muy seguido en tribunales, por mucho que me agrade mi trabajo, no es grato ver todos los casos que llegan.

—¿Usted es el juez FitzGibbons? —dijo Chelsea sacando una risa a Jack ante la obviedad—. Lo siento, es que no lo conocía y la verdad es que no lo imaginaba así.

—¿Así como? —inquirió con una sonrisa divertida mientras llevaba la copa a sus labios—. Soy un hombre como cualquier otro.

—Sí, es solo que se dice tantas cosas de usted. —Jack soltó una risa ante su declaración—. No sé, me hice una idea diferente sobre su persona.

—Ya veo, no se crea todo lo que cuentan de mí. —Sonrió de esa forma que ella recordó muy bien de la noche en que lo había conocido—. No soy como me pintan, soy mucho peor.

Le dio un guiño y una sonrisa que la puso aún más nerviosa y su rostro enrojeció hasta que ella sitio que le ardía de la vergüenza y que solo sacó una risa al juez.

La mujer sonrió tensa sin saber qué decir y a sabiendas que no era muy conveniente decirle que habían hecho un trío años atrás y que le había dado el mejor orgasmo de su vida. Mucho menos cuando parecía no recordarla o era un excelente mentiroso.

Se sonrojó ante el recuerdo, los vellos de su piel se erizo y Jack frunció el entrecejo ante el comportamiento extraño y hasta divertido de la fiscal, pero después soltó una risilla al darse cuenta de que tenía las mejillas rojas de la vergüenza; sin embargo, no entendía el porqué de todo aquello.

»No es muy habladora —dijo el juez.

—Está nerviosa, mañana tiene su primera audiencia, se enfrenta al juez Tyler —dijo y Jack sonrió alzando ambas ceja—. Seguro que te vio en televisión y se siente impactada de conocerte, como todos los que lo hacen.

—Sí, así fue —dijo ella para rescatar el tema—. De hecho, estaba tratando de recordar el noticiero en que lo vi —declaró la mujer mientras agachaba la vista—. Como dijo el capitán, estoy un poco nerviosa, es todo.

—No se preocupe —dijo el juez—. Es normal. En cuanto a Tyler, no es tan duro como se ve, impacta al principio pero le aseguro que es muy bueno en su trabajo y no debe temerle. Lo último que debe sentir es miedo y nervios. No lo demuestre a su adversario.

—Somos abogados, no soldados —dijo y él enarcó una ceja antes de verla a los ojos y ella desviara la vista al creer que la reconocería en cualquier momento.

—Antes el trabajo de un abogado era destrozar al otro, cual sea la parte, ya sea acusadora o defensa —dijo y ella sonrió—. No va a llegar a ningún lado si entra a un tribunal repartiendo florecitas. Señorita Randall, usted sí es una soldado y el tribunal es su campo de batalla. Espero que sepa hacer su trabajo, sobre todo si pone un pie en mi corte. Si piensa ir con miedo o con nervios, por favor no me haga perder el tiempo, su oponente, la destrozara.

—Permiso, necesito ir al tocador —dijo ella poniéndose de pie ofendida de que dudara de sus capacidades y se maldijo por verse como una estúpida dando la impresión de algo que no era.

Se dio la vuelta para irse pero la voz del juez la detuvo.

—Señorita —dijo la voz de Jack deteniendo sus pasos y ella creyó que la había recordado—. ¿Segura que se encuentra bien?

Ella sonrió avergonzada puesto que por un momento creyó que la había reconocido y que iba a exhibirla en presencia del capitán—. Es por allá.

Chelsea retomó su camino mientras Jack observó su andar hasta que desapareció en los pasillos.

—Es bonita, ¿verdad? —dijo el capitán—. Alegrará las mañanas a todos.

Jack prestó su atención al hombre.

—Fíjate como me hablas —dijo mirándolo—. Me llama la atención que diga conocerme, es todo. Deja de crear romance donde no lo hay, solo me pareció extraño.

—Lo lamento —dijo el capitán en medio de risas mientras pedía la carta para ordenar.

Sin embargo, Jack, perspicaz como era, estaba tentado a insistir en el comportamiento de la chica, sobre todo porque había algo en ella que le provocaba un poco de desconfianza y él nunca se equivocaba.

La vio volver y pronto los tres se vieron cenando mientras hablaban del tema que les atenía. Chelsea pudo notar que sin duda parecía ser todo lo que se decía de él. Tenía una visión radical de cada cosa, creía y defendía sus puntos con verdadera pasión.

La noche se le hizo agónica y cuando por fin, terminó y Jack se despidió, pudo respirar un poco más tranquila.

Finalmente lo vio subir a su auto y ella fue al auto del capitán.

—Tenerlo de nuestro lado es vital, es incorruptible, así que nunca se te ocurra hacer la mínima insinuación a nada o será lo último que harás en tu carrera —dijo el capitán—. El juez FitzGibbons es mi amigo y discute algunos temas conmigo pero jamás se deja persuadir por nada ni habla de sus casos con nadie, así que ve con él con mucho cuidado. Es implacable.

—¿Por qué usa seguridad? —preguntó.

—¿Por qué crees? —inquirió el hombre—. Sabes la cantidad de personajes que han caído a manos de excelentes abogados y las condenas que han recibido de parte de ese hombre. Jack no conoce la piedad en una corte y cuando su birrete suena tras sus sentencias siempre hay un delincuente resentido.

—Ya veo —dijo mientras avanzaban al auto para que la llevara a su casa.

Durante todo el camino, fue en silencio, mientras pensaba en lo que pasaba y pensó que nunca podría hablar con él sobre lo que pasó.

—Chelsea —dijo el hombre sacándola de sus pensamientos—. Ya llegamos.

—¡Oh, lo siento! —dijo antes de darle la mano al hombre y salió del auto para ir a su modesto departamento.

—Chelsea —dijo de nuevo el hombre—. De verdad espero grandes cosas de ti en nuestra unidad. Tenemos la bendición de tener a un juez que no deja que se toma en serio su trabajo y no cae en la corrupción. Vamos a aprovecharlo.

—Por supuesto —dijo antes de darse la vuelta e irse a la entrada de su casa.

Miró el auto partir y vio la entrada del lugar donde vivía, era demasiado pequeño, modesto y en un barrio peligroso, pero luego de que su novio invirtiera todo su dinero en un negocio fallido, perdieron el departamento y con todo lo demás que vino, era lo que podían pagar en ese momento. Si bien, su economía no era la mejor, al menos estaba estable.

Cruzó la puerta y sonrió a la mujer que le esperaba en la sala.

—Ya se ha dormido hace una hora y el señor ya llegó, hace un rato —dijo la mujer—. Yo estaba en la habitación con ella cuando llegó. Si no hay nada más, me retiro.

Chelsea asintió y la dejó ir para después ir directamente a la habitación para ver a Curtis, pero no encontró y por ello fue al baño donde tampoco estaba. Se asomó por la ventana y lo vio en el patio trasero.

Salió de la habitación y fue directamente hacia allá pero se encontró con él en el pasillo.

—¡Chelsea! —dijo Curtis—. Pensé que vendrías más tarde.

—No —dijo ella—. Solo era una cena de trabajo, ¿qué hacías?

Miró hacia atrás pero él la detuvo y la llevó de vuelta a la sala. Estaba sudoroso y nervioso, así que ella frunció el ceño extrañada.

—Basura —dijo él—. No sé de donde salieron hojas secas y me dio flojera limpiarlas.

—¿Hojas? ¿Aquí y en esta temporada? —inquirió con una risilla—. Es absurdo.

—¿Cómo te fue? —preguntó Curtis—. Que importa la basura, solo dime que pasó.

—No pasó nada, está todo bien. —Mintió nerviosa—. Iré a ver Chloe.

No quiso decirle que había visto al hombre con el que se había acostado hace casi cuatro años y mucho menos que de ahora en adelante lo vería todo el tiempo, mucho menos sabía cómo lidiar con los estragos cuando apenas se estaban recuperando luego de la catástrofe que había significado aquel trío. Su relación casi había muerto en los meses siguientes y aún luchaban por recuperar mucho de lo que habían perdido.

Nada había sido igual después de aquella noche, empezando porque Curtis le reclamó una y otra vez la forma en que actuó en aquella casa y luego llegó un problema mayor que aun luchaban por superar, aunado a todos los problemas que tuvo con su negocio donde invirtió y no les fue muy bien.

Se acercó a darle un beso que su novio recibió gustoso.

—¿Sabes que te amo? —dijo ella y él asintió.

Se alejó de él y fue a la habitación contigua a la suya y abrió.

Sonrió al ver el producto de una noche de irresponsabilidad y desenfreno. Ese era su secreto, uno del que Jack FitzGibbons nunca sabría...

Ya volví. Espero sus votos, sus suculentos comentarios, todo. Muchas gracias por el apoyo que brindan, sus recomendaciones y por siempre animarme con sus estrellas y sus comentarios hermosos. Nos leemos.

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