Capítulo 22
Chelsea arribó a la casa de su antiguo jefe y se adentró cuando este le pidió que entrara. Se sentó frente a él y le miró con atención.
—¿Nunca se te ocurrió que esto podría pasar? —inquirió Kempler al ver a la joven—. ¿En qué pensabas cuando decidiste mantener a tu pareja en la cárcel y afuera convertir a Jack en tu amante?
El hombre se paseó las manos por la sien y Chelsea solo se sentó a escuchar a sabiendas de que viéndolo así como lo estaba planteando él, sonaba muy mal desde luego.
—Las cosas no fueron como Jack las cuenta —se defendió a sabiendas de que no tenía caso—. Yo... yo de verdad estoy enamorada de él, pero cuando esto inició yo solo quería persuadirlo de que me ayudara, nunca tuve intención de hacerlo infringir la ley.
—Eso no es lo que él cree y estoy seguro de que lo que sea que Jack diga, será la versión verosímil —añadió el hombre con total seguridad—. Chelsea, te metiste con un tipo al que nadie quiere enfrentar, ni siquiera los políticos van a desafiarlo. Su amigo, Levenseller, es uno de ellos, político y todo, aún con todo, conoce sus límites con respecto a él. Algo de lo que puede presumir Jack es de que es excelente para coger por las pelotas a todos, nadie va a enfrentarlo.
—Todos tienen algo, a mí no me interesa meterme con su carrera, solo quiero que me devuelva a mi hija —sentenció Chelsea con la mandíbula temblorosa—. Todo lo demás es irrelevante.
—Entonces te recomiendo que hables con él y trates de llegar a un acuerdo que de alguna forma lo beneficie —añadió su jefe con la mirada sobre ella—. Quisiera decirte mil cosas, Jack era un buen amigo pero quise ayudarte y por ello mismo terminé metido en esto, ni siquiera sé cómo voy a decirle esto a mi esposa y cómo va a afectar su carrera.
—Lo lamento —dijo ella en respuestas—. No pensé que esto pasaría.
—¿Por qué no me lo dijiste? —inquirió Kempler y ella se encogió de hombros—. Debiste decirme que tenías algo con FitzGibbons, incluso que tenían una hija. El hombre entró furioso a mi oficina y casi me hace polvo con su mirada. Yo... no supe qué decirle y cuando quise hacerlo me dijeron que no solo había sido removido del caso, sino que también estaba desempleado y sujeto a una investigación que manchará mi expediente sea cual sea el resultado.
—Yo... me acosté hace años con un desconocido, no sabía que él era un juez, recién estaba intentando tener jurisdicción aquí y pronto me encontré con que él era un juez en este sitio. No quise decirle que nuestro encuentro anterior había tenido consecuencias, además yo estaba con Curtis y en eso pasó todo, lo arrestaron y yo solo quería ayudarlo.
—Curtis le dijo que lo estabas engañando, le aseguró que seguían juntos y que además de todo, tu trabajo era seducirlo —añadió con un suspiro resignado—. ¿Cómo pudiste involucrarte con un perro al que solo le importa salvar su pellejo a cualquier costo y sin importar si tiene que pisarte la cabeza? Al menos tengo la seguridad de que FitzGibbons jamás haría una bajeza de ese tipo. ¿En qué te has metido Chelsea?
—Todo lo que quiero es que él me devuelva a mi hija —confesó la fiscal—. Puede hacer conmigo lo que quiera, pero no castigarme así.
—Escucha, estimo a Jack, lo conozco hace años y no estoy justificando sus actos para nada —añadió su jefe—, pero sé que no haría lo que está haciendo si realmente no creyera que su hija está en peligro. Me dijo que Chloe visitó varias veces el hospital por causas extrañas, lo cierto es que desde que Curtis está en prisión, la niña no ha vuelto al médico.
—Curtis jamás la lastimó, es cierto era un poco frío con ella pero jamás le haría daño —confesó Chelsea y se limpió las lágrimas—. Ella realmente se enfermó y tuvo accidentes, es una niña. Yo estuve presente en su accidente, en cuanto a sus enfermedades, pues, solo pasaron.
—Yo, yo te creo Chelsea, pero no es a mí a quien debes convencer —añadió el hombre con sutileza—. Trata de hablar con él, hazlo de manera civilizada. Tal como lo veo, no creo que puedas lograr mucho si te pones a la defensiva. Jack es una ballena y nadie va a enfrentarlo. No busques guerra donde no vas a ganar. Solo tuvo que levantar el teléfono para quitarte la licencia, destituirme, despedirme y cesarme; en cualquier momento van a llamarme para borrarme del mapa definitivamente.
—¿Me estás diciendo que solo lo deje irse con mi hija y ya? ¿Qué clase de madre sería si hago tal cosa? —confesó la mujer mientras intentaba calmarse.
—Creo que lo mejor que puedes hacer ahora es dejarlo quedarse con Chloe. —Chelsea abrió la boca, incapaz de creer que le pidiera eso—. Si vas a juicio no vas a ganarlo y solo ve a ver cómo está Curtis. ¿De verdad crees que hubo una pelea en la prisión? Fue trasladado a un hospital después de la paliza. Justo ahora, Jack está furioso y estamos conociendo la peor de sus facetas, no lo provoques más.
—¿Qué hay si es culpable de la muerte de Jane y su hermana? —Kempler hizo un gesto de incredulidad.
—No creo que FitzGibbons sea esa clase de persona —rebatió el sujeto y colocó una mano en el hombro de Chelsea pero ella se quitó.
—¿Por qué no? ¿No acabas de sugerir que fue él quien ordenó una golpiza para Curtis? —añadió y él hombre suspiró—. Entonces dime, ¿por qué no sería capaz de matar a su amante? Recibí unas fotos de él junto a Jane, la conocía. Además su chofer visitó el departamento de la mujer unos minutos después de la hora en qué Curtis fue visto.
—Prueba la autenticidad de las fotos —pidió su exjefe—, pero aún así dudo que puedas lograr algo. ¿Sabes quién será el abogado de Jack si lo acusas de homicidio y lo conviertes en sospechoso? —Ella negó—. Él mismo y te prometo que va a destrozarte en un tribunal. Echará abajo tu argumento en segundos. Él no se ganó ese lugar con los años, se convirtió en un juez relativamente joven por un récord imbatible de casos ganados para la fiscalía. Nadie ha podido vencer eso y lo más cercano que hay a su récord es la defensa de Curtis, aun así, ha perdido dos veces frente a Jack, de ahí la enemistad del otro.
—No voy a dejarle a mi hija —concretó la mujer—. No pienso ceder en eso y no me importa lo que tenga qué hacer. No vine aquí para que me dijeras que solo no haga nada, todo mundo parece estar dispuesto a dejar pasar que Jack haga lo que quiera pero, yo simplemente no puedo dejar que haga uso de la corrupción como si nada.
—No puedo pedirte que no hagas nada, te di un consejo porque sé que es lo mejor, pero tú decide lo que crees que es mejor; sin embargo, como amigo, me temo que debo decirte que nadie decidirá si quiera ponerlo en el banquillo de acusados, le temen demasiado. —Volvió a decir con mucha seguridad—, pero eres libre de hacer lo que mejor te parezca para ti y Chloe. Ahora por qué no vas a casa, te ves muy cansada y creo que lo mejor es que te tomes un tiempo para pensar en lo que vas a hacer.
Chelsea asintió y salió de ahí a toda prisa. No obstante, no fue a casa, sino más bien se dirigió al departamento de Jack, no sin antes llamar a sus contactos para saber en qué hospital tenían a Curtis.
Mientras esperaba la información, se apresuró a ir directamente a casa al edificio en donde vivía Jack con la esperanza de lograr que le devolviera a su hija.
Sabía que no sería fácil y que él era un hombre difícil pero lo cierto era que no pensaba ceder en eso, ella amaba a Chloe y la había cuidado con todo su amor. Simplemente no podría renunciar a ella.
Nunca pensó que podía despreciar tanto a un hombre como en ese momento odiaba a Jack, pero sin importar nada, se dijo que conseguiría tener de vuelta a Chloe.
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Jack se bebió el trago de golpe mientras su amigo solo lo veía sin decir absolutamente nada.
—Di lo que sea que quieres decir —dijo Jack con un tono autoritario—. Me molesta que solo me observes como imbécil.
—¿Importa lo que te diga? —inquirió con la mirada sobre él.
—No, pero de todos modos dilo —agregó el juez—. Es malo quedarse con las cosas dentro, dilo aunque sea en vano.
—¿No crees que estás llevando esto demasiado lejos? —cuestionó con cautela para poder hablar con él sin que se enojara y terminaran discutiendo—. Yo sé que estás enojado con ella y con justa razón, según lo que me has contado, pero lo cierto es que aun con todo lo que está pasando, de lo que hizo con Curtis y su engaño, eso no la convierte en una mala madre.
—¿Viste el expediente? —cuestionó el juez de mal humor—. Chloe estuvo en el hospital varias veces por causas extrañas reportadas en su expediente, esperas que me crea que ella no sabía si había alguna clase de maltrato de parte de Curtis.
—No espero que te creas nada, pero... es que, me cuesta creer que alguien de mirada tan dulce sea capaz de tal cosa —dijo Levenseller—. No lo sé.
—¿Tengo que recordarte que esa mujer de mirada dulce tenía por intención seducirme para que liberara a su amante? —Su amigo tuvo que darle la razón—. Me queda claro que ella es capaz de todo.
—¿Con respecto a eso? ¿Cómo te sientes? —inquirió August al verlo triste.
—Pasará —dijo como única respuesta y bebió su trago.
—¿Pasará? ¿Eso es todo lo que dirás?
—¿Qué quieres que te diga? ¿Esperas que me ponga a llorar? Solo he llorado por una mujer y me prometí no hacerlo de nuevo, he aprendido que las lágrimas no sirven de nada, igual me voy a seguir sintiendo una mierda —replicó y su amigo asintió—. Llorar me dará jaqueca y beber me dará resaca, prefiero esperar a que pase.
El sonido del timbre hizo que ambos se giraran a la puerta. Jack sonrió a sabiendas de que era Chelsea quien estaba detrás; no obstante, se levantó para ir a abrir y de inmediato fue recibido el rostro ojeroso de Chelsea.
Su amigo se puso de pie de inmediato.
—Creo que los dejaré solos para que hablen —dijo desde su sitio y pasó a un lado de su amigo. Le hizo una seña sutil de que no fuera tan cruel, pero fue ignorado por un Jack que seguía tan colérico como antes—. Estaré en mi departamento si me necesitas.
—No vamos a tardar —declaró Jack con la mirada sobre su amigo—. Es mejor que te quedes aquí. La señora se irá pronto.
—Necesito hablar contigo. —El tono autoritario de Chelsea casi hizo reír a Jack.
—Chelsea. —Jack le saludó como si estuviera sorprendido—. ¿A qué debo tu visita?
La mujer se adentró dejando de lado la actitud sumisa que antes había tenido.
—¿Dónde está mi hija? —preguntó directamente.
—En una estancia de cuidados tal como lo dicta la ley, ¿pasaste la carrera durmiendo y te graduaste seduciendo docentes? —se burló—. Conoces el procedimiento, ella estará conmigo apenas el juez resuelva a mi favor, es obvio que no estaría aquí, digo, si es lo que piensas en realidad.
—No puedes hacerme esto —añadió la mujer con total seguridad—. Ella no te conoce, debe sentirse sola, desamparada sin mí. No le hagas esto a Chloe.
—Sé que es un proceso difícil —concordó Jack—, pero eso no cambia que es lo mejor para ella y tarde o temprano lo entenderá.
—No voy a dejar que me la quites —amenazó acercándose a él—. Te prometo que si continuas con esto voy a hacer tu vida un verdadero infierno y no va a importarme lo que pase, no me importa perder todo si al final me quedo con mi hija y lo sabes.
Jack aguardó impasible, escuchó atento todo lo que Chelsea dijo de forma apasionada para intentar intimidarlo, pero lo cierto fue que evidentemente no tendría ninguna oportunidad de hacerlo.
—Creo que si debes irte —indicó Jack a su amigo, quien de inmediato se puso de pie y los dejó solos.
—Devuélveme a mi hija —exigió en un tono altanero.
—Ya te dije que no está conmigo y también quiero recordarte que es mi hija también. —Su semblante se tornó oscuro—. No pienso tener una discusión en torno a esto, así que si solo has venido a reclamarme por hacer uso de mi derecho de paternidad, ya te puedes ir. Es más podría agregar a las agravantes que intentaste alejar a mi hija de mí.
—¿Qué es lo que quieres, Jack? —le preguntó cuando el cansancio hizo que la presencia frente a él fuera imposible—. ¿Qué es lo que quieres de mí? ¿Quieres que te suplique de rodillas?
Jack sonrió de medio lado y se abstuvo de verla solamente con un deje de curiosidad.
—¿Lo harías? —preguntó con la risa bailando en sus labios.
—Por supuesto que sí —contestó Chelsea—. Sé que estás enojado y a estas alturas dudo que te importe una explicación de lo que sea que tenga que decirte, pero solo quiero que si vas a desquitar tu furia con alguien, lo hagas conmigo, no uses a Chloe.
—¿¡Qué clase de persona crees que soy para usar a mi hija!? —gritó mientras ella solo levantaba la vista para enfrentarlo—. ¿Piensas que yo deseo usar a mi hija para hacerte daño? Tengo todo el derecho a tenerla a mi lado, así como también alejarla de una mujer que parece que tiene más importancia por un hombre que por la integridad de ella.
—Eso no es verdad —refutó Chelsea, completamente furiosa—. Yo jamás pondría a ningún hombre por encima de mi hija. Sé que piensas que estuvo en el hospital por situaciones provocadas pero no es así. Chloe no fue lastimada de ninguna manera por Curtis.
Si algo enervó más a Jack fue escuchar la manera en que defendía al tipo.
—Entonces pruébalo y solo así dejaré que veas a Chloe —dijo el juez con dureza—. No permitiré que esos... accidentes sigan ocurriéndole.
—Jack por favor, no puedes alejarla de mí —pidió como último recurso—. Si deseas verificar su estado puedes enviar a alguien a que esté con nosotras todo el tiempo pero, no hagas esto. Chloe debe sentirse sola y perdida en este instante. Además, ahora te preocupa mi hija cuando antes ni siquiera te importaba en absoluto lo que pasara con ella.
—Antes tenía una impresión distinta de ti, pero es curioso cómo eso cambia cuando te pones a investigar y te das cuenta de que la persona que conociste no es para nada lo que pensabas —agregó el juez y la observó antes de sonreír con amargura—. No intento hacerle daño aunque pienses eso.
—Yo también tenía una impresión distinta de ti —refutó Chelsea—. No creí que usaras tu poder para romper tu impoluta imagen de incorruptible.
—Te sorprendería lo que puede hacer una persona cuando desea castigar a otra —confesó sin tapujos—, pero ya que estamos aquí, creo que podríamos llegar a un acuerdo.
Chelsea lo observó con curiosidad. Él también lo hizo y en su mirada no había esa coquetería que siempre la había mantenido expectante, lo cierto era que estaba frío y cortante, pero en ese momento poco le importaba, lo cierto era que estaba más preocupada por tener de vuelta a Chloe que poco le interesaba lo que pasara entre ellos.
—Jack, no hagamos esto —dijo Chelsea tratando de sonar un poco más razonable—. Tratemos de resolver esto como adultos, por el bien de Chloe. Yo... te prometo que ella estará bien y podrás verla cuando quieras, pero no la alejes de mí, mucho menos así.
El hombre la observó durante algunos minutos en los que pensó en sus palabras. Caminó por la sala, se sirvió un trago, lo bebió con calma; volvió a servirse un poco del amargo licor, esta vez solo la vio de reojo y avanzó hasta el ventanal.
Fijó la vista en la esplendorosa, ruidosa e iluminada ciudad. Pensó en la cantidad de autos que se veían como hormigas acarreando un pedazo de hoja. Los puntos se movían de un lugar a otro y las luces de los edificios marcaban un panorama colorido y estresante a partes iguales.
Se giró hacia Chelsea y le dio una mirada una última vez antes de mover su trago, olerlo y beberlo de golpe.
—Te voy a dar dos opciones. —Comenzó diciendo mientras avanzaba a paso lento hasta la fiscal, quien no se dejó amilanar y caminó en retroceso solo como precaución, sobre todo después de que no estaba segura de quién era Jack en realidad.
—¿Cuáles? —inquirió enfrentándolo sin miedo.
—Tal vez haya una manera de que puedas quedarte con Chloe —mencionó y ella se relajó un poco para prestarle atención.
—Habla.
—Vendrás a vivir conmigo y con ella, desde luego serás mi amante pero en otras condiciones y claro, no volverás a ver a Curtis de ninguna manera —sentenció mientras Chelsea estaba buscando de qué se trataba el juego—. Si alguna vez te acercas de nuevo a él, me voy a asegurar de que no vuelvas a estar cerca de Chloe nunca más. Si no aceptas, entonces nos vemos en la corte.
—¿Cuál es el truco? —preguntó Chelsea al escuchar lo que dijo.
—No hay truco, ya dije las condiciones —remarcó el juez—. Tómalo o déjalo. Si dices que no, está bien, nos vemos en el juicio, si dices que sí, puedo hacer que esta misma noche Chloe esté con nosotros. Piénsalo y...
—No tengo nada qué pensar, acepto. —Si la respuesta de Chelsea le sorprendió, Jack no lo demostró, solo asintió—. Me quedo contigo pero quiero a mi hija esta misma noche.
—Ve a casa y recoge tus cosas, iré por ti en una hora y después iremos por Chloe —ordenó pero ella siguió parada frente a él—. ¿No me has escuchado? Dije en una hora estaré ahí para ir por Chloe.
Chelsea sonrió apenas perceptible y salió de ahí de inmediato, casi corriendo, mientras el juez solo la observó perderse en el ascensor antes de cerrar su puerta y suspirar a sabiendas de que su plan, después de todo estaba funcionando.
Tomó su teléfono e hizo una llamada rápida antes de ir por lo que necesitaría para esa noche. Esperó un tiempo y finalmente fue a casa de Chelsea.
La vio afuera con su maleta, mirando a todos lados mientras se paseaba de un sitio a otro, esperándole.
Detuvo su auto y no se bajó para abrir la puerta. Ella permaneció unos segundos esperando que lo hiciera pero cuando se dio cuenta de que no lo haría, caminó hasta la cajuela, esperó a que se abriera sola y metió sus maletas dentro.
Posteriormente, abordó el asiento del copiloto y sin decir nada, Jack, arrancó para ir directamente por Chloe.
Por el rabillo del ojo vio a Chelsea retorcer sus dedos de nervios, así que cuando aparcó frente a la casa de paso para los niños ella intentó bajarse.
—Espera aquí —ordenó y ella se quedó a medias antes de verlo bajarse e ir a la entrada.
Tocó y de inmediato una mujer salió con la niña en brazos. Jack la abrazó e hizo un movimiento de cabeza a la mujer.
—Gracias —dijo mientras ella asentía.
—Hay que llamar para que detengan los tramites, aunque el juez evaluará si es viable detenerlos o seguir con el proceso por oficio —dijo la mujer y Jack sonrió.
—No sé de qué expediente hablas —mencionó mientras la mujer fruncia el entrecejo—. Vine por mi hija, una que mi amiga, amablemente se ofreció a cuidar mientras yo tenía un compromiso, no es como que haya una demanda de custodia que amerite que ella esté en una estancia de paso.
La mujer asintió y comprendió que de alguna forma, Jack había conseguido que se deshicieran de los expedientes y que no quedara una sola seña de que él hizo una demanda de custodia.
—Eres lo peor —añadió la mujer y llevó su mano al rostro de Jack, lo acarició y sonrió antes de ver hacia el auto en donde Chelsea miraba toda la escena—. Espero sepas lo que haces y esto sea lo correcto.
—Estaré bien —confesó el juez y ella asintió una vez más, dejando caer su mano para no acariciarlo más.
Por su parte, Jack se dio la vuelta y miró a Chloe revolotear en sus brazos al ver a Chelsea. Esta de bajó del carro y la esperó para abrazarla.
Tuvo que dársela cuando la niña pataleó y gritó para ir con su madre. Fue recibida con abrazos y besos de parte de Chelsea.
»Sube al auto y vámonos —indicó y ella se subió en el asiento trasero con su hija.
—¿Iremos a tu departamento? —preguntó Chelsea al ver que no iban al centro de la ciudad.
—No, iremos a mi casa, mi departamento no es un lugar para Chloe, es pequeño para una niña —confesó y ella guardó silencio al ver que se alejaba más y más cada vez de la ciudad.
Pasó su mano por la ventanilla para limpiarla puesto que la lluvia que había comenzado apenas unos minutos atrás estaba cubriendo la vista.
Lo sintió bajar la velocidad y entretanto ella miraba atentamente a los lados para entender a dónde iba, así que finalmente, cuando el auto se detuvo, volvió a pasar sus manos por la ventanilla.
Frente a ella se cernió una propiedad enorme, lujosa y muy elegante.
Tenía un jardín grande y bien cuidado, la fachada le recordaba esas películas de gente pudiente, así que cuando vio a Jack bajar y acercarse a la entrada para tomar el paraguas que, ya la mujer de la entrada le otorgaba, salió de sus pensamientos.
El juez abrió la puerta del coche y le hizo entrar rápidamente a la casa para evitar que el frío pudiera hacerle daño a su hija.
Ambos entraron a la casa y Chelsea miró a su alrededor.
—Por favor, lleven las maletas de la señora a la habitación principal —ordenó Jack mientras la mujer, quien Chelsea creyó que era la ama de llaves, le miró contrariado.
—Señor no sabía que venía —dijo la mujer—. De saberlo habríamos preparado la casa, una cena. En realidad...
—No se preocupe, señora Benz —declaró Jack—. No es necesario que haya una cena, lo que sea estará bien para esta noche.
—Esa maleta es de Chloe —interrumpió Chelsea al ver a un hombre subir las dos maletas.
—Llévala a la habitación de niños —pidió Jack al hombre mayor—, pero antes quiero presentarlas. Señora Benz y Oswald, ellas son Chloe, mi hija, y Chelsea, su madre, se quedarán en la casa por ahora —remarcó y la mujer observó a la niña y después a Chelsea, quien le sonrió antes de extender la mano para presentarse.
Subió junto a Chelsea a la habitación y se adentraron en la enorme habitación.
—¿Aquí dormiremos? —inquirió Chelsea.
—Sí, esta es tu habitación —añadió con la mirada sobre ella—. Estaré abajo, baja a cenar en un momento. Por favor instala a Chloe, está dormida.
Salió de ahí y Chelsea fue a la habitación donde escuchó ruido. Vio a la mujer cambiando las sábanas.
—Mil disculpas, pensamos que en esta noche fría es mejor que tenga un cobertor más grueso —dijo la mujer mayor y Chelsea miró al hombre en cuestión.
—Esta es... ¿fue la casa de su hijo mayor? —inquirió con la mirada sobre ella.
—No, esta casa fue comprada para sus hijos y esposa pero nunca vivieron aquí —respondió la mujer y ella asintió con la mirada sobre la anciana—. Chloe será la primera habitante de este hermoso cuarto.
Chelsea miró alrededor. Estaba decorado de forma neutra, con adornos que cualquier niño disfrutaría y evidentemente Chloe sería feliz viendo todo eso.
—Bien —murmuró la fiscal y dejó en la pequeña cama a la niña, la cubrió con el abrigador cobertor y salió de ahí para ir a la habitación unos minutos antes de bajar.
Buscó a Jack con la mirada pero no lo encontró, así que se dirigió a la cocina, pero se detuvo al escucharlo.
—Quiero que me digas todo lo que hace cuando no estoy. —Escuchó su voz ordenando a la mujer—. Vigílala y bajo ningún concepto la trates como la señora de la casa porque no lo es, la única que importa es Chloe, mi hija. ¿Está claro?
—Desde luego, señor —contestó la mujer y cuando oyó los pasos de Jack caminando de vuelta, se hizo a un lado para fingir que no supo nada.
Se encontraron en el pasillo y él señaló el comedor en donde de inmediato la mujer mayor se apresuró a llevar la cena.
Sirvió ambos platos y mientras Jack comenzó a cenar, ella solo miraba la comida.
—Come —dijo Jack.
—No me gusta el puerco —confesó.
—No pregunté, come —ordenó de nuevo y ella dejó caer el tenedor en la mesa y se levantó para ir directamente a su habitación.
Se adentró y se sentó en la cama.
—Puedes con esto, Chelsea —se dijo a sí misma—. Si quiere ver tu resistencia por Chloe, demuéstrale que puedes. Sí puedes.
Se metió al baño y se dio una ducha rápida para después ponerse la pijama y acostarse. No pudo dormir, lo cierto era que estaba tensa, preocupada y molesta, así que se levantó de nuevo y se puso de pie para mirar por la ventana.
Afuera todo era oscuro, ni siquiera se escuchaba el ruido de los autos, solo sonaban algunos grillos y pájaros nocturnos.
Se paró en el ventanal durante largo rato hasta que escuchó que la puerta se abrió.
Se envaró de inmediato pero no se giró, ni siquiera cuando lo sintió tan cerca que sus fosas nasales se inundaron de su aroma.
El cuerpo de Jack se colocó detrás de ella y sus manos rápidamente fueron a sus caderas. Las apretó entre su agarre y dejó un beso en su hombro. Se quedó en silencio y esperó paciente hasta que notó las yemas de sus dedos rozar su nuca y hacer un lado su cabello.
Se removió y quiso salirse de ahí pero no se lo permitió; al contrario, la sujetó con fuerza e imposibilitó que se alejara.
—¿Qué es lo que estás haciendo? —preguntó Chelsea al notar que sus manos estaban yendo bajo su camisón.
—No hago nada que no haya hecho antes —contestó Jack con completa seguridad—. ¿Es que no recuerdas que hemos hecho esto antes?
La ironía en sus palabras la enervó.
—¿A qué estás jugando? —inquirió Chelsea y le observó—. ¿Esta es tu forma de castigarme por lo que crees que hice?
—¿Lo que creo que hiciste? —preguntó con una sonrisa irónica—. Por favor, al menos ten la valentía de admitir lo que hiciste. Estoy cansado de escuchar excusas y más excusas, ¿me dirás que ahora eres la víctima? ¿Cuál es la diferencia entre acostarte conmigo ahora si antes lo hacías? Lo que hiciste no te quita lo guapa y a mí se me sigue poniendo dura.
—La diferencia es que antes no me tratabas como una cualquiera —dijo ella visiblemente afectada—. Lo que ahora haces es...
—Es que ahora lo tengo claro —confirmó para humillación de Chelsea.
—Quieres humillarme —dijo ella con la barbilla temblorosa—. Entonces hazlo, si piensas que eso hará que deje a mi hija en tus manos, estás muy equivocado. Hazlo, muestra tu lado más miserable y deja que te desprecie más de lo que justo ahora estoy haciendo, desquítate hasta que quedes satisfecho de tu hazaña. No te cortes en absoluto. ¡Ahora si no piensas cogerme como la puta que crees que soy, será mejor que te largues, que tengo sueño y lo último que quiero esta noche es verte la cara!
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