Capítulo 21

—Sí, dile —mencionó Jack y colgó luego de despedirse.

Desde su oficina pensó en lo que acababa de escuchar, así que llamó por teléfono al fiscal de distrito.

—Su señoría —dijo el hombre al responder.

—¿Qué relación tiene tu fiscal adjunto con Curtis McFly? —preguntó directamente mientras un silencio se formaba en el otro lado de la línea.

—No sé de qué habla su señoría —contestó visiblemente nervioso—. Puedo preguntarle.

—No —interrumpió el juez—. No le digas nada.

Volvió a colgar la llamada y se mantuvo tenso antes de tomar la carpeta que le dejó su investigador. Sonrió al ver que le había hecho un doblez en la punta, como cuando él era fiscal de distrito y su investigador le dejaba sus pesquisas en el escritorio. Le hacía un doblez a las carpetas a las que acusaba de tener un giro inesperado.

Sacó el informe y comenzó a leer. Fue la primera hoja la que lo dejó pasmado y anclado a su silla.

Por otra parte, Chelsea fue directamente a su departamento, apagó su celular y pensó en lo que había pasado con Curtis, a su vez, observó el folder en la mesa y miró a la niñera, preguntando en silencio qué era aquello.

—Lo trajo un mensajero para ti, dijo que era urgente que lo leyeras. Creo que es de tu oficina —dijo la joven mientras se colocaba la chaqueta para irse—. Nos vemos mañana.

Chelsea asintió y una vez a solas fue a la habitación de Chloe, la encontró durmiendo la siesta, así que volvió a su sala y abrió el sobre. Lo revisó previamente, no tenía remitente.

Frunció el ceño sacó el contenido y una serie de fotografías saltaron a la vista.

Las de la víctima, Jane Presley, pero lo que más le sorprendía que en muchas de esas fotografías aparecía con Jack, en algunas en situaciones bastante comprometedoras o eventos muy exclusivos con los hombres más poderosos del país.

Comenzó a verlas a detalle una a una; sin embargo, le llamó la atención una de las fotos en especial.

Fue tomada el día en que Jane murió, incluso llevaba la bufanda que tenían como prueba. El calce de la foto mostraba la hora y fecha. Fue tomada un par de minutos después de la hora de entrega del paquete de Curtis. Fue por el expediente y revisó. Había nueve minutos de diferencia entre Curtis y el hombre que entró a la casa de Jane con un maletín, lo que significaba que Curtis no la había matado.

—Curtis llegó primero, entregó y se fue —dijo Chelsea—. Nueve minutos, suficiente tiempo para que Curtis entregara el paquete y se fuera después de que ella le firmara de recibido. Un mensajero no tarda tanto en la casa de sus clientes.

Ella conocía muy bien al hombre de la foto, era Jack. En la foto se le veía entrando a la casa de Jane nueve minutos después que Curtis y con un maletín que no se encontró en la escena del crimen.

De acuerdo a la hora en que fue tomada, él era el presunto asesino.

Observó las demás fotos, en todas figuraban juntos, lo que le hizo suponer que ella era su amante por la actitud demasiado personal entre ellos. Sin embargo, en otra de las fotos, se veía a otro hombre llegar horas más tarde, mucho después que Jack.

—El chofer de Jack —dijo al reconocer al hombre volver cerca de tres horas después a la casa de Jane.

Pasó largas horas mirando las fotos, armando una conexión entre ellas, tratando de darles un orden y un contexto, tanto que ni siquiera recordó que Jack quedó de llamarle. No lo hizo y tampoco llegó ese día a verla.

No se movió de su lugar, miró las fotos en el comedor sin comprender, convencida de que Jack estaba ocultando su participación en el asesinato, pero segura de que quien haya tomado las fotos estaba buscando que la verdad saliera a la luz.

Se quedó mirando un punto fijo en la pared, le costaba creer que el hombre recto que amaba y que mostraba una figura correcta todo el tiempo, fuera un asesino y corrupto capaz de culpar a otro de sus crímenes. Sin embargo, ella no podía dejar que un inocente pagara por algo que no hizo y sin darse cuenta se vio en un dilema que nunca imaginó.

No supo cuánto tiempo estuvo así, pero cuando se dio cuenta, el amanecer llegó y fue con el sonido de la puerta, que espabiló.

Se asomó a ver y al notar que era él, se apresuró a meter todas las fotos al sobre antes de abrir la puerta. Le observó detenidamente.

—Jack —dijo y le dio una sonrisa tensa—. Es tan temprano, no viniste ni me llamaste.

—Supuse que tendrías mucho trabajo —argumentó desde su lugar y ella sonrió de nuevo—. ¿A dónde fuiste ayer?

—A ningún lado, estuve aquí todo el día —mintió mientras él le observaba con suspicacia—. No quise dejar sola a Chloe, estaba resfriada y quise volver a casa, me sentía intranquila.

Jack la observó largo rato mientras la veía intentar cubrir el sobre que tenía detrás; no obstante, cuando intentó cogerlo en sus manos, se le cayó y Jack pudo ver el sinfín de fotos que mantenía de él y Jane.

—Me estuviste investigando —aseguró al tiempo que la veía a los ojos y ella levantaba las fotos, desesperada—. Es curioso que tú precisamente lo hagas. ¿Querías saber sobre Jane?

Su semblante frío le dejó claro que él sabía que lo había descubierto o más bien, que estaba acorralado. La miraba de una forma extraña, tanta que le dio mucho miedo y retrocedió de forma inconsciente, como si buscara salvaguardarse.

Mantuvo distancia con Jack, quien a cada paso que Chelsea daba hacia atrás, él avanzaba para seguirla.

»Pudiste preguntarme —declaró con una sonrisa extraña.

—He visto las fotos, visitaste a Jane unos minutos después de que el hombre que está en prisión se fuera. —Comenzó diciendo—. Llevabas un maletín que no fue encontrado en la escena del crimen.

—Estás muy enterada sobre la escena del crimen al parecer —se burló Jack—. Es bastante curioso que una fiscal que no está en el caso sepa más de lo que debe, tal vez los fiscales de distrito deberían sellar la boca y no involucrar a todos en sus respectivos casos.

—Tu chofer la visitó más tarde —prosiguió ella—. ¿Le pediste que la matara?

Jack sonrió de forma extraña, algo que ella interpretó como una afirmación.

—¿Estás acusándome de homicidio? ¿Acusas a mi chofer acaso? —cuestionó y de nuevo se burló.

—Quitémonos la careta. Fuiste tú, tú la mataste —acusó Chelsea y observó la mirada del hombre tras el señalamiento—. Ella era tu amante y te deshiciste de ella por alguna razón. Quizás ella sabía cosas de ti, te amenazó, no lo sé.

Él no mostró el menor atisbo de arrepentimiento, ni siquiera intentó negarlo.

Chelsea, por su parte, era incapaz de creer que fuera un hombre tan cruel.

»Eres un asesino, ahora lo sé y no voy a parar hasta que termines pudriéndote en la cárcel —aún sin poder creer que fuera el culpable de la muerte de Jane y que todo el tiempo le vio la cara.

—No voy a discutir contigo ese asunto —dijo Jack finalmente—. Vine por una sola cosa.

La observó de forma detenida antes de hacer un gesto de decepción.

—Vine por Chloe —declaró mientras ella le observaba con los ojos muy abiertos al mismo tiempo que le dejaba una carpeta sobre la mesa—. Afuera hay una trabajadora social y dos oficiales que te obligarán a entregarla —continuó diciendo el juez al tiempo que ella tomaba el folder para ver la orden de la corte en la que se le retiraba la custodia de su hija de forma provisional—. No hagamos esto más difícil.

—¿Qué es esto? —inquirió con los ojos llorosos—. No puedes hacerlo, esto es ilegal, no tienes ningún fundamente legal para hacerlo y mucho menos pudieron expedirte una orden de la noche a la mañana.

—Soy Jack FitGibbons, me subestimas —dejando claro que usó sus conexiones.

—Esto es ilegal —declaró ella.

—Parece que a ningún juez le parece correcto que una fiscal adjunta mantenga relaciones y exponga a su hija a la cercanía de un asesino, mucho menos cuando mató a una agente federal. Puedes verificar, está el sello de la suprema corte, está todo en regla, un expediente hecho, antecedentes, todo, Chelsea. —El rostro del Chelsea palideció—. ¿Creíste que no me enteraría? Como tú, quería saber la verdad de Jane e investigué. Fue buscando entre toda la mierda que me encontré con que Curtis McFly era el novio de la fiscal adjunto, que el fiscal de distrito era conocedor de la situación y lo encubrió. Por supuesto, ya no es el fiscal de distrito. —Chelsea le observó con los ojos llorosos—. También sé que usaste tu posición para entrar al centro penitenciario de forma arbitraria. Aunado a eso, me encontré con las dos veces que Chloe fue atendida en hospital por negligencia de sus cuidadores, una fractura por una caída que el médico catalogó en su informe como... extraña y una gastroenteritis, que en palabras de la pediatra... era inusual en menores de dos años.

—Yo jamás le haría daño a mi hija —recriminó Chelsea.

—¿Y Curtis? —le interrogó el juez.

—Curtis no le hizo daño —lo defendió a sabiendas de que solo estaba usando todo su poder para reducirla a una miserable abogada que no podría defenderse de toda la cortina de poderosos que lo cobijarían.

—Tendrás que probarlo en una corte —declaró Jack con malicia—. Chloe irá a servicios sociales en lo que determina mi reclamo de los derechos paternales y después irá a vivir conmigo. Si quieres verla, tendrás que pelear en la corte.

—¡No puedes hacerme esto! —gritó antes de lanzarse sobre él para golpearlo—. ¡No puedes ser tan miserable! ¡No voy a dejar que te lleves a mi hija! ¡Jack, dijiste que me querías!

—¡Y tú también! —vociferó el juez con toda su furia. La mandíbula le temblaba de coraje y sus llorosos y enrojecidos ojos dejaban claro que buscaba controlarse a toda costa—. Dijiste que me amabas y todo lo que ahora sé es que intentabas seducirme para que sacara de la cárcel a tu amante, un asesino. Hablé con él ayer en la tarde y no habló muy bien de ti.

—Yo iba a decírtelo apenas nos viéramos —confesó Chelsea—. Fui a verlo para decirle que no iba a participar más.

—Claro y por eso tienes esas fotos —se burló señalando la pila de fotografías—. ¿Me crees estúpido?

—¡No! —declaró a gritos—. Es verdad, iba a decírtelo. Quería que empezáramos bien.

—Esto nunca empezó, fue una mentira desde el principio. ¡Fue tu mentira! No finjas ahora que eres la víctima. No me insultes de esa manera. —Su rostro mostraba lo dolido que se encontraba—. Igual no voy a detenerme a discutir una estupidez, vine por mi hija y me la voy a llevar.

—¡No! —gritó y corrió para colocarse en la entrada de la habitación para bloquearla—. No dejaré que te la lleves. ¡Es mi hija, Jack!

—Una hija que no debe estar con una mujer como tú —confesó y la tomó de los hombros para empujarla a un lado y meterse a la habitación.

Se adentró y Chelsea intentó detenerlo pero su fuerza era inferior. Corrió por un jarrón, lo rompió y lo amenazó interponiéndose entre él y la niña.

—Te mataré —confesó empuñando el cristal hasta cortarse ella misma—. No vas a llevarte a mi hija. No dejaré que me la quites.

—Lo acabo de hacer —afirmó Jack.

Los dos oficiales entraron junto con la trabajadora social y se encontraron con la terrible escena. Se distrajo un segundo, antes de que Jack tomara a la niña y enfilara a la salida.

Chelsea corrió tras él pero los oficiales la detuvieron y no pudo alcanzarlo. Él avanzó hasta la puerta y entregó la niña con la trabajadora social. Esta lloraba y clamaba por su madre sin entender qué estaba sucediendo.

La mujer se liberó y corrió a trompicones hacia el juez.

—No me hagas esto, te voy a odiar toda la vida —suplicó envuelta en llanto—. Por favor, Jack. Lo que haces es ilegal. No hay fundamentos para retirarme la custodia.

—Querías a un Jack corrupto —declaró furioso mientras la veía directamente a los ojos y después desviaba la vista hacia uno de los oficiales, quien tomó las fotos y las guardó en su chaqueta, dejando claro a Chelsea, que nadie en el sistema judicial le ayudaría si él estaba de por medio—. Es hora de que conozcas la peor versión de mí.

—No voy a parar hasta recuperar a mi hija, incluso si eso significa que nos despedacemos entre nosotros —amenazó Chelsea en un intento por intimidarlo pero solo sonrió.

—Te deseo suerte, tal vez deberías darte una vuelta por el centro penitenciario —declaró sonriendo—, pero ve con cuidado, es peligroso, hay riñas todo el tiempo. Pregúntale a Curtis cómo le fue en la riña de anoche, parece que fue brutal. Te veré en la corte y busca el mejor abogado defensor, veremos que puede hacer contra mí. No debiste intentar verme la cara, te aseguro que no tienes ninguna oportunidad y que si vamos a juicio, uno de nosotros lo perderá todo, estoy seguro de que no seré yo. El colegio de abogados acaba de retirarte la cédula profesional, no puedes ejercer.

—¡Miserable! —gritó y se sujetó de la chaqueta pero él solo la miró con superioridad.

Soltó una risa y se dio la vuelta sacudiéndose del agarre de Chelsea y lanzándola al piso antes de salir de la casa dejando a la fiscal en el suelo, envuelta en llanto y con el corazón destrozado mientras su hija gritaba por su madre y ella veía como el hombre que amaba le acababa de demostrar cuán mezquino era...

*****

Ya sé que les dije que subiría un cap la semana pasada, pero he estado terrible. Ya saben, me resfrío y para mí es como una neumonía. Como sea, a llorar a llorería, les compensé con tres capis. VOTEN EN LOS TRES, NO SEAN CRUELES O NO VUELVO A DARLES TRES CAPS. GRACIAS, POR SUS COMENTARIOS Y BESITOS. 

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