Capítulo 19

—¿Qué ha pasado? —preguntó al verlo triste y lo guio dentro de su casa—. Ven siéntate.

—Mi exesposa mintió —declaró Jack y ella solo le observó a sabiendas de que no había razón para fingir que no lo sabía—, pero eso tú ya lo sabías.

La sonrisa de Jack no era una de enfado, sino una de tristeza.

—Lo lamento —musitó Chelsea—. Yo no sabía lo que sucedió entre ustedes y cuando ella me descubrió entendí que mi hija la pondría en aprietos. No es como que somos amigas, en realidad ella quería que te lo dijera o me delataría.

—He presumido toda mi vida de ser un hombre muy inteligente —declaró el juez con una sonrisa amarga—, me enamoré de Alice y me casé con la convicción de tener un matrimonio perfecto y lo tuve al principio, hasta que quisimos tener hijos pero no llegaron. Ella me amaba, yo la amaba, pero quería ser madre.

—Es claro que es ella quien no puede tenerlos —declaró Chelsea—. No tienes que culparte por no poder darle una familia. Se la diste con tu hijo adoptivo.

—Siempre creí que mi divorcio fue por mi culpa —continuó diciendo mientras Chelsea lo veía desolado—. Yo no quería divorciarme, ni siquiera separarme pero... un día ella dijo que ya no éramos una familia feliz, que necesitábamos amar a nuestro hijo por separado, que se había acabado. Quise decirle que no, que yo seguía enamorado de ella pero no lo hice porque en su mirada estaba la determinación. Ella ya no me amaba. —Hizo una pausa—. Me culpe por meses, por años. Dije que mi maldita infertilidad fue lo acabó con todo y algunos meses después de mi separación creí que volveríamos. Me volví su amante durante algún tiempo hasta que me dijo que se había enamorado y salía con alguien.

—Lo lamento. —Volvió a decir Chelsea.

—Pasé años sufriendo y diciéndome a mí mismo cada mañana que estaría bien y que yo se lo debía —añadió mientras ella agachó la vista de la pena—. Ella dijo que se hizo exámenes y estaba sana, lo que dejó entredicho que el estéril era yo. Me hizo vivir con la culpa de la ruptura por muchos años y yo confiaba en ella. Era mi mejor amiga, la mujer a la que le confiaría todo. —De nuevo guardó silencio—. Es claro que no le importó en absoluto lo que yo sintiera, solo quería delegar la culpa de lo que sentía.

—No sé qué decirte —confesó la joven y se acercó a tomar sus manos.

—Las dos mujeres que he querido me han mentido en nombre de alguna tontería personal —prosiguió el juez—. No te parece algo irónico.

Chelsea se quedó en silencio ante la acusación, a sabiendas de que tenía la razón. Esperó que él dijera algo más pero no pasó, solo lo vio quedarse callado, dejando claro que aquello solo fue un desahogo.

—Cuando supe que estaba embarazada, tuve mucho miedo —confesó y obtuvo la atención del juez—. Después de lo que ocurrió la noche en que te conocí, mi relación con mi novio se desgastó. A pesar de que fue él quien quiso probar algo distinto, aquello no le agradó y tuvimos muchos problemas. Pensé en no tener a Chloe, pero me remordía la conciencia cuando pensaba que tal vez fuera suya. Yo lo amaba y terminé confesándolo.

—¿Se lo tomó bien? —inquirió Jack y ella negó.

—Estuvo furioso conmigo, me culpó de hacerlo a propósito —confesó con los ojos llorosos—, pero con los días se fue resignando y terminó por decirme que todo estaba bien entre nosotros, volvimos a ser la pareja que fuimos un día. Él se hizo cargo de mi hija y aunque no era el padre más amoroso, se esforzaba. Al menos así fue hasta que ella empezó a crecer y a definir sus rasgos físicos. Nunca hablamos del tema, nunca despreció a mi hija, pero sí se alejó, lento y poco a poco.

—¿Por eso terminaste con él? —cuestionó Jack y ella se quedó callada, quiso decirle todo en ese momento, pero sabía que lo empeoraría, así que solo asintió.

Pensó que debía hablar primero con Curtis, terminar todo y decirle la verdad a Jack de una vez por todas. Tal vez si confesaba, le ayudara con la investigación y pudieran devolverle la libertad a Curtis.

»Ya veo —declaró de nuevo—. Si ya me conocías, me refiero a que ya sabías que yo era un hombre razonable, ¿por qué decidiste mentirme? Te pedí una sola cosa, Chelsea, fidelidad. No me refiero solo a la cuestión sexual, habló de todo. Incluso ahora, te dije que te amo a pesar de todo pero eso no cambia que quiero respuestas.

El tono que usó dejó claro que estaba herido de verdad. Era como si decir aquello le hubiera dolido, incluso como si estuviera arrepentido de hacerlo.

Se acercó a él para abrazarlo, como si aquello fuera el augurio que dejaría claro el fin de ambos.

Jack tenía la mirada al frente, la mandíbula tensa y su abrazo aunque fuerte, no era precisamente el que transmitía amor, sino toda la tensión que embargaba al hombre.

—¿Te arrepientes de decírmelo? —Se atrevió a preguntar después de un incómodo silencio—. ¿Realmente lo dijiste en serio?

—El problema es que lo digo en serio —confesó el juez y ella se apartó para verle a los ojos—. Estoy enojado contigo, muy decepcionado de lo que hiciste, pero no soy ningún crío para no darme cuenta de lo que siento y aborrezco jugar a los dimes y diretes. En realidad, odio hacerlo y voy ser completamente honesto con lo que quiero.

—¿A qué te refieres? —cuestionó la fiscal y se preparó para lo peor.

—¿Sientes lo mismo? —inquirió el juez sin tapujos.

—¿Qué caso tiene que te lo diga? Dejaste muy claro lo que piensas de mí en tu departamento —añadió con una sonrisa amarga que dejó claro que la situación la estaba consumiendo.

—No voy a preguntarlo de nuevo, Chelsea —sentenció Jack y se acercó a ella hasta encararla—. Así que será mejor que respondas con sinceridad, cuál sea tu respuesta es lo que definirá lo que viene. Si dices que no me amas, simplemente reclamaré mis derechos de paternidad y hablaremos asuntos de Chloe sin problemas como la gente civilizada.

—¿Y si digo que te quiero? —le interrogó la joven—. ¿Qué harás?

—Eso va a depender de ti —respondió Jack con seguridad—. Solo dame una respuesta.

—Sí, te amo —añadió la fiscal con sinceridad y con un tono lastimero que encendió las alarmas de Jack.

—¿Pero? —inquirió el juez al ver que se quedaba callada—. Algo pasa, ¿no es así?

—Pero nada. —Se acercó a él y tocó su rostro con un gesto de congoja—. No puedo decir que no me sorprendió tu confesión pero agradezco que lo hayas dicho. Cuando me di cuenta de que te quería tuve mucho miedo de que tú no, tanto que pensé en los miles de escenarios en los que yo tendría que navegar con el corazón roto.

—Chelsea, si te quedas a mi lado, será sin mentiras —solicitó demandante—. Aborrezco que me vean la cara y la mujer de un juez federal no puede ni debe mentir en absoluto a sabiendas de que arriesga la posición de su pareja. Yo jamás voy a mentirte, a engañarte o a faltarte de alguna manera. Siempre serán una prioridad para mí, pero no voy a tolerarte nada.

—Lo sé —respondió ella a sabiendas de que Jack no era alguien que cedía el control de nada a nadie y que nunca le permitiría colocarse y colocarlo en una posición grave.

Quiso contarle todo en ese momento, pero su mirada le dejó claro que no estaba listo, que si le decía lo de Curtis terminaría todo muy mal. Se propuso ver, al día siguiente, a quien ahora consideraba su ex y decirle que no continuaría antes de hablar con Jack.

—¿Qué es lo que quieres, Chelsea? —cuestionó Jack y la sacó de sus pensamientos.

—¿Qué es lo que quieres tú? —contraatacó la fiscal.

—Todo, lo quiero todo —respondió con la mirada sobre ella—. Así que si continuas a mi lado, será completamente segura que seremos tres y que pensaremos dos por el bienestar de Chloe.

—Entonces también lo quiero todo. —Chelsea sonrió llorosa y se acercó para abrazarlo y darle un beso que dejó claro que estaba dispuesta a empezar de nuevo.

Jack respondió el beso durante un largo rato antes de preguntar por Chloe. Chelsea le aseguró que ya estaba dormida pero esperaba que fuera paciente con ella.

Por supuesto, Jack aseguró que lo sería, no pretendía decirle a la pequeña y de inicio que él era su padre, solo esperaba tener sus primeros acercamientos.

Hablaron algunos minutos más sobre Chloe, al menos hasta que Chelsea se levantó para llevarle un café que Jack bebió y aunque no quiso preguntarle cuál sería su posición con respecto a volver a hablar con su familia, esperaba que no perdiera contacto con ellos, especialmente con su hijo.

Lo vio apagar su celular y recostar su cabeza en el sillón mientras se aflojaba la corbata.

Ella se acercó para abrazarlo y le dio un beso en la mejilla. Acarició su barba y deslizó la punta de su nariz por la piel de su cuello.

Jack se dejó hacer, solo extendió los brazos sobre el respaldo del sofá para que ella se recostara y cuando lo hizo, la sujetó de la cintura y dejó que ella lo acariciara.

—Quiero estar a tu lado, pero cómo vamos a lidiar con esto —le cuestionó entre beso y beso—. Se hará un escándalo por Chloe.

—No me importa, mi hija nació después de mi divorcio y hasta donde sé, estoy soltero hace mucho —declaró con total seguridad—. No acostumbro a ventilar mi vida privada, pero eso no significa que esté cerrado a tener una relación. No pasa nada, solo vamos a ser discretos la mayor parte del tiempo y cuando se sepa pues simplemente lo afrontaremos y ya, no tiene por qué ser un escándalo.

—Está bien —dijo Chelsea antes de abrazarlo y darle un beso en el cuello—. Vamos a la cama, estás tenso, tal vez un masaje te haga bien.

Jack se levantó y tomó la mano de Chelsea, quien lo guio a través del pasillo rumbo a la recámara en donde apenas entró se dejó caer en el colchón luego de quitarse la chaqueta.

Chelsea se acercó y fue por unos aceites esenciales antes de darle un beso en el cuello. Le ayudó a quitarse la camisa y Jack colaboró antes de volverse a acostar. Se quedó solo con el pantalón y dejó que ella llenara sus manos con un poco de aceite y lo pasara por su pecho.

»Date la vuelta —pidió Chelsea y él obedeció quedando boca abajo. Sintió las manos de la mujer sobre sus hombros y presionó con fuerza, masajeando sus hombros—. Siempre me he preguntado a qué hora haces ejercicio al mismo tiempo que se montaba sobre él y acariciaba sus hombros con el aceite y acercaba su boca a su oído. Ni siquiera deberías estar tan en forma.

La risa de Jack no se hizo esperar.

—Hago ejercicio por las mañanas —declaró el juez y ladeó la cabeza para que él le diera un beso en el cuello y a su vez para que también le masajeara los músculos y el olor del aceite invadiera sus fosas nasales—. Chelsea, si sigues besándome no respondo.

La risa de la joven no se hizo esperar y terminó dándose la vuelta para que dejarla a ella boca abajo. Se metió entre sus piernas y le dio un beso en los labios antes de moverse sobre ella como si estuviera follándola.

Chelsea pudo sentir el movimiento de su pelvis una y otra vez sobre ella. Cerró los ojos y disfrutó antes de tomar el rostro del hombre y atraerla hacia ella para darle un beso en los labios.

—Quédate —pidió Chelsea con un tono sutil y ligero—. No me quiero quedar sola esta noche.

—Creí que eso lo habíamos decidido hace rato —respondió Jack y ella sonrió antes de enlazar sus brazos al cuello del juez.

Se acercó a darle un beso y pronto se vio con las manos de Jack recorriendo su cuerpo, deslizándolo por todo el costado de ella.

No se movió un ápice cuando sintió la suave mano paseando descarada por sus muslos y posteriormente por su trasero. Lo único que pudo hacer fue observarlo, sonreírle y disfrutar del toque suave pero firme.

Sintió las manos apretando su trasero, tocando sus nalgas a placer, separándolas con su toque y acariciando despacio, disfrutando de la sensación.

Se acercó a besarla y sus labios desprendieron un olor sutil a café. Le mordió leve y paseó su lengua por ellos, lamiéndolos y mordisqueándolos suavemente.

—Desnúdate para mí —musitó firme pero sensual y Chelsea obedeció.

Se incorporó en la cama y Jack hizo exactamente lo mismo, se quitó el pantalón e intentó quitarse la ropa interior pero Chelsea lo detuvo.

Pronto la mujer estuvo completamente desnuda sobre la cama y Jack se dio el tiempo de apreciarla. La recorrió con la mirada durante algunos segundos y posteriormente la tomó de la cintura y la atrajo hacia su cuerpo.

Chelsea se dejó hacer y entretanto, aprovechó para besarla con desesperación, la acostó en la cama, separó sus piernas y llevó su mano en medio de sus piernas. Deslizó sus dedos índice y medio entre sus pliegues para comprobar la humedad y el calor que desprendía su sexo.

Sus dedos se empaparon de los fluidos de la mujer y después de palparlo frotando su pulgar contra los dedos húmedos, los llevó a los labios de Chelsea y los deslizó por sus labios, dejándole degustar su propio sabor y a su vez, tomó posesión de ellos, chupándolos en un beso que le arrebató el aire.

Tomó la mano de la mujer y la llevó hacia su entrepierna, dejando que tocara lo duro de su pene. No se resistió; al contrario, colaboró con él, quitándole el boxer y dejando a la vista su prominente erección.

Observó las manos de su mujer palpar su miembro y luchar para quitarle la ropa interior, así que se acercó un poco más hasta que ella se la arrebató.

Pronto se vio desnudo y con ella masturbándole con fuerza.

Una serie de ruiditos salieron de sus labios cuando las manos de Chelsea se deslizaron arriba y debajo de su falo.

No era la primera vez que lo masturbaba pero sí que esa noche parecía ser diferente, quizás porque por fin había admitido que la amaba y por tanto se despojó de la coraza que solía colocarse cuando la tocaba para evitar que ella se diera cuenta de sus sentimientos.

Mientras ella lo masturbaba, él hizo exactamente lo mismo, recorrió su hendidura con sus dedos llevando la humedad a través de los labios vaginales. Deslizó sus dedos de arriba hacia abajo, trasladando sus fluidos hacia su esfínter.

Rozó su entrada trasera con los dedos y la provocó hurgando con sus propios fluidos.

Jack le sonrió y la recostó en la cama con cuidado antes de volver, colocarse a su lado y estirando su mano izquierda, rozó su rostro, lo acarició como muchas otras veces lo había hecho paro esta vez con una connotación distinta, esta vez le estaba demostrando que ella le importaba más allá del sexo.

Se detuvo para detallar su piel, era extremadamente suave, cálida, cuidada. Deslizó su mano por la mejilla, el mentón; su pulgar rozó sus labios por unos segundos y continuó deslizando su toque por el cuello, esta vez lo hizo con los nudillos, lento, hasta llegar al valle de sus senos y sentir el calor de su piel.

La tomó del mentón y se inclinó para besarla. Inundó su boca con su lengua, la besó como si no lo hubiera hecho nunca, sucio, profano, pero a la vez fue un beso cargado de sentimientos. Sabía besar a su mujer, era un hombre que conocía lo que a ella le gustaba.

Enredó su lengua con la de Chelsea y mordisqueó sus labios, reclamándola por fin como suya. Por fin, la acostó completamente y dejó que sus manos se apoderaran de la situación. La tocó por los costados, deteniéndose sobre sus pezones y los acarició despacio, pellizcando sus pezones, deslizando los pulgares por las duras puntas antes de continuar con el recorrido a sus costillas, sus caderas y cogerla por el culo con ambas manos, apretando fuerte y demandante.

Observó sus turgentes senos, eran delicados, rosas y estaban completamente erguidos mientras ella se arqueaba al sentir los dedos de Jack recorriendo sus puntas y amasando sus nalgas.

Era la primera vez que tenían sexo de esa forma, en la que ella podía escuchar la respiración pausada pero agitada de su amante.

Sus dedos formaban una pinza sobre sus rosados pezones y lo apretaban con suavidad.

No quiso quedarse inmóvil, así que llevó su mano al miembro de Jack. Lo palpó hinchado, duro cual barra de acero y al verlo acercarse y colocarse solo a un palmo de su rostro con el pene tan cercar, supo lo que deseaba.

No dudó un segundo en atrapar el falo con la boca. Sus labios se apoderaron de su sexo y lo tomaron con suavidad, succionando lento la húmeda punta, deslizando la lengua por el glande, disfrutando al mismo tiempo que tomaba entre sus manos el tronco y lo recorría de arriba abajo, recorriendo toda la extensión de su miembro.

Los dedos de Jack se colaron en el interior del coño de Chelsea y comenzó a masturbarla al mismo tiempo que ella se ocupaba de hacerle una mamada.

Con una de sus manos tomó a Chelsea del cabello y la hizo apretarse a su verga, intentando que lo llevara tan dentro como fuera posible, hasta que sus labios tocaron su bajo vientre.

Movió la pelvis mientras le follaba la boca con desespero y al mismo tiempo adentraba sus dedos en el interior de la mujer. Escuchó el clásico sonido de un plop al separar sus labios de su miembro.

Un hilillo de saliva brotó de sus labios y una sensación de arcadas invadió la garganta de la mujer y sus llorosos ojos dejaban claro que llevó el miembro de su amante tan profundo como pudo.

De nuevo se vio tomada del cabello y esta vez fue sometida por Jack, quien no dudó un segundo en arremeter de nuevo con su miembro en la boca, sosteniendo su cabeza entre las manos mientras le follaba con dureza.

Su miembro se adentraba una y otra vez, alojándose en lo más profundo de su garganta. Entretanto, las lágrimas de la joven no se hicieron esperar ante las arcadas que sentía.

Finalmente, fue liberada de su agarre y pronto se vio recostada con las piernas abiertas y con su amante en medio de ellas.

Escuchó el llanto de su hija y ambos se detuvieron unos segundos antes de suspirar.

—Demonios —musitó Jack y se quitó de encima para dejarse caer en la cama.

Había olvidado lo que era ser interrumpido por los niños.

—Lo siento —dijo Chelsea y él sonrió antes de negar.

Los pasos de Chloe se escucharon cada vez más cerca y de inmediato se tuvieron que parar para vestirse. Chelsea corrió al baño y cuando regresó se encontró con Jack mirando a la niña, quien había entrado luego de que él le abriera la puerta y permanecía de pie buscando a su madre.

Se terminó de colocar la camisa y ella de acomodarse la ropa. Había entrado al baño a lavarse rápidamente pero su ropa aun lucía desaliñada.

Chloe extendió los brazos para que la abrazara y así lo hizo, no sin antes darle a Jack una mirada de disculpa.

La llevó a su cuarto y se acostó a su lado para hacerla dormir de nuevo. Acarició su cabello y escuchó los pasos de Jack luego de un rato.

—¿Puedo pasar? —preguntó desde la puerta mientras ella asentía de forma repetida.

El hombre se acercó y se paró al pie de la cama. Chloe empezaba a dormitar y sus entreabiertos ojos dejaban claro que estaba más dormida que despierta.

Se sentó en una de las esquinas del colchón y observó a Chelsea con atención, luego a la niña. Sus regordetas mejillas parecían agrandarse cuando su boquita se apretaba y hacía un puchero.

Sin querer se vio sonriendo ante la imagen de la pequeña cuyos acerados ojos dejaban claro de quién los había heredado.

Miró a Chelsea. Ella le sonrió y siguió arrullando a la pequeña hasta que se durmió, solo entonces levantó la vista hacia él.

—¿Quieres cargarla? —preguntó y Jack permaneció en silencio antes de asentir.

No tenía idea de cómo iba a introducirse o presentarse ante Chloe pero tenía claro que quería estar cerca y aunque no lo admitiría frente a ella, sí que estaba feliz de tener una hija.

Quizás no fue la forma en que le hubiera gustado tener un hijo, pero ya estaba ahí y solo quedaba hacer lo que fuera para mantenerse cerca de ella...

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