Capítulo 16
—¿Entonces qué esperas para desnudarme? —le preguntó la mujer. Se puso de pie y estiró la mano para que él la tomara—. ¿Por qué no me guías a la habitación y terminamos esto de la manera en que debió comenzar?
—Creí que querías pasta —musitó él y formó una sonrisa de truhan.
—Puede esperar —declaró Chelsea con toda seguridad.
Jack se puso de pie y la tomó de la mano antes de dejar su vaso sobre la mesilla de noche. La llevó a través de un pasillo y la hizo meterse a una habitación en donde apenas encendió la luz, Chelsea pudo ver que solo se habían encendido unas ligeras lámparas en el techo que proporcionaban un ambiente tenue.
La fiscal se giró a verle y le dio un beso en los labios al tiempo que el juez la tomaba de la cintura.
Desde su posición, ella podía ver el reflejo de un jacuzzi enorme y frente a él estaba una gigantesca cama.
Sintió que Jack llevaba sus manos a los senos y los apretaba ligeramente antes de deslizar una de sus manos poco a poco hasta llevarla debajo de su vestido y pasar las yemas de sus dedos por los muslos.
Chelsea entrecerró los ojos y sintió que algo se atoraba en su garganta cuando sintió al juez mover las manos por sus muslos.
—¿Te gusta? —preguntó en un susurro al mismo tiempo que sus dedos se deslizaban por encima de la tela de sus bragas.
—Sí —musitó la mujer.
Jack sacó los dedos empapados por los flujos que ya habían traspasado la tela de sus diminutas bragas y los chupó.
—Estás empapada —susurró y ella no supo qué decir, se sentía caliente y avergonzada a partes iguales.
Bajó el cierre del ejecutivo vestido y lo hizo caer a sus pies. Después llevó de nuevo la mano dentro de las bragas de la fiscal y recorrió el húmedo sexo con los dedos.
»Tu coño es tan sensible a mi toque —susurró con sus labios sobre los de ella.
Al mismo tiempo manoseó su vulva de forma atrevida y ella emitió el primer gemido de la noche.
La sintió apretar las piernas, como si el orgasmo fuera inminente. Estaba temblorosa y la vio tomar una de sus manos y guiarla para incitarlo a tocarle los senos.
Él le quitó el sostén y los dedos de una de sus manos se apoderaron de sus pezones, dando atención a uno y luego al otro. Los amasó con devoción y al mismo tiempo sus dedos se colaron bajo la diminuta prenda que cubría su sexo.
—Me gusta esto —musitó ella de forma lastimera.
—Ve a la cama —pidió el hombre guiándola, pero a la vez diciéndolo con un tono imperativo.
Ella obedeció en silencio y se tumbó sin ninguna ceremonia.
Él se subió a la cama y le ordenó con esa demandante voz que poseía, que abriera las piernas. Chelsea lo hizo de inmediato, lo hizo mirando al techo y dejó la mente en blanco, dispuesta a que Jack creara nuevos y ardientes recuerdos de sus noches de sexo.
El juez se colocó entre sus piernas; alabó su sexo, sus tetas; la hizo sentir hermosa y deseada. Comenzó entonces un reguero de besos por sus muslos, manteniendo sus piernas bien abiertas con el apoyo de sus manos y disfrutando cuando ella se retorcía de placer doblaba los dedos en su interior, incluso veía cómo ella cerraba las piernas ante lo mucho que gozaba.
Chelsea mordió sus labios y apretó las sábanas al tiempo que sentía la punta de la lengua de Jack recorrer su piel.
La fiscal siempre sentía que con Jack la vergüenza desaparecía y que la presencia del juez daba paso a una versión suya más pervertida y desinhibida. Cada beso que recibía multiplicaba sus sensaciones y la hacía sentirse como una cualquiera, lo peor era que no le importaba y lo disfrutaba como si fuera una de ellas.
Sus sentidos se vieron afectados cuando sintió que el juez le daba un beso en el coño y le hizo soltar un pequeño gemido.
Emitió un gritillo cuando Jack se apoderó de su sexo y succionó sus fluidos justo en el centro de sus labios, abriendo la boca y mordiendo sus pliegues con los dientes al mismo tiempo que ella maldecía y se entregaba por completo.
Sintió la lengua de su amante recorrer todos los pliegues de su raja, restregándola por toda su hendidura, lamiendo sus labios y tocando con la punta el anhelante clítoris.
Sus dientes apretaron el botón de su placer y ella apretó la cabeza de Jack entre sus muslos; al mismo tiempo, él le acariciaba los senos, apretándolos, ejerciendo un poco de fuerza y tomando los pezones entre sus dedos. De nuevo, Chelsea sintió que el orgasmo amenazaba con destrozarla, pero para fortuna suya, Jack se apartó para darle un beso en la cara interna de sus muslos.
Jack se apartó de su cuerpo y comenzó a desvestirse con rapidez. Se quitó la camisa, el cinturón, el pantalón; cada prenda de su ropa hasta quedar completamente desnudo frente a ella.
Se subió a la cama y se acostó a un lado de ella, quien se incorporó, sentándose sobre sus tobillos, quedando a un costado de su amante y dejando que el juez metiera sus manos entre sus piernas.
—Toca mi verga —ordenó el juez y ella no dudó en hacerlo.
Llevó sus manos hasta el miembro de Jack y lo rodeó con sus dedos, disfrutando de su grosor y pasando las yemas por cada relieve que provocaban las dilatadas venas en el duro falo.
Comenzó a mover la mano con decisión, masturbándolo y disfrutando de la humedad que segregaba la punta. No apartó la mirada del pene, viendo el brilloso y húmedo glande, palpando el caliente tallo; se imaginó a sí misma montándolo, chupándolo y deseando que la penetrara.
Su coño no dudó en reaccionar, estaba húmedo y ardiendo, necesitado de atención que él no dudó en otorgar al tocarla de todas las maneras más impropias que existían.
Los fluidos chorreaban de su sexo y al mismo tiempo gemía entre súplicas para que la tortura terminara y la dejara correrse.
Jack le pidió que se montara sobre su cara y se abriera de piernas para que su boca se hiciera cargo.
Obediente como era, se montó sobre su rostro y se acomodó apoyando los codos sobre la cama, como si estuviera sobre un semental y sus manos rodearan el cuello de su caballo, solo que aquello que ella sujetaba con las manos era una verga completamente erecta por ella.
Sintió los dedos de Jack abrir sus pliegues y recorrer sus labios vaginales con las yemas de los dedos. Gimió con desesperación y al mismo tiempo, el dedo medio del juez siguió rozando de forma tentativa de arriba abajo, esparciendo la humedad.
Disfrutó de la forma magistral en que la masturbaba. Podía sentir el aliento de Jack soplar sobre su coño. Cerró los ojos y se dejó llevar por lo que sentía y deseaba en ese instante. Acercó su cara al miembro del juez y abrió la boca para darle cabida.
Fue metiendo el grueso miembro poco a poco en su boca al tiempo que él llevaba sus dedos dentro de ella.
Lamió el falo pasando su lengua de arriba abajo, subiendo y bajando, succionando la punta cuando ascendía. De cuando en cuando lo rozaba con los dientes de forma suave; se apoyó con las manos para masturbarlo. Tocó los testículos y deslizó sus manos por el tallo cuando su boca todavía estaba prodigando atención a la punta.
Finalmente descendió cuanto le fue posible, llevando el miembro en su interior tan profundo como le fue posible y hasta sentir arcadas.
Escuchó los gemidos del juez y no pudo evitar pensar en observar su rostro; sin embargo, tuvo que parar cuando sentir la barba del hombre rozarse en su coño, la volvió loca. Disminuyó los movimientos de su boca cuando apenas era capaz de controlarse al sentir la lengua y la boca de su amante prodigarle placer.
La lengua del juez se adentraba en su coño al mismo tiempo que sus dedos pellizcaban su clítoris produciendo un inexplicable placer. Era como si ambos estuvieran compitiendo por cuál de los dos podía hacer correr al otro primero.
Chelsea sentía las piernas flaquear y estaba a punto de correrse como una cerda en la boca del juez y él lo sabía, por eso mismo aceleró los movimientos de su lengua; chupó con avidez y de forma desesperada, abriéndose paso entre los húmedos pliegues, adentrándose en el coño y bebiendo el néctar que de él emanaba.
Apretó las piernas con fuerza y se corrió en medio de ahogados gritos mientras él abría la boca completamente para recibir su corrida y disfrutar los fluidos que salían de su coño.
Deshecha se dejó caer a un lado de él, quien respiraba agitado y aún tocaba su miembro.
El frío de las sábanas rozó su piel y Chelsea solo continuó con los ojos cerrados hasta que sintió al juez levantarse de la cama.
Lo vio caminar de forma perezosa al baño y en medio de la tenue luz pudo ver su piel brillar por el sudor.
Desde su lugar escuchó el sonido de la regadera abriéndose y el agua de la ducha caer en el piso del baño. Mientras tanto, ella permaneció acostada un par de minutos más antes de levantarse.
Fue hasta el baño y se paró en la entrada al ver que no había cerrado la puerta; sin embargo, sí que había cerrado la mampara y lo único que podía apreciar era la silueta del juez.
El fibroso cuerpo quedaba a la vista, dándole a Chelsea una visión de cada duro músculo del hombre y no pudo evitar apreciarlo. Miró detenidamente cada parte de él y se deleitó con su ancha espalda, sus nalgas duras y sus piernas trabajadas por el ejercicio.
Su cuerpo reaccionó de inmediato y se preguntó mentalmente cómo un hombre podía provocar tanto en una mujer que ni siquiera mantenía sentimientos por él. Ella tenía claro que aquello que la envolvía cuando estaba con Jack era deseo, el más infernal, sucio y miserable deseo. Ese mismo que la consumía de maneras incomprensibles incluso para ella misma y que incitaba a pecar sin remordimiento alguno.
Se acercó a la mampara y la abrió, encontrándose a un Jack completamente relajado, enjabonándose el cuerpo.
Lo recorrió con la mirada y él se giró a verla, le sonrió y la miró de arriba abajo antes de extender la mano para que entrara.
Ella lo hizo y se acercó pero pronto fue tomada de la cintura y apresada por el juez, quien la recorrió con lascivia.
—Hace calor y estaba completamente sudado —dijo y ella asintió sin poder decir una palabra.
—Quieres que te ayude —musitó ella acercándose a sus labios y dejando un pequeño beso.
Él no respondió, no hizo falta, así que Chelsea tomó un poco de shampoo corporal, lo colocó en sus manos y comenzó a deslizarlo por el cuello de Jack. Lo vio suspirar y cerrar los ojos ante el disfrute que sentía, así que ella siguió deslizando sus manos por el pecho.
Deslizó sus dedos por los vellos de su tórax. Pegó su cuerpo a él y deslizó sus manos por los costados, pasando por sus costillas y rodeándolo con sus manos hasta llegar a la espalda, la cual llenó de espuma y descendió por la espalda baja, deteniendo su recorrido en las nalgas del juez.
Lanzó un gemido cuando sintió la erecta verga de su amante presionar su bajo vientre. Sintió el momento en que él apoyó una de sus manos en la pared y gimió cuando ella comenzó a enjabonarle el miembro.
Fijó la vista en el falo, estaba duro y venoso, cada una de ellas resaltadas en aquel miembro que solía disfrutar por completo.
No apartó la mirada a pesar de sus manos recorrían toda la longitud y se apoderaban incluso de los testículos. Deseaba grabar la imagen que tenía frente a sus ojos y acordarse de ese momento en sus noches de soledad.
Tomó la ducha de mano y la abrió rociando todo el cuerpo del hombre, lavando la espuma y dejando su cuerpo completamente limpio.
Se arrodilló frente a él y abrió los labios para recibir la verga en su boca. Acarició los testículos mientras con la lengua rodeó el glande.
La mano del hombre se posó sobre su barbilla y la hizo detenerse.
—Aunque me gustan tus mamadas, lo cierto es que justo ahora solo pienso en metértela —confesó y ella no pudo evitar mojarse un poco más ante la crudeza de sus palabras. De alguna manera, le gustaba que le hablara así y no pensaba fingir que no lo haría.
Dejó que se acercara a ella y Jack tomó una toalla con la que secó el cuerpo de su amante, lo hizo con devoción y después secó el suyo.
La tomó de la cintura y la llevó de nuevo a la habitación, la lanzó sobre la cama sin ninguna ceremonia.
—Date la vuelta —dijo para indicarle cómo deseaba tomarla.
Chelsea desvió la vista hasta su erecto miembro, lo observó unos segundos antes de obedecer y darse la vuelta colocándose en cuatro sobre las frías sábanas.
Pudo sentir cuando se subió a la cama y se colocó detrás de ella. Suspiró al sentir las manos de Jack acariciando sus nalgas con ternura; suavemente deslizó sus palmas por los globos y luego alejó una de ellas, solo un par de segundos antes de que esta azotara con fuerza.
Chelsea cerró los ojos y se mordió los labios con fuerza. La piel le picó y sabía que al día siguiente tendría dolor, pero a su vez, le ponía tan caliente que no tenía tiempo de quejarse, mucho menos cuando de nuevo le acarició con calma para darle tranquilidad.
Los dedos de Jack se deslizaron por su hendidura y palparon las pequeñas gotas de humedad que rezumaban de su coño.
Metió los dedos en su interior y luego sacó los dedos, separando los pliegues de su sexo. Pasó los dedos en medio de sus nalgas, deslizándolos por su ano, tocándolo de forma amenazante.
Le tomó de la melena, apretando fuertemente en una coleta y tiró de ella hacia atrás, obligándola a echar la cabeza hacia él y pronto tuvo los labios de Jack rozando su lóbulo y su voz susurrando en su oído:
—Voy a joderte el culo —musitó al mismo tiempo que sus dedos horadaban en su esfínter y ella solo podía gemir en respuesta.
Luego de aquello, lo siguiente que pasó fue que Jack se coloque de nuevo a la altura de su coño y lamió su sexo, recogiendo sus fluidos y llevándolos hasta su ano. Recorrió de forma lenta y se detuvo en el agujero trasero en donde se detuvo unos segundos, tocando y humedeciéndolo.
Los gemidos de Chelsea no se hicieron esperar y de pronto sintió una nueva palmada, dura y fuerte que le hizo emitir un grito en medio del dolor y el placer.
Solo entonces él se colocó detrás de ella y paseó su glande por toda la hendidura de su coño, tanteó la entrada y con la lubricación excesiva, el capullo resbaló fácilmente por su sexo.
Jack tocó su falo, se masturbó un poco y dio pequeños golpecitos al coño de Chelsea con la punta de su verga antes de colocarla en la entrada y de un solo embiste, sin el menor atisbo de consideración se la metió tan profundo como pudo.
Un gemido lastimero emanó de la garganta de la mujer y estos acrecentaron a medida que los embistes del hombre se fueron haciendo más y más demandantes y salvajes.
Chilló cuando la mano de Jack apresó su cabello y la otra le tomó de la cintura, sujetándola con fuerza para penetrarla con toda la fuerza que tenía.
La espalda de Chelsea se curvó y ayudó a que el miembro fuera cada vez más profundo en su interior, tanto que, al cabo de unos minutos ella estuvo gritando y corriéndose como una loca.
Sentía el escozor en el coño y apretaba los dientes mientras el miembro de Jack arremetía en su interior tan duro y salvaje que parecía querer partirla en dos. Los músculos de su sexo se contraían alrededor del pene del juez y ella no era capaz de formar un pensamiento coherente en ese momento, todo lo que lo que podía sentir era el más grande e insano placer.
Comenzó a gritar cuando Jack aceleró sus movimientos y la cabalgó de la forma más primitiva que había sentido alguna vez. Escuchaba el sonido de los cuerpos chocar y podía sentir el falo del juez chocar tan profundo de ella que le provocaba un ligero dolor; sin embargo, la tomaba como si fuera un semental sometiendo a una potranca.
La crudeza de sus arremetidas era tal que pudo sentir sus testículos golpear su sexo con cada envite, lo que la hizo doblar las piernas cuando sintió que no podía más y cuando se corrió con un squirt que le imposibilitó soportar más.
Recibió una nueva palmada y dejó que quedara acostada boca abajo antes de tomar su pierna detrás de su rodilla y levantarla para volver a metérsela.
Los dientes de Jack le mordieron suavemente el hombro y su miembro siguió castigando su dolorido y sensible coño.
Chelsea solo pudo morder las sábanas y apretar los puños sobre ella ante el placer que apenas podía controlar.
Volvió a correrse y esta vez sintió que se desmayaría pero él se apartó, aunque no por mucho tiempo. Un par de minutos, ella giró a verlo y volvía con un preservativo puesto.
Le abrió las nalgas y comenzó a horadar en su ano, la levantó y le colocó una almohada en el vientre antes de comenzar a jugar en su culo. Movía sus dedos lentamente hasta que logró penetrarla, primero con uno de ellos, después con otro y al poco tiempo, Chelsea, era capaz de meter cuatro de ellos.
Apartó los dedos; luego de darle un beso y morderle una nalga, comenzó a meter su miembro en el interior de su impoluto culo.
Fue abriéndose paso lentamente hasta estar completamente dentro de ella, se quedó quiero entonces. Dejó que su cuerpo se acostumbrara a tenerlo en su interior y de nuevo se retiró casi por completo antes de arremeter de golpe, enviando dentro su pene y sujetándola de la cintura con fuerza.
Ella estaba segura de que le quedarían marcas, pero poco le importaba, ella solo quería disfrutar.
Escuchó los resoplidos de Jack y de pronto sacó su pene y se quitó el condón; le dio la vuelta y la tomó del cabello para hacer que se incorporara.
Una deshecha Chelsea hizo lo que quería y gimió cuando el miembro se metió en su boca.
El hombre gimió al sentir lo caliente del aliento de su amante y disfrutó al ver que ella se tragaba su verga con avidez.
Chelsea lo chupaba con ansia, rodeando su falo con sus pequeños labios y los deslizaba con rapidez como si fuera el más exquisito manjar, engullendo su miembro con hambre.
Llevó sus manos hasta su cabeza y la sujetó, incitándola a hacerlo acabar de una vez por todas y ella obedeció de inmediato, llevó el falo tan profundo como pudo, se provocó arcadas y lamió con devoción, masajeando sus testículos. Los llevó a su boca también para acrecentar el poder de su mamada, pasó su lengua por la parte intermedia de su culo y sus bolas.
Escuchó la maldición que emanó de su boca y regresó al pene, apoderándose de él con avidez, aumentando sus movimientos hasta que lo sintió tensarse y pudo sentir el sabor ácido del semen derramándose en su boca.
Su simiente brotó con fluidez e inundó su garganta mientras ella trataba de relajarla para no ahogarse y poder tragar tanto como fuera posible.
Escuchó el rugido de Jack, quien no la soltó hasta que terminó de correrse y solo entonces ella pudo apartarse.
Se lamió los labios al tiempo que él se derrumbaba en la cama y se quejaba de cansancio. Ella solo se acercó y terminó de limpiar su pene con la lengua antes de acostarse a su lado y dejar que fuese él quien tomara la iniciativa de abrazarla.
Le dio un beso en la frente y con las pocas fuerzas que le quedaban, le acarició el cabello, tanto que ella no pudo evitar estremecerse.
Luego de un rato, la tomó en brazos y la llevó a la tina para lavar su cuerpo. La acarició, la besó y le susurró cuánto le gustaba.
Chelsea no pudo negar que aquello le pareció tierno, pero se dijo que no debía bajo ningún concepto sentir que aquello era algo más que deseo.
No obstante, le fue difícil cuando lo vio cambiar las sábanas para después recostarla y prodigarle toda clase de cuidados. Le puso crema en el cuerpo, le dio un analgésico para calmar el dolor muscular que seguro tendría después, le sobó el cuerpo y colocó un ligero ungüento en la piel para calmar el escozor.
Luego de un largo rato de rumiar luego del coito, él le dijo que debían cenar, al menos, él sí tenía hambre, así que se levantó y volvió después de unos minutos con una charola, vino y comida.
Chelsea sonrió y cenó a su lado. encendieron la tele y agradeció que no fuera aficionado a ningún deporte, para ella no había nada más desagradable que eso. En cambio, lo vio más interesado en ver películas.
—¿No ves deportes? —inquirió ella y él sonrió.
—No me divierten —declaró con sequedad—. Los deportes se practican, viendo la tele no obtengo nada.
Ella sonrió agradecida y disfrutó una película, afortunadamente una romántica.
—¿También ves películas románticas? —preguntó.
—No sabía que el romance era un género exclusivo para mujeres —sentenció burlándose—. Veo de todos los géneros, incluyendo el romance, me gustan las canciones románticas también.
Ella se giró a verlo y esperó a que dijera que no era verdad, pero para sorpresa suya, no fue así; al contrario, continuó mirando la televisión.
»Lo que pasa en la cama no tiene nada que ver con mi forma de ser —continuó al notar que ella lo seguía mirando—. Hay momento para todos, para tener un sexo sucio y arrebatador, pero también tiempo para hacer el amor y puede ser igual de intenso. No voy por la vida desnudando a mujeres con la vista como colegial ni dándole azotes a nadie.
Chelsea soltó una risa.
—¿Puedo preguntar por qué solo tienes un hijo? —cuestionó tratando de entender—. Es decir, sé que dijimos que no hablaríamos de esto, pero me da curiosidad por al menos saber una que otra cosa.
—No es mi hijo biológico —confesó y ella le miró—. Pasamos mucho tiempo casados pero no pudimos concebir. Asumo que no puedo tenerlos, tuve una compañera con la que tampoco procreé nunca. Como sea, mi esposa y yo decidimos adoptar.
Chelsea le miró durante algunos segundos con los ojos muy abiertos y por un momento se quedó en shock al darse cuenta de que él creía que no podía tener hijos. Agachó la vista y se quedó en silencio, no supo cómo sentirse, después de todo, Jack, sí que tenía una hija con ella. Chloe era la prueba de que él engendraba hijos, la niña era su viva imagen.
»¿Pasa algo? —preguntó Jack y ella salió de sus pensamientos antes de negar—. Te has quedado callada de pronto.
—No, es solo que me sorprendí un poco —declaró Chelsea y se levantó para recoger los platos y llevarlos al fregadero.
Cuando volvió sintió la mirada del juez seguirla por toda la habitación.
—¿Estás bien? —cuestionó y ella asintió nerviosa.
—Es solo que debo ir a casa. Mi hija, ya sabes. —La mentira pareció ser suficiente para que él lo creyera y se levantó para vestirse; al mismo tiempo, ella también lo hizo y pronto se vieron camino al nuevo departamento en donde ella vivía.
—¿Te mudaste? —inquirió Jack mientras ella le daba al chofer su nueva dirección.
—Vivía con una compañera de la fiscalía —mintió—. Con su mamá y ella, pero ahora me he mudado a mi propio departamento con mi hija. Estaremos más cómodas y es un barrio más cercano al trabajo.
El hombre asintió y cuando el auto finalmente llegó a su destino, vio que era un buen vecindario. Salió y ayudó a Chelsea a salir del auto, la tomó de la cintura y le dio un beso en los labios a sabiendas de que en ese sitio era muy difícil que alguien los viera, o al menos eso pensó hasta que vio a su exesposa aparecer caminando lentamente por la calle.
—¿Jack? —inquirió la mujer y Chelsea se congeló e intentó apartarse, pero le pareció que él no hizo ningún movimiento. Se giró lentamente y después de mirar a la mujer mayor y de nuevo a Jack se despidió de forma impersonal.
En cuanto se quedaron solos, Jack pensó en algo qué decir, incluso con su ex, prefería mantener la discreción.
—Alice —dijo el hombre y se acercó a darle un beso en la mejilla.
—¿Sales con alguien? —inquirió la mujer—. No esperaba que con alguien tan joven.
—Tampoco es una adolescente —replicó Jack y enarcó una ceja—. Yo no me meto en tus asuntos, así que espero que hagas exactamente lo mismo que yo.
—¿Por qué no hablamos en casa? —cuestionó la mujer y Jack aunque de mal humor, accedió a ir.
Pronto se subió al auto y Jack le pidió a su chofer que los llevara a casa de su exesposa. En todo el camino no hablaron por lo que apenas llegaron, envió a descansar a su chofer y se metió con Alice a su antiguo hogar.
Ahí, ella le explicó que visitó a una de sus amigas y no solo eso, también le dijo que no llevó auto porque fue su amiga quien condujo y no quiso molestarla, así que tomaría un taxi. Declaró que le sorprendió verlo con una mujer.
—Ve al grano —pidió el juez—. Sabes que me chocan los rodeos.
—¿Qué tan serio es? —inquirió la mujer y él sonrió.
—¿Debo mostrarte mi acta de divorcio para recordarte que eso ya no te incumbe? Alice, te aprecio mucho, pero no quiero te metas en asuntos que solo me conciernen a mí. Yo no pregunté nada sobre tu nuevo novio ni cuestioné tu relación de ninguna forma, conozco mi lugar en esta familia y es ser el padre y proveedor de nuestro hijo, más nada. —Remarcó la última frase con un tono que dejaba claro que no iba a negociar eso—. Lo que yo haga o deje de hacer con mi vida es mi problema y te aseguro que siempre estará mi hijo como primera persona a proteger, así que no tienes qué preocuparte.
Ella sonrió y se acercó para tomarle la mano.
—Lo sé, no pude evitar preocuparme, solo... ve con cuidado —pidió Alice y le sonrió mientras él le sonreía—. ¿Te gusta mucho, no es así? No la vi bien, pero es bonita supongo, deberías invitarla a cenar.
Jack rodó los ojos y suspiró.
—Se llama Chelsea y es preciosa —admitió mientras ella sonreía y le palmeaba la espalda—, pero no tenemos nada serio.
—O sea, es tu amante —manifestó la mujer y Jack supo que no lo dejaría en paz.
—Salimos, pero no es de conocimiento de nadie —confesó y la mujer sonrió—. No es nada serio, recién empezamos, cálmate.
—De acuerdo —dijo ella fingiendo indiferencia—, solo diré que no recuerdo que alguna vez te hayas dejado ver con nadie sin importar si estaban en una tierra postapocalíptica en la que fueras el nuevo Adán y la mujer la nueva Eva. Cuando Jack FitzGibbons se propone pasar desapercibido, no lo descubre ni Dios. El Jack que conozco solo da besitos, agarrones, abrazos en público cuando no le importa tanto que lo vean porque le da igual que sepan de su relación. ¿Me equivoco? Como sea, si vas a ir en serio con esa mujer, al menos ten la decencia de presentársela a tu hijo. Me iré a dormir porque mañana voy a ver a mi amiga a las nueve, voy a colaborar con ella en una recaudación en la que, por cierto, espero tu cheque. Ya conoces tu habitación, descansa.
Jack sonrió y fue a la cama. No tardó en quedarse dormido, pero antes envió un mensaje a Chelsea para decirle que era su ex y contarle a grandes rasgos, con la promesa de llamarla al día siguiente.
⚖️⚖️⚖️⚖️⚖️
Chelsea le colocó el gorro a Chloe. Tenía que llevarla más lejos puesto que ahora la guardería le quedaba al otro extremo de la ciudad pero era el precio de todas sus mentiras y se dijo que no debía quejarse.
Miró a su pequeña y la bajó de la cama para llevarla justo a tiempo. Salió de casa y avanzó hasta la acera donde tomaría un taxi puesto que su auto lo había dejado en el departamento de Jack.
Se mantuvo parada un par de minutos, esperando a que apareciera un taxi que la llevara a ella y a su hija a la estancia infantil.
De pronto se sintió observada y cuando levantó la vista, se topó con la mirada de dos mujeres, una de ellas, la ex de Jack, tenía la vista clavada en Chloe.
Chelsea intentó cubrir a su hija y al ver un taxi le hizo la parada de forma apresurada pero el auto no se detuvo.
Más pronto de lo que quiso, las dos mujeres estuvieron frente a ella.
—Tienes una hija con Jack —dijo Alice con los ojos muy abiertos y sin apartar la mirada de la pequeña.
Sacó su teléfono para llamar a su exmarido y exigir una explicación ante la mentira de que solo llevaban unos meses, pero Chelsea la detuvo de forma desesperada.
—Por favor no lo haga —suplicó y Alice la miró horrorizada—. Jack no sabe de la existencia de esta niña, al menos no la ha visto y no sabe que es suya.
Alice observó a Chelsea sin poder creer lo que escuchaba y luego miró a su amiga, quien se despidió cortésmente y las dejó a solas a sabiendas de que tenían qué hablar...
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Gracias por todo su apoyo a esta novela, no saben lo feliz que me hace que os guste. PUEDEN SEGUIRME AQUÍ, EN BOOKNET, EN REDES TAMBIÉN PARA ESTAR AL TANTO DE TODOS MIS ANUNCIOS. ESPERO PRONTO PODER DARLES UNA NOTICIA MUY BUENA REFERENTE A NUESTRO JUEZ.
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