Capítulo 15
—Hace mucho que no lo somos. —Reaccionó la fiscal para ignorar lo que se avecinaba, sobre todo porque podía sentir la mirada inquisitiva del juez—. Lo dejamos hace tiempo. —El hombre parecía dispuesto a refutar lo que acaba de escuchar puesto que Curtis le había dicho que seguían juntos, al menos hasta hacía poco, iba a decir algo, pero ella lo interrumpió—. La verdad es que prefiero no hablar de eso, no me siento cómoda exponiendo mi vida personal, sobre todo cuando ya pasó hace mucho y no es necesario aclarar ni recordar sucesos pasados.
Jones miró a la joven y entendió que no quería hablar del tema pero no por las razones por las que estaba exponiendo el asunto sino porque así le convenía estando el juez a su lado, así que solo fingió dejar el tema, aunque tenía claro que más adelante podía sacar ventaja de aquella información. Le intrigó sobremanera ver que Chelsea estaba nerviosa ante lo que pasaba y sobre todo mirar la cara del juez, observándola como si quisiera determinar cuánta verdad había en sus palabras.
Entendió de inmediato todo, eran amantes y las cosas cobraron sentido. Jack se estaba follando a la chica y evidentemente ella estaba escondiéndole cosas, de ahí su nerviosismo.
«Puta inteligente». Pensó.
Todavía recordaba que invitó al juez con la intención de medir que tan manipulable era para sacar provecho, que incluso le pidió a Curtis que se encargara del juez. Sin embargo, apenas fue presentado ante su señoría se topó con un muro impenetrable que supo, no podría sobornar. No solo eso, se encontró con que Jack FitzGibbons era un demonio dispuesto a quemarlo todo si alguien intentaba sacar provecho de él.
No obstante, a Jones no le resultaba difícil de creer que FitzGibbons no la reconociera puesto que aquella noche él mismo le había dado, en la bebida y sin autorización, una nueva droga sintética, la misma que lanzó a su mercado solamente unos meses después. Era totalmente adictiva con solo unos cuantos usos y no dejaba rastro en el organismo pero era cierto que las cosas se salieron de control cuando el imbécil de su empleado terminó enrollando al juez en un asunto sexual que nada tenía que ver con su objetivo principal.
Lo que le parecía insólito era verlo involucrarse con alguien del trabajo. Era un hombre que proclamaba a ojos de todos que jamás se metía con ninguna mujer de su entorno laboral, pero ahí estaba luciendo una amante como si fuera lo más natural del mundo.
—¿Todo bien? —cuestionó Jack con la mirada aun sobre ella, pero terminó desviándola hacia el hombre mayor, quien salió de sus pensamientos antes de hablar.
—Sí, todo bien —respondió Jones fingiendo indiferencia—. Estoy seguro de que entendí mal, lo lamento. Como sea, no les quito más el tiempo, volveré a mi mesa y quizás en otro momento podamos reunirnos para ponernos al tanto.
—Por supuesto —mintió Jack—. Aún tengo tu número, te llamaré apenas tenga un espacio en la agenda.
En cuanto se quedó a solas con los demás, fingió que Jones jamás llegó y se dispuso a hablar de otros asuntos, al menos así fue hasta que Chelsea se despidió y los hombres se quedaron a disfrutar.
En cuanto la vio partir, tomó su teléfono y le envió una dirección y una para reunirse con ella. Miró su celular y calculó el tiempo que tardaría en verse con ella.
—Más tarde tengo un asunto familiar, pero los veré mañana u otro día, ustedes decidan, yo no tengo problema en reunirme después —aclaró Jack mientras los demás rodaban los ojos al darse cuenta de que posiblemente era una excusa.
—Cuando se es viejo hay que dormir temprano —dijo Levenseller y él sonrió divertido.
—Tengo otro compromiso y no puedo faltar —declaró y los demás entrecerraron los ojos al verlo esconder una sonrisa extraña.
—¿Una mujer? —cuestionó Kemper.
Jack no respondió, en cambio siguió hablando de asuntos triviales y cuando llegó la hora de partir, se despidió dejando dinero para pagar pero los otros negaron diciéndole que la próxima pagaría él.
Salió del lugar y subió a su auto, no sin antes de hacer una llamada importante a su hombre de confianza.
—Necesito que busques todo lo posible sobre una persona —mencionó en cuanto le contestaron el teléfono—. Es una mujer, su nombre es Chelsea Randall. Te enviaré unos datos apenas pueda mañana por la mañana y quiero que encuentres todo de ella.
Después llamó a su abogado y le pidió que elaborara un documento confidencial, de los que ya el litigante bien conocía.
Después de colgar, pidió a su chofer que llegara por él y lo esperó hasta que arribó al lugar; posteriormente le pidió que lo llevara a su departamento, pero no el que usaba, sino uno lejano, tampoco quería que su amigo, viviendo enfrente de su edificio, se enterara de quien entraba y salía de su casa.
El chofer obedeció, sin preguntar nada y como siempre. Poco después arribó a su piso y descendió de su auto para ir rápidamente dentro del departamento.
Se adentró y sirvió un trago antes de sentarse en el sillón y esperar la llegada de Chelsea.
Un poco después escuchó el auto de la chica estacionarse y el sonido de la puerta no se hizo esperar. Jack no tardó en abrir y le pidió que entrara al departamento.
La observó detenidamente, se había cambiado de ropa y el cabello suelto. La figura seria y ejecutiva de Chelsea había desaparecido para dar paso a la mujer sensual y provocativa que estaba frente a él.
Jack no era tonto, le pareció que se arregló así para él y que su intención no era precisamente convivir, sino distraerlo de lo que había pasado en la reunión con sus amigos.
—Te arreglaste —dijo Jack y ella sonrió nerviosa.
—Iba a ir a una cena familiar pero a la hora discutí con mi madre —aclaró ella y no dudó un segundo en recomponerse para evitar que él hiciera preguntas que no quería responder.
Por su parte, él sonrió y asintió al darse cuenta de que Chelsea estaba usando la misma excusa que él usó con sus amigos.
—¿Qué fue todo eso que Jones dijo? —inquirió para desdicha de Chelsea—. ¿De dónde conoces a ese hombre? No es la clase de conocidos que esperaba que tuvieras, es un tipo desagradable y...
—Un oportunista —interrumpió Chelsea—. Lo sé, tenía un novio que lo conocía y era su amigo, precisamente por eso mismo, ahora no estamos juntos. No era conveniente para mí.
—Escucha, no me gusta llevarme sorpresas, acostumbro estar con mujeres cero problemáticas. —Su voz sonaba más como una advertencia que como una nota informativa—. No me gusta tener que resolver problemas ajenos, tampoco que me metan en asuntos privados, directa o indirectamente y solo diré esto una sola vez, no juegues conmigo de ninguna manera, creo que intuyes que habrá consecuencias si lo haces. No espero llevarme una nueva sorpresa la próxima vez, así que si tienes algo qué decir, será mejor que lo hagas ya mismo.s
—Por supuesto que entiendo la amenaza.
—No es una amenaza, en realidad... —Chelsea levantó la mano para silenciarlo.
—Como sea, espero que entiendas que tampoco me gusta que me cuestionen mi pasado. Yo no me paso increpándote todo lo relacionado a esto —declaró la fiscal y él sonrió de medio lado—. Quiero que entiendas que no permitiré que me trates como a una empleada más o peor aún, que me trates como una prostituta cara y personal.
—Jamás te trataría como a una prostituta cara y personal, pero voy a dejar claro que yo jamás te meteré en mis asuntos, así que espero exactamente lo mismo de las mujeres con las que me relaciono —sentenció con un tono de voz autoritario—. Lo que hago es precisamente para protegerme y proteger a mi familia. Tengo un hijo al que proteger y a su madre, jamás perdonaré a quien los ponga en el ojo público. No hago esto por mí, sino por las únicas dos personas que son importantes para mi vida.
—¿Tu exesposa? —cuestionó e hizo un gesto de desagrado—. No sabía que fueras tan condescendiente con ella.
—No es mi enemiga, estuvo conmigo durante años y es la madre de mi hijo —aclaró aunque no pensaba dar más explicaciones—. De ellos no se habla entre nosotros y punto. Es un tema que no discuto con nadie y creo que ya dejé muy claro cuál es el tipo de relación que mantenemos tú y yo, mi familia es punto y aparte.
—Bien, entonces si quieres una muñeca inflable busca por otro lado —manifestó molesta—. Y solo para dejar claro, de mi ex tampoco se habla entre nosotros ni del padre de mi hija ni de nadie que forme parte de mi pasado.
Jack sonrió ante la determinación de la mujer.
La vio colocarse el abrigo para irse pero la detuvo colocando su mano en la cintura.
—No te dije que vinieras para discutir —declaró el juez y aunque ella intentó apartarse, solo provocó que él sonriera divertido—. Te pedí que vinieras porque quería verte, es todo.
—No puedo quedarme —manifestó Chelsea—. Debo irme, estoy un poco cansada por el trabajo y mañana debo madrugar.
—Pero ibas a desvelarte por una cena familiar —contradijo el juez y la sujetó de la cintura, dándole un beso en el hombro—. Me gusta pasar el rato contigo y quiero pasar una buena noche, también tuve un día raro.
Se alejó para servir un trago y se lo dio mientras ella apretaba los labios.
Chelsea lo recibió de mala gana para después beberlo de golpe y finalmente enfilar a la salida.
No esperó que él dijera nada más, solo lo dejó en medio de la sala de estar y cerró la puerta tras ella.
El juez no supo exactamente qué fue lo que la molestó tanto, se dijo que quizás que la increpara con respecto a su novio.
—Tal vez pensó que la cuestioné por celos —se dijo a sí mismo—. No importa, en realidad no espero que lo entienda, pero tal vez me haga falta dejar claro qué tipo de relación tenemos. No me gustaría que ella creyera que hay algún tipo de relación emocional y que el reclamo que hice fue por celos o porque me importe ella de forma romántica.
Bufó y se dijo a sí mismo que odiaba esos dilemas.
Fue a su habitación, se recostó en la cama por un momento y posteriormente recibió la llamada de su hijo para decirle que estaría fuera de la ciudad el fin de semana puesto que iría con sus amigos a una cabaña para festejar el cumpleaños de uno de ellos.
No estaba de acuerdo, pero no le gustaba encerrarlo, así que llamó de inmediato a su jefe de seguridad y le pidió que siguiera a su hijo hasta la cabaña y se asegurara de que no le pasara nada durante el fin de semana. Todo desde la discreción, sin que ninguno de los jóvenes se diera cuenta de su presencia.
Pensó que tal vez debía llamar a una de sus amigas para bajarse el calentón de esa noche, pero decidió no hacerlo, después de todo había llamado a Chelsea precisamente porque quería estar con ella y solo con ella.
Respiró frustrado y al final se quedó dormido.
Despertó con el sonido de su celular. Eran las seis de la mañana y su jefe de seguridad le informaba que había logrado alquilar la cabaña de al lado de su hijo y que además de todo tendría un sequito de seguridad que pasarían por una familia con edad cercana a su hijo.
Tomó sus llaves y fue a directamente a su departamento. Ahí se dio una ducha y salió para su trabajo. No tuvo tiempo de llamar a nadie puesto que ya iba tarde pero apenas llegó se encontró con una de las juezas.
—FitzGibbons —dijo la mujer y se acercó a saludarlo con un sugerente beso.
—No vuelvas a hacer eso y mucho menos aquí —replicó él avanzando hasta la entrada del tribunal—. Si quieres hablar lo haremos en mi oficina.
La mujer no dudó un segundo en sonreír y fue tras él para ir directamente a despacho.
Entretanto, Chelsea arribó al tribunal y lo primero que vio fue a Jack recibiendo un beso en la comisura de su boca de una de las juezas más conocidas y muy casada.
Avanzó hasta la entrada y pasó a un lado de ellos cuando se detuvieron en la entrada de la oficina de Jack. No se giró a verle pero supo que él la miró, pudo sentir su mirada y segundos después recibió un mensaje.
No respondió, justo cuando su enojo estaba mitigando, el hombre que se jactaba de su discreción estaba ahí coqueteando con una mujer casada.
Jack la vio pasar y rápidamente le mandó un mensaje que ella no respondió aunque sí vio.
Se adentró en la oficina con su homóloga y esta le miró con coquetería.
—Sigo esperando que me invites un trago —dijo la mujer y se sentó con coquetería frente a él—. La última vez dijiste que estabas muy ocupada pero quiero pensar que no fue una excusa.
—Claro que lo fue —respondió Jack, perdiendo toda la caballerosidad—. Fue la manera elegante de decirte que no me interesa salir contigo, mi silencio y ausencia en la invitación fue la forma de hacerte saber que no me involucro con mujeres casadas. Escucha, me halaga que te interese pasar el rato conmigo, pero quiero dejar muy claro y por supuesto zanjar este tema aquí mismo y ahora, yo no tengo el menor interés en pasar el rato contigo ni ahora ni nunca.
Un silencio siguió a su declaración y la mujer, furiosa por el desplante, se puso de pie y salió de ahí sin decir una palabra.
Jack suspiró y balanceó la cabeza de un lado a otro y finalmente comenzó a revisar el caso de Jane.
Estuvo leyendo el desahogo de pruebas y aunque quería ver y hablar con el arrestado, lo cierto era que no podía hacerlo, mucho menos podía delatarse como conocido de Jane, así que solo se dedicó a hacer su trabajo y por supuesto a armar sus propias conjeturas sobre el caso.
Pasó horas revisando tanto el informe de la fiscalía como el de la defensa. Se tomó un tiempo para observar los puntos de cada punto, pero cerró su computadora de golpe cuando su secretaria ingresó para decirle que le había llegado un paquete.
Solo entonces notó que era bastante tarde y ya casi la hora de salida.
—Ni siquiera salí a comer —musitó y después de recibir el paquete, le informó a la mujer que ya se iría y no volvería hasta el día siguiente.
Se levantó y luego de apagar su computadora y guardar sus cosas partió de su oficina cerrando con llave.
Llamó a su chofer y le pidió que lo llevara a su departamento. Tomó entonces su teléfono, revisó su mensajería pero al no ver un mensaje de Chelsea, le llamó por teléfono.
Se tardó en contestarle pero finalmente lo hizo.
—¿Vas a seguir enojada conmigo? —inquirió mientras escuchaba que ella se disculpaba con alguien para salir del lugar y responder.
—Tengo trabajo —respondió de forma cortante—. Hablamos después.
—¿Te veo en la noche en el mismo departamento de ayer? —Volvió a preguntar—. Puedo pedir algo de cenar, a ver si así pasa un poco tu enojo.
—Está bien —contestó de mala gana—. Quiero pasta.
Colgó la llamada y no esperó nada más.
Jack se vio sonriendo y apenas llegó a su departamento se puso cómodo y luego de ver la hora, pidió la cena a domicilio.
Esperó a que llegara y la mantuvo en el horno para que estuviera caliente. Luego de un largo rato hasta escuchó el sonido del timbre. Se apresuró a abrir para encontrarse con Chelsea.
La mujer entró sin mayor ceremonia y ni siquiera lo saludó.
Jack se acercó para tomarla de la cintura y dejó un beso en su hombro.
—¿Ya no estás molesta? Llevo todo el día preguntándome qué fue lo que te molestó tanto —aseguró antes de rozar sus dedos por los brazos de la chica—. Al menos deberías decirme eso.
—¿De quién es este departamento? —preguntó Chelsea, ignorando lo que él dijo.
—Mío —respondió sin tapujo—. Tengo varias propiedades, este lugar lo compre para mi hijo, pero nunca le gustó y prefirió vivir con su madre por un tiempo más. Cuando decida vivir solo nos lo hará saber para comprarle un nuevo departamento.
—Y fue así como decidiste usar este departamento como picadero —aseguró la fiscal y le sacó una risa al juez, quien la apretó de la cintura, rozando con su entrepierna el trasero de la mujer.
—No precisamente, este lugar no había sido usado, no hasta ahora, pero Levenseller nos vio en el mío y prefiero mantener eso como un incidente puesto que, si nos ve de nuevo juntos, comenzará a sospechar —aseguró pero notó que ella todavía seguía incómoda—. Olvídalo ya, ¿no viniste aquí para pelear conmigo o sí?
Chelsea quiso salir del lugar y no volver nunca más pero recordó que Curtis dependía de lo que ella pudiera investigar del juez, así que se giró hacia él y le sonrió fingiendo que ya estaba todo bien.
—De acuerdo —dijo mientras él la sujetaba y la llevaba hasta uno de los sofás.
Le sirvió un trago de vino y se quitó la chaqueta dejándola a un lado mientras la observaba. Bebió su whisky y se acercó un poco más a ella.
—Dime una cosa. ¿Ayer te pusiste ese vestido para seducirme? —cuestionó desde su lugar—. Si es así, debería agradecer la cortesía.
—No, señoría, no me vestí así para usted —contestó la chica y no pudo evitar que su piel se erizara ante los nudillos de Jack recorriendo sus brazos—. Como dije, iba a un compromiso personal.
Los labios de Jack se deslizaron por los hombros de la fiscal al mismo tiempo que le quitaba la chaqueta y posteriormente levantó la vista hacia ella y se acercó a su lóbulo para darle un beso y susurrar:
—¿Te gusta follar conmigo? —inquirió para sorpresa de Chelsea—. ¿Te gusta hacerlo?
—¿A qué viene la pregunta? —rebatió ella viéndolo con los ojos entrecerrados—. ¿Ahora tienes dudas con respecto a esto?
—Claro que no, pero quería oírlo de tus labios —confesó el juez y elevó una de las esquinas de sus labios.
Chelsea no pudo evitar sonreír.
—Sí, me gusta —afirmó la fiscal y se giró a verle. Su aspecto ya no era el tímido, sino uno arrebatador—. Me gusta mucho y a ti, ¿te gusta hacerlo conmigo?
Jack sonrió con seguridad, bebió un sorbo de su vino y se acercó a ella un poco más, le dio un beso en el cuello, recorrió con sus labios desde ahí hasta la mandíbula y llegó hasta su oreja.
—Te gusta cómo te follo porque me gustas mucho y porque nadie te tiene las ganas que yo te tengo todo el tiempo —musitó al mismo tiempo que Chelsea se estremecía ante sus palabras—. Quiero tenerte desnuda todo el tiempo...
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Muchas gracias por la espera. Gracias por votar, comentar, por todo. Espero que les esté gustando la novela tanto como a mí.
HAY OTRO CAPÍTULO. NO LES CUESTA NADA VOTAR EN AMBOS. 😒
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