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Los siguientes días, aunque tanto el mejor amigo de Jimin como su novio, intentan acercarse, este se lo impide a ambos en cada ocasión, ignorándoles y pasando de largo. Ambos le dejan espacio, pero para el noveno día, Jungkook ya está desesperado sin saber que más decir y Yoongi tirándose de los pelos en secreto, intentando mantener una sana imagen que no siente.

- Toma —su compañero de clases, Taehyung, aparece a su lado con un batido de vainilla sin abrir. Se lo tiende y el rubio, estando a última hora de clases y con un hambre de mil demonios, ni le da tiempo a agradecérselo antes de clavar la pajita que viene adjunta y poner a bebérselo. — Es de parte de Jungkook.

- ¿Mh? —aún con la pajita entre los labios, alza la vista y se encuentra al menor al fondo del pasillo, asomándose tras una columna. Cuando se percata de que Jimin le está mirando, hace un leve gesto que podría identificarse como saludo. El mayor frunce el ceño y deja de beber, acercándose inmediatamente a una basura y escupiendo todo el último trago que aún tenía en la boca. Cuando vuelve a mirar a su amigo, este se ha dado la vuelta y se marcha cabizbajo en dirección contraria. Solo entonces, Jimin se dirige de nuevo hacia Taehyung y sigue bebiendo del batido en dirección a la salida. — Idiota.

- ¿Idiota quién? —pregunta su compañero, quien no se ha percatado en absoluto de la escena.

- Idiota Jungkook —da un trago — y Yoongi — da otro trago más largo hasta terminarse el brick. Entonces lo aprieta entre su puño y de la pajita salen varias gotas que le manchan el jersey del uniforme. — ¡Agh! ¡Idiota yo!

- La gente nos está mirando, Jimin —murmura su compañero en su oído, apegándose a él mientras este intenta limpiarse las pequeñas manchas de su pecho.

- Me miran porque soy guapo, ya te lo he dicho —resopla frustrado al ver que las manchas no desaparecen y se resigna de mala gana a dejarlas ahí, aunque a cada rato que las recuerda y ve, se enfada aún más.

- Antes puede que sí —el castaño sigue inclinándose sobre su oído para hablarle en susurros, aunque con todo el alboroto incluso a duras penas se ha podido escuchar el grito de Jimin. — Ahora te miran porque estás gritando en medio del pasillo y es raro.

- No es raro estar enfadado.

- Es raro seguir tan enfadado después de más de una semana... —murmura, cruzando el primer portón a la entrada. — Jungkookie está muy arrepentido, ya puedes verle...

- Y yo estoy muy enfadado.

- Pero...

- ¡Y yo qué, Taehyung! ¡Yo qu-

- ¿Jimin? —una mano en su hombro hace que se detenga y el par de amigos se giran, topándose con el profesor Min y su demacrado rostro. Al igual que con su amigo, Jimin siente una punzada dolorosa en el pecho, y baja la cabeza, incapaz de mantenerle la mirada con esas enormes ojeras que destacan en su pálido rostro.

- ¡Hola profesor! —saluda el castaño, intentando quitarle hierro al asunto. — Justo estábamos marchando, aunque tampoco te recomiendo hablar con Jimin porque está muy muy muy enfad...

- Cállate Taehyung —le interrumpe el más bajo con voz seca. Se fuerza a levantar la vista y mira al adulto, quien traga saliva sin poder hablar. — No quiero hablar contigo.

- Sol-

- No quiero —se gira, agarrando a su amigo del brazo, y sigue su camino, dándole la espalda al mayor y alejándose de allí hasta cruzar la entrada. Cuando una vez en la calle, siente que su amigo va a abrir la boca para decir algo, se adelanta él mismo, impidiéndole formular palabra. — No quiero hablar del tema con nadie, Taehyung.

- Pero el profesor Min está hecho un asco y es un adulto, Jimin. Si un adulto está mal es porque debe ser importante.

- Es importante porque lo han estropeado todo —tira el brick, ahora aplastado, a una basura y siguen caminando hasta la parada de autobús. — Y tú no eres el más indicado para hablar, porque que yo recuerde, también estabas allí ese día.

- ¡Yo solo quería conocer a tu novio viejo! —se excusa el castaño indignado. Jimin le fulmina con la mirada y el contrario baja la cabeza, avergonzado. — Perdón. Fue idea de Jungkook.

- Ya sé que fue idea de Jungkook —en la parada de autobuses tan solo hay un par de personas, unas hablando y otras tecleando en sus móviles. Jimin ni se molesta en sacar el suyo, porque sin contar a sus padres, tampoco tendría a quien enviarle un mísero mensaje. — Será estúpido, metiéndose de esa forma en mi vida.

- Vale vale vale —alza las manos, intentando frenar los humos de su amigo. — Todos sabemos que estuvo mal lo que hizo.

- Hicisteis.

- Lo que Jungkook hizo y yo a medias —se corrige — pero solo lo hicimos porque nos preocupábamos, en serio. Bueno, yo tenía curiosidad, pero Jungkook era un noventa y cinco por ciento preocupación. Yo era algo así como un diez por ciento preocupación.

- No es excusa, no tenía motivos para preocuparse.

- ¡Eso le dije yo, que tú parecías muy contento! —exclama aliviado de que alguien le comprendiera — pero él no lo veía de esa forma. Pensaba que el viejo te estaba obligando.

- ¿Puedes hacer el favor de dejar de llamarle viejo?

- El profesor Mi- —inmediatamente el rubio le cubre la boca con las dos manos — mhgfmhfhf... — le fulmina con la mirada, pero finalmente libera su boca, limpiándose las manos en el jersey ya sucio antes de guardarlas de nuevo en sus bolsillos del pantalón. — le llamaremos viejo entonces.

- ¡Me da igual los motivos que tuviera, Tae! —exclama furioso, y cansado. Jimin siente agotamiento en cada célula de su cuerpo, y cuando ve su línea de autobús acercarse, solo siente alivio de poder volver a su casa y encerrarse. — No quiero hablar del tema, en serio.

- Está bien... — su amigo le da un abrazo sin previo aviso y sin poderlo controlar, los ojos del rubio se llenan de lágrimas que no llegan a desbordarse hasta que, tras esconder el rostro y marcharse a paso rápido, sube al bus y llora en silencio todo el camino de vuelta a su casa.

Mientras tanto, Jimin no es el único que llora. Yoongi no lo hace, pero se encuentra al pequeño pelinegro, al mejor amigo del que no se sabe si seguirá siendo su pareja, sentado debajo de las escaleras del centro. La gente pasa de él y él pasa de la gente, solo llora. Y el adulto le envidia y odia al mismo tiempo.

Él tiene que guardar una compostura que le está matando, tiene que ir a trabajar al mismo sitio que el rubio, viendo como le ignora por los pasillos e incluso en clase. Ya ni siquiera hay odio en la mirada de Jimin, hay decepción y a veces puede hasta sentir indiferencia. Le está perdiendo y tiene que sonreír en su día a día mientras siente que cualquier opción de arreglar las cosas no está en su mano.

Él también querría echarse a llorar en las escaleras, pero en su lugar pasa al lado de Jeon Jungkook, dedicándole una rencorosa mirada, y sigue de largo sin que este se haya percatado siquiera de su presencia.

No sabe en que momento se han torcido tanto las cosas. Bueno, sí lo sabe, pero aún le cuesta procesarlo debido a lo rápido que ha sucedido todo. Ni siquiera sabe que ha hecho mal, pero en cierto modo, se siente responsable de la situación. Todo lo está haciendo mal.

- ¿Profesor Min? —una cálida voz le interrumpe el paso, haciendo que se detenga y alce de mala gana el rostro, encontrándose con el jefe de estudios sonriéndole amablemente. Todo su cuerpo se hiela, y aunque parece que el contrario más bien va a pedirle un favor, el miedo a que le hayan descubierto, palpita dentro de él. — ¿Podría hablar con usted un segundo?

- Justo iba a-

- Solo será un segundo —le coloca una mano en la espalda y guía alegremente hacia su despacho. Yoongi solo quiere salir de allí cuanto antes, por ello cuando le ofrece tomar asiento, niega y se queda junto a la puerta, pensando que así le llevará menos tiempo. — Hay algo que me gustaría preguntarle.

- ¿Sucede algo? —los nervios crecen cada vez más, y antes de darse cuenta, está sentado en una de las dos cómodas sillas que hay frente a la rectangular mesa de madera.

- Nada grave —aún así, Yoongi no se relaja. Repiquetea sus dedos sobre el posabrazos, y cuando se percata de ello, se obliga a detenerse e intentar adoptar una imagen más tranquila. Seguidamente recuerda que Jimin sigue enfadado con él y probablemente no haya marcha atrás, por lo que ya no tiene nada que perder, o nada importante al menos. — Tan solo han surgido unos problemillas con el viaje de fin de semestre y pensé que podrías ayudarnos a solucionarlos.

- ¿Problemas?

- Zoe se puso enferma —Yoongi ladea la cabeza al no reconocer ese nombre — la profesora que está de prácticas e iba a acompañar a los chavales — asiente, empezando a comprenderlo — la cuestión es que lleva una semana de baja y necesitamos un suplente que se una al grupo de profesores encargados del viaje.

- Aún quedan casi dos semanas para la salida, señor.

- Por si acaso, preferimos no arriesgarnos. Quizás vaya para largo, sabes... —cruza los dedos y sonríe de la única forma que sonreiría alguien que va a pedir un favor. Un favor que estás obligado a cumplir porque es tu jefe quien te lo pide, y eso Yoongi, lo tenía más que asimilado antes de que se lo preguntara. — Pensé que tú podrías suplirla perfectamente.

- ¿Yo? —el jefe de estudios asiente emocionado, como si esa simple sílaba fuera una confirmación. — Y-yo no sé si... es decir, no creo que haya ningún problema, pero...

- ¡Entonces está todo hablado! —da un suave golpe sobre la mesa con sus rechonchas manos y le tiende una a Yoongi, quien se ve obligado a estrechársela mientras el contrario se pone en pie y le guía a la salida. Con cada paso intenta pensar atropelladamente en alguna excusa que le salve de ese lío, pero antes de darse cuenta, se encuentra en el pasillo rodeado de alumnos moviéndose con sus mochilas a cuestas, y el jefe de estudios despidiéndose. — Le enviaré esta misma tarde un correo con toda la información del viaje. Y si tiene alguna duda, no dude en comentármela.

Y la puerta del despacho se cierra, dejándole solo entre la marea de adolescentes ansiosos por volver a sus casas. Un par le saludan, pero Min Yoongi hace como que no les ha visto y sigue caminando, maldiciendo su suerte.

Ahora entiende a la perfección el típico dicho de ten cuidado con lo que deseas, y más que por él, lo lamenta por Jimin. No quiere ni imaginar lo mucho que empeorarán las cosas cuando se entere de que tal y como había pedido, le acompañará al viaje del colegio. 

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