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[...]

Ambos pensaban que deberían hablarlo.

Se encontraban en el coche, frente a la estación de autobuses, con la ropa aún arrugada del último polvo que saben que tendrán esas vacaciones, y probablemente, el resto de su vida. Solo se miraban en silencio, Jimin con el billete en sus manos, queriendo romperlo.

- ¿No crees que deberíamos hablarlo? —terminó preguntando el menor, casi con un hilo de voz. Se esperaba la respuesta y no quería escucharla, pero aún con su poca edad, sabía que si se iba con la pregunta de vuelta a casa, no podría dormir por las noches.

- Deberíamos —el mayor apartó la vista y la perdió mirando al frente, agarrando el volante con fuerza. Tampoco quiere despedirse, pero le molesta más todo lo que toca a continuación. Literalmente tenía que decidirse, no puede aplazarlo ni un minuto más por mucho que le gustaría. — Pero no sé qué decir.

- ¿Puedo llamarte cuando llegue a casa? —Yoongi tragó saliva, incapaz de responder, más su silencio le fue suficiente al menor. Agachó la vista y se mordió el labio con fuerza, intentando reprimir las lágrimas. Si hubiera sabido que la despedida habría costado tanto, jamás hubiera siquiera fantaseado con su profesor. — Lo entiendo, no te preocupes.

- No lo entiendes —murmuró el mayor con frustración, incapaz de mirarle.

Todo se volvió increíblemente tenso en un par de segundos, y aunque separarse lo habría hecho más llevadero, incluso la incomodidad del momento no podía superar las ganas que tenían de permanecer unos cuantos minutos más juntos. Cuando Jimin bajara del coche, todo cambiaría, y ambos eran más que conscientes.

- Puedes estar tranquilo, por cierto —Yoongi le miró ligeramente desconcertado. El menor siguió con la cabeza gacha, apretando con fuerza los puños para reprimir las lágrimas que amenazaban con caer. — No diré nada de estos días.

- ¿Acaso te creerían? —intentó bromear el mayor, pero con la presión que había en esos momentos, su alumno no parecía ni escucharle y la sonrisa que había forzado terminó curvándose en decepción. Acercó una mano a la cabellera rubia y le acarició con tristeza. — Muchas gracias por pasar estos días conmigo.

- Muchas gracias por pasar estos días conmigo —repitió en voz baja como respuesta, sin mirarle, aunque tampoco apartó su mano. Aunque le costara reconocerlo, sobre todo en esos momentos, le gustaba demasiado como para negarse a ello. — Hablo en serio.

- Yo también hablo en serio —Yoongi le miraba casi con desesperación, sintiendo que no estaba tomando la decisión más acertada. Miraba el rostro de Jimin y sabía que él no quería eso. — Joder —insultó en voz baja, dando un puñetazo seco al volante.

- No hace falta que me vaya —casi suena como una súplica, una que se arrepintió nada más soltar. Yoongi sintió como su pecho se encogió con esas palabras, le dolía de sobremanera escucharlas. Todo se sentía igual de intenso que las relaciones más fuertes de su pasado, y era algo que no tenía planeado, sobretodo con un niño. — Puedo quedarme en tu casa, contigo.

- No sé si es buena idea... —murmuró, debatiendo internamente si realmente lo era. Sonaba bien, demasiado bien, pero tan solo sería aplazar más la situación en la que se encontraban en ese instante. — De cualquier forma, yo tengo que volver en una semana también.

- Como quieras —de repente sonó un crujido, y ambos bajaron la vista hacia las manos del menor, donde su móvil lucía medio partido por la mitad. Estaba hecho un desastre y aunque el mayor lo miraba horrorizado, Jimin empiezó a reírse. Es una risa amarga que deja sin habla, al contrario.

- Jimin —no le miró aún pronunciando su nombre. Al contrario. Como si esa palabra activara un protocolo, el menor se quitó el cinturón y abrió la puerta, saliendo con prisa del vehículo. — ¡Eh, Jimin! —seguía sin girarse, lo que agobiaba más al adulto, viendo como se alejaba con rapidez. — ¡Espera, joder!

Pero no esperó, y sin pensar, no vio otra opción que aparcar el vehículo de malas maneras, ignorando los pitidos de otros conductores, y salir con frustración en busca de su alumno, agarrándole de la mochila que llevaba a la espalda para girarle.

Seguía sin saber que decir, por ello, cuando tuvo aquel rostro frente a él, cubierto de lágrimas que ya le habían sido imposibles de reprimir, no pudo hacer otra cosa que besarle. Y las manos de Jimin se abrieron, dejando caer los pedazos de trozos rotos sobre la acera.

Ninguno sabía lo que aquello significaba, pero de algo estaban seguros. No era ningún final.


FIN








DE LA PRIMERA PARTE


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Exacto <333333 

Mañana actualizaré los primeros capítulos de la segunda parte. 

A partir de aquí será todo en presente, así que no habrá más [...] o [-] y bueno, pues eso. Que espero que os guste y sigáis leyendo y os siga gustando~

¡MUCHAS GRACIAS JOPÉ! 

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