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Jimin fue el primero en despertarse, encontrándose la habitación hecha un desastre y una pálida mano sobre su vientre desnudo. No hacía falta levantar la manta para corroborar que ambos estaban desnudos, él y el chico que tenía a su lado, pero aún así lo hizo. Y tampoco hacía falta quedarse casi cinco minutos mirando el rostro de la persona con la que acababa de pasar la noche para reconocerla, pero también lo hizo de todas formas.

Mientras observaba al adulto respirar tranquilamente, con el rostro tan relajado, los labios entreabiertos y ni una sola arruga en su frente, no pudo hacer otra cosa que sonreír. Quería acariciarle, quería besarle y abrazarle, pero todo eso implicaría su mayor miedo en esos momentos, que era que se despertara.

Por ese motivo, Jimin permaneció quieto durante casi media hora, hasta que le empezó a dar un calambre en la pierna y al intentarse acomodar, el pelinegro se revolvió entre las sábanas, volviendo a la realidad en la cual estaba en la cama de uno de sus alumnos tras haber aparecido la noche anterior con cena a domicilio y una botella de vino.

- ¿Hemos? —Jimin asintió a la primera pregunta que hizo el mayor nada más despertarse. — Oh, genial —rodó los ojos y se pasó la mano por el pelo con frustración, sin mirar al contrario ni un instante, el cual comenzaba a sentirse incómodo en su propia cama. Jimin agarró las sábanas y se cubrió disimuladamente hasta el cuello con ellas. — Joder, me cago en todo.

- No voy a decir nada —se apresuró a informar el rubio, asustado de que pensara tal cosa de él. No pensaba hacerlo en un principio, pero tras ver la reacción del mayor ni siquiera pensaba comentarlo con su mejor amigo. — Puedes estar tranquilo.

- Muchas gracias, supongo —suspiró de nuevo y se puso en pie, haciendo que la manta cayera hasta mostrarle completamente desnudo. De pie, dándole la espalda al más joven, se pasó la mano por el pelo y empezó a rebuscar su ropa por la habitación, recordando pequeños retazos de la noche pasada y martirizándose aún más por ello. Se había acostado con un menor que además era su alumno, ni siquiera se reconocía a sí mismo. — Intenta olvidar lo que ha pasado, ha sido un error.

- ¿Q-qué? —Jimin agarraba con más fuerza las sábanas y se pegaba a la pared, mirando como su profesor se vestía frente a su cama sin reparar en él siquiera. Se sentía sucio y dejado de lado. — No hace falta, en serio. No diré nada.

- Ya sé que no vas a decir nada —se estaba abrochando los pantalones vaqueros y mientras subía la cremallera de estos, Jimin pensó que jamás lo había visto tan joven como en ese preciso instante. Podría pasar por su compañero perfectamente. — Simplemente no creo que sea buena idea seguir con esto. O empezarlo. O lo que narices estemos haciendo, joder... maldita cremallera de los cojones... abróchate demonios...

- ¿Dices esto porque eres mi profesor? —preguntó agobiado, mirándole a cada paso que daba. Yoongi escuchaba, pero se encontraba con los ojos del rubio lo menos posible. Le costaba hasta mirar la cama en la que estaba postrado, y de cualquier forma, aunque no la mirase no paraba de recordarlo en bucle una y otra vez, como si se lo hubiera quedado grabada en la mente la noche pasada. — ¿Hice algo mal anoche?

- Nononono —otro suspiro y de nuevo un descanso para despejarse el cabello de la cara, pellizcándose el puente de la nariz con los ojos cerrados, intentando encontrar las palabras adecuadas que parecían no existir. — No has hecho nada mal, todo lo que hiciste estuvo muy bien... espera, eso no es así... estuvo bien pero no es el punto, joder... —se agachó para coger su camiseta del suelo y se la puso rápidamente. Cuando sacó la cabeza por el cuello de esta, todos sus mechones negros volvieron a revolverse. — lo que quiero decir es que está mal.

- ¿Porque tengo diecisiete años?

- Aún no los has cumplido —puntualizó el mayor mientras seguía recogiendo sus prendas del suelo — y sí, precisamente por eso. Porque eres un niño.

- Ayer también era un niño, como tú dices, y bien que apareciste en mi piso para cenar conmigo —replicó de repente con molestia. Yoongi le miró, sorprendido por sus palabras, y tragó saliva al no encontrar como defenderse. Tenía toda la razón del mundo y no le hacía sentir en absoluto mejor. — Quizás soy más maduro de lo que te piensas.

- Si fueses tan maduro no te acostarías con tu profesor que te saca diez años —Jimin abrió la boca con indignación, pero volvió a cerrarla y apartó la vista, cruzándose de brazos enfadado. Yoongi suspiró y fue a sentarse a su lado, manteniendo una ligera distancia que cuanto más acortaba, más ganas tenía de hacerla desaparecer por completo. — Eh, perdona. No quise decir eso.

- Fuiste tú quien me besó...

- Lo sé, todo ha sido mi culpa —colocó una mano sobre la rodilla del menor y le acarició con cuidado, intentando reconfortarle. — No eres responsable de nada, en serio.

- Eso no me hace sentir mejor si significa que tienes que irte —Jimin escucha otro suspiro del mayor y reza interiormente con todas sus fuerzas para que esté cambiando de opinión. No le sorprende que se haya asustado, pues él también se había impresionado al ver que realmente, sus fantasías, habían dejado de serlo para siempre. Daba miedo, pero tampoco quería que terminara. No antes de empezar siquiera. — Quédate y lo hablamos si quieres.

- No hay nada que hablar —Jimin le miró, puesto que había sentido menos convencimiento en su voz del que notó en su mirada cuando la encontró. — Cómo cojones he podido hacer esto...

- No has hecho nada malo —Yoongi sonrió amargamente y Jimin agarró la mano que tenía sobre su rodilla. Se inclinó hacia delante y la sábana descendió poco a poco hasta mostrar todo su pecho desnudo, el cual tenía varias marcas aún rojizas. El mayor no pudo evitar mirarlas y sentirse aún más culpable y excitado con la situación. — Solo no te vayas, eso sí que sería malo.

- No sabes lo que esto significa —Yoongi hablaba, pero iba perdiéndose más y más en la voz del menor. Este le agarró la mano y empezó a tirar poco a poco de ella, empujando al adulto a acercarse. Guio la mano de este por su propio muslo, notando como tanto su respiración como la del contrario empezaban a acelerarse. — No debería....

Jimin ignoró las palabras del adulto y tiró más de él, acercándole hasta tenerle prácticamente rozando sus labios. Los miró de cerca, resistiéndose a besarlos, mordiéndose los suyos propios con ansias de los contrarios. La paciencia de Yoongi iba desvaneciéndose con cada gesto que hacía su alumno, y tras repetirse ocho veces la gran cagada que estaba aumentando sobre sus hombros, se lanzó por segunda vez sobre el menor, atrapando sus labios con fuerza, como si no hubiera un mañana.

Jimin gimió solo con el primer beso, sintiendo todo su cuerpo relajarse y tensarse al mismo tiempo. No tardaron en deshacerse de nuevo de la camiseta del mayor, quien tiraba la ropa con total despreocupación, centrado todos sus sentidos en la persona que le estaba volviendo loco en ese instante.

Mientras agarraba con fuerza el cuello del rubio y mordía su oreja descontroladamente, escuchando los gemidos como una banda sonora, solo pensaba en que si llegaba a arrepentirse en un futuro, le habría valido completamente la pena.

- ¿Te quedas entonces? —preguntó con ligera malicia el menor, sonriendo travieso con el pelinegro ya en ropa interior frente a él. Tras preguntarlo, se lamió dos dedos con lascivia, mirando fijamente a su profesor.

- No sabes dónde te estás metiendo —murmuró excitado contra su oreja, sintiendo los muslos del menor presionar su entrepierna.

- Te recuerdo que has sido tú el que me ha besado por segunda vez —en ese momento Yoongi se incorporó, dejándole una vista de su torso desnudo y el cabello completamente desmoronado. Tenía decenas de arañazos y marcas rojas por la palidez de su piel, y las venas de sus brazos se marcaban casi tanto como las de su cuello. Mientras le miraba, Jimin solo rogaba porque le follara en ese mismo instante. — Y tienes permiso para hacerlo cuantas veces quieras.

Yoongi no pensaba. Yoongi sentía demasiadas cosas en ese momento que había dejado de lado, cosas en las que no podía pensar adecuadamente con aquel chicho medio desnudo frente a él. Estaba aprovechándose de un alumno, pero en vez de pensar las consecuencias, pensaba en lo mucho que le ponía.

Solo quería besarle. Solo querían besarse, y eso hicieron durante toda la mañana. 

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