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Ya comienzan a ponerse fechas de exámenes, y aunque en la mayoría de casos queda más de un mes, entre los alumnos se están pasando ya apuntes y fichas de cursos anteriores, empezándose a preparar para cuando llegue el momento.

Aunque claro está, siempre existen excepciones, y este año Jimin se encuentra entre ellas. Un mes le parece estar a un mundo de distancia, demasiado lejano como para prestarle importancia en estos momentos. Y es que se siente flotar en una nube, pero tampoco es demasiado ingenuo como para pensar que controla el rumbo.

De cualquier manera, él no es el que más tiene que perder en este viaje, y ambos lo saben. Sobretodo Yoongi, quien a pesar de ser él más consciente de los dos y haberse propuesto frenarlo todo en varias ocasiones, no ha podido. Esa noche de la fiesta cruzaron una línea que resultó tener más peso del que cualquier de los dos hubiera imaginado.

- No sabía que te gustaban esos bollos —Jimin aparece a las espaldas del profesor, quien se encuentra frente a la máquina expendedora, inclinándose para recoger el bollo de envoltorio rosa que acaba de caer. — Son muy dulces.

- Me he equivocado de botón —se lamenta el adulto, mirando el plástico con asco. Lo que menos le apetece en esos momentos es un chute de azúcar, y sobre todo, metérselo por error. Está tan ensimismado en sus quejas internas, que ni se percata de como el menor le quita el bollo y da un mordisco. Cuando lo hace, Jimin ya tiene todos los labios cubiertos de una gelatina roja. — Cuidado con las confianzas que te tomas, Park.

- No te lo ibas a comer de todas formas —en eso tenía razón. Existía la probabilidad de que lo hubiera hecho, pero si era franco, tiene que aceptar que jamás habría probado aquel dulce. Por desgracia no tiene más monedas, y si quiere llenar su estómago, aunque fuera un mínimo, tiene que pedir cambio o ir directamente a la cafetería, que se encuentra en la otra punta del colegio. De nuevo, entre sus lamentos, ni se percata de como el alumno saca otro envoltorio de su bolsillo del pantalón y se lo tiende. — Todo suyo, profesor.

- ¿Y esto? —aunque ambos mantienen la compostura frente a los demás, es muy diferente a hacía unos meses. Ninguno se odia, incluso el menor disfrutaba a veces con ello, y sobre todo, fuera del centro se veían mucho más de lo que deberían.

- Es un sándwich de queso —El adulto lo acerca a su nariz y olfatea varias veces con desconfianza. Huele bien, aunque no es tan fácil verlo entre la inexpresividad constante de su rostro. — Está rico, no pongas esa cara.

- ¿Lo has hecho tú? —Jimin asiente sonriente y Yoongi hace el amago de devolvérselo, olvidándose de todas las personas que les rodean, cuando el más pequeño infla los mofletes indignado y él le revuelve el pelo antes de colocar el aperitivo de nuevo entre las pequeñas manos del rubio. — Suena apetecible, pero tenía que pasarme por la cafetería de cualquier forma.

- Gracias por esto, entonces —alza el bollo rosa y le da un mordisco, haciendo que el relleno de gelatina o lo que demonios sea eso, que no le resulta nada apetecible al mayor, se vierta por fuera del dulce. Jimin lo lame y Yoongi tose, intentando mantener la compostura entre todos los pensamientos que le acaban de venir a la mente. — ¿Me llevas luego a casa? —pregunta el alumno sin percatarse de nada.

- Espérame en la entrada, tardaré unos minutos porque tengo una reunión.

- ¿Cuántos minutos? —el chico sigue entreteniéndose con el dulce mientras habla, que más que comerlo parece estar jugando o intentando enrollarse con él, y a Yoongi cada vez le cuesta más no bajar la vista mientras hablan. — La verdad es que tengo bastante hambre, puedo desfallecer si tardas mucho.

- No va a ser mucho —sin pensárselo dos veces, agarra el bollo de las manos del menor, aunque a penas quedan dos bocados de este, y se lo mete entero en la boca, arrepintiéndose al instante cuando una enorme ola empalagosa le invade hasta el último recoveco de su boca. Jimin, aún con las manos colocadas como si estuviera agarrando el dulce, le mira sin saber como reaccionar, hasta que termina estallando en risas.

- ¿Pero qué haces? —pregunta desconcertado, sonriendo divertido con la cara que pone el mayor mientras mastica. Yoongi hace un esfuerzo por tragar y se limpia con la manga de su camiseta, aunque por suerte a penas tiene un par de migas con las que mancharla. — Cada día me sorprendes más.

- Uy, sí, soy una aventura —responde sarcástico mientras intenta salivar para quitarse el dulce sabor de su boca.

- Seguro que si te besara ahora, sabrías de maravilla —Jimin le mira provocativo, desenvolviendo su propio sándwich y se muerde el labio con malicia, pensando realmente en las ganas que tiene de besar al mayor, quien durante un segundo se plantea con seriedad dejar su empleo.

- Dame un mordisco de eso, anda —se inclina y le quita un trozo de sándwich, intentando que el sabor del queso se quede impregnado el máximo de tiempo posible, al menos hasta que llegue a la cafetería. Cuando se encuentra cerca del rostro del menor, aprovecha para añadir en voz baja. — Y deja de provocarme.

- ¿Provocarte es decir lo que pienso?

- Exacto —vuelve a tomar la compostura y saca su móvil, echando un vistazo a los mensajes nuevos. Si no se apura, no le dará tiempo a tomar algo de comer y volver a sus clases. Vuelve a mirar al rubio, quien mastica indiferente su bocadillo. Tiene que reconocer para sí mismo, que en ese instante se muere de ganas por besarle.— A veces es mejor callarnos lo que pensamos.

- ¿Te escandalizas por un beso? —se burla el menor, cubriendo su boca al reírse. Min Yoongi también sonríe, más con prepotencia al saber perfectamente a que refiere, al contrario que el alumno, quien le puede la ingenuidad.

- Te escandalizarías tú si supieras lo que pienso —vuelve a partir un pequeño trozo del bocata ajeno y se lo mete en la boca. Ninguno comprueba que les estén mirando, aunque por suerte para ambos, nadie repara en ninguno.

- Ponme a prueba —le reta, mirándole fijamente. La idea de dimitir en ese mismo instante reluce a grandes letras en la mente del profesor cuando el rubio vuelve a dar otro mordisco al sándwich sin dejar de mirarle, lamiéndose los restos de queso que le han quedado en el labio inferior.

Y casi está a punto a echarlo todo por la borda, cuando llega una tercera personas a espalda del menor. Con la imprevista llegada, ambos se alejan más de lo debido, asustados por la intromisión, más no tardan en sonreír aparentando normalidad frente al recién llegado compañero de Jimin.

- ¡Kook! —le saluda sonriente, haciendo que Yoongi se pregunte la identidad de aquella persona que tanta confianza parecía tener con el rubio.

- Te estaba esperando —le informa el menor de todos, quien inmediatamente se gira hacia Yoongi y hace una pequeña reverencia como saludo, aunque no tarda en ignorarle como si no tuviera importancia. Jimin le mira varias veces de reojo, divirtiéndose ante la notable molestia del mayor. — ¡Oh, de queso!

- ¿Quieres un poco? —su amigo asiente y le pega un enorme mordisco, sonriendo con los mofletes llenos en agradecimiento. Yoongi observa todo en silencio, teniendo aún más curiosidad por su identidad. Parece muy cercano a Jimin, y solo en ese momento, se percata de lo poco que sabe sobre la vida del rubio. — Adiós profesor —se despide el menor, agitando la mano y lanzándole una última mirada que solo ambos pueden descifrar.

Yoongi se despide más discretamente, sin formular palabra alguna, vacilando entre sus propios pensamientos sobre las dudas que acaban de surgirle. No debería importarle quien era ese chico. No debería importarle nada de Jimin, de hecho. Pero lo hacía, y en ese momento solo sentía unas ganas enormes de sacarle de allí e ir a mantener una informal charla acerca de la vida de ambos.

Quería hacer algo con el rubio que no implicaba sexo, y eso era un problema.

En cambio, Jimin, sigue en sus nubes, reprimiendo el instinto de girarse otra vez para ver a su profesor favorito. Jungkook le está contando algo sobre una película que vio la noche anterior, y de vez en cuando, le da un toquecito en el hombro para que Jimin le ofrezca un mordisco de bocadillo. También le cuenta que el suyo se lo comió en el autobús de camino a clase.

- ¿Mañana me haces uno de estos? —pregunta el menor de ambos, sacándole brevemente de sus ensoñaciones con quedar con Min Yoongi después de la escuela. — Está riquísimo.

- Depende —Jungkook le mira reacio y Jimin le pellizca una mejilla —sabes que sí, idiota, pero necesito pedirte un favor —da un mordisco y le tiende lo que queda de sándwich al pelinegro. — Necesito que si te llama mi madre, le digas que estoy durmiendo en tu casa.

- ¿Te quedas a dormir? —Jimin niega, y justo en ese instante, por una de las ventanas, ve a Yoongi cruzando el patio con un café entre sus manos. También lleva un sándwich, y lo reconoce perfectamente porque son sus favoritos de la cafetería, los de queso. Y aunque claramente no están tan ricos como los suyos propios, no puede evitar sonreír. — ¿Jimin?

- ¿Ah? —su amigo mira también por la ventana con intriga, pero por suerte el profesor ya no está. — Oh, no.

- ¿Otra vez con él? —siguen caminando y Jimin asiente, percatándose, pero ignorando el tono de su compañero en esa pregunta. — ¿Y me lo piensas presentar al menos? —se encoge de hombros y Jungkook le devuelve el sándwich, sintiendo que ha perdido el apetito. — Oh, vamos. Le debo caer genial con todas las coartadas que os doy.

- Ten paciencia, pequeño saltamontes —bromea el mayor, terminándose el sándwich de un mordisco. Jungkook frunce el ceño y él le abraza por la espalda, restregando su nariz cariñosamente contra el cuello del pelinegro. — Mañana te traigo dos de queso.

- Que rastrero es comprarme con comida —responde, aunque para Jimin es una victoria. Sonríe y le abraza con mas fuerza, dejando un beso en su mejilla. Jungkook rueda los ojos. — Aunque supongo que más penoso es venderse por ella.

- Tú no eres penoso, eres el mejor amigo del mundo.

Al final ambos terminan riendo, saliendo al patio y cruzándose con Min Yoongi sin que ninguno se percate un mínimo de él, pero este último si que lo hace, y todas las dudas sobre Jimin vuelven a resonar con fuerza en su cabeza.

Mira el bocadillo de queso y suspira. Tiene que tomaruna decisión rápido, antes de que todas sus decisiones no recapacitadasterminen arrastrándole con ellas.     

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