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Cuando Jimin despierta, tarda un par de minutos en percatarse de que las sábanas negras entre las que está arropado, no son ni de lejos las de su casa. Se frota la frente al sentir varios pinchazos en el momento que se intenta incorporar, y vuelve a tumbarse, decidiendo que todo lo que tenga intención de hacer, por ahora también puede realizarlo tumbado.

Coge su móvil y empieza a ver mensajes y publicaciones para recrear el rompecabezas de la noche anterior, y poco a poco comienza a formar un hilo. Recuerda que la fiesta era un asco hasta que llegó Jungkook. Recuerda que bebió muchas bebidas de diferentes colores y que dos se pelearon en el jardín, que Taehyung rompió el microondas y que alguien propuso la idea de hacer tortitas, pero eso último no podía confirmar si se llegó a hacer, porque lo siguiente que recuerda es que entró en el coche de Yoongi a mitad de la noche. Y como arte de magia, justo en ese instante repara en la pequeña nota a mano que hay a su lado, en la almohada. Frunce el ceño y la lee mentalmente.

'He salido. Te he dejado zumo y algo para desayunar en la cocina. Tienes tu ropa lavada y planchada sobre la mesilla. Llámame si necesitas cualquier cosa, no sé a qué hora volveré.'

El rubio echa un vistazo a la mesilla, y efectivamente, ahí estaba su ropa completamente doblada. Alza la manta y comprueba que, también efectivamente, se encuentra desnudo. Suspira y de mala gana y con mucho esfuerzo, se pone en pie y va a vestirse, dejando sus vaqueros y zapatillas aún en la mesa.

En la cocina también está el zumo, tal y como ponía en la nota. Hay una taza roja enorme llena y un plato con bollos y fruta. Coge la taza junto a una manzana y se dispone a andar por la casa, inspeccionándola por encima con total confianza. Después de todo, está solo.

Todo está impecable, pero principalmente porque no hay muchas cosas que se puedan o pudieran ensuciar. Pocos muebles, bastante estilo y un intenso olor a café procedente de la cocina. Es la primera vez que pisa la casa de su profesor y no se siente decepcionado, más tampoco sorprendido, pues exactamente esa era la idea aproximada que tenía en su mente.

Bebiendo pequeños sorbos y caminando despacio, fijándose en las tres escasas fotografías que tiene Min Yoongi por su casa, y ninguna con personas en ellas, todas de calles por la noche. A pesar de la simpleza, a Jimin le gusta, se siente cómodo en ese espacio.

- ¡Ah! -el rubio pega un salto asustado al notar como algo le roza el pie. Se aleja un metro en cuestión de milésimas y pega aterrorizado la espalda a la pared, buscando con los ojos como platos al causante de su susto. Cuando baja la vista y encuentra una pequeña bola de pelo marrón lamiendo el zumo que se ha derramado en el suelo, se queda boquiabierto. - ¿Ah?

Se termina lo que queda de bebida y deja la taza a un lado, quedando con la mano libre para poder lanzarse a acariciar al pequeño animal. Inmediatamente se acuerda de su amigo Jungkook, pues, aunque al principio la bola peluda pareciera una rata enorme, resulta ser un perro, y a diferencia suya, el que mejor manejo tenía con esos animales era su mejor amigo. Mientras piensa que sería lo más adecuado en esas situaciones, el perro se acerca sin que se de cuenta y empieza a comerse la manzana que aún tiene en la mano.

- ¡Oye, eso es mío! -se queja el menor, frunciendo el ceño y dando un enorme mordisco a la manzana hasta llegar al la semilla. El perro le mira fijamente y ambos quedan en silencio, retándose. Aunque hay mucha más rivalidad por parte del humano que por la del animal, quien solo quiere comer. Al final Jimin suspira y se pone en pie. - Sígueme, anda.

Y el diminuto perro le sigue, tintineando su collar a cada paso.

Cuando llegan a la cocina, Jimin encuentra una buena excusa para inspeccionarla de arriba abajo. Está buscando comida para ese pequeño animal, no lo hace única y exclusivamente por curiosidad, por lo que en cierto modo, no está invadiendo la intimidad de nadie. O eso piensa, aunque por si acaso, está con un oído pendiente de la puerta.

- ¿Qué es esto? -agita una caja de cereales y mete la nariz dentro, sacándola de inmediato por el fuerte olor a azúcar. Niega y la guarda de nuevo, cambiando inmediatamente de cajón. Saca una más que también aparta y termina decantándose por un plato de arroz blanco que hay en la nevera. Coge una cuchara y se sienta en una silla, escuchando las pequeñas patitas del animal siguiéndole. - ¿Quieres esto? -casi parece que el animal asienta, así que le coge y sube a la mesa de la cocina, ya que debido a su tamaño le es imposible a él o a ella sola.

Coge un poco de arroz con la cuchara y se lo pone delante del hocico al animal, quien no duda ni un segundo en empezar a comérselo a toda prisa, moviendo la colita de un lado a otro completamente emocionado. Cuando se lo termina en cuestión de segundos, alza la vista y se sienta mirando a Jimin expectante de una segunda ronda. El rubio ríe y le ofrece al instante una segunda cuchara un poco menos llena.

- ¿Y tu tienes nombre? -murmura mientras observa al pequeño animal desde todos los ángulos, intentando encontrar el collar que antes sonaba, más siéndole completamente imposible hasta que la cuchara queda de nuevo vacía y este, o esta, le mira con los ojos negros penetrantes. Ahí entonces Jimin se percata de la pequeña placa colgada de su cuello y la lee con cuidado. - Holly... -el animal parece que reacciona y Jimin sonríe - así que te llamas Holly, vaya.

La perrita ladra y el rubio le ofrece otra cucharada, procesando aún el hecho de que su distante y serio profesor tenga una perrita adorable y comilona de mascota. No un perro viejo dormilón y vago, que probablemente sería lo que más encajaría con el adulto, sino una pequeña bola de pelo marrón rizada que ladraba casi tan intensamente como los muñequitos de los bebés cuando les aprietas.

Por algún motivo, imaginarles a ambos juntos, enternece el corazón de Jimin tanto que se queda embobado durante casi cinco minutos mientras Holly se come lo que queda de arroz en el cuenco sin que se diera cuenta.

Mientras tanto, Yoongi se encuentra en una cafetería a ocho manzanas de allí, bebiéndose su tercer café de esa mañana y mirando su reloj de muñeca cada dos minutos. Sus ojos pasan del reloj a la puerta, de la puerta al reloj, así continuamente, hasta que al final la persona a la que tanto lleva esperando, entra al local.

Alza la mano para que su amigo le vea y este se acerca reprimiendo unas obvias risas. Cuando se sienta frente a él y pide un batido de frutas y un trozo de pastel a una camarera que pasa por su lado, Yoongi frunce el ceño.

- ¿Llevas mucho esperando? -pregunta Hoseok mientras se quita la cazadora de cuero que trae puesta. - Te noto nervioso, amigo.

- Está en mi cama -se apresura a responder el pelinegro, ignorando las palabras de su acompañante que no le importan en absoluto. - Está en mi maldita cama.

- ¿En tu cama? -Yoongi asiente con agobio, intentando disimularlo lo mejor posible. Da un largo trago a su taza y vuelve a asentir.

- O en la cocina o en cualquier parte de mi casa, no lo sé, me he ido antes de que se despertara.

- ¿Qué se despertara quién?

- ¡Jimin! -exclama frustrado. La mesa de al lado, dos ancianos, les miran con molestia y Yoongi baja inmediatamente el tono de voz para no llamar más la atención. - El chico de la discoteca de verano -por la expresión de su amigo parece que va a necesitar más detalles. - El adolescente que conociste en el pub de Jin, por dios.

- ¿El que supuestamente era tu sobrino?

- Ese -Hoseok alzó una ceja y Yoongi suspiró, sabiendo que no tenía escapatoria. En cierto modo, ya sabia una vez le llamó que la confesión iba a tener que suceder antes o después. - Es mi alumno, no mi sobrino. Y ni se te ocurra gritar o te rompo el cuello aquí mismo.

- ¿El qué? - susurró lo más bajo que pudo su amigo, abriendo los ojos impactado enormemente con la noticia.

- Mi alumno. Uno de los muchísimos que tengo.

- ¿Alumno alumno?

- De último curso -suena como una excusa barata y Hoseok le fulmina con la mirada. Yoongi baja la suya avergonzado, pues sabe que se lo tiene merecido. - Lo sé, no hace falta que lo digas.

- Espera espera espera -justo en ese momento, le traen el pedido al castaño. Este, como si fuera lo más fácil del mundo, sonríe amablemente a la camarera y espera con paciencia a que se vaya para poder seguir la conversación. Cuando están de nuevo solos, coge una pinchada de su tarta y se la mete en la boca apresuradamente. - Dime que no estás saliendo con un alumno.

- No estoy saliendo con un alumno, qué narices piensas, joder -Hoseok alza una ceja con desconcierto, y pincha otro trozo de pastel, manchándose el labio con nata. El pelinegro repara en ello y se lo limpia con una servilleta antes de seguir hablando. - Solo hemos pasado un tiempo juntos en verano y ayer fui a buscarle a una fiesta de clase.

- ¿Y que hace en tu cama?

- Lo llevé a mi casa y tuvimos sexo -su amigo rueda los ojos nada más escucharlo y se llena la boca con el postre de nuevo, dando un trago a su batido sin siquiera esperar a tragar. Le cuesta asimilar todo lo que el mayor le está confesando. - Tampoco me mires así que tu te acostaste con uno de veinte.

- Que ni era mi alumno y mucho menos un menor, así que ni se te ocurra compararlo, pedazo de cabrón -a pesar del insulto, Yoongi sabe que no está enfadado. Puede que ni siquiera decepcionado, lo que en cierto modo tampoco le hace sentir mejor. - Ni siquiera me lo compares. Y lo mío fue una noche. Tú le ves todos los jodidos días en clase, tío. Te estás metiendo en algo muy turbio.

- Lo sé.

- ¿Y si ayer te hubieran visto sus compañeros? -pregunta preocupado - ¿Has pensado en la que se podría haber liado si te ven recogiendo a un alumno? -Yoongi suspira.

- Llevaba mis gafas de sol.

- Oh, bueno, perdóname Clark Kent -niega varias veces con la cabeza, comiendo ansioso del pastel hasta que, tras meterse tres pinchadas seguidas en la boca, se lo termina. - Te estás metiendo en algo muy turbio, te lo repito.

- ¿Y qué quieres que haga? -se pasa la mano por la frente, desesperado.

- No enrollarte con alumnos menores de edad, por ejemplo.

- Es más difícil de como lo pones -Hoseok alza una ceja - no, espera, no es lo que quería decir. Solo me ha pasado una vez, con Jimin. Y me refiero a que se me ha ido de las manos sin darme cuenta, que no lo tenía planeado, joder.

- ¿No podías controlar tu polla o qué? -Yoongi le mira dolido y su amigo entiende que quizás deba relajarse, por muy impactado que esté. - Joder, que quieres que te diga. No estarías esperando que te diera la enhorabuena.

- No, claro que no.

- ¿Entonces?

- Necesito consejo, porque como ya te he dicho antes de que te pusieras histérico -se inclina hacia delante, agarrando la taza frustrado, y da un pequeño sorbo antes de añadir. - Lo tengo en mi jodida cama y no sé ni que decir cuando llegue al piso y me lo encuentre ahí tumbado.

- No te lo tires.

- Ya lo sé, idiota.

- Por si acaso -comenta su amigo, ignorando la amenazante mirada del mayor. Agarra su batido con ambas manos y empieza a beber nervioso de la pajita, mirando a su alrededor en busca de una solución. - y yo que cojones crees que voy a saber de esto.

- Yo que sé, solo necesitaba desahogarme.

- ...

- ...

Se quedan en silencio, mirando cada uno su bebida y removiéndolas lentamente, pensando a gritos en su interior. Hoseok aún impactado con la noticia y Yoongi incluso más arrepentido de lo que ha salido de casa. Solo quiere retroceder a antes de verano y no empezar nada, pues le parece hasta más sencillo eso que terminarlo una vez ya lo ha empezado.

Termina lo poco que le queda de café y saca varios billetes, haciéndose cargo de la cuenta de su amigo. Este le mira de reojo, pero sigue sin saber que decir, jugueteando con la pajita incómodo.

- Dile que no es por él, que es por ti que le sacas diez años y varios puestos de autoridad en la escuela -termina proponiendo, ligeramente más relajado. Yoongi le mira con una expresión que lo descarta de inmediato. - Yo lo entendería perfectamente.

- Es un niño, no razona.

- Lo que yo no entiendo es qué cojones te atrae de alguien que no razona -Yoongi suspira y se encoge de hombros- sobre todo a ti, con lo que tú eres.

- Es diferente a todo lo que he conocido, supongo.

- ¿Y ya te has cansado? -el pelinegro no responde - bueno, da igual. Querías un consejo y ya te lo he dado. Ahora o lo tomas o lo dejas, pero yo tengo que marcharme de nuevo al trabajo -da un último trago al batido de frutas y le ofrece lo poco que queda a su amigo, quien lo rechaza, pero aún así agarra el vaso. - Habla con él y lo entenderá.

Yoongi asiente e intenta forzar una sonrisa que no resulta. Se frota la sien y cuando ve a su amigo marcharse de la cafetería, siente como si todas las palabras que acaban de salir en la conversación, rebotaran en su cabeza, golpeándolo por dentro. Cierra los ojos y suelta en batido, apartándolo con molestia.

Debería seguir el consejo de su amigo. Debe y de hecho es lo que piensa hacer cuando abre la puerta de su piso, esperando encontrar al rubio sentado en el sofá a su espera.

Más para su sorpresa, quien le recibe es un pequeño animal peludo. Se agacha a acariciarlo y encuentra un par de motas de arroz, que le quita de loa bigotes extrañado. Se pone de pie con una en la mano e inspecciona desconcertado la casa, dándose cuenta que a excepción de él y el animal, está vacía.

En el cuarto hay una nota. La misma que él dejó escrita esa mañana, pero escrita por la otra cara. Reconoce la caligrafía del menor sin dificultad alguna.

'Le he dado arroz blanco a Holly de un cuenco que tenías en la nevera. Siento haberte causado tantas molestias. Anoche me lo pasé muy bien. Hablamos, supongo'

Se muerde el labio y tras releer la nota, la arruga inconscientemente entre sus dedos. Esta cae, arrugada, encima de la cama que sigue deshecha, y al mismo tiempo lo hace Yoongi, sentándose con desgana en un extremo.

Sabe qué debe hacer, pero no se siente capaz de hacerlo y ni siquiera entiende que es lo que le frena a frenarlo.

Cierra los ojos y sin quitarse si quiera los zapatos, se deja caer hacia atrás, rebotando un par de veces antes de agarrar una almohada al azar e inspirar profundo, cerrando los ojos. Piensa en dormir, y aunque es un auto consejo, decide que es el mejor que ha escuchado hasta ese momento.

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