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Esa mañana, cuando el, ahora profesor favorito de Jimin entra en clase, no puede evitar sonreír. Después de varias noches en vela, el rubio ha decidido que no es tan importante, que el comportamiento de su profesor es completamente coherente y que después de todo no debería tirar todo por la borda por una simple discusión. Le ha costado muchas noches en vela, llorar hasta dormirse y suspender los dos primeros exámenes parciales del curso, pero ha logrado entenderlo. Lo que tiene con Yoongi no es fácil y debería ser más comprensivo.
Y no puede alegrarse más de haber tomado esa decisión cuando a mitad de la clase, el adulto se acerca a su mesa mientras están haciendo unos ejercicios. Son individuales, nadie puede escucharlos y el rubio no puede evitar emocionarse aunque ni siquiera tenga idea de que es lo que va a decirle.
- ¿Puedes quedarte unos minutos después de clase? —Jimin asiente repetidas veces mientras aprieta su lapicero con fuerza, casi sin creerse lo que está escuchando. Cuando mira a su profesor, este parece relucir. — Tengo algo que hablar contigo.
No deja de asentir hasta que ve a su profesor seguir caminando y darle la espalda. Se gira y le observa desde su asiento, desde abajo, procesando que es lo que acaba de suceder. No puede estar más feliz, y todas esas lloreras y bajadas de ánimo, parece que valen completamente la pena por la leve sonrisa que se le forma.
Sigue con sus ejercicios, aunque no puede dejar de pensar en qué será aquello de lo que quiere hablar Min Yoongi. Repasa el enunciado de la tercera pregunta una y otra vez con el lápiz, perdiendo el tiempo de la clase sin hacer nada productivo más que imaginar y recrear escenas en su mente de lo que podría suceder en unos cuantos minutos. A penas quedan veinte para que termine la clase y siente que no puede aguantar más. De vez en cuando mira de reojo a su profesor, pero este no le sigue el juego, cosa que impacienta más a Jimin.
Más finalmente resuena la alarma por todo el centro y la gente comienza a abandonar la clase, dejándola vacía a excepción de dos personas. El rubio sigue sentado en la mesa, fingiendo recoger sus cuadernos, aunque lo único que ha hecho en esos minutos ha sido levantarlos, abrirlos y volverlos a dejar sobre la mesa varias veces, esperando a que sus compañeros abandonaran el aula.
- ¿No has pasado de la tercera pregun-
- ... —Jimin mira el cuaderno abierto y luego a su profesor, quien observa la hoja desde arriba. El adulto suspira, sin terminar la frase y se presiona la sien con los dedos, masajeándola brevemente. El rubio traga saliva, agobiado con la reacción del adulto. — Los haré al llegar a casa.
- No importa, no es eso de lo que quería hablarte —el menor asiente y comienza a guardar sus cosas, ahora de verdad. Yoongi está apoyado en una mesa cuando termina, esperando pacientemente de brazos cruzados. — ¿Ya? —Jimin asiente de nuevo, con la mochila colgada de su brazo. Se sienta en la silla y le mira con los ojos muy abiertos, detalle que revuelve las tripas del mayor, quien no puede evitar apartar la mirada. Se pone en pie y dándole la espalda comienza a caminar hacia su mesa. — Varios profesores están hablando de ti.
- ¿De mí? —ahora el interés del menor crece, tornándose en preocupación. Nunca ha sido un chico que se metiera en líos o tuviera problemas con el centro. Era popular, pero tanto entre alumnos como entre profesores.
- Temen que te esté pasando algo y afecte a tus estudios —Yoongi camina muy despacio, temiendo el momento en el que llegue a su mesa. Cuando lo hace, se apoya en ella con las dos manos, tan solo un segundo. Se siente agotado y tiene una presión en el pecho que le dificulta incluso el pensar. — Solo has hecho dos exámenes y los dos están suspensos, Park.
- No me pasa nada, simplemente tuve unos días difíciles —Yoongi se gira, pasándose la mano por el pelo, y suspira. Cuando mira a su alumno, lo hace fijamente, como si quisiera leerle la mente. No le hace falta, sabe mejor que nadie lo que está sucediendo, aunque internamente intente negarlo una y otra vez. — Pero ya estoy bien.
- ¿Seguro? —otra vez asiente el más pequeño — ¿Esos días difíciles tienen que ver con problemas en casa? —niega y agacha la cabeza. Él no quiere mentir, pero tampoco le gusta aceptar que se ha comportado como un niño pequeño. — ¿Tienen que ver con el colegio?
- Más o menos.
- ¿Tienen que ver conmigo? —Asiente sin mirarle. La respuesta del adulto se limita a un largo suspiro seguido de un golpe en la mesa. Jimin se sobresalta, habiéndole pillado eso último totalmente por sorpresa. — Ni se te ocurra suspender por mi culpa, te lo advierto.
- ¿Cómo?
- Eso —Yoongi se cruza y brazos y le mira con tanta seriedad que hasta resulta amenazante. Todos los buenos pensamientos que tenía acerca de él, se esfuman de la cabeza del alumno, quien vuelve a cubrirse por la rabia en cuestión de segundos. — No utilices lo nuestro para joderte la vida. Lo que pasó, pasó y punto.
- ¿Lo que pasó pasó? —pregunta casi sin poder creerlo. Ahora tiene los puños apretados y la barbilla bien alta. — No puedes empezar algo y acabarlo cuando te dé la gana.
- Claro que puedo —casi suena como un desafío. Yoongi se arrepiente nada más decir esas palabras, pero no se retracta. — Y no voy a dejar que un niñato me chantajee con suspender. Si quieres tirar tu curso a la basura, allá tú, pero a mí no me responsabilices.
El menor no puede creer lo que está oyendo. Realmente no se había planteado esos suspensos como un problema, ni siquiera había recaído en ellos. Ni siquiera sus padres se habían preocupado, pues ellos sabían de sobra que su hijo llevaba bien el curso y había sido un pequeño tropiezo. Era un detalle que su profesor se preocupara, pero no cuando lo hacía por sí mismo y no por Jimin. No era preocupación, era culpabilidad.
Seguía siendo el mismo cobarde de hacía unas semanas y cada vez que lo pensaba, más se lamentaba de haber llorado por él. Si no había sido suficiente con todo lo sucedido hasta ahora, con esta escena le deja en claro que no merece la pena.
- Puedes estar tranquilo, que no voy a tirar mi nada a la basura por ti.
- Bien —El pelinegro parece aliviado, aunque mantiene esa seriedad que le caracteriza en su faceta de profesor, lo que hace que la rabia de Jimin solo aumente. Ahora lo ve con claridad. Él no es ningún niño, él no ha actuado mal. — Solo era eso, entonces.
- Pero quiero que sepas una cosa —Jimin, colocándose la mochila con brusquedad, se pone en pie y dirige a paso firme hasta su profesor, quien mira la puerta preocupado porque alguien los vea. Está cerrada, más el pestillo ninguno lo ha echado. — Te has comportado y sigues comportándote como un verdadero capullo —coloca su índice en el pecho del mayor, quien intenta mantener la compostura pero por dentro está temblando. La voz de Jimin es la misma que la de su conciencia. — Lo que sientes no es preocupación, es culpabilidad. Porque lo eres. Eres culpable y responsable de todo, aunque te empeñes en limpiarte las manos.
- Park, hemos terminado.
- Claro que hemos terminado —sonríe amargamente y cabecea varias veces, sin poderse creer la actitud del mayor. Había empezado el día con tantas esperanzas que se siente idiota al ver la frialdad de su profesor. — Y tranquilo, que te lo voy a poner muy fácil, aunque no te lo merezcas.
- Par-
- Que tenga un buen día, profesor.
Nada más decir esas palabras, se marcha, dejando el aula con solo una persona en su interior. Intenta mantener las formas, intenta seguir con esa seguridad de momentos antes durante todo el camino, pero a mitad del pasillo se desborda y tiene que retirarse a uno de los lavabos a llorar. Golpea la pared una y otra vez, pensando en lo ingenuo que ha sido. Pensando en lo muy equivocado que estaba en todo.
Mientras tanto, Yoongi se queda un rato largo sin reaccionar. Las palabras de su alumno resuenan en bucle en su cabeza, y aunque también sus ojos se aguan, inspira profundo y se los frota para no caer en la tentación de las lágrimas. Guarda mecánicamente sus cosas y sale por la puerta, echando la llave antes de marcharse.
Cuando se dirige a la salida, pasa por delante de los baños y escucha aquella voz que tan bien conoce. Se detiene y hace el amago de entrar, pero termina negando con la cabeza y prosiguiendo su camino, dejando al rubio llorando solo en los baños.
Su mantra hasta la salida es repetirse una y otra vez lo mucho que ha metido la pata. No le ayuda en nada, pero insultarse mentalmente parece hacerle sentir mejor.
Esa noche ninguno consigue conciliar el sueño.
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¿Está gustando? Me resulta más fácil de lo que creía escribir Yoonmin, vaya.
Muchas gracias por seguir leyendo 💕 yo estoy malita en casa. Acaba de empezar el fin de semana y yo me pongo mala. Define pringada.
Un beso enorme a todas, jo. Muchas gracias por los comentarios bonitos y que me leáis 💗
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