3. El último aliento (Final)
Todo estaba mal. Ya habían pasado más de cinco meses, la rubia había vivido más de lo que esperaban y sabían que todo estaba cerca de su final.
Esa noche tormentosa, con Catra rogándole a todo lo que existiera que dejaran vivir a su Adora. Sentía que en cualquier momento todo terminaría.
—Catra...—Susurró la débil rubia, con un dejo de tristeza en su voz. La mencionada se acercó, tomando las pálidas manos de Adora rápidamente. Ella se aferró lo más que pudo a su agarre.
—Aquí estoy, amor. No te dejaré nunca.—Respondió con una dulce pero triste voz.
—Catra...—Volvió a repetir la rubia.—Te amo.—Al escuchar eso, la morena tembló, justo como la primera vez que lo escuchó.
Catra y Adora corrían por un prado al que la morena había llevado a su novia, la primera vez que lo vio supo que era el lugar perfecto para ellas.
Cayeron rendidas al suelo después de varios minutos de juegos. Mientras su respiración se regulaba, la de mirada bicolor sintió los dedos de la rubia entrelazándose con los suyos, sonrió y volteó a mirarla, para encontrarla con una sonrisa nerviosa y el rubor que la caracterizaba desde que tenían 14 años. Incluso cuando habían cumplido su primer año de noviazgo, Adora no perdía esa timidez que era común cuando se trataba de Catra.
Ella se atrevió a acercarse y capturar los labios de la ojiazul en un suave y tierno beso. Al separarse, Adora estaba aún más roja, y eso le pareció algo muy lindo a su novia.
—Te amo.—Soltó la rubia de repente, causando un fuerte sonrojo en Catra. Entró en pánico por un momento, mirando a cualquier lugar menos a los ojos de Adora, hasta que se calmó un poco y logró mirar a sus profundos y hermosos ojos azules. Esos que tanto amaba desde que los vio. Sonrió enormemente antes de hablar.
—Yo también te amo.—Dijo Catra antes de poner una mano en su mejilla. Adora se removió un poco en su lugar para luego besar a su novia con timidez, transmitiendo todas sus emociones en ese pequeño pero significativo acto.
—Yo también te amo, lo hice desde el primer momento.—Respondió temblorosa. Condujo la mano de Adora hacia su boca y besó sus nudillos con delicadeza, acariciando la alianza en su dedo. Ella sonrió con sus ojos cerrados, dejando caer una pequeña lágrima.
Usando todas sus fuerzas, la ojiazul se sentó en la cama mientras Catra miraba expectante lo que hacía.
—Prométeme que lo cuidarás bien.—Pidió acariciando el vientre de Catra, que ya tenía una pequeña curvatura. Ella la miró, con sus ojos desbordando en lágrimas, pero sin embargo asintió.—Yo...—Comenzó, pero su voz empezó a quebrarse, para luego convertirse en un copioso llanto. La de aspecto felino derramaba lágrimas en silencio, tratando de mantenerse fuerte por Adora. Se acercó a abrazarla, en un intento de consolarla y consolarse a si misma.
La rubia puso sus temblorosas manos en las mejillas de la morena, ella entendió el mensaje y juntó sus frentes.
—Te amo, incluso más que mi propia vida.—Le dijo antes de que la besara.
Fue un beso cálido al principio, tan suave como el primero, transmitiendo todo su amor, y a la vez, la triste despedida que sabían que vendría. Pero pronto, Adora dejó de corresponder al beso, sus manos aflojaron su agarre y sus labios se enfriaron.
Tan frio como un glacial.
Ya no había vuelta atrás para Catra. Su esposa había muerto, y no pudo hacer nada para detenerlo.
Y finalmente se rompió.
Lloró hasta que sus ojos ardían y su garganta dolía. Había perdido al amor de su vida, había perdido a todo su mundo.
Su ancla a la tierra.
Acarició su pequeño vientre, sabiendo que era todo lo que le quedaba de Adora.
Se prometió que no permitiría que a ese pequeño o pequeña le pasara algo. Que lo amaría tanto como su rubia no pudo hacerlo.
///
Catra observaba la expresión angelical de su esposa. Tan pacífica y calmada que dolía.
No quería llorar, pero el dolor era demasiado para no hacerlo. Le costaba entender que Adora no estaba, que no podría oír su risa de nuevo.
Sintió una mano en su hombro, volteó y encontró a Glimmer con sus ojos llenos de lágrimas. La atrajo a un abrazo al que la morena no se opuso.
—Lo siento tanto...—Dijo con la voz quebrada. Glimmer había sido como la hermana de Adora desde que se conocieron, al igual que Bow, quien al cabo de un momento se unió al abrazo. El llanto no tardó en llegar para los tres amigos, quienes sufrían demasiado por la ausencia de Adora.
El silencio era abrumador, el dolor se sentía en el ambiente. Para todos, Adora era una persona muy importante, y no podían creer que se había ido para siempre.
(...)
Al cabo de un tiempo, muchas personas se fueron, los únicos que se quedaron fueron Entrapta, Scorpia, Bow, Glimmer y lo que quedaba de la familia de Adora, es decir, su hermana Mara
—Wild Cat, deberías dormir un poco.—Aconsejó la peliblanca.—No te hará bien.
—No... está bien. Estoy bien.—Mintió la morena. Scorpia no quiso insistir, pues sabía que no era la mejor idea hacerlo en ese momento. El semblante de la morena se veía vacio, triste.
Mara se llevó a Catra lejos del resto de personas para evitar interrupciones.
—Catra...—Comenzó con un nudo en la garganta.—Gracias. Por cuidar de mi hermana mientras nosotros no pudimos. Te debo mucho.—Agradeció con lágrimas en los ojos.—Sé cómo te estás sintiendo ahora.
—No fue un problema para mí. Sabes que he amado a Adora toda mi vida, no iba a dejarla incluso en ese momento. No me imagino cómo debe sentirse perder a tú única hermana.—Dijo. Aunque la morena no era una persona que mostraba afecto, decidió que en ese momento era necesario. Atrajo a la castaña en un abrazo mientras ambas lloraban abiertamente. Lo necesitaban.
—Ten.—Después de separarse, buscó entre sus bolsillos y sacó una pequeña hoja doblada.—Adora me lo dio. Uhm, para ti.—Catra tomó la hoja, la guardó y miró a Mara con una expresión de agradecimiento.
—Gracias...—Susurró sintiéndo cómo las lágrimas volvían a arrastrarse fuera de su cuerpo.
(...)
No sabría si decir qué fue peor, el entierro de la rubia, o lo que vino después.
La morena veía con puro dolor el blanco ataúd descendiendo al enorme hueco.
Escuchaba llantos y palabras de lamento, pero estaban demasiado lejos para ella.
Todo lo que le importaba se había ido.
—Te amo...—Dijo con la voz quebrada cuando vio el último monto de tierra caer sobre el ataúd.
Regresó a su casa vacía, sólo para acostarse en la cama y llorar.
Lloró hasta que no le quedaron lágrimas.
Después de eso, lo único que hizo fue dormir y comer. Se sentía demasiado desganada para hacer cualquier otra clase de actividad.
Sin embargo, lo que la mantenía firme era su hija, la pequeña que crecía en su vientre y vivía de ella. Había jurado que la cuidaría con su vida, y eso era justo lo que haría.
Así que, a pesar del dolor, logró levantarse de su cama, y siguió adelante con su vida.
Porque eso era lo que Adora hubiera querido, que recordaran todas las cosas buenas de ella, no las épocas tristes que vivieron juntas, sino en todo lo demás.
Aunque su primera idea fue aislarse de cualquier persona, aceptó que eso no le haría bien, ni a ella ni a su bebé.
Por supuesto, siguió sintiendo dolor por la muerte de su esposa, pero no se permitió enfrascarse en eso.
Todo mejoraría, de eso estaba segura.
Porque después de todo, Adora siempre estaría con ella, y tarde o temprano volvería a encontrarse con ella.
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