Capítulo 50: Otra aliada para un nuevo plan.

—Ya tengo un teléfono nuevo y ni señales del admirador —dice Piper con entusiasmo a Percy. De nuevo, ese viernes están comiendo juntos. Ahora que Annabeth la odia y que Jason la evita, Percy es el único amigo que le queda.

—¿Crees que volverá a tener tu número? —pregunta Percy dándole un gran mordisco a su hamburguesa.

—No lo sé. Ojalá no —dice ella esperanzada.

—¿Admirador? —los dos alzan la vista al escuchar a Rachel. La pelirroja está de pie, junto a ellos y mira a Piper con los ojos bien abiertos—. ¿También te escribe el admirador de Annie?

Piper frunce el ceño.

—¿Cómo dedujiste eso tan rápido?

—Es que... creo que él también me ha escrito —admite la pelirroja mostrándoles a Percy y a Piper el mensaje que recibió durante Literatura—. Y hace poco Annie recibió un correo de él, con un poema. No es este mismo, pero es un poema de amor al fin y al cabo. No sé, se me hizo rarísimo que ambas recibiéramos un mensaje con poemas, firmados de un admirador secreto. Ah, y no es todo.

—¿Hay más? —pregunta Piper con el ceño fruncido.

—Sí. Durante Literatura, luego de recibir el mensaje, busqué quién pudo enviarme el mensaje. Y vi que Leo me estaba mirando, aunque dejó de hacerlo cuándo lo pillé.

—¿Leo? —exclama Piper, completamente atónita.

Ni en un millón de años se esperaba que Leo le enviara mensajes a Annabeth, Piper y Rachel mientras salía con Calipso. No. Es imposible, Leo no puede ser el admirador.

—No creo que Leo sea el admirador de todas ustedes —Percy da voz a los pensamientos de Piper.

—Lo sé. Es muy raro. Pero si no es Leo... entonces es cómplice. Debe saber algo —dice Rachel.

Piper recuerda que fue Leo el que le dio su número a su admirador.

—Sí. Debe saber más de lo que pensamos. Leo fue quién le dio mi número de teléfono al admirador.

—Fácil —dice Rachel con una sonrisa—. Silena da una fiesta mañana y, como siempre, habrá alcohol. Y ya sabemos que la gente ebria no mantiene muy bien secretos.

—Creo que comprendo tu idea —dice Piper empezando a sonreír.

—Vamos a emborrachar a Leo Valdez.