02 | La manada: Amanecer oscuro


Título: La manada: Amanecer oscuro.

Usuario: LadieJN

Género: fantasía, romance, hombres lobo, ficción, BL 

Capítulos a editar: del 11 al 15

Editora: AdrianaII16

Especial: Recuerdos (Lucius y Gael) I

—Lograste convencerlo. —La voz gruesa de Lucius atravesó la penumbra de la habitación de Gael, asustando un poco a su aprendiz, quien en ese momento solo con unas luces que alumbraban su pequeño escritorio revisaba algunos papeles correspondientes a la tarea, según el líder Chole.

—Maestro, pensé que ya se encontraba durmiendo. Es una sorpresa para mí al verlo aquí —Gael no tardó en ponerse de pie, siempre correcto y cálido, de por si una actitud distante que podría alborotar a su maestro en esta ocasión, en la que parecía estar un tanto más serio de lo normal—. Realmente no tuve que hacer mucho, el concejal Chole pareció haber escuchado cosas muy buenas de mí gracias a usted y confío en mi decisión. Le debo a usted que él haya pedido mi consejo. —respondió Gael acercándose levemente hacia la puerta, lugar en donde Lucius se encontraba amparado por la oscuridad del pasillo.

—¿Solo has necesitado palabras esta vez? —preguntó el mayor, levantando la cabeza para enfrentar los ojos negros de su aprendiz favorito, aunque claro, no pudo ocultar ese tinte de enojo que se hacía presente en su voz.

La expresión del más bajo por un momento se tornó confusa hasta que poco después logró entender al que se refería su maestro y tenía que admitir que le había molestado el comentario. —Ciertamente solo tuve que utilizar mi boca para hacerlo ceder, nada que no haya hecho antes. —contestó con cierta altanería con el fin de provocar a su maestro, el que ahora se comportaba de manera desconcertante y un tanto molesta, de todas formas, no dejaría que le pasaran por delante. El gran concejal no valía la pena, si hubiera querido agradarle simplemente le hubiera seguido el juego de complacer su ego, el hombre no duraría más de una década. ¿De qué le serviría agradarle si no pensaba primero en aquello que siguieran adelante cuando él muriera? Definitivamente no habría sido un movimiento muy inteligente.

Casi de inmediato su maestro se abalanzó sobre él, atravesando el umbral de la puerta y cerrándola tras de sí para luego alargar una de sus manos y atraparlo, después en un rápido movimiento no tardó en estampar el cuerpo de Gael contra la pared al lado de su minúsculo escritorio. Una de sus manos se colocó sobre el pecho de Gael mientras la otra en un puño golpeó la pared al lado de su rostro, sin importarle hacer ruido o lastimar a su aprendiz. —Ciertamente eres un desvergonzado, ¿cómo te atreviste?

Esto había tomado a Gael por sorpresa, incluso lo sintió irreal cuando su espalda chocó estrepitosamente contra la pared y su cuerpo lo resintió, en su rostro se formó una mueca de dolor pasajero antes de que enfocara sus ojos nuevamente en la de Lucius, incluso su voz no fue capaz de salir en un principio gracias a la sorpresa. —¿Y tú tienes la mente tan sucia que realmente piensas que hice algo con un hombre tan mayor? Con todo respeto, maestro, usted es asqueroso. —respondió con total franqueza ante la mirada encendida del hombre, mientras la suya poco a poco adquiría un brillo plateado brillante, producto del enojo que se estaba esforzando por ocultar.

—¿Cómo podría confiar?... has hecho lo mismo con tantos para llegar a mí, ¿cómo no harías lo mismo para llegar a él? —dijo el mayor sin pensar en sus palabras, dándose cuenta muy tarde de lo que realmente había dicho.

La mirada de Gael se tornó plateada completamente, mientras su expresión sorprendida un tanto herida, se hacía más fuerte en tanto el silencio se mantenía entre ellos.

—Maestro, ahora... muy respetuosamente le pido que deje mi habitación, tengo trabajo que hacer y usted... debe descansar —decía Gael apretando su mandíbula con fuerza para evitar explotar y cometer un error que seguramente le costaría su posición. Estaba prohibido que un aprendiz agreda física o verbalmente a su maestro de cualquier forma, era de las reglas más importante y por la que seguramente serías expulsado, ni siquiera él, que era considerado un aprendiz de oro en el consejo se salvaría de la expulsión—. Por favor, váyase ahora.

Lucius guardó silencio al instante, sorprendido no solo por la imagen frente a él, sino por lo que acababa de oír. Él jamás había sido echado de la habitación de Gael, ni siquiera aquella primera vez en la que se había adentrado en la misma, tomando por sorpresa al más joven.

Sus miradas chocaron una con la otra mientras que sus sentimientos pasaban del uno al otro, el enojo, la rabia y la sorpresa por sobre cualquier cosa. Ambos que habían compartido tanto, ahora enfrentados de esa manera. Incluso Leonora, quien vendería todo lo que tenía para poder ver una escena como esta lo creería imposible.

Lucius, tras guardar unos segundos de silencio, decidió retirarse, alejándose bruscamente del cuerpo ajeno, dejando atrás el calor que en ese momento se sentía diferente al habitual, ¿cuándo había llegado a interesarse tanto por un joven como Gael?, alguien que solo lo tenía por interés y no por amor, una compañía que le ofrecía tan solo placer mientras él le daba su guía y acompañamiento para llegar al lugar que deseaba, lo supo desde un principio. Pero ahora... se torturaba al pensar en que Gael hubiera hecho con alguien más lo que él veía como solo suyo, ahora... pensar en que Gael le diera a alguien más su cuerpo lo repugnaba a niveles insospechados para el más joven.

—Como gustes... —respondió con frialdad al dar un paso hacia atrás y luego girarse para caminar hacia la salida.

Ni una mirada de vuelta le fue dedicada a Gael, quien veía como la esbelta y poderosa figura abría la puerta para luego atravesará, y desaparecer tras ella. Tras unos segundo de observar la puerta cerrada Gael no pudo más, quería gritar, arrojar algo por la ventana y destruir lo que se atravesara en su camino, pero lo único que se atrevió a hacer para desahogar su frustración y rabia, fue ponerse una de sus manos en forma de puño en la boca, intentando amortiguar el grito a medias que liberó mientras mordía con fuerza la misma, sus pasos se adelantaron por toda la habitación, dando vueltas de un lado para el otro de manera apresurada.

Sus ojos poco a poco regresaron a la normalidad mientras su grito amortiguado perdía fuerza y sus pazos velocidad, la adrenalina desaparecía y el enojo también, dejando atrás a un confundido y un tanto arrepentido Gael, quien tuvo el impulso de ir tras su maestro, pero que al llegar a la puerta se detuvo.

"¿Qué estoy haciendo? Él... no va a querer verme después de lo que le dije" se reprendió a sí mismo mientras su cabeza se apoyaba lentamente sobre la puerta. Un suspiro no tardó en escapar de sus labios. Él, que siempre pensaba antes de actuar, no pudo en esta ocasión. Había perdido el control al escuchar tales palabras en boca de su maestro, que no era nada que no hubiera escuchado con anterioridad, pero... su maestro... la misma persona que nunca lo juzgo y el único que alguna vez...

Era doloroso, aunque quisiera ocultarlo bajo una máscara de inmunidad y autosuficiencia, quería hacer ver a los demás como si nada lo afectara, pero no era fácil para él olvidar quien había sido el primero y hasta el momento único, no era sencillo aunque lo hubiera intentado por un largo tiempo, deshacerse de los recuerdos y el apego era inevitable aunque en su corazón no hubiera más que cariño en vez de amor. Inconscientemente acarició un lado de su cuello, en donde la túnica lo cubría. "Te... odio por hacerme sentir de esta manera" .

Al otro lado de la puerta, el cuerpo rígido, sentado sobre el suelo y reclinado sobre la puerta se reclamaba a sí mismo lo ocurrido.

Lucius ni siquiera había podido dar un paso después de cerrar la puerta. Su cuerpo después de algunos minutos se deslizó hacia el suelo en medio de confusión y reclamos a sí mismo. "Gael" susurró en su mente de manera patética. No podía entrar ahí, aunque lo quisiera, su aprendiz seguramente lo sacaría a patadas si volvía a verlo esa noche y no lo culpaba, se había comportado como un completo loco.

¿Cuándo habían cambiado tanto las cosas para él? Si pudiera ver hacia el pasado, ¿podría descubrir cuando se había vuelto tan dependiente?

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Tres años atrás.

—Realmente me duele despedirme de un aprendiz tan dedicado como él, pero en vista de que es usted quien está interesado en seguir con su formación, no tengo más opción que ceder tal talento. —Lucius quiso revelar la incredulidad que sentía, aunque se forzó a mantener el rostro erguido ante el hombre frente a él, un entrenador de última etapa, no muy relevante para él, pero el cual se había encargado de presumir a su aprendiz prodigio lo suficiente, no solo ante él sino ante el resto de los maestros disponibles del alto Consejo. Casi parecía vender al chico a la espera del mejor postor.

En un inicio Lucius no lo tomó realmente en serio, pensaba que era un molesto fanfarrón que tan solo buscaba deshacerse, de manera sucia de otro de sus aprendices poco disciplinados, en pocas palabras, no le importaba participar como posible maestro para el chico que sería entregado en pocas semanas, para él no valía la pena.

Bueno, así fue hasta que, cerca de la fecha la reunión de varios integrantes del alto consejo se realizó, nadie sabía exactamente porque Chole se encontraba tan ansioso y emocionado, siendo que las noticias en las últimas semanas no parecían ser muy alentadoras. Con varias de las manadas cuestionando al consejo, el futuro no parecía muy claro, se les había asignado la tarea de encontrar la manera de deshacerse de las intrigas en su contra y de reconstruir la relación de dependencia entre cada cambiante existente y el consejo. Una tarea casi imposible que en ese momento nadie había logrado realizar por mucho que se pensara, entonces ¿Por qué?

La respuesta a todas las preguntas de Lucius se vieron respondida en cuanto la reunión dio inicio y Chole hizo acto de presencia con una sonrisa iluminada y una clara presencia adicional a su lado, al principio Lucius creyó que no era nada más y nada menos que uno de los típicos jóvenes acompañantes del hombre ya mayor, pero al fijarse mejor se dio cuenta de que este joven no llevaba las prendas de un típico acompañante —túnicas negras que demostraban un estatus bajo y solo de apoyo—, al contrario, este joven llevaba una túnica blanca con bordados plateados, demostrando a cada asistente a la reunión que aquel joven no era nada más y nada menos que un futuro aprendiz en la última etapa de su formación básica.

Los murmullos y preguntas no se hicieron esperar. ¿Quién era el enigmático joven que acompañaba al hombre más poderoso en el mundo cambiante?

De inmediato Lucius se fijó en el aspecto del jovencito, siendo sorprendido gratamente por lo que tenía frente a él, un hombre alto, ojos negros como la noche, piel clara y suave a la vista, posiblemente también al tacto, labios rosados como frambuesas, cabello largo hasta la mitad de la espalda y atado en una cola alta, parecía ser de contextura delgada y cintura menuda, en pocas palabras, el aspecto del chico no estaba para nada mal.

—Como saben, hemos estado buscando la manera de restituir la credibilidad del consejo y forjar una nueva relación de confianza con la comunidad cambiante, claro toda búsqueda ha sido un fracaso, hasta ahora —Todos en la sala guardaron silencio ante la revelación y las palabras de su superior—. Por suerte ya se ha encontrado la manera de lograr nuestro objetivo, gracias a un joven aplicado y muy brillante —En ese momento el hombre no tardó en girar un poco para ver fijamente al chico a su lado para luego instalar una sonrisa aún más brillante en su rostro antes de continuar—. Es un gran placer para mí presentar al joven Gael Silver, quien proporcionó esta gran ayuda para nosotros.

Fue ahí que la fascinación por Gael había empezado, y se afianzó cuando, por un breve instante, tanto su mirada con la de Gael se cruzaron, transmitiendo cierto aire de privacidad y silencio, un silencio que ocultaba llamas ardientes e incontrolables, capaces de arrasar con lo que fuera a su paso.

Después de aquello, Lucius intento olvidar cualquier cosa relacionada con ese aprendiz, fracasando vergonzosamente en el intento. ¿Cómo poder olvidarlo?, al parecer tenía la estima del alto concejal, era inteligente, un prodigio seguramente, atractivo y enigmático, no era sencillo sacarse tal presencia de manera tan simple. No fue sino hasta días después que se decidió a buscar al chico. Según tenía entendido, podría estar a punto de graduarse y no había nadie, en el alto consejo, con las habilidades que él poseía, Lucius era el único capaz de explotar tal talento.

No fue difícil encontrar quien era el entrenador de Gael y en donde encontrarlo, lo difícil fue aceptar con facilidad la verdad de que tal talento fuera entrenado por un hombre tan molesto, aun estando frente a la puerta de aquel infeliz le parecía casi imposible imaginar que la fanfarronería de ese imbécil fuera en realidad acertada.

Cuando la puerta por fin se abrió. La sonrisa socarrona y complacida no se hizo esperar, mientras el hombre se hacía a un lado, dándole la bienvenida y cerrando la puerta tras ellos.

Así es como había llegado a este momento.

—Ciertamente, nunca dude de ti Gael, realmente has cumplido con tu parte. —dijo el hombre mientras se encontraba frente al nombrado, quien lo miraba fijamente sin una pizca de sorpresa en los ojos.

—Te lo dije desde el primer momento en que fui dejado a tu cargo, no te arrepentirás. —asegura el más joven.

—Ciertamente, aunque te has superado con creces, no creí que fueras capaz de captar la atención de tantos hombres y mujeres del alto consejo —De inmediato la mirada fría de Gael pasó a ser una más dura, alertando al hombre de que realmente no lo gustaba ser subestimado—. Claro que fue mi error, un error estúpido, siempre superas con creces mis expectativas, querido.

—Así es —respondió nuevamente Gael antes de centrarse mejor en la silla—. ¿Te aseguraste de que fuera él el mayor postor?, lo quiero a él, a nadie más.

Los ojos del hombre mayor se torcieron, al recibir las mismas palabras molestas que había escuchado desde hacía días. —Si, el concejal Lucius fue el que más pagó por tenerte como aprendiz, me encargaré de elegirlo a él como tu nuevo maestro, y ya que él demostró interés, no rechazara la elección y te aceptara, después de todo también fue el que se aseguró de darme más dinero, no me convendría cambiar los planes a última hora.

Gael en realidad no había confiado nunca en este hombre, era desagradecido y un fanfarrón, en realidad lo único que le sirvió de él fue su peculiar manera de hacer que todos le prestaran atención. No era exactamente que le creyeran, pero sabía cómo llamar la atención y eso, de cierta forma lo ayudo.

—Entonces... tú y yo no tenemos nada más de lo cual hablar. —dijo Gael poniéndose de pie para después alejarse del asiento.

—Eso parece. Ciertamente extraño a alguien como tú, ojalá todos fueran como tú.

—Eso sería imposible, y si así fuera entonces... ya no sería tan divertido. —respondió Gael antes de abrir la puerta y posteriormente cerrarla tras de sí, colocando una sonrisa amena en su rostro antes de caminar por el pasillo y alejarse lentamente.

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Unos días después.

Ahora se encontraban frente a frente. Lucius y Gael terminando todo lo necesario, mientras las miradas caían sobre ellos, algunos sorprendidos, otros envidiosos y por último, aquellos que no podían estar más complacidos al ver tal dupla. Presagiando que no serían pasados de largo, Lucius tenía el claro cariño y apoyo de Chole, no solo por los años a su servicio sino que él fue su aprendiz cuando el hombre estuvo a punto de tomar el lugar de alto concejal, era inteligente y lo que muchos dirían ingenioso, no había otra manera de llamarlo, por otro lado, Gael era un reciente descubrimiento y derroche de inteligencia, un prodigio según las palabras del alto concejal, en pocas palabras, era como estar viendo la sucesión de poder en vivo, ver el futuro sin tener que esforzarse mucho.

La ceremonia no era complicada. Los entrenadores solían presentar a su candidato a aprendiz y elegir entre la multitud de concejales a uno que creyeran adecuado para el joven, después de la selección el concejal aceptaba o rechazaba al aprendiz, si se era rechazado el aprendiz quedaba condenado a ser un entrenador de nivel uno, dos o tres, todo dependiendo de las habilidades que poseía. Por eso era importante ser aceptado y claro, los preparativos de la selección se llevaban a cabo amparados por el manto de la ilegalidad. Para asegurar la selección mucho "vendían" a sus aprendices de cualquier forma, recibiendo dinero del concejal que lo deseara y así se aseguraba que serían aceptado, los que no lo lograban, que eran la mayoría de los postulantes.

Después de la selección todo acababa y tanto los nuevos aprendices como el maestro se retiraban, y al joven seleccionado se le mostraba sus nuevas habitaciones en el área de aprendizaje, justo bajo las habitaciones de maestros, casi siempre se mantenían medio vacíos gracias a la escasez de aprendices aceptados, que era un área silenciosa sin mucho más allá, pero a Gael le emocionaba la experiencia.

Ambas figuras salieron por las enormes puertas, siendo los últimos en abandonar la enorme sala, con un silencio pesado entre ellos, que a Gael lo incómodo un poco más no tuvo la intención de interrumpirlo. Había estado investigando a Lucius desde mucho antes de que él supiera de su existencia, lo sabía todo, su pasado y presente y... probablemente también conociera su futuro si todo lo que había planeado se mantuviera sobre ruedas, lo malo es que era un hombre por demás alejado y serio, no sería fácil llegar a él.

Sus pasos resonaron por los pasillos y las escaleras, hasta que al final se detuvieron en una de las habitaciones al fondo del pasillo. Cuando se abrieron las puertas, el espacio elegante y muchísimo más espacioso que el de su antigua habitación, se hizo presente ante él. Definitivamente se encontraba a otro nivel.

—Estas serán tu nueva habitación, asegúrate de mantenerla aseada y en orden, no hay cosa que más odie que...

—El desorden —Se adelantó a completar la frase Gael mientras daba unos cuantos al interior de la habitación, aquí empezaba su juego desde cero—. Lo sé, he estado investigando todo sobre usted desde que entré al entrenamiento, ciertamente, lo admiro —Con sus mejores dotes de actuación, Gael no tardó en darse la vuelta y observar fijamente al hombre en el umbral de la puerta, Una sonrisa suave se instaló en su rostro tratando de verse feliz y recatado al mismo tiempo—. No creí que fuera a aceptar ser mi maestro, ciertamente no pensé tener tanta suerte.

—No fue suerte —respondió Lucius con severidad sin moverse de su lugar, mientras sus ojos inexpresivos atravesaban a Gael como si estuviera examinando una mercancía o artículo, ocultando de manera magistral el cómo realmente veía el atractivo de su aprendiz, pero sin caer en las lujuriosas prácticas de los entrenadores—. Tienes talento, habilidad e inteligencia, y según he escuchado de muchos, eres considerado un prodigio. ¿Quién más sino yo, puede manejar tal talento? —Su voz se suavizó un poco al decir aquello, aunque su mirada dura no se retiraba. —. No suelo aceptar aprendices, pero contigo es diferente, tú decides si deposito mis conocimientos en una taza llena o vacía, tú decides si tienes lo necesario o no, porque al final de tu aprendizaje conmigo yo tomaré lo que reflejes y diré si eres apto o no —Dando un paso hacia atrás, Lucius indico que estaba por irse—. Solo espero, no haber hecho una mala elección. —Después de esas palabras simplemente se alejó, dejando a un Gael sin palabras.

Definitivamente era tan difícil como había imaginado, incluso más, pero se encargaría de romper esa coraza y atravesarla, costara lo que le costará, mostraría su valor, ¿quién sabe? este podía llegar a ser un reto entretenido, sería muy aburrido de no tener algo de dificultad.

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Dos semanas después.

Gael realmente sentía que estaba haciendo las cosas bien, incluso se esforzó mucho más de lo que lo hizo en cualquier etapa de su entrenamiento anterior, pero no parecía dar resultado frente a Lucius. Era prácticamente incompatible —o, dicho en otras palabras—, ni siquiera sabía si realmente le gustaba lo que hacía o si reaccionaba a sus acciones, no le decía nada, solo le daba órdenes, ya fuera de seguirlo o alguna tarea que considerara necesaria, y después de que lo terminaba sin importar que hiciera, no decía nada. Solo le lanzaba una mirada esquiva y continuaba con su labor, ¿cómo podría llamarle a eso enseñanza?, era ridículo.

En este momento se encontraban en la biblioteca y de nuevo sentía que sería una pérdida de tiempo lo que hiciera, en ese momento se encontraba caminando tras Lucius, mientras esté colocaba en sus manos tanto pergaminos como libros de diferentes tipos, confundiendo al menor y comenzando a cansarlo.

—Podría saber ¿por qué mi aprendiz parece tan infeliz el día de hoy? Deberías estar contento, has sido llamado para la siguiente junta del concejo para discutir tu método de restitución, eso no pasa con nadie más en tu nivel de estudio y claro, eres el primero que a tan corta edad logra asistir a una junta. —Señaló su maestro sin dejar de revisar las estanterías de los libros y colocar uno que otro sobre las manos de Gael.

Un suspiro se escapó de los labios de Gael, llenos de cansancio y frustración ante la idea. Si bien se sentía emocionado por algo así, todos en la sala querrían ver la actitud y la interacción entre maestro y aprendiz, sobre todo el alto concejal Chole, pero en este momento era nula, y esto lo preocupaba de manera increíble. El alto concejal estimaba demasiado a Lucius y claramente lo tenía como su mano derecha en todo, sentía que su aprendiz no era lo suficientemente bueno o no le agradaba a su favorito. Entonces... por mucho que se hubiera destacado en su pasado, seguramente todo habría sido en vano.

Gael aprovecharía esta oportunidad para hablar un poco con su maestro, porque esto no podía continuar, prefería no asistir a la junta antes de quedar mal frente a todos.

Con un rápido movimiento, Gael encontró una de las mesas de la biblioteca desocupada y sin más, colocó los libros y pergaminos sobre esta, generando así un gran sonido que atrajo la atención de Lucius, quien al instante giró su rostro para verlo.

—¿Te has cansado o se te han resbalado?, recógelos rápido, aún tenemos que revisar otros tres estantes. —dice sin prestar mucha atención antes de volver a girar su rostro.

—¡Maestro! —dijo Gael en voz alta, agradeciendo que, a esa hora de la mañana, era prácticamente nula la cantidad de personas en la biblioteca—. Por favor deténgase —Su voz cansada y agobiada fue exactamente lo que quiso hacer ver, mostrándose afectado, y a punto de dejar la biblioteca, además de enojado y molesto, aunque claro, no había sido muy difícil fingir esas emociones, ya que no estaba muy lejos de alcanzarlas—. Deténgase de una vez.

Los pasos de Lucius se detuvieron casi al instante antes de girar su cuerpo y mirar a Gael con su ahora sorprendida expresión. —¿Qué? —dice antes de girar su cuerpo y caminar un poco en dirección a Gael, deteniéndose a unos cuantos pasos—. ¿Qué ocurre hoy contigo Gael?, pareces diferente.

Gael se preparó a sí mismo para lo que vendría, tenía que hacerlo bien, sus ojos se cristalizaron antes de dar un paso hacia tras, sus manos se cerraron en puños y sus labios se apretaron, todo parte de su actuación, aunque realmente se sentía a punto de explotar ahí mismo. Y si lo hiciera no serían palabras tan calmadas las que estarían próximas a salir de sus labios, sino maldiciones en contra del hombre de piedra frente a él. —Me siento molesto y agotado, enojado y frustrado, ¿eso es lo que quiere que le diga?

Los ojos del mayor aún parecían tranquilos ante lo que parecía ser una rabieta—. ¿Y cuál es la razón de tanto malestar por su parte?

Gael se mordió el labio inferior para evitar gritar ante lo tranquilo que parecía el hombre frente a él, frustrado, esa era la palabra que estaba buscando. —Por todo —contestó sin más Gael al verse tan contrariado a sí mismo, nunca en su vida se había encontrado con una situación así de compleja—. Todo lo que hago... ni siquiera parece que le agradara o desagradara, no sé si hago bien lo que debo porque jamás, ni una sola vez me ha dado su opinión, ¿cómo se supone que aprenda algo si no sé si debo aprender de mis falencias o mis victorias, ya que parece que no tengo ninguna? —Sus manos se apretaron aún más—. No sé que he hecho mal, no tengo idea si hago las cosas de manera tan errónea que ni siquiera se molesta en hacérmelo saber ¿cómo es posible que aprenda algo de usted? ¿si sus enseñanzas se basan en taparme los ojos y hacerme caminar sin observar el camino frente a mí? —Gael sintió un peso enorme salir de sus hombros al haber dicho por fin lo que pensaba, un poco más fuerte de lo que creyó, pero bueno, debía decir que se sentía liberador decir lo que pensaba al fin.

Lastimosamente su alegría duró poco, la mirada de Lucius sobre él era increíblemente molesta para él, pero algo había cambiado. —Joven aprendiz —Su voz severa volvió a hacerse oír asustando levemente Gael, ¿había cometido un error al enfrentarse así a su maestro? —. Felicitaciones. —dijo justo en el momento en que Gael pensó que sería regañado y al final expulsado del amparo de Lucius.



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~Editorial Oceanía~

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