4. Ceremonias de bodas

<<Estoy buscando, por el mundo, a una mujer que pueda complacer, lo que mí alma anhela de todo corazón, de todo corazón.>>

Cantan los hombres al unísono siendo acompañados por las voces femeninas de las doncellas que empiezan a caminar sonrientes por el pasillo, entrando al edificio de adoración principal, nuestro lugar de reunión y adoración, en este caso un lugar de celebración, pues muchas doncellas se volverán mujeres. Es la época de matrimonios.
Las doncellas están vestidas de blanco, ningún vestido resalta en si, todos son iguales pues querer resaltar era una obvia señal de vanidad, como decía la maestra María <<La vida no es lucir el pelo>>. Todas sonreían, se veían tan dichosas, ¿Cómo no iban a estarlo? ¡Se van a consagrar como Esposas y Madres! Yo por otra parte aún estoy a un año de poder considerarme como "Casadera", aún así estaba tan nerviosa, como si fuera mí propia ceremonia. En el caso de estas chicas sus matrimonios serán en un solo lugar y todas a la vez, son hijas de los hombres de clase trabajadora, yo era hija de un Señor, por ello tendría la fortuna de usar un vestido único y de tener una boda en donde la única novia sea yo. Además de que todas tienen entre 13 y quince años, la edad perfecta para casarse, como ellas no tienen un deber tan sagrado con la comunidad no deben obtener una educación superior como nosotras, ellas deberán hacer trabajos pesados además de que la mayoría no podrá criar hijos, solo tenerlos y darlos a Casa Madre, yo por otra parte seguiré con mi educación hasta ser casadera, solo podrán tener uno, cuanto mucho dos y el resto serán donaciones a la comunidad.

Papá al igual que los otros Señores sostienen a sus hijas mayores de la cintura o las manos, papá tiene un puesto de honor, ya que con una mano me abraza por la cintura a mí y con la otra sujeta la mano de Liana, es una dicha tener más de una hija a la cual casar.
Whitney al ser más pequeña permanece con mamá, al igual que los hijos más pequeños de las familias, todos están gozosos, yo me aferró al pecho de mí padre y Liana recuesta su cabeza en el hombro de papá, el sonríe apretando nuestros cuerpos en una muestra de cariño.

— Algún día, hijas mías — empieza a decir — las casaré con quien mejor me convenga, les juró en nombre del Hacedor y el Excelso que el hombre que escoja para ustedes será el indicado, así ustedes podrán cumplir su voluntad sin rechistar, serán felices y darán más niños a este paraíso terrenal. Algún día, niñas, algún día — tengo la suerte de tener a este hombre y poder llamarlo padre, es el hombre que mas admiro en el mundo —. Excepto tu, Whitney — dice mi padre abrazándola —. Tú siempre serás mía — Whitney deja salir una risa, de todas nosotras es la más parecida a nuestro padre, tiene sus mismos ojos verdes y demás, si su cabello fuera rubio sería una copia femenina de papá, pero lo tiene castaño y eso no la hace menos bella. 

Ambas sonreímos, complacidas de tener la promesa de un futuro feliz y próspero. Me imaginé casada, con un hombre fuerte y apuesto, dándole tantos hijos como mí cuerpo pudiese soportar. Cerré los ojos dejando que el sonido de los cánticos resuenen en mis oídos, envolviendo mí mente con la promesa de un futuro próximo feliz, casi podía ver a los niños frente a mí, a mis hijos, jugando y peleando amistosamente entre si, a mí esposo mirando la televisión y yo sentada a su lado, dándole un masaje después de un arduo día de trabajo.
Abrí los ojos y lo primero que vi fue a Gyula, con un traje elegante, similar al que había usado el otro día, apreté la mano de papá, recordando lo que había pasado.

<<Todas estas reglas, tradiciones y creencias, está jaula que te limita... — me sorprendí por la crudeza de sus palabras —. Vives en una jaula — él empezó a caminar a mí alrededor, como un león al asecho —, una jaula de normas y pautas — y yo era una gacela — tal vez no sea tan divertido corromperte — Gyula me toma de la manga rosada de mí vestido lanzándome contra la pared, colocándose él frente a mí, con cada mano alrededor de mí cabeza —. Dime, ¿Qué debo hacer? — él acarició mí velo — ¿Salvarte o...? — él jala del velo, descubriendo mí rostro — ¿Destruirte?>>

— ¿Qué sucede, hija? — papá sacude su brazo para que dejé de apretarlo, por un momento veo las cicatrices de quemaduras bajo sus manos, mi padre siempre se ha vestido muy formal y cubierto, todo con tal de evitar que las personas vean sus múltiples cicatrices, apenas su rostro está libre de cicatrices gracias a un incendio en la casa Vodja hace años — ¿Estás bien? ¿Te sientes mal? — suelto el brazo de papá y empiezo a sonreír.

— Calma, padre, sólo que me emociona imaginarme el día de mí boda — él sonríe y me besa la frente.

— Yo también, Tabitah, yo también.

Sigo fingiendo una sonrisa pero me veo incapaz de forzarla aún más cuando notó los ojos de Gyula sobre mí, su mirada es fría y sumamente despiadada, tiemblo de solo verlo. Apartó la mirada y veo como las doncellas se arrodillan y el líder junto a Gyula empiezan a colocarles los velos blancos, ya no son unas niñas, son unas mujeres, se casarán y tendrán hijos, formarán una familia y cumplirán su deber con su comunidad, pero aún más importante: el deber con nuestros patrones.

— ¡Que así sea! Hoy ustedes Hijas de Gondwana Libre serán consagradas como Esposas y Madres, ¡Tengan fe, mujeres! ¡Tengan fe! ¡Nosotros los varones las guiaremos por el camino de la verdad, por el camino de la purificación, nosotros escogeremos a los mejores maridos para ustedes! Pero a cambio les pediremos algo simple, algo que cualquier mujer debe y puede hacer: obediencia.

— ¡Nos sometemos a nuestro labor! — gritan todas al unísono, felices, simplemente felices.

— ¡Pues que así sea! ¡Alabadas sean mujeres de Villanelle! ¡Alabadas sean!

Ellas se levantan con un nuevo velo en el rostro, el velo que las identifica como mujeres. La ceremonia de presentación concluye y yo me quedo para poder hablar con el Señor Alberth, pues no puedo soportar tener que someterme a alguien como Gyula, me asusta. Quizás saltaría a sus brazos si fuera de mí comunidad, pero no es así, es guapísimo, lo suficiente como para perderle un poquito el miedo, pero no saber que costumbres pecaminosas tenga me hace temblar.
Alberth se ha quedado solo con Gyula a su lado, ambos hablan muy animados, como si fuesen amigos de toda la vida, ajusto el velo a mí cabeza y camino hacia ellos.

— Cándido día — digo dando una leve reverencia ante ellos.

— ¡Oh! ¡Tabitah! Cándido día para tí también.

— Cándido día — dice Gyula sonriendo como si fuese un ángel bajado del mismísimo paraíso espacial.

— ¿Podemos hablar?

— Claro, adelante querida — Alberth me toma de los hombros y me hace caminar junto a él —, dime ¿Qué ocurre?

— Deseó hablar con usted — miró a Gyula que seguía al lado de nosotros —, a solas de ser posible.

— ¿A solas? — él se nota sorprendido pero asiente comprensible —. Oh, claro, claro querida, claro, Gyula...¿Nos permites? — Gyula se nota impactado, no es normal la osadía con la que estoy actuando, pero lo cierto es que temo por mi vida, no deseo someterme a él, pensé que él querría resistirse, pero solo sonríe y se va.

— Claro, si me disculpan.

Suspiro aliviada, pero ahora surge el temor de cómo reaccionará él sobre mí petición.

— Señor LaVona, debo pedirle...

— ¡Por favor, Tabitah! ¡Te conozco desde que eras una niña! Puedes llamarme Alberth.

Apretó mis manos asustada pero sin dejar de sonreír, aunque él no pueda ver mi rostro por el velo.

— Claro, Al...Alberth.

— ¿Y bien? ¿Qué necesitas?

— Querían hablarle sobre Gyula.

— ¡Ah, sí! ¿A qué no es un guapetón ese muchacho? Sí tuviera una hija la casaría de inmediato con él, es un joven guapo, responsable y respetuoso, tan solo lleva a un par de días aquí y ya se adaptó a nuestras costumbres, parece muy interesado en todo, siempre haciendo preguntas y absorbiendo las enseñanzas como una esponja ¡Que maravilla de joven!

Trago grueso, sintiendo los nervios carcomiendo mí cuerpo.

— Sí, lo entiendo, pero...

— ¡Por eso es un gran candidato para tí! Sería un honor ser su mujer, ¿No?

— No — el Señor. LaVona se detiene y me mirá —. Lo siento mucho pero no me siento cómoda comprometiéndome con un hombre así, no sé qué costumbres pecaminosas tenga y me asusta mucho — puedo ver la confusión en su rostro y temo haber sido demasiado irrespetuosa, pero he decidido seguir el consejo de mi padre: hacerme la difícil, a los hombres les encantan las chicas que se hacen las difíciles —. Lo siento, pero no me siento cómoda como su esposa.

— ¿Acaso él te ha hecho algo? — recordé el incidente, pero no debía decir nada, debía callar.

Aquí las violaciones eran tratadas de forma distinta. A las mujeres de alto rango (esposas o hijas de señores) era imperdonable que las violaran, pero recordaba con sumo dolor algunos incidentes, chicas desaparecidas y en especial el de una de mis compañeras de clase, cuando informó que alguien había abusado de ella la azotaron en el patio trasero hasta hacerla sangrar y nunca más se supo de ella. <<Cuando alguien las toque, niñas mías y no sea su marido, busquen a alguien de confianza, les hemos de ayudar>>, era curioso, las pocas que decían algo desaparecían y aún así muchas desapariciones seguían sucediendo, pero de cierta forma los hombres la tenían más difícil, pues un hombre "No puede ser violado" o al menos no un hombre sin dueño, si se es un Novio (sinónimo de concubino) y se le es forzado a intimar con alguien que no es su dueño o marido (sin consentimiento del dueño) si se considera violación, siempre y cuando el dueño del Novio respalde lo dicho.

— No.

— ¿Entonces a qué le temes? — vi como parecía restarle importancia a la situación, me desespere.

— ¡Señor, por favor! ¡No quiero! — el señor Alberth me observo consternado.

— ¿Qué estás haciendo? — pase saliva y lo miré a los ojos, era algo peligroso, pero debía hacerlo, no podía perder esa oportunidad, fácilmente otra se entregaría a él, yo no, por eso debía hacerlo.

— No quiero casarme con Gyula — sentencie.

— ¿Estás segura de lo que estás haciendo? — asentí.

— Confíe en mí.

— Está bien, está bien, mirá solo era una posibilidad, hay muchas jóvenes que podrían casarse con él, le habíamos presentado más opciones pero eras tú la que más le gustó, por ello creímos que a ti también te gustaría, pero ahora veo que no. Te buscaremos otro marido que se adecue a las tradiciones de nuestra comunidad, ¡Esta es la primera y última vez que hago algo así por tí! ¡Tienes suerte que tú padre y yo seamos tan cercanos!

Sonreí, quitándome un peso de los hombres.

— Vete ya, niña, tus padres deben estar esperando por ti.

Asentí y corrí feliz por los pasillos, sintiéndome libre y más a gusto.

Al llegar al auto veo a mamá con Whitney durmiendo en sus brazos, papá siempre se veía como alguien joven, su edad no parecía ser equivalente a la de mamá, sabía que papá se había comprometido a mamá porque ella había enviudado, aparentemente él siempre la había deseado a pesar de unos buenos 20 años de diferencia, aunque la edad no fue un impedimento para que ambos gozarán de su amor. Ahora que lo pienso papá siempre fue un hombre guapo.

— ¿Por qué tardaste tanto, hija?

— Nada, solo quería saber si mí ceremonia de purificación seguía según lo planeado.

Papá aceptó esa respuesta y nos sentamos dentro del auto, esperando a que un Servidor viniera para que condujera hasta la casa. Sentí nervios al ver al Señor LaVona salir del lugar de adoración para dirigirse directamente a Gyula, hablaron por unos segundos y vi como la expresión de Gyula cambiaba de tranquilo a sorprendido, de sorprendido a enojado y de enojado a de nuevo tranquilo, el Señor LaVona le dio unas palmaditas en el hombro y se fue, siendo seguido por Gyula, le agradecí a mis señores por el hecho de que no me haya visto.

— Alberth actúa como si Gyula fuera su hijo — comentó mamá meciendo a Whitney en sus brazos.

— Tienes razón, pero no fue traído en contra de su voluntad, el vino por su propio criterio, además...los LaVona tendrán un nuevo hijo, un niño de 11 años.

Los miré, ¿De dónde había salido dicho niño? ¿Acaso no lo dió a luz? Ambos notaron mí confusión y rápidamente cambiaron el tema.

— Escuché que logramos contraatacar a una de las ciudades principales de la Artismía, con ayuda de nuestros Señores podríamos ganar dicha ciudad.

— Que así sea — dice Liana tranquila.

— Que así sea — respondo yo.

<<Los herejes deben morir>>

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