2. Visitas
En la escuela doméstica los rumores sobre la llegada del chico nuevo se habían esparcido, muchas querían saber cómo era, ellas lo encontraban atractivo por el mero hecho de ser extranjero, según he oído era de Icatía, una de las ciudades del próspero imperio de Varela, la razón por la cuál se ha mudado a una de las pequeñas ciudades de nuestros Señores es aún desconocida para mí, pero no tengo duda de que algo grave debió pasarle para llegar aquí.
En nuestras ciudades teníamos los llamados "Viajeros" que se encargaban de buscar a fieles que se unieran a nuestra causa, siempre van de dos en dos, siempre deben ser del mismo género, en el caso de ser masculino y de que su pareja también lo sea quien toma el rol pasivo en la intimidad debía quedarse en su hogar, todo con tal de evitar que ideas extrañas se cuelen en sus mentes y terminen cediendo ante el pecado, fugándose.
Según escuché esto se debía a que muchos hombres aprovechaban esto para sacar a sus parejas de la ciudad y nunca más volver, no solo a sus parejas, también se robaban a los niños de sus madres y a jóvenes chicas de sus padres, al menos con la pareja de los Viajeros se tenía la certeza de que regresarían, aún así era raro saber de una pareja homosexual en nuestra Ciudad Libre, por lo general se tenían consortes masculinos, pero no como tal parejas de un mismo generó. Lastimosamente eran contadas las ocasiones en las que los Viajeros regresaban con algún nuevo miembro, en realidad...nunca he visto a un nuevo miembro.
Llevaban consigo folletos donde se veían calles limpias, paisajes bonitos, Esposas sonrientes, hijos e hijas felices y Señores fuertes, con títulos llamativos como: <<¿Has ido por el mal camino? ¡El Hacedor se compadece de tí!>> O <<¿No tienes a donde ir? El Excelso te ha guiado a nosotros, ¡Siempre habrá un hogar para tí en Un Mundo Libre!">> No niego que fueran exagerados pero sí había algo de verdad, no era que fuéramos infelices, pero sin duda alguna no sonreímos tanto como en los folletos. Era tan extraño e inusual que alguien nuevo se mudará por voluntad propia que cuando algo así pasaba se les asignaba una casa gratis y servidumbre a su servicio para cumplir cualquier necesidad, las mudanzas no eran normales, las personas aparecían de un día para otro y de la misma forma desaparecen, simplemente dejaban de existir. Él rechazó todo. Según escuche llegó directamente a la casa de la familia Vodja, los miembros de esa familia un día desaparecieron, nadie sabía cómo o porqué, Liana decía que escaparon debido a que su hija, Wanda, no cumplió con la ceremonia de purificación, la verdad es posible. Me gusta pensar que aquel chico llegó gracias a los Viajeros, que se topó con ellos y se impresionó tanto que empacó sus cosas, y corrió directamente hacia su nuevo hogar, dejando atrás una vida mundanal y llena de pecado.
A pesar de los rumores las Maestras se negaban a hablar de ello, simplemente seguíamos con las clases usuales, la lección de este día era: el matrimonio.
— Nosotras, sus padres y madres, elegiremos con sensatez a sus esposos cuando llegue el momento — decía Lía, nuestra otra maestra —. Así que no tengan miedo. Aprendan sus lecciones y confíen en el buen criterio de sus mayores, y todo saldrá como es debido. Rezaré por que así sea.
Pero a pesar de la sonrisa cariñosa y sus promesas yo no estaba muy segura. Todas estábamos sentadas sobre nuestras rodillas y con las manos sobre el vientre, mirando directamente hacia el reproductor. Una vez por semana teníamos cine, después del almuerzo y antes de la siesta, nos sentábamos en el suelo de la sala de Economía Doméstica, nuestras maestras luchan con el equipo de proyección. Si teníamos suerte, no cargaban la película del revés. Esto me recordaba las clases de geografía, cuando iba a la escuela, miles de años atrás, y nos pasaban películas del resto del mundo; mujeres vestidas con faldas largas o vestidos baratos de algodón estampado, que llevaban haces de leña, o cestos, o cubos de plástico con agua que cogían de algún río, y bebés que les colgaban de los chales o de cabestrillos de red. Miraban a la cámara de reojo o con expresión asustada, sabiendo que algo les estaban haciendo con una máquina de un solo ojo de cristal, pero sin saber qué. Aquellas películas eran reconfortantes y terriblemente aburridas. Me hacían sentir sueño, incluso cuando en la pantalla aparecían hombres enseñando su masculinidad, picando la dura tierra con azadones y palas rudimentarios y trasladando rocas. No sabía cómo, pero recordaba algo así. Y cada vez que lo pensaba rogaba al Hacedor y al Excelso por perdón debido a mí inconformidad, y avaricia.
Tal vez algún turista me habló de ello y mí mente lo proyectó como un recuerdo propio. Nuestras Ciudadelas Libres eran sitios turísticos muy concurridos, como un zoológico, aunque nunca he visto uno, pero en algunas películas se pueden apreciar con claridad.
Una vez Lía nos mostró una película pornográfica, en aquella película sometían a una mujer, la abofeteaban y violaban sin parar, Liana me dijo que una de sus compañeras le había comentado que en realidad todo era ficción, que no era una violación real, aún así fue sumamente realista para mí. Generalmente veíamos a Mujeres arrodilladas chupando la masculinidad o pistolas, mujeres atadas o encadenadas o con collares de perro en el cuello o cabeza abajo, desnudas, con las piernas abiertas, mujeres a las que violaban o golpeaban o mataban. Una vez tuvimos que ver cómo descuartizaban a una mujer, le cortaban los dedos y los pechos con tijeras de podar, le abrían el estómago y le arrancaban los intestinos.
Entonces la maestra de turno nos miraba y decía todas las cosas que les pasa a las mujeres en el exterior, ellas no tienen cuchillos con los cuales quitarse la vida y debían vivir con la consecuencia de su pureza arrebatada. Le temblaba la voz de indignación relatando los horrores del viejo mundo y del mundo exterior en general. Por eso era razonable que todas le temiéramos a la idea de salir de aquí, sentíamos que a penas pusiéramos un pie fuera de Villanelle hombres lujuriosos se abalanzarán sobre nosotras y nos matarán como aquellas mujeres de las películas. Más tarde, Liana dijo que no era real, que estaba filmado con modelos; pero era difícil saberlo.
También veíamos dichas películas para poder saber cómo satisfacer a nuestros maridos futuros, recuerdo que una vez vimos una película pornográfica más reciente, era sobre una pareja gay, se veían tan cómodos, el hombre mayor tocaba con tanta dulzura a el chico más joven, recuerdo que mientras lo veíamos Lía nos decía que ese era la forma de amor más puro, todo lo contrarío al de la mujer, al chico no lo golpearon, abofetearon o violaron, a él lo tocaban con amor y deseó, su rostro sonrojado, su respiración jadeante y su lengua detonando gemidos de placer era increíble, su rostro era éxtasis puro, recuerdo los cuchicheos de las chicas sobre ello, según sé a los Novios también les hacen ver dichas películas, para que así acepten su rol pasivo ante un Señorío o un Marido. Al salir al recreo todas coincidimos en que era mucho mejor ser hombre, la forma en que usualmente tocaban a esos hermosos muchachos, como los besaban, abrazaban y llenaban su cuerpo de placer era espeluznantemente bello, yo quería ser un chico así, ser amado, deseado y protegido.
La hora del recreo llegó y todas salimos en fila al jardín privado para poder obtener un poco de luz solar, también para comer unos cuantos deliciosos bocadillos y hablar entre nosotras, yo no era alguien de muchos amigos, era tímida y reservada, pasaba el mayor tiempo sumida en soledad, pero nadie parecía notarlo.
Liana todavía no había llegado, era la única con quien estaba, era mi hermana y por ende alguien de confianza, por ello estoy sola. Me siento apartada de las demás y me recuesto en el pasto, mirando directamente al cielo, ¿Cómo será ese chico nuevo? ¿Le habrá pasado alguna desgracia? Ojalá que mi teoría de los viajeros sea cierta.
— Tabitah — me levanto y veo a María, otra maestra —. Ven, tú madre ha venido a recogerla, apresúrese.
Asiento y me levanto para tomar mí velo e irme.
— Es nuestro deber darle la bienvenida — mamá toma una cesta llena de frutas, comida y golosinas para él —. Debe saber que su llegada ha sido una bendición para todos nosotros.
— Madre, ¿Está usted segura de esto?
— Claro que sí — mamá prácticamente cruzó la calle corriendo directamente hacia la casa de enfrente, la casa de él —. Debemos hacerle saber lo preciado que es.
Mamá se acomodó el cabello, luciendo determinada, está vez no llevábamos velos o algo que impidiera ver nuestros rostros, ya que la tradición dictaba que siempre se debía ver la rostro como señal de respeto y confianza, después de la primera visita podríamos usarlo como cualquier día o como con cualquier persona. Ella tocó la puerta tres veces, con movimientos rítmicos y similares a una pequeña canción. Mamá retrocedió alegré y espero, esperamos un rato y justo cuando mamá iba tocar nuevamente la puerta se abrió, dejando ver al famoso chico nuevo: su cabello era castaño claro, casi rubio, como Bastián, sus ojos eran de un azul peculiar, casi de un tono verdoso, se me hacían familiares pero no sabía de dónde, su piel era llena de vida y un poco bronceada, casi canela, era alto e increíblemente musculoso; sinceramente lo que más me sorprendió fue que estaba sin camisa en el momento de la visita.
— ¿Sí? — su voz era ronca, tal vez estaba enfermó gravemente de la garganta o similar, de ser así tenía una buena reserva de miel que le podría ayudar.
Mamá seguía en shock, con sus ojos fijos en el torso desnudo del chico, él lo notó y sonrió de una forma que nunca había visto, ¿Era cruel? ¿Era burla? No sabría decirlo. Por fin mamá despertó de su trance y sonrió incómoda.
— Hola, soy la Sra. Krajl, un gusto, ella es mí hija mayor, Tabitah — me acercó a él y me inclino suavemente en señal de respeto.
Él nos mira de pies a cabeza y antes de que podamos decir algo, cierra la puerta.
Mamá y yo nos miramos consternadas, sin saber que hacer, justo cuando estábamos por irnos nuevamente se abre la puerta, esta vez él tiene una camiseta cubriendo su cuerpo y nos sonríe dejándonos pasar.
— Adelante, pasen — mamá avanzó con cautela dentro de la casa y a mí no me quedó más remedio que seguirla.
Siempre me pareció bonita esta casa, era grandísima y llena de decoraciones que recordaba a un castillo gótico de los libros de texto que las maestras nos mostraban.
— ¿Cómo dijiste que te llamabas? — preguntó el joven cruzándose de brazos mirando a mamá.
— Soy la Sra. Krajl.
— No, tú nombre — demandó él con firmeza.
Mamá lucio incómoda, aquí solo entre las esposas se llamaban por su nombre, para el resto eran "Señora..." O "Esposa De...". Mamá suspiró y sonrió nuevamente.
— Cecilia, soy Cecilia — él se acercó y tomó la mano de mi madre para depositar un beso en ella.
— Un gusto, Cecilia — él le sonrió está vez con dulzura —. Soy Gyula.
— Un gusto...— la voz de mamá salió entrecortada, dicha clase de saludo era anormal aquí.
— ¿Y ella? ¿Es su hija? — sus ojos me inspeccionaron sin soltar la mano de mamá, ella se giró hacia mí, como si olvidara que yo venía con ella.
— Sí, así es — mamá se apartó de él y me empujó hacia adelante —. Ella es mí hija, Tabitah.
Sonreí, aunque él me causará escalofríos. Él imitó el mismo saludo que con mí madre, sus labios eran suaves y cálidos, una sensación que nunca antes sentí, sinceramente no deseaba repetirla, aparte mis manos con rapidez y las oculté tras mí falda, tocando con la punta de mis dedos el mango del cuchillo, él me miró extrañado pero con comprensión.
— Le hemos traído este pequeño presente — él toma la canasta con las cosas y asiente agradecido llevando todo a la cocina, con mamá siguiéndolo de cerca —. ¿Cuánto planeas quedarte?
— Para siempre, quizás — mamá luce contenta, debe obtener información del desconocido y así saber cómo integrarlo de forma correcta en la comunidad.
— ¿Tienes esposa o algún amigo que traer? — entre más conocidos tuviera mejor, así podría traerlos y así aumentar más miembros en nuestra comunidad.
Él se girá encarando a mamá, Gyula es de muy grácil apariencia, pero algo en él me aterra.
Gyula parece confundido por aquella pregunta pero mantiene la compostura.
— No, estoy solo, aunque...— él me mira con severa indiscreción — tal vez su hija sea una buena candidata.
Temblé, apretando con más fuerza el mango del cuchillo, mamá me miró y sonrió orgullosa, sus ojos se iluminaron como un filósofo medieval que tiene la verdad revelada por la gracia divina.
— ¡Claro que sí! ¡Mi hija sería perfecta como esposa! Sólo tenga paciencia, debe esperar a que ella cumpla con su ceremonia de purificación, después de eso será toda suya.
Lo miré asustada, él parecía más sorprendido que yo, recordé todas esas películas pornográficas y sobre cómo todos los hombres que no pertenecían a nuestro credo religioso eran así, me imaginé a Gyula haciéndome lamer una pistola para después dispararme por la garganta.
<<No dejes que te corrompa, sé firme como una roca>>
Eso intento, mi diosa.
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