Capítulo 5. Corte de colmillos

DESMOND

—Me sorprende que tu padre no nos haya enviado a las mazmorras.

Kilian es el primero en hablar después de habernos salido del salón de juntas, luego de que mi padre me hiciera hablar frente a todos después de mi ataque de ansiedad. Sigo procesando como es que acabe en medio de Kilian y de Dreyden y sobre todo no puedo parar de pensar en él.

Es como si con solo cerrar los ojos... con respirar, incluso, lo sintiera en mí. Como si Conan fuese mi corazón, ardiente y feroz, que se aferra a no extinguirse, que se aferra a mí de una manera inexplicable.

—Estoy seguro de que mi padre si lo hubiese hecho, incluso nos hubiera cortado las...

—¡Kilian! —Amelia lo detiene mirándolo de mala gana

—Siento si lo que hicimos fue... —Dreyden camina hasta llegar a mi lado—. Demasiado. Recordándolo solo me hace pensar que las palabras que utilizamos —Dreyden tose un poco mirando de reojo a Kilian que sigue hablando con Amelia—. O que más bien alguien utilizo sonaran más como una amenaza a una alianza.

Sus disculpas hacen sentirme mucho peor, no solo porque junto con Kilian enfrentaron a mi padre por mí. Eso es lo que mi cabeza me ha hecho creer en estos minutos. No sé si fue por mí, en realidad, mi mente y mi propia lógica y razonamiento parecen haberme dejado, me siento hueco como un caracol... o simplemente mi imprudencia hizo que ellos tomaran ventaja y dijeran lo que han estado guardándose todo este tiempo. Incluso Amelia, Luca y su grupito han salido con nosotros, nadie regaño ni le dijo nada a Kilian por las palabras que uso con mi padre, tampoco deberían, ni siquiera Amelia, que se la pasa regañándolo por todo ni nadie. Porque Kilian ha venido aquí por su propia venganza.

¿Y quién soy yo como para detenerlo?

Al ver que no le contesto, Dreyden se pone frente a mí, me detengo bruscamente y alzo mi mirada para encontrarme con la suya, tan misteriosa y celestial.

—Golpéame si quieres —Dreyden me mira muy en serio—. Si eso te hace sentir mejor lo soportaré.

Todos los demás se quedan quietos, el único que sigue caminando es Kilian que con sus colmillos saborea a Dreyden como si fuera su próxima presa.

—Si él no quiere —Me señala a mí—. Puedo hacerlo yo —Kilian se recarga en la pared junto a Dreyden empezando a subir las mangas de su camiseta—. Desde pequeño he querido saber que se siente golpearte.

—Ni lo sueñes niñito —Dreyden se voltea a él y las marcas oscuras de Kilian se hacen visibles en sus brazos

—¡Ya no soy un niño!

—Si eres menor que yo —Dreyden se encoge de hombros en manera de burla—. Entonces sigues siendo un niño.

Entonces tú eres un viejo.

Todos me voltean a ver pasmados. A veces puedo soltar una que otra palabra estúpida en los momentos menos oportunos. Estoy esperando a que Dreyden me hechice o que me amenace o que simplemente me golpee, pero en vez de eso una risa cálida llena todo el pasillo, haciendo eco en cada rincón, erizándome la piel.

Dreyden se está riendo.

—Aunque pudiera negarlo —Dreyden deja de reír empujándome un poco—. No serviría de nada. Tener veinte años no me hace viejo... pero al estar rodeado de todos ustedes me hace sentir dolores de espalda.

—¿Acaso tienes trescientos años y no nos lo has dicho? —Le pregunto bromeando 

—Tampoco es para tanto —Dreyden se acomoda un mechón de cabello tras su oreja—. La inmortalidad no me llama la atención.

Era obvio. Aquel porte que tiene, aquella fuerza y poder son dignos para alguien de su edad, aunque Kilian a pesar de ser tres años menor no se queda atrás.

—Lamento interrumpir —Sharman nos llama—. Nosotros debemos ir a nuestra última exploración matutina.

Mi hermano se ajusta su espada poniéndose nervioso y Tetis empieza a contar sus flechas sin verlo a la cara.

—Regresaremos antes del atardecer —Eric me da unas palmaditas en el brazo al pasar junto a mí

Observo como es que Tetis y Luca se sonríen entre sí sin detenerse a mirarse, demasiado afligidos como para pronunciar palabra alguna. Tetis se irá mañana, junto con sus hechiceros de luz y junto con Sharman y Eric.

Luca se quedará aquí. Mi hermano ha pasado tanto tiempo junto a ellos que incluso cualquier persona que lo viera se daría cuenta de que no quiere que se vayan... si tan solo pudiera ir con ellos lo haría.

—¿Podemos ir? —Kilian pregunta empezando a emocionarse

Sharman suspira ignorándolo y Eric hace lo mismo. Y aun así, no sé como ni el porqué Kilian me contagia su emoción.

—¿Podemos? —Pregunto enseguida—. Quizás cuando los oscuros nos vean a todos ya no regresen...

—Han regresado toda esta semana —Luca corta mi emoción en pedazos—. Además, no puedes ir... —Mi hermano se da cuenta de sus palabras y trata de decirlo de otra forma, sin embargo, el daño ya está hecho—. No quiero decir que no puedas... pero yo... no creo que los demás...

—Basta —Le digo alzando mi mano—. Sé a lo que te refieres. Y tienes toda la razón.

No puedes ir porque la gente del pueblo, los oscuros o cualquier persona o cosa no pueden ver en que estado has terminado.

Esas son las palabras que mi hermano intento decir. Quizás no de esa forma, Luca jamás me dañaría, jamás me diría cosas hirientes. 

Lo hace para protegerme. 

Está tratando de que la gente ya no hable de mi aspecto físico como lo han estado haciendo durante semanas. La voz se ha corrido por todos los reinos, no solo aquí en Umbria, sino que cada ser vivo de este continente sabe que ahora soy nada. Han estado contando mi historia, oí a los sirvientes hablar de eso esta mañana en la cocina cuando fui a buscar a Vicky sin éxito alguno. Ellos estaban contando la historia sin saber que yo estaba ahí escuchándola.

La llamaron el príncipe lamento.

La cuentan a todas horas sin importar en donde se encuentren, se la cuentan tanto a niños como a ancianos dispuestos a todo para que nadie se pierda gran historia. Las personas narran como es que el príncipe lamento perdió a su mejor amigo, a su escudo protector, en una cruel y sangrienta batalla en montañas de cristal, y como es que el príncipe lamento llevo a su amigo por toda la batalla en brazos a pesar de que la oscuridad ya lo tenía entre sus garras... no me quede a esperar a que los sirvientes contaran el final de la historia, no tenía caso, sé muy bien como termina.

—La gente no puede ver a su príncipe de esta forma —Me señalo a mí mismo con una sonrisa triste—. No deberían verme, no cuando aún luzco asi... y es entendible. Solamente me gustaría que no hablaran de mí... ni de esa noche. No sé si fui valiente, ni un héroe, ni mucho menos un buen mejor amigo, pero nadie, nadie por más que una historia sea de amor o de tristeza... nadie debería hablar de ellas, ni siquiera para recordarlas ni para alabarlas. Una guerra es una guerra y no hay nada bueno en ellas.

Todos saben a lo que me refiero. Todos aquí han oído, aunque sea de lejos, aquella historia del príncipe lamento.

Mi historia.

Mi guerra.

—Bueno —Dice Amelia dirigiéndose a mi hermano y a Tetis—. Si ustedes no los quieren —Ella se acerca a Kilian y Dreyden y entrelaza sus brazos con ellos—. Yo me les llevaré.

Ella camina algunos pasos yéndose con los dos de los tres chicos más peligrosos del reino. Amelia da un respingo y dice algo que no entiendo, se voltea frenéticamente soltando a los chicos y regresando por mí.

—También tú —Amelia me toma de la mano haciendo que camine con ella—. Pensé que lo habías entendido.

—No fuiste muy clara —Le susurro sonriendo apenado 

—¿Creíste que te dejaría solo? —Amelia toca su corazón—. Jamás haría algo así Desmond Andillac. Además, mira a esos dos —Señala a Dreyden y Kilian—. Parecen hermano menor y hermano mayor a punto de pelear por una tontería... no podría controlarlos si se lanzan a golpes.

No tengo la fuerza para voltear y despedirme de Luca. Es mejor así, es mejor que cada quien tome su propio camino.


...


—Estoy a punto de aventarlos a una celda —Amelia se queja rodando los ojos—. Debí dejarlos en el pasillo para que se pelearan como animales —Escucho como suspira de decepción—. Puedo sentirlo ¿saben? 

Amelia tiene toda la razón. Llevamos caminando por los pasillos del castillo directo al jardín principal y en todo este rato nos ha enredado una tensión peligrosa.

—Yo solamente quiero saber si todo lo que dicen de ti es verdad —Kilian juega con sus manos observando a Dreyden—. Déjame golpearte y a cambio dejo que vueles sobre mi lomo todo un día.

—¿Cómo es que lo soportas? —Dreyden le pregunta a Amelia

—Ya me acostumbré —Ella se encoge de hombros sonriendo

—Pude escuchar eso —Kilian camina hasta mí tomándome de los hombros y moviéndome de un lado a otro—. ¿Y si lo golpeamos juntos? sería más fácil.

Por un instante el rostro de Agroz aparece en mi campo de visión, pero segundos después una sonrisa pura y sarcástica es lo único que veo. Por fortuna, Agroz no le heredo su mal carácter y crueldad a Kilian.

Agroz es un gato negro a comparación de su hijo que es prácticamente un gato café y rechoncho.

Aunque prácticamente sea mitad dragón y mitad hechicero oscuro.

—Parece que me equivoque —Kilian me detiene antes de que doblemos por un pasillo y le hace señas a los demás para que guarden silencio—. Tu padre es igual de precavido que el mío.

Me asomo con cuidado para ver a qué se refiere Kilian y lo que veo es lo que estaba esperando desde que dimos un pie fuera del salón. Hay más de diez guardias viniendo a nuestra dirección.

—Tienen que irse —Amelia me toma de la mano—. Lo alcanzaré en unos minutos...

—No te dejaré sola —Le digo viendo por el pasillo de nuevo, los guardias buscan puerta por puerta algún rastro nuestro—. No sé que quieran ni lo que mi padre les ordeno hacer con nosotros...

—No me harán nada —Amelia me sonríe—. Tu padre no puede tocarme ni un cabello. Así que anden —Dreyden se acerca y Amelia toman a Kilian empujándolo a mi lado—. Váyanse ahora.

—¿De verdad crees que me iré y te dejaré? —Kilian da un paso al frente

—Kilian...

—Una reina nunca debería estar sola —Kilian interrumpe a Amelia—. Sé que no tienes guardias de protección porque los han puesto a vigilar tu castillo y tu reino, sé que ellos se han quejado, diciendo que su deber es protegerte y que tú les has dicho que cuidar a su pueblo es más importante... pero yo no te dejaré.

Amelia se ha quedado inmóvil, sus mejillas poco a poco se van sonrojando sin saber que expresión hacer o qué palabras decir. Es la primera vez que veo a Amelia nerviosa por un chico después de todo el pasado que tuvimos.

Quédate a mi lado entonces —Amelia le dice con una sonrisa tímida—. Pero juro por mi reino Kilian Baraz que si dices alguna cosa imprudente te aventaré al mar para que te coman las serpientes marinas.

—Estoy a sus órdenes su majestad —Kilian hace una mini reverencia, sus ojos rojos brillan intensamente

No puedo siquiera quejarme o decir algo por qué una mano gigante ya me está arrastrando por el pasillo.

—A ellos los dejarán en paz en unos minutos —Me dice mientras nos acercamos a una pared llena de cuadros, algunos de ellos pintados por mi madre—. Quizás quieran encerrar a Kilian por las palabras que uso con tu padre e incluso si pasara sería inútil, ya que bastaría con que atacara con su magia oscura o con sus grandes alas de dragón para escapar de aquí. Amelia sabe el poder que ahora tiene, no querrán meterse con una reina y en cuanto a nosotros bueno... mientras este a tu lado nadie nos molestara.

Dreyden me suelta y corre hacia uno de los cuadros que dan hacia los pasadizos secretos ¿Cómo es que sabe aquello? El príncipe no da explicación alguna, le basta con apretar uno de los botones secretos del cuadro para que este se abra con agilidad. Ninguno de los dos dice nada, nos limitamos a adentrarnos al pasadizo oscuro.

En cuanto el cuadro se vuelve a cerrar, Dreyden toma una vela que hay en la pared y empieza a caminar iluminando el pasadizo, es como si él supiera exactamente a donde ir, como si ya conociera de memoria este lugar. Nos mantenemos callados por unos minutos mientras andamos de pasadizo por pasadizo para poder llegar al que da a los establos.

—He tratado de pensar el como conoces todo este sitio —Le digo rascándome el cuello—. Un lugar que se supone que es secreto.

—Guarda silencio —Me dice bajando la voz—. Creo que alguien viene.

Volteo hacia la oscuridas sin ver a nadie sin embargo inconcientemente apresuramos nuestros pasos.

—Nadie más sabe de estos pasadizos...

—¿Estás seguro? —Me lanza la pregunta demasiado desafiante—. Los he usado desde mi llegada aquí... las pesadillas me atormentan, sin querer encontré los pasadizos y créeme que prefiero estar aquí, que quedarme en mi cama.

—Ya los vimos —Grita alguien por el pasadizo—. ¡No se muevan!

—¿En serio estabas huyendo de tus pesadillas? —Le digo empezando a correr junto a él

Lo volteo a ver mientras escuchamos como los guardias vienen corriendo a nosotros, sus armaduras chocan con las puntas de sus espadas haciendo que me den escalofríos.

—Los guardias jamás habían entrado.

—¿Crees que tuve algo que ver con esto? —Me dice arqueando las cejas

—Puede ser, tu historia es demasiado sospechosa, además si no tuviste cuidado es más que obvio que los guardias te vieron entrar y salir por días.

—No soy alguien que crea problemas... y si así fuera yo mismo arreglaría todo. No soy idiota.

—Como tú digas.

—Deberías de preocuparte por este momento, lo demás puede esperar —Nos quedamos viendo como dos cuervos a punto de arrancarse los ojos—. Porque juro que te ves como un ratón asustadizo.

—¡Quédense donde están! —Un guardia vuelve a gritar y caigo en cuenta de que aún vienen por nosotros—. Su majestad nos ha enviado por ustedes.

—¿Quieres salir de aquí sin tener que lidiar con ellos? —Dreyden da un vistazo por el pasadizo—. Puedo hacerlo. Es fácil.

Quiero decirle que no y estrellar su cara en la pared por decirme ratón asustadizo, pero... quizás tenga razón, quizás si sea un ratón huyendo de un gato asesino.

—Muéstrame —lo miro fijamente, su pendiente de corazón destella bajo la luz del fuego—. Muéstrame lo que puedes hacer.

Dreyden me jala detrás de él con un movimiento ágil y veloz, como si el fuera algún tipo de escudo.

Los guardias aparecen enseguida, son tres, vienen agitados y con espadas en mano, corren como si sus vidas dependieran de ello y en cuanto están a una distancia prudente de nosotros, Dreyden sonríe gloriosamente.

¡Dejen de correr! —La magia del príncipe hace impacto en ellos y en efecto se detienen como estatuas, sus rostros se ponen más flácidos y los envuelve un aura de estupidez como si estuvieran hipnotizados—. Se olvidarán que nos vieron aquí y en cuanto nos vayamos regresaran por donde vinieron y le dirán al rey que no saben donde estamos, también olvidaran como entrar a los pasadizos secretos y nos dejaran en paz hasta que les diga lo contrario.

Los guardias asienten lentamente captando el hechizo del príncipe como si fueran marionetas.

Jamás entenderé ni sabré como es que su magia hace efecto en las personas, ni como es que tantas palabras juntas hacen que alguien caiga de rodillas y se convierta en un eslabón más de su poder. La magia de persuasión es sin duda la más beneficiosa y la más útil si es que quieres escapar de una situación así. Me pregunto hasta donde son capaces de llegar los hechiceros con este don, qué injusticias y horrores no cometerán para poder librarse de situaciones difíciles.

La magia de persuasión es la más peligrosa de todas. A Dreyden solo le basto decir algunas palabras para que los guardias olvidaran que nos vieron... que olvidaran. Si la magia de persuasión te puede hacer olvidar algunos minutos de tu vida ¿podrá también hacerte olvidar absolutamente todo?

No puedo bajar la guardia con Dreyden, ni siquiera en mis sueños, no cuando mis propios recuerdos o mi existencia sola están en peligro.

Aliado o no, el príncipe de cenizas porta con un poder engañoso y manipulador.

—Vámonos ya —Dreyden toma mi mano y me jala con él sin siquiera dejarme procesar todo—. Hay una salida por aquí, que da directo a los establos.

—Ahora parece que este castillo es tuyo y no mío —Le digo intentando no chocar con las paredes

—Ya te lo dije —Dreyden me voltea a ver sonriéndome de lado—. Estuve escapando de mis pesadillas. Me tomé el tiempo que quise para recorrer todos los pasadizos, mi memoria es excelente para recordar cosas difíciles.

Quiero suprimir mis propios pensamientos. No quiero tener que admitirlo ni en mi mente ni por mi propia voz, pero...

¡La manera en que su magia hace efecto en la gente es increíble! No solo por el hecho de que con solo decir, aunque sea una frase, las personas caen en tu encanto... es fascinante porque eso significa que tú tienes el control. De ti mismo y del mundo entero.

—¿Y de verdad ellos no recordarán nada? —Le pregunto y empezamos a caminar más rápido

—Ni una sola cosa. No te preocupes, tu padre no te encontrará.

Al fondo del pasadizo vemos la salida que da a los establos, juntos empujamos la puerta secreta y salimos haciendo el menor ruido posible, pero con Dreyden aquí es difícil, incluso aunque él sepa moverse sin hacer ningún ruido como un auténtico fantasma, lo cual es increíble porque al salir el piso de tierra está lleno de heno y ramitas por doquier. Sus pies parecen flotar por el aire, en cambio, mis pasos parecen ser de un gigante borracho, no puedo estabilizarme... mierda, incluso he perdido mi buen equilibrio. Dreyden es demasiado alto y llama mucho la atención con su capa y su corona.

—No hagas ruido —Me dice rodando los ojos y jalándome para que un cuidador no nos vea—. Pareces un sapo aprendiendo a bailar.

Hago que los dos nos detengamos, suspiro, no de frustración, lo hago para quitarme las ganas de reírme. Dreyden no lo capta de ese modo su expresión da a entender que cree que estoy empezando a enojarme.

Lo hice por unos segundos a decir verdad. No solo me ha comparado con dos animales en menos de quince minutos. Primero con un ratón y ahora con un sapo. La primera vez si lo tome como un insulto, pero está... ¡Es demasiado graciosa!

—¿Qué pasa? —Me mira ahora de manera preocupante—. Te estás poniendo rojo...

Estallo en carcajadas. Dreyden da dos pasos hacia atrás bruscamente, mi risa lo ha asustado tanto que tropieza sin querer con unas botas viejas haciéndolo caer sobre un montón de heno. Yo no hago nada para impedirlo, me sigo riendo sosteniendo mi estómago. Ya no hay porque escondernos, los pocos cuidadores y los demás empleados que hay ya nos vieron, están observándonos de reojo intentando entender como terminamos aquí.

—¡Deja de reírte y ayúdame! —me grita desde el suelo, sus ojos grises se ven furiosos

—Eso te pasa por decirme sapo —Le digo recargándome en una pared de madera—. Puedes pararte tu solito.

Ayúdame si no quieres que te obligue.

Oblígame entonces.

Dreyden se lo queda pensando sin dejar de verme con ojos asesinos.

—No puedo —Me dice bajando la voz y volteando hacia otro lado—. Tengo la misma regla que mi padre. Solo puedo usar mi magia en alguien más si estoy en peligro o si es que debo salir huyendo de una situación difícil... además... —Dreyden cierra los ojos intentando calmarse—. Esto es demasiado vergonzoso... no puedo creerlo. Tienes tres segundos para ayudarme a levantar si no quie...

Camino un poco más hacia él sin dejar de reír, examino como es que tropezó en el heno y lo rodeo para ver el origen de esa pose tan extraña en la que ha caído. Estallo de nuevo en risas al darme cuanta del porqué no puede levantarse, debo incluso sujetarme de un caballo para no caer al suelo.

El trasero de Dreyden ha caído justo en un gran balde.

Se ha atorado. Su trasero se ha atorado.

—Ya voy, ya voy —Le digo empezando a tranquilizarme tomándome mi tiempo para poder recordar esto toda mi vida—. Me hubieras dicho desde un principio que te habías atorado.

—Siempre que nos juntamos terminamos enredados en cosas estúpidas —Dreyden toma mis dos manos—. Debería de alejarme de ti lo suficiente para que nada de esto pase.

—No sabes cuanto me alegraría —Le digo jalándolo con todas mis fuerzas en tono sarcástico

En cuanto Dreyden por fin se levanta, empieza a sacudirse frenéticamente susurrando cosas que no entiendo.

A nuestra derecha me percato que un cuidador viene caminando de prisa, el príncipe y yo no tenemos escapatoria, estamos justo en un establo del pasillo final.

—Su padre los está buscando —Nos dice el cuidador desde una distancia prudente, voltea a ver por el otro pasillo algo nervioso—. Ya les dije a los guardias que ustedes no están aquí y los demás cuidadores igual. Este pasillo es el más viejo de todos y aquí traemos a los caballos enfermos... solo unos cuantos vienen a este lugar —El cuidador da otro vistazo al pasillo—. Pueden quedarse aquí el tiempo que quieran sus altezas, mis labios están cerrados.

Me quedo sin palabras. Trato de entender el porqué no nos delató, el porqué no le dijo a los guardias que estábamos aquí, ya que si lo hacía quizás recibiría una recompensa, algunas monedas de plata no lo vienen mal a nadie y, sin embargo, decidió no decir nada.

—Gracias —Le digo acercándome un poco—. Se lo agradezco.

El cuidador se quita su sombrero y me hace una reverencia.

—Sus ojos son la viva imagen de su madre... su brillo solo dice una cosa —El cuidador sonríe con felicidad pura—. Esperanza.

Al ver que no le contesto, él nos vuelve a hacer una reverencia, se pone su sombrero y se va.

—La gente te adora.

No le hago caso a Dreyden, pero lo volteo a ver, sus cicatrices en su rostro se difuminan tan bien en su cara que podrían pasar desapercibidas.

—¿Qué haces? —Le digo al ver que se quita su capa y la pone en el suelo

—¿Acaso quieres salir y que nos encuentren? Prefiero quedarme aquí contigo que allá afuera.

—Hace un momento dijiste que prefieres estar lejos de mí...

—Creo que podemos comportarnos decentemente por unos minutos mientras esperamos a Amelia y Kilian —Dreyden se sienta sobre su capa y me hace señas de que haga lo mismo—. Tus expresiones y tu manera de actuar revelan mucho de ti Desmond. Sé que tienes preguntas, así que puedes hacerlas, todas las que quieras, aquí solo estamos los dos.

Un rugido salvaje viene de alguna parte cercana haciendo que los dos nos quedemos helados.

No estamos solos. Y aquel rugido no pudo ser de un caballo, los caballos no hacen esos sonidos por más lastimados que estén. Es un rugido de algo bestial y oscuro.

Un rugido salvaje viene de alguna parte cercana haciendo que los dos nos quedemos helados.

No estamos solos. Y aquel rugido no pudo ser de un caballo, los caballos no hacen esos sonidos por más lastimados que estén. Es un rugido de algo bestial y oscuro.

—Preferiría ignorar eso —Dreyden se levanta lentamente—. Nada bueno viene de un rugido así.

—¿No lo oíste bien? —Camino por todo el establo tratando de ubicar de donde provino el sonido—. Está sufriendo.

—¿Acaso eres adivino de animales?

Su pregunta por más que me moleste me hace pensar seriamente en ello, desde niño he sido bueno con los animales y de alguna manera siempre sé cómo se sienten, incluso me paso cuando conocí a Binu en su forma de dragón, puede sentir su sufrimiento.

Camino hasta llegar al último establo que está lleno de cosas inservibles, huele, horrible, como si alguien hubiera muerto y vomitado al mismo tiempo. Y ahí, entre cubetas, lazos y herramientas, veo un pelaje color miel.

—Entonces... —Dreyden se asoma para ver lo que yo, al notar aquella criatura se cruza de brazos—. Si eres un buen adivino sabrás que animal es ese.

—¿Acaso eso es un animal?

—¿Y yo como voy a saber? —Dreyden vuelve a ver por el establo, haciendo cara de asco por el olor—. En mi reino hay demasiadas criaturas peludas como para reconocerlo.

No lo pienso ni un segundo y es probable que en algunos segundos en cuanto toque a aquella cosa acabe mordido, herido o hasta peor... no me preocupo tanto, sé que mi escudo de protección por más que lo odie está conmigo. Me detengo con el corazón a mil, suspiro, cerrando con fuerzas los ojos, olvidándome del dolor que tengo en el pecho. Regreso con pasos firmes hasta Dreyden y lo tomo de los hombros llevándolo detrás de otro establo.

—Ire solo yo —Le digo soltándolo y tratando de tranquilizarme—. No podría soportar pasar por esto una vez más.

No le tengo que dar explicación alguna, Dreyden sabe de lo que hablo y lo entiende.

Vuelvo a adentrarme al establo mal oliente y cuando estoy cerca del animal, sé que es un animal y que no es una amenaza porque, sino mi hechizo, ya me lo hubiese dicho, me hubiera precavido.

—¿Cómo acabaste aquí? —Susurro agachándome—. Sé que duele.

No sé porque dije eso, pero en cuanto toco el pelaje el animal se mueve con nervios y dolor y sobre todo con miedo.

—Déjame verte —Le digo acariciando su cabeza, la oscuridad no me deja ver con exactitud de que animal se trata—. Quiero ayudarte... no te lastimaré.

Puede que hayan pasado segundos e incluso minutos en los cuales el animal no se movió ni rugió de nuevo.

—Sé que confiar es difícil —Me dejo caer a su lado cruzándome de piernas, empezando a hablarle como si me entendiera—. Y sé que estando herido es lo doble de complicado. ¿Puedo darte un consejo? no soy la mejor persona ni la indicada para decírtelo, pero... confiar es un signo de valentía y sobre todo de poder.

El animal se mueve, girando de costado, para que por fin pueda verlo y a pesar de lo que mis ojos observan no dejo de hablar.

—Somos valientes porque luchamos día a día con la maldad de este mundo, somos poderosos porque aún heridos logramos sonreír... no sé cómo sonríen los lobos y tampoco sé que significa la felicidad para ti —por los dioses sueno como un chiflado—. Y aún mejor... tenemos la confianza suficiente para enfrentarnos a nuestras pesadillas.

El lobo de color miel y de ojos esmeralda ruge de nuevo erizando mi piel. Se incorpora por completo a pesar de su dolor, puedo alcanzar a ver heridas demasiado profundas en sus costados que aún sangran.

—Eres grande... muy grande.

No es un lobo normal, los lobos normales miden menos que este que sin duda de un mordisco me arrancaría la cabeza. Sus ojos me recuerdan tanto a los míos que cuando nuestras miradas se conectan nos quedamos hipnotizados el uno por el otro. Su mirada está calmada a pesar de estar sangrando y sufriendo por dentro. Da dos pasos hacia mí, yo me levanto poniéndome de rodillas para estar un poco a su altura, aun así debo mirar hacia arriba, el lobo se acerca hasta que su hocico queda con mi frente.

—Déjame curarte —Susurro a pesar de que no me entiende

El lobo choca su hocico con mi hombro.

—¿Eso fue un sí?

De nuevo choca mi hombro.

—¿Entendiste todo lo que dije?

Esta vez choca su hocico con mi frente.

—¿Todo está bien? —Dreyden regresa y se detiene en seco al ver al lobo—. Vaya... sí que es un animalote.

El lobo le ruge a Dreyden pasándome por encima y quedando frente a mí, protegiéndome. La sangre le sigue resbalando por todo el cuerpo.

—¿Ya mencioné una vez que mi mamá sobrevivió a una pelea con un lobo colmillos de sable?

El lobo vuelve a rugir con más intensidad.

—Sí, entiendo... no debí decir eso.

—Está bien —Le digo al lobo acariciándolo con un poco de temor a que me muerda, pero no lo hace, al contrario, cuando siente mi mano sobre su lomo se relaja—. Es amigo, no te hará daño.

Me agacho para volver a estar a su altura y el lobo choca de nuevo mi hombro.

—Estás a salvo. Estas conmigo ahora y nadie te hará daño.

—Esa herida no se ve bien... parece como si marcas oscuras lo hubiesen atravesado.

—¿Sabes como curar a un lobo en estas circunstancias? —Le pregunto mientras el lobo se sienta

—Ni idea.

—Bueno, pues entonces me ayudaras a curarlo —Dreyden se empieza a quejar y yo lo detengo—. Es tu castigo por decirme sapo y rata, así que no te quejes y ven y ayúdame con esto.


...


—¿Así que su aventura de la mañana fue encontrar a un lobo herido y curarlo? —Amelia nos pregunta sin poder creer el animal que tiene enfrente—. Qué misión de lo más fácil.

—¿Dices que la nuestra fue difícil? —Kilian trata de acariciar al lobo, pero este le ruge

—Difícil fue tratar de controlarte, querías aventarte a pelear con cada guardia que encontrábamos.

Mientras Amelia y Kilian estaban con lo suyo, Dreyden y yo nos pusimos manos a la obra para curar al lobo, al principio no sabíamos por donde empezar, nos ayudó bastante el hecho de que Amelia y Kilian se tardaran más de una hora, ya que solo así pudimos curar al lobo por completo... o eso suponemos. Tuvimos que pedir ayuda a los cuidadores del establo que al ver al lobo casi se desmayan, todos dijeron que no se habían percatado de que una bestia así se había metido a los establos. Entre todo pudimos hacer que la curación fuera más sencilla, a pesar de que el lobo solo quería estar conmigo y sin ignorar que casi le muerde la mano demasiadas veces a Dreyden. Sus heridas en efecto eran por magia oscura, los cuidadores dicen que cuando los hechiceros atacan a los guardias sobre sus caballos dejan heridas similares, pero no tan profundas como estás... dicen que fue un milagro que no haya muerto.

¿Acaso no es adorable? —Les pregunto de lo más feliz

El lobo les lanza una mirada asesina a los demás, en cuanto voltea hacia mí su mirada cambia a una de bondad pura. Debo de ser el hombre más afortunado para que este animal no me vea con ojos mortales... sí, es realmente adorable.

—Es hora de irnos —Amelia se pone detrás de Kilian al notar que el lobo no la deja de ver—. Vicky nos espera.

—¿Vicky? —Le pregunto—. No la he podido localizar y...

—Ella está con Amber —Amelia baja la mirada, algo triste—. Ha ido a verla toda esta semana... ella aún sigue mal. Vicky dice que Amber necesita más compañía para poder levantarse de su cama, al parecer aunque Conan logro eliminar su enfermedad crónica, Amber está sintiéndose mal de nuevo.

—Díganme que iremos sin el —Dreyden señala al lobo

—No puede venir, ni siquiera tener nombre.

El lobo le ruge a KIlian y este toma de la mano a Amelia.

—Se llama... —Todos mi miran con cara de ya no digas más, por favor—. Se llama... bueno no lo sé, pero puedo ponerle nombre ¿no? —Acaricio su cabeza pensando un nombre—. ¡Hunter!

—¿Hunter? —Amelia se queda pensando—. ¿Y qué significa?

—No lo sé —Le digo y veo que Dreyden rueda los ojos—. Pero suena demasiado poderoso.

—Yo no pienso cuidar de Hunter —Amelia ríe por lo bajo echándole una miradita a Kilian—. Ya tengo suficiente con un dragón un tanto tonto.

Kilian y Amelia vuelve a discutir entre bromas, Dreyden se mete entre ellos intentando que paren, mientras tanto yo le doy una sonrisa a Hunter, el lobo me mira con esos ojos brillantes que me hacen sentir en casa... como si en el pudiera ver mi propio reflejo.



Holaaa de nuevooo. Este cap tiene tantas partes que me encantan demasiado, por un lado, tenemos a personas que apenas se conocen queriendo golpearse casi siempre jajajja no se preocupen, tenemos muchos caps para conocer a profundidad a Kilian y Dreyden y aparte tenemos a este Desmond confundido con sus propios sentimientos. Me gustaría que pusieran en los comentarios que fue lo que recordó Desmond en aquella sala del consejo para que Conan viniera en su mente, si lo recuerdan tienen ganado mi corazón. Lo diré en el siguiente cap, pero me da curiosidad saber en qué pensaron.

Les dejo esta increíble imagen de como es que se ve ahora Desmond ya con su cabello corto... se ve igual de atractivo como de costumbre.

Ala. 👑

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