Capítulo 4. Trono de seda

LUCA

—Buenos días.

Tetis me dice desde el otro lado de la cama. Ella está con las piernas cruzadas, sosteniendo en sus rodillas su libreta de dibujos, está demasiado concentrada, mueve de un lado a otro su pluma haciendo trazos fuertes y delicados. Lleva su cabello sujetado en una coleta alta con ayuda de dos pinceles largos.

Se ve demasiado preciosa.

—¿Puedo moverme? 

Ella me da un vistazo rápido con aquellos ojos bendecidos por el sol. No me muevo, ni siquiera me dispongo a parpadear. Cuando Tetis me mira de esa manera, lo único que quiere decir es un no absoluto. Ya acostumbré a despertarme de esta manera y también a quedarme quieto como piedra cuando ella me retrata. Me gusta cuando lo hace, me cautiva la manera en la que ella ve a través de mí y del como es que traza cada uno de mis perfiles a la perfección.

—Estás muy callado —Tetis se detiene bajando su pluma—. Casi siempre empiezas a hablar y a hablar.

—¿Te molesta mi silencio? —Tetis vuelve a tomar su pluma negando con la cabeza—. No puedo encontrar palabra alguna cuando estoy viendo a la mujer más hermosa de todos estos reinos.

Tetis ríe un poco pasando uno de sus mechones sueltos tras su oreja.

—Sabes que debo regresar... —Su sonrisa poco a poco va desapareciendo—. Mi padre quiere que esté en mi reino, con mi pueblo y con mi madre. 

—Lo entiendo. El reino Umbria no es tu hogar... aquí no hay rios, mares y lagos relucientes, ni árboles llenos de hojas de mil colores, ni un poco de la paz que envuelve a tu reino. Umbria no tiene nada que aportarte.

—Tú estás aquí —Ella deja su libreta con su pluma a un costado—. Siempre he sabido, incluso de niña, que este reino era diferente al mío. Que nosotros éramos diferentes... tan opuestos el uno con el otro. Sé muy bien que aquí vive la oscuridad más siniestra —Tetis se refiere a mí al decir eso, no a Agroz ni a Triddor sino a mí—. ¿Y que si te digo que quiero esa oscuridad para mí?

Tetis avanza hasta mí, los pinceles en su cabello caen en la cama haciendo que su cabello café caiga en rizos por sus hombros. Una luz aparece empezando a rodearla como una cuerda bailando entre agua. La magia de Tetis avanza entre ella y yo con deleite puro. La cuerda de luz danza en sincronía mientras la princesa toma mi rostro entre sus manos, cuando lo hace, mis marcas oscuras se revelan y una de ellas se separa de mí yendo a bailar junto a la magia de Tetis.

Ya la tienes —Le susurro acercándome más—. Mi oscuridad es tuya si así lo deseas.

Siento de alguna como es que mi ojo derecho va cambiando de café a rojo. Mi magia se arremolina dentro de mí con fervor, empujándome más contra la magia de Tetis como sé de alguna manera nuestra magia junta fuera nuestra salvación.

Ninguno de los dos nació con magia. En el caso de Tetis, ella tuvo que luchar y entrenar día con día para obtenerla, es una de las pocas personas nacidas sin magia que tuvieron que ofrecer su sudor y sangre a cambio de un don como es la magia de luz. Mi historia es diferente, ni siquiera pude elegir, la magia oscura llego en forma de dolor y arrepentimiento por parte de Agroz creando en mí una capa de tinieblas y pesadillas. 

—Dime una cosa —Le digo acariciando su mejilla—. Quiero saberlo... saber qué harías si un día yo —Trago un poco de saliva—. Pierdo el control. En estos momentos siento que esta magia ya es completamente mía, está en mi sangre y en mis huesos, pero desde un principio fue de Agroz. ¿Qué pasaría si un día me convierto en eso a lo que todos temen?

—Si tuviera que decidir —Tetis toma mi barbilla para que la mire directo a los ojos—. Ya sabes cual sería mi respuesta ¿no es así?

—Lo sé, pero quiero oírlo, quiero oírte pronunciando esas palabras.

—Si no hubiera otra opción... si por más que lo intentara no encontrara algún tipo de salida para tu salvación. Sin duda yo misma cortaría tu cabeza.

Pensé que dirías otra cosa. Le digo empezando a hablar en su mente

¿Que cosa? me contesta ella algo curiosa

Que huirías. Porque eso es lo que quiero que hagas, que huyas hasta el infinito muy lejos de mí y que jamás des vuelta atrás. Huir de mí es la mejor opción.

Tetis me toma del cuello de mi camiseta algo enfadada. Nuestra magia deja de danzar y se pone a la ofensiva.

—¿Crees que me gusta huir? —Ella resopla girando los ojos—. Si así fuera, ya hubiera huido de estos reinos hace más de cuatro años. Dijiste que tu oscuridad es mía, si así lo deseo entonces me dejarás elegir. Si por alguna razón te vuelves loco y tu magia oscura empieza a controlarte y te vuelves una amenaza para este continente... yo misma te cazaría. No dejaré que alguien te ponga una mano encima. Ni tu padre, ni el mío, ni mucho menos Agroz o Triddor. Seré yo quien te encuentre primero, yo y nadie más. Ya te lo dije, mi última opción será cortarte la cabeza, sin embargo, antes de eso verás como hago todo lo posible por traerte de vuelta sin importar a quien deba derribar en mi camino y no pienso derramar tu sangre antes de haberlo intentado.

Alguien toca la puerta, Tetis no me suelta y tampoco se aleja de mí.

—Nos han mandado a una exploración matutina —Se queja Eric desde afuera

—El rey quiere que estemos listos para después de su junta —Sharman sigue y toca de nuevo la puerta—. Hoy será nuestra última exploración... así que dense prisa.

—¿Debo preocuparme de que en estos momentos cortes mi cabeza? —Le pregunto a Tetis tomando su mano que aún sujeta mi camiseta

Un poquito —Me responde con una sonrisa felina


...


—Estamos llegando tarde —Sharman se estira haciendo que su espalda truene—. El rey nos mandará directo por la ventana cuando entremos.

Nadie contesta, vamos corriendo a toda velocidad, esquivando a los sirvientes y a los guardias del camino mientras vamos alistándonos con nuestras armaduras y armas. Estas semanas que han pasado todos nosotros hemos sido los encargados de vigilar de más cerca a los hechiceros oscuros que siguen rondando en cada rincón del reino Umbria. Los demás guardias ya han sido desplegados por el comandante Khan para que vigilen las entradas y salidas del reino, así como cuidar y proteger a los habitantes de cualquier mal. El reino Umbria jamás había estado infestado de guardias por doquier, no desde la batalla de la traición.

Los que saben sobre mi poder hacen como si no existiera, menos el comandante que de vez en cuando lo sorprendo viéndome con aire pensativo como si quisiera poder entrar a mi mente y encontrar sentido a mi magia, también Víctor y Claus lo tomaron con la mejor normalidad posible, solo Víctor estuvo un día entero sacándome información del cómo y el porqué obtuve la magia oscura de Agroz. Los hechiceros de luz del reino Marisma son los que me tratan con más amabilidad y compañerismo, el rey Millar, padre de Tetis y rey del reino Marisma, se llevó a unos cuentos hechiceros de luz el día de la ceremonia de entierro de los soldados caídos, los que quedan sin duda son los mal fieles hacia la princesa. Si ella les ordena algo, ellos lo hacen, si ella se queja ellos buscan la manera de que a Tetis no le falte nada, la protegen como a una reina.

No puedo decir lo mismo de mi padre. Él me mira como si yo fuera algún tipo de... error. Alguien que no merece tener el apellido Andillac en sus venas. Con solo mirar a mi padre puedo ver con exactitud lo que piensa de mí... cree que soy un engendro del infierno dispuesto a destruir mundos. 

No lo he hablado con nadie, pero no dejo de pensar en que si yo jamás hubiese despertado, si yo jamás hubiese abierto los ojos... mi padre pudiera seguir apreciándome en el fondo de su alma. Ya no sé si lo hace y tampoco me importa, sin embargo, duele creer que tu padre odia todo lo que representas.

—¿Quiénes estarán en la junta? —Pregunta Tetis empezando a trenzarse su cabello 

—Todas las personas que necesiten saber sobre los siguientes planes para destruir a los oscuros —Le contesta Eric ajustándose su arete

—Más que nada —Sharman nos mira seriamente—. El rey solo permitirá el acceso a las personas en quien más confía. No dejará entrar a alguien que bien podría darnos la espalda o que podría vender nuestros planes al mejor postor.

—Cuando nos vayamos esta noche —Eric baja la voz al ver mi mirada de dolor—. El reino Marisma también se enterará de todo... y si les soy honesto, no sé si deseen ayudar más de lo que han hecho.

—Eso no importa —Tetis frunce el ceño de solo recordarlo—. Mi padre piensa que tiene el control y puede que sea más inteligente, pero no debería de acostumbrarse a la comodidad que nuestro reino le brinda.

Tetis le da una mirada de complicidad a Sharman para que él siga la plática.

—El rey Millar lógicamente supone que los oscuros no atacaran al reino Marisma porque está a días de aquí y porque los separa un océano lleno de tinieblas —Sharman se encoge de hombros—. Así que por eso no piensa ayudar. Que nosotros huyéramos del reino destruyendo todos sus barcos y llevándonos a cientos de hechiceros de luz a sus espaldas, nos deja como rebeldes y cabezas huecas.

Todo eso es verdad. No lo quiero decir en voz alta, no cuando las tres personas a mi lado nacieron o crecieron en el reino Marisma. Admito que el padre de Tetis es demasiado confiado, tanto que nunca vi demasiados guardias custodiando su castillo, ni sus entradas, ni salidas, es como si confiara que Agroz y sus oscuros jamás podrían atacar a su reino azulado y eso solo me hace pensar una cosa.

Ojalá el rey Millar pruebe una gota de su propia medicina. 

Al entrar al salón del consejo me da un escalofrío que me recorre desde las puntas de mis pies hasta mi nuca. No había entrado a esta sala en años y verla iluminada por el sol que entra por los ventanales del tamaño de un árbol me hace sentir diminuto. La sala está llena de palcos esperando a ser llenados, forman un semicírculo dejando en el medio una sola silla hecha con las mejores maderas del reino. La silla del rey me llama a ella como si quisiera que la destruyera, que la tomara por sus finas telas de seda y piedras preciosas para que mi magia pudiera consumirla hasta hacerla cenizas.

—Por lo menos no somos los últimos —Susurra Eric detrás de mí

Observo detenidamente a cada persona que ya está sentada en los palcos. Algunas personas son demasiado viejas, los consejeros me ven con autoridad y con cara dura, como si con solo mirarme así reflejaran el mismo asco que mi padre. Para mi sorpresa encuentro a la reina Amelia sonriéndome cálidamente y como es costumbre, Kilian, el hijo de Agroz, está a su lado. También el comandante Khan está cerca de la silla del rey, Víctor, Claus y demás guardias confiables esperan en la orilla de las escaleras a su comandante.

—¿Creen que venga?

Tetis nos pregunta dando un vistazo al asiento rojo abrasador de la duquesa Ruby. De niño me acuerdo que se armó un escándalo porque la duquesa fue invitada a las reuniones más importantes del consejo. Las casas del reino Umbria que son la Carmesí, Bannan , Nattier , Puke y Lilas iban de vez cuando a reuniones que tuvieran propósitos urgentes, pero no tanto como para convocarlos a reuniones hechas solo para estrategias de guerra. Las únicas dos mujeres que pisaron por primera vez este salón fueron mi madre y la duquesa. Mi madre tuvo que convencer a mi padre para que dejara que la duquesa Ruby mandara a hacer un palco especial para ella, de un rojo tan vivo como la sangre misma.

—Llama demasiado la atención —les susurro sin dejar de ver el palco

Todo lo que tenga que ver conmigo llama la atención —Doy un respingo al escuchar la voz de la duquesa detrás de mí. Su mano, ahora más delgada y pálida, me toma del hombro—. Mi palco es mucho mejor que esa silla —Todos volteamos a ver la silla de mi padre—. Tantas joyas y tela aterciopelada para nada.

Nosotros cuatro nos quedamos congelados ante la mirada severa de la duquesa. Al notarlo ella nos sonríe con amabilidad y hace un gesto para que la sigamos.

—No me miren así o me harán pensar que mis canas se ven más de lo que ya creo —La duquesa pasa una mano por su peinado lleno de pasadores de todas las formas y en efecto unas canas blancas como la nieve se asoman de entre su cabello negro—. Debí de hacerme otro peinado, si la gente las ve empezarán los chismes.

No cabe duda que la duquesa está envejeciendo más rápido de lo que cualquier persona creyó posible.

—Pensé que mi padre no la dejaría entrar por esa puerta —Trato de bromear con ella dando en el blanco

—Aunque tu padre me cerrara todas las puertas de este castillo en la cara —La duquesa se sienta en su palco acolchonado—. Yo encontraría la forma de entrar.

Los demás ríen en silencio pasando a sentarse en los palcos juntos a la duquesa, en el momento que doy un paso para ir a sentarme, la duquesa Ruby me toma del brazo haciendo que me acerque a ella.

—Escuches lo que escuches, no dejes que las palabras de tu padre te coman vivo —Quiero responderle y sé que ella quiere decirme más, pero la duquesa deja de verme y sus ojos se posan en algo más allá de las escaleras—. Tal cual como lo imagine... son el uno para el otro —La duquesa suelta las palabras sarcásticamente

Y sé a lo que se refiere porque al seguir su vista noto como mi hermano entra al salón al mismo tiempo que el príncipe Dreyden. Como los dos quieren pasar al mismo tiempo, no dejan que ninguno pase primero... demasiado tercos y brutos. Así que pasan pegándose el uno con el otro, chocando y refunfuñando y haciendo que todos terminemos con la vista fija en ellos. Estoy seguro de que si nadie estuviera aquí, los dos volverían a rodar por el suelo como animales hambrientos.

Para finalizar tremenda entrada, Desmond camina más rápido queriendo subir primero las escaleras para llegar al palco, pero Dreyden con sus pasos gigantes le gana y se atraviesa en su camino lanzándole una risita burlona. Mi hermano le dice algo a lo que toda la gente se queda con la boca abierta y Dreyden le contesta aún peor y todos lanzan un grito ahogado.

—Pensé que ya se llevaban bien —Le digo a Desmond cuando se acerca a mí aun refunfuñando

Desmond rueda los ojos sonriendo.

—Sí, eso supongo.

Y se va pasando de largo sin siquiera mirar a la duquesa. Se ve demasiado cansado, tiene unas ojeras profundas haciendo que sus ojos verdes se vean más oscuros. Y no soy el único que ha notado la gran perdida de peso que ha sufrido.

Me preocupo por él, tanto que quisiera estar yo en su lugar, poder sentir su dolor para que Desmond no sienta ese hueco en el corazón que tanto le pesa. Solo quiero volver a verlo sonreír de verdad, no las sonrisas falsas que nos ha dado todos estos días. Quiero ver cómo sus ojos vuelven a tener ese brillo único, como es que su cabello vuelve a brillar como el oro bajo la luz del sol, y sobre todo quiero volver a escuchar su risa, aquella que no duele y aquella que no tenga que fingir para no preocuparnos.

—Silencio en la sala —Anuncia el comandante en cuanto tomo lugar en medio de Tetis y mi hermano

La orden del comandante es un tanto irónica, ya que nadie está hablando, apenas si respiramos. Todos sabemos que una vez que mi padre entre el silencio es la clave para no terminar en los calabozos o con una espada en el cuello. La duquesa me voltea a ver y pronuncia en silencio las palabras que hace rato me dijo. Escuches lo que escuches, no dejes que las palabras de tu padre te coman vivo.

Espero poder lograrlo.

El rey del reino Umbria entra con su corona reluciente sobre su cabeza, lleva puesta una capa de tela blanca y negra adornada con zafiros y obsidianas. Se ve ostentoso y lujoso. No mira a nadie, ni siquiera al comandante que ahora es su amigo más cercano, aunque eso no quiere decir que mi padre no lo sacrificaría para sus propios fines y eso lo sabe el comandante. Sabe que su rey lo utilizara... ya lo hace y de eso no hay duda. El comandante nunca diría que no a su rey.

—El tema que siempre han escuchado estas paredes —Empieza a decir mi padre antes de sentarse en su trono. Señalando cada parte del salón—. Es siempre el mismo. Y seguirá siendo el mismo en años futuros si no hacemos algo. Los oscuros... si, esos hechiceros de ojos malditos. Sabemos bien que su emperador, si es que realmente merece ser llamado así, tiene bajo su poder a todo un ejército de hechiceros oscuros y no solo eso —Mi padre se sienta en su trono sin dejar de señalar a todos lados—. Ya pudimos ver en la batalla de las montañas de cristal lo que su ejército es capaz de hacer. No solo tiene oscuros rondando por aquí y por allá, tiene además un séquito de innumerables personas de ojos morados. Espías que entran y salen de donde quieren, llevándole información a Agroz. Y tampoco olvidemos a sus adorados dragones —Mi padre ríe un poco y los consejeros más viejos igual—. Esas criaturas y esos hombres de ojos morados no son mi preocupación, son un punto más en la gran mancha que es esta guerra.

Guerra.

Nunca había tomado en cuanta de que si, en efecto, desde hace años, desde que sucedió la batalla de la traición y si no es que más, todos los reinos seguimos estando en guerra contra los oscuros, contra Agroz Baraz.

—Lo que me preocupa es el batallón de sangre viva que tienen ocultos —Mi padre hace énfasis en ocultos pronunciando cada letra con delicada crueldad—. Todos aquí por lo menos una vez hemos pensado en esa remota posibilidad... y ahora déjenme decirles que es totalmente cierto.

Puedo sentir como Desmond se tensa junto a mí, su pecho sube y baja sin control, parece a punto de estallar de agonía, tristeza y furia. Lo único que hago es tomarlo de la mano. Al principio él se relaja, mira nuestras manos unidas y se pierda en ellas...

—Agroz tiene a los rojos —Nuestro padre lanza las palabras como si fueran gloriosas noticias. Y lo son, claro que sí, pero no de la manera en la que mi padre piensa—. Los rojos aún viven y están en el templo Ardor. Ellos siguen ahí...

Después de eso, dejo de oír a mi padre y me sorprendo cuando Desmond se aleja de mí haciendo que nuestras manos se suelten en un movimiento brusco. Mi hermano se levanta empezando a respirar con dificultad, choca con otro palco vacío haciendo que el ruido llame la atención de todos.

—¿Tienes algo que decir Desmond? —El rey le dice viéndolo seriamente, como si esa pregunta fuera un castigo por el ruido—. ¿Algo que aportar?

—Yo... —Mi hermano no sabe qué hacer, no sabe a quién mirar—. Sí.

Se sostiene del palco que tiene detrás con tanta fuerza que temo que lo rompa, traga saliva y trata de respirar con normalidad. Estabilizándose. Poniendo en orden su mente y alma.

—¿Qué harás entonces, padre? ¿Cuál es tu plan? —Mi hermano siempre ha sido así. Demasiado contestón y atrevido según mi padre. Demasiado igual a mi madre—. Quiero saberlo. ¿Rescatarás a esos pobres hechiceros rojos de las garras de Agroz? ¿Ellos regresarán a este reino?

Esa última pregunta apenas si se puedo escuchar. Sé lo que quiso preguntar, sé lo que esa pregunta significo para él.

¿Conan regresará?

Esa era la pregunta real.

No.

Y esa es la respuesta de mi padre.

Desmond se ve agotado, de estar aquí e incluso de su propia existencia. No me atrevo a tocarlo, no cuando siento que si lo hago me volverá a aventar lejos.

—Por los dioses inefables —La voz de Dreyden se escucha de fondo

Mi padre y todos los presentes lo volteamos a ver. Su mirada egocéntrica y llena de confianza hace que nos hipnoticemos por él, por su voz, por sus ojos y por su poder.

Dioses inefables.

No había escuchado de ellos hace años, recuerdo una vez en que mi madre nos contó su historia. La historia de la creación de la magia y del mundo entero.

—¿Por qué nos escodemos mami? —Pregunto Desmond en ese entonces, sus rizos eran bucles alrededor de su cabeza, cubrían sus pequeños ojos verdes como un pequeño oso—. ¿Por qué no podemos estar en nuestras habitaciones?

Mi madre nos acarició las mejillas y nos acercó más a ella. Su aroma, de una calidez infinita con olor a rosas y vainilla, inundaba cada rincón de aquella habitación oscura y llena de polvo.

—Porque la historia que escucharan es la más secreta de todas —Mi madre abrió sus manos en forma de explosión y nosotros reímos—. Si alguien más se entera de esto... —Ella estiró sus manos hasta nuestras narices—. ¡Nos quitarán las narices!

Nuestra madre jaló nuestras narices imitando que las tenía en sus manos. Desmond y yo nos quejamos y lloriqueamos. Nuestra madre al ver nuestro dolor volvió a ponernos nuestras narices y nosotros como los niños inocentes que éramos reímos felizmente.

—Nadie puede saber que yo les conté esta historia ¿me entienden? —Mi madre nos besa las frentes—. Les contaré como cuatro dioses bajaron de las estrellas y como su poder ancestral convirtió a la humanidad en un mundo lleno de magia y misterios.

Y sé ahora y después de revivir aquel recuerdo que cuando mi madre nos advirtió que gente mala nos arrebataría nuestras narices... no se refería a eso en realidad.

No serían nuestras narices las que nos cortarían. Serían nuestras mismísimas cabezas.

Yo lo haré.

Dreyden se levanta, su capa morada se despliega alrededor y su pendiente en forma de corazón es iluminado por los rayos del sol. No se dirige a mi padre. No. Ni siquiera le presta atención de la misma manera en que no se la presto el día en que llego al palacio. Está dirigiéndose exclusivamente a Desmond.

—Yo sacaré a cada hechicero rojo de este templo —Las palabras de Dreyden no suenan vacías ni falsas. Son un juramento, uno verdadero—. Yo lo haré si eso es lo que deseas.

Mi hermano sigue sostenido del palco, está apretando la madera tan fuerte que sus venas resaltan. Ellos dos se dan una mirada que no logro descifrar. Una mirada de recelo, de odio y sobre todo de una profunda admiración. Ellos dos sienten admiración por el otro, y lo que eso signifique a pesar del odio arraigado que sienten es simplemente único.

Dreyden por fin se digna en ver a mi padre.

—Es lo que mi madre hubiese hecho de haber estado aquí.

El rey de Umbria se levanta con rabia, pero no le da tiempo de siquiera pestañear cuando Kilian se levanta a pesar de que Amelia lo intenta retener.

No vine a este reino a jugar a los héroes o villanos —La voz de Kilian se parece tanto a la de su padre que nadie lo interrumpe—. No tarde años perfeccionando mi magia oscura y mis poderes de drokar para venir aquí y ver que solo corren en círculos una y otra vez.

No puedo creer que él con solo diecisiete años le hable de esa manera a mi padre. Al rey que odia que lo interrumpan, al monarca que odia a los rebeldes que tratan de ir un paso antes que él.

—Mi padre sigue con vida... sigue respirando cada maldito segundo que nosotros pasamos yendo de un lado a otro con la información que ya sabemos —Kilian pasa sus manos por su cabello blanco—. Ustedes han tenido más años que yo para poder tomarlo y hacerlo pagar. Para asesinarlo. Y no lo han hecho, y no les estoy diciendo que han sido inútiles o malos en planear estrategias —Kilian sonríe, una sonrisa burlona y llena de sed de venganza—. Estoy diciendo que han sido demasiado compasivos con él. No han hecho lo suficiente.

Mi padre está por explotar. A la única persona que tolera con comportamientos así es a Desmond. A su niño. A su príncipe heredero.

—Por eso estoy aquí —Kilian señala a Dreyden y juntos sonríen como cómplices—. Por eso estamos aquí.

Como si fueran la misma persona, como si los jalara, una fuerza invisible caminan hasta mi hermano, poniéndose cada uno a un costado como sus guardias inmortales. Desmond no sabe como actuar, no sabe si es debe de hablar o si es mejor que se quede callado.

Haremos lo que usted no ha podido hacer en todos estos años —En efecto, Kilian no le tiene miedo ni al mismísimo infierno. Señala a mi padre y sonríe aún más mostrando sus afilados colmillos de drokar, sus marcas oscuras se dejan ver y sus ojos brillan como faros—. Así que quédese tranquilo. Nosotros nos encargaremos.




Es que Desmond se alteró cuando Luca tomo su mano porque acuérdense que en el primer libro CONAN HACE LO MISMO EN ESE MISMO LUGAR AL VER QUE DESMOND ESTABA PONIÉNDOSE NERVIOSO Y PREOCUPADO uhjfuklhsdgk DESMOND SE ACORDÓ DE ESE MOMENTO Y SE EMPEZÓ A ALTERAR y lo único que quería era salir de ahí y olvidarse de ese momento con Conan... LLORO AAAAAAAJKSRFYHWOUIG

Adoro a mis chicos jkwdqrjio obvio en capítulos posteriores conoceremos más de ellos y de sus historias porque están super interesantes. En lo personal amo a Luca, está en mi top de personajes favoritos. AJJAJAJ Desmond y Dreyden son el par de amigos que se molestan solo porque si, la verdad tienen esa actitud porque son demasiado parecidos y pues eso hace que choquen en muchas cosas... y que se quieran golpear casi siempre jajajajja

Gracias, gracias por sus votos y comentarios, los aprecio mucho, me hacen reír con las cosas que ponen y reflexionar con sus preguntas, me aportan demasiado y se los agradezco

Ala. 👑

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