Capítulo 35. Trinidad conquistada
DESMOND
Un nuevo poder late en mi interior. No sé lo que es, pero despertó en el momento en que Conan me trajo de regreso del reino de la muerte.
Iba. a. morir.
Conan me rescató, pero no fue solo eso; su magia, esa bendita magia suya, penetró en lo más profundo de mi alma y acarició cada uno de mis sentidos. Se aferró a mí con fuerza mientras veía a Conan desmoronarse en pedazos.
Rompemos nuestro beso justo cuando dos rugidos hacen que el reino tiemble. Kilian y Binu atraviesan nube tras nube intentando herir al otro, sus fuegos se entrelazan haciendo que el atardecer se vea magníficamente aterrador.
—Kilian... —Volteo a ver a Conan—. Él no es Kilian, lo están obligando a...
—Lo sé —Conan toma mi mano y juntos nos levantamos del suelo escarchado—. Triddor es quien lo controla.
Su mano aprieta la mía con fuerza, pero al verlo a la cara me doy cuenta de lo exhausto que está...
Una flecha gigante y luminosa sale disparada hacia los drokars, a unos cuentos metros Amelia baja su arco y grita a sus guardias por más flechas. Conan y yo corremos a su dirección, donde Vicky y Amber intentan detenerla, pero ella se las quita de encima y lanza otra flecha que, esta vez, roza la cabeza de Kilian.
—¿Qué crees que haces? —Vicky logra arrebatarle el arco con su magia
Las tres voltean a vernos en cuanto llegamos, puedo sentir como quieren correr y abrazarme, pero se mantienen en sus posiciones, demasiado serias y concentradas.
—Kilian matará a Binu si no hacemos algo... —Amelia traga saliva pasándose las manos por el rostro.
—Triddor está controlando a Kilian... —intento decir, pero Amelia explota.
—¡Eso ya lo sé! —Señala hacia arriba—. Ella es mi amiga... eso creo y él... él... jamás había sentido algo así por nadie. Pero si no hago algo, Kilian matará a Binu... Binu matará a Kilian, los perderé a los dos y no lo puedo permitir.
—Estás eligiendo a Binu por sobre Kilian... —Los ojos de Amber se ponen cristalinos—. ¿Por qué?
—Porque él me lo pidió —Amelia suspira con agonía, el terreno poco a poco se impregna de la magia de Conan—. Antes de salir de mi reino, Kilian me dijo que esto podría ocurrir y que si intentaba herir a uno de ustedes o a cualquier otra persona... no debía pensarlo dos veces... una sola flecha en su corazón sería suficiente para acabar con él... con el dolor en su interior.
—Debe haber otra forma —mi voz se pierde justo en el momento en que una magia poderosa que creo reconocer se cierne por todo el lugar, incluso por encima de la de Conan.
Los drokars sobre nosotros salen volando a direcciones opuestas, tan fuertemente que desaparecen en las profundidades de la tierra. Un denso polvo se esparce nublando nuestra vista, el batallón de Amelia nos protegen encerrándonos en un círculo, los pocos hechiceros de luz presentes nos enredan con su magia. Aquel polvo poco a poco va desapareciendo y por fin somos capaces de ver.
—Ese no es... —Vicky señala al hombre que camina con gracia egocéntrica hacia el lugar en donde Kilian cayó.
—Dreyden —termino de decir sin poder creerlo.
El príncipe de cenizas porta larga capa morada, que se arrastra por el suelo a cada paso que da; lleva su mano izquierda a la altura de su corazón haciendo movimientos lentos y extraños, los pocos rayos de sol logran iluminar su piel pálida haciéndolo ver más como un fantasma con sed de sangre. La cabeza de Kilian logra sobresalir del agujero en el suelo, pero Dreyden estira su brazo hacia él y Kilian retrocede. Su magia de persuasión está luchando contra la oscuridad de Triddor que emana de Kilian, y Triddor lo sabe por la manera en la que grita desde el otro extremo del pueblo.
—¿Es capaz de lograrlo? —pregunta Conan y todos voltean a verme a mí.
—De niño asesino a una araña y tomo su corazón enjoyado como recompensa... lo lograra de nuevo esta vez.
Binu sale del sucio agujero en su forma humana, llena de heridas y tierra, pero cuando su vista nos enfoca, una sonrisa se extiende por su rostro. Conan me hace señas para que salgamos para ayudarla y eso hacemos, las chicas se quedan en el círculo de luz y nosotros corremos con cautela hacia Binu.
—Debes luchar —escucho que Dreyden le dice a Kilian y me detengo en medio del camino, Conan sigue corriendo encontrándose con Binu y curándola—. Eres igual de fuerte que él... no piensen lo contrario. Sácalo de tu mente, rompe toda conexión y atraviésalo con tus marcas, yo no puedo hacer todo el trabajo Kilian. ¡Recuerda quién eres y el porqué estás aquí!
Los ojos de Kilian resplandecen con más fulgor a pesar de que sus largos colmillos intentan alcanzar a Dreyden, sus garras se aferran a la orilla del agujero y con tenacidad logra salir cubriendo todo el terreno con escarcha, Dreyden expulsa su magia con más fuerza tratando de ayudarlo y en un parpadeo de hielo y oscuridad Kilian deja atrás sus alas y garras transformándose en el hechicero oscuro que es.
Un hilo invisible de poder hace que mi cuerpo se mueva hacia atrás segundos antes de que cientos de marcas oscuras salgan disparadas del cuerpo de Kilian. Dreyden sonríe con malicia y entusiasmo, al igual que Kilian, quien ha vuelto en sí, su cabello blanco hace contraste con las llamas al fondo, sus marcas, han llegado hasta el remolino hecho de sombras de Triddor, el cual se evapora en un chispazo en cuanto las marcas lo tocan.
—¿Qué les parece si dejamos atrás las tonterías de una emboscada y vamos allá y lo destrozamos con nuestras propias manos? —Kilian nos dice mientras sus marcas regresan a él, en una mano su magia oscura se hace presente, en la otra su hielo forma una especie de daga.
Sonrío tan complacido como ellos, observando cómo Triddor empieza a escalar la torre más alta de la iglesia del pueblo, perseguido por mi hermano y Tetis. El sol se oculta, dando la bienvenida al anochecer, pero, sobre todo, a las tinieblas. De ellas dependerá si nuestro destino es iluminado por las estrellas benditas o si Triddor nos desgarrará hasta lo más profundo de nuestro ser.
LUCA
El sol se oculta en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos que contrastan con la figura imponente de Triddor trepando la torre. La oscuridad que lo rodea se cierne sobre nosotros como una sombra amenazadora. El remolino de oscuridad ha desaparecido, y mi mirada se enfoca en las cenizas de mi pueblo, reducido a escombros y silencio. Un susurro se eleva de la tierra devastada, contándome la historia de pérdida y desesperación que hace poco mi hermano tuvo que sobrevivir.
—¡Heriste a Desmond! —grito subiendo más rápido con ayuda de mis marcas, los ojos horrendos de Triddor me miran con diversión.
Mis marcas vuelan hacia él y logran enterrarse en su brazo, pero Triddor sigue subiendo tranquilamente la torre, entierro más mis marcas, logrando romperle el brazo y desgarrándoselo. Una fuerte ráfaga de magia de luz me hace retroceder, Tetis detrás de mí forma una barrera protectora.
—Debemos no solo derrotarlo como hechicero oscuro —me dice—. Su magia de luz es tan fuerte como la mía y su magia roja...
Nos quedamos petrificados observando como en segundos el brazo de Triddor regresa a la normalidad entre destellos de magia.
—No pueden hacerme daño —Triddor voltea a vernos con una sonrisa felina—. Los destruiré a todos y una vez que lo haga, una nueva era llegará.
Las manos de Triddor se alzan en dirección al norte, donde un viento gélido silba como una criatura enfurecida. Triddor lanza ráfagas de oscuridad, y en ese instante, me doy cuenta de que una multitud se aproxima corriendo hacia nosotros. La oscuridad de Triddor está a punto de alcanzarlos, pero un millar de diversas magias se elevan en su contra.
En un frenético ballet de colores y energías, las distintas habilidades mágicas se entrelazan en un intento desesperado por contrarrestar la amenaza oscura. Rayos de luz, barreras protectoras y hechizos de contención se desatan en una sinfonía mística.
—¡Mira allá! — Tetis señala hacia las otras torres, donde sus monstruos gigantes escalan con rapidez —. Iré a por ellos; no podemos esperar a que se interpongan cuando ataques a Triddor.
Mi mano la sujeta de la cintura, ella me sonríe, posando su mano en mi mejilla.
—Sabes que estaré bien...
Asiento soltándola; ella mira hacia Triddor, que ahora está de pie en el balcón de la torre, observando con asco al tumulto de gente que aún viene corriendo.
—Recuerda no solo atacar la superficie —Tetis se aleja, haciendo señas a Sharman y a más hechiceros de luz para que se vayan hacia las torres donde están los monstruos —. No sirve de nada si no ves lo que hay en el interior...
Tetis se da la vuelta lanzándose en el aire y corriendo hacia las torres con la ayuda de su magia justo antes de que un pedazo de pared se estrellara a unos cuantos metros.
—¡Basta ya de intentar vengarse! Triddor hace que su voz resuene incluso hasta el reino Marisma—. Atacarme no servirá de nada... no traerá a sus muertos de regreso.
Unas marcas oscuras enredadas en hielo vuelan como serpientes hacia los gigantes de sombras que tratan de protegerse de Tetis, mis marcas vuelan con ellas y juntas embestimos a los monstruos quienes aúllan de dolor dándome más ventaja a Tetis y Sharman que unen su fuerza atrapando la cabeza de uno de ellos en una especie de celda.
Al parecer, las palabras de Triddor hicieron efecto en el tumulto de allá abajo; una magia roja se enciende, convirtiendo las ruinas de mi pueblo en un nuevo infierno... en un cielo de dioses dispuestos a proteger su hogar.
Hago lo mismo, encendiendo mis brazos en los guantes del óbito y lanzándome de lleno contra Triddor, su magia de luz hace una barrera en contra mía, pero solo basta con un roce de mis manos para que su magia se arrodille y desaparezca.
No lo pierdas de vista.
La voz de Desmond llena mi mente, hecho un vistazo hacia abajo tratando de localizarlo.
Nosotros nos encargaremos de aquí abajo, destroza a Triddor... quiébralo y después lánzalo hacia las llamas, hacia nosotros.
—No mereces tener la frente en alto —grito hacia Triddor—. La magia que posees puede que sea fuerte ahora, pero debes recordar...
Un destello oscuro hace que desvíe mi vista de los ojos de Triddor hacia su costado, hay algo ahí, algo que me llama, que me implora, que...
Su magia combinada choca contra mí, tomándome del rostro y enterrándome en las paredes de la iglesia, la cual también intenta penetrar mi mente, los vidrios de las ventanas me destrozan el cuerpo; hilos de magia roja me envuelven antes de chocar contra el piso.
La luna se hace visible por fin, quedando justo en la abertura que ha quedado, se posa como un ser lleno de misterios y de deseos por completar. La magia roja que me ha envuelto se adentra en mi interior curando mis heridas. Mi propia oscuridad empieza a consumir las sombras que la noche nos ofrece, cierro los ojos.
Las marcas de Triddor vienen hacia mí, él igual, se ha lanzado con una espada hecha con su propia sangre afilada por su magia de luz, la cual me apunta directo al corazón.
Uno, dos, tres...
El tiempo se detiene, y veo mi propio reflejo en la espada de Triddor; todo el lugar se ha llenado de mis marcas oscuras, ya no puedo ver el suelo debajo de mí, ni la luna allá arriba, solo somos mis propias sombras y yo junto con el resplandor de mis ojos rojos.
Trato de ser lo más veloz que puedo, Triddor está intentando entrar al bucle de tiempo que he detenido, así que en un movimiento feroz, mis marcas se lanzan contra él terminando de estallar las pocas ventanas de la iglesia, pero Triddor fue igual de rápido y lo único que pude lograr fue cortarle sus manos...
A lo lejos logro escuchar unos aleteos, seguido de rugidos y llamaradas de fuego. Pero que mis marcas hayan atacado de aquella manera hizo que las entradas y posibles salidas de la iglesia quedaran selladas.
Solo estamos Triddor y yo.
—Me deleitaré en cuanto corte tu cabeza... —Triddor mira su espada en el suelo, la cual sigue brillando con letalidad—. La levantaré para que todos la vean y después... después iré por tu hermano y también por tu hermosa novia.
Mis marcas se mueven, pero las de Triddor las atrapan en un remolino que me quema el alma.
—¿Sabías que la magia roja, además de curar, puede quemar? —lanza una risa observándose sus manos mutiladas—. Es gracioso de solo decirlo, paso de ser una magia sumamente valiosa a una magia gloriosa y yo tengo la fortuna de tenerla, ¿no te causa risa?, tengo todo lo que he soñado... o lo tendré cuando entierre a todos ustedes en el mar de los lamentos.
Las llamas se hacen más intensas del otro lado, algunas de ellas logran traspasar los escombros.
—Soy un maldito dios —Triddor se rie aún más fuerte alzando sus manos y poco a poco su magia roja logra crearle unas nuevas manos.
A pesar de las llamas de magia roja que envuelven a Triddor, junto con su demás poder, debo entrecerrar los ojos para percibir lo que Tetis mencionó. Hay algo más allá, una aura que lo envuelve y la cual note hace unos minutos; es una presencia devastadora y lúgubre.
Son almas.
Sus rostros emergen gradualmente, pero mi corazón da un vuelco al notar que parecen derretidas, como si alguien las hubiera forzado y sumergido en lava ardiente. Sus bocas se deforman en expresiones extrañas y aterradoras, y ninguna de ellas posee ojos...
Mi semblante se desvanece al reconocer una cara familiar.
—Medras... —susurro dando un paso al frente
—¿Qué susurras? —Triddor se sacude el polvo de su ropa con sus nuevas manos, después levanta su espada con egocentrismo y superioridad.
Mis brazos se vuelven a encender, sin quitar la vista del rostro deforme de Medras, hago que mis marcas y las pocas sombras que logro llamar se formen detrás de mí convirtiéndose en un ejército.
—Creo que aún no lo entiendes, ¿verdad? —Doy otro paso adelante—. En este lugar si hay un dios...
Trueno mi cuello mientras comienzo a caminar junto con todo mi ejército. Triddor alza su espada, y sus marcas oscuras se despliegan frente a él, formando una barrera protectora. Me permito sonreír, y por un breve instante, siento que el alma de Medras también lo hace.
—Y lastimosamente no eres tú.
Con un grito ensordecedor, libero toda la oscuridad que he acumulado, fusionándola con mi ejército y con aquellas almas que me permiten destrozarlas una vez más. La combinación de fuerzas forma un vórtice mágico que envuelve a Triddor. La magia roja que lo protegía comienza a desvanecerse, su espada se rompe en pedazos que salen disparados a los escombros que caen en picada formando una salida.
—¡Eres un sucio intruso! ¿Crees que puedes jugar con mi mente? —La voz de Triddor retumba haciendo eco.
Todo mi ejército ha desaparecido junto con mis marcas, porque ahora están dentro de la mente de Triddor, vagando por sus rincones más insólitos e inhumanos, intentando encontrar cada recuerdo donde su magia, espada y sucias manos asesinaron a todas esas pobres personas.
El alma y mente de Triddor es un lugar caótico, lleno de resentimiento y odio. Invoco las almas de aquellos a quienes ha dañado, permitiendo que sus voces atormentadas llenen su mente.
—¡Detente!
Las almas se reúnen haciéndose aún más visibles, como fantasmas se posan alrededor de Triddor acercando sus caras alargadas y quemadas.
—¡No! —grita Triddor tratando de lanzar sus marcas hacia ellas—. ¡Todos ustedes vuelvan al infierno al que los mande!
Mis marcas logran encontrar cada uno de los recuerdos de aquellas almas y de a poco estas revelan sus rostros distorsionados; todas ellas abren sus aún alargadas bocas y de ellas salen gritos atroces, súplicas llenas de terror y angustia, sonidos crueles y amenazas desgarradoras.
—¿Lo estás escuchando? —mi voz logra escucharse entre los gritos—. Son los sonidos de todas las muertes que has provocado... todo el dolor que has escrito en aquellos que te pidieron misericordia.
La sonrisa en mi rostro persiste, alimentada por la conexión momentánea con el alma de Medras, la cual me sigue observando con orgullo.
Me concentro una vez más, mi ejército y mis marcas salen de la mente de Triddor, robándole su alma. De su garganta sale un grito que hace que el tiempo se detenga, su pequeña alma vuela hacia mí y cuando la tengo en mis manos, la tiro al suelo y la aplasto con todas mis fuerzas.
Ahora soy yo el que detiene el tiempo logrado atravesar el poder de Triddor y haciendo que se quede inmóvil, los lamentos de las almas siguen sonando tan fuerte que me revientan los oídos.
Mis marcas se elevan atravesando las almas, las cuales se voltean hacia mí, sus rostros alargados regresan a la normalidad, sus ojos brillan con un agradecimiento que me llevaré hasta el día de mi muerte.
El tiempo vuelve a la normalidad en el instante que mis marcas enredan a Triddor de pies a cabeza.
—Tu peor enemigo fuiste tú mismo —le digo haciendo a un lado mis marcas que cubren su corazón—. No eres capaz de soportar tu propia crueldad... espero que los dioses y las estrellas benditas te lleven al reino de la Muerte y que ella te lance al infierno que mereces.
Mis manos envueltas en los guantes del óbito tocan la piel fría de Triddor encendiéndola en un destello voraz, empezando a derretirla, su cuerpo bajo mis marcas se retuerce, su magia roja empieza a brillar, pero mis sombras la apagan de un soplido. Mis manos se aferran a su piel y a sus huesos hasta llegar a su corazón.
—Espero jamás volverte a ver, porque si eso llegara a pasar... me volvería a comer tu corazón, volvería a destrozar tu cuerpo y tomaría lo que quedase de tu alma y la encendería en llamas oscuras hasta verte sufrir una y otra vez.
Mis manos toman su corazón y me basta con jalarlo una sola vez para que este se despegue de su lugar; sangre negra y espesa brota manchándome el rostro, el corazón sigue bombeando en mi mano y es tan vil y asqueroso como me lo imagine.
—Es todo suyo —Volteo hacia arriba, donde el techo de la iglesia es arrancado por garras envueltas en hielo y fuego.
Kilian y Binu se estremecen en señal de victoria, Conan y Desmond se aferran con fuerza a Binu, debo observar a mi hermano de nuevo; no es él mismo... no solo ha cambiado el color de su cabello, hay un poder, algo que lo hace ver más como un rey que como un principe. Les lanzo el corazón envuelto en sombras y sangre sin perder más tiempo, los drokars se alzan en vuelo volviendo a rugir, gritos de victoria suenan a los lejos.
Mis marcas se alejan de Triddor quien asombrosamente sigue respirando.
—La verdadera fortaleza no radica en la inmortalidad, sino en la nobleza de nuestros actos. Tu oscuridad ha contaminado este mundo por demasiado tiempo —le susurro acercándome a centímetros de su rostro—. Y es por eso que ya no puede quedarse contigo.
Una risa débil sale de su garganta.
—¿Me la robarás? —Triddor empieza a hablar entre espasmos mientras mis marcas se funden en el núcleo de sus magias.
—¿No es gracioso? —le sonrío enseñándole los dientes—. ¿No te causa gracias acaso?
—Te convertirás en mí... el bucle comenzará de nuevo...
—El bucle soy yo —Mis marcas sueltan su núcleo dejándolo vacío—. Siempre lo he sido.
Empujo el cuerpo de Triddor en el momento en que da su último respiro, las almas se lanzan hacia su cuerpo empezando a destrozarlo parte por parte.
Al darme la vuelta me encuentro con las almas de Medras y de Félix. No soy capaz de moverme, ni de decir nada... se ven tan... reales. Mis labios se entreabren, pero Medras niega con la cabeza y me detengo, Félix me sonríe con cariño y al ver que Medras se arrodilla este rueda los ojos, la mano de Medras jala a la de Félix y este le dice algo que no soy capaz de entender; al final los dos terminan arrodillados frente a mí.
Una luz iridiscente en el cielo capta mi atención; un millar de estrellas fugaces están volando sobre nosotros, me permito sonreír y regresar la mirada a mis amigos...
Ellos se han ido.
Y es por ellos, y por todas las personas que Triddor torturo tanto en vida como en muerte, que una nueva era ha llegado a este continente. Donde no existan más hechiceros capaces de adentrarse en nuestras tierras y donde la única sombra sea la mía. En este momento, con el corazón lleno de gratitud y determinación, me arrodillo en el suelo, sintiendo el polvo bajo mis manos.
Las estrellas fugaces continúan su danza, como guardianes celestiales que aprueban nuestro triunfo. En el silencio de la noche, un susurro tenue se alza en el viento, llevando consigo el eco de los sacrificios y la fuerza de la resistencia.
Mis lágrimas se mezclan con la lluvia que comienza a caer, una lluvia que parece ser la bendición de los dioses sobre la tierra liberada. Levanto la vista hacia el cielo, agradeciendo a aquellos que ya no están con nosotros, pero cuyo espíritu sigue vivo en cada rincón de este renovado continente.
El poder oscuro de Triddor ha sido derrotado, pero la llama de la amistad y la valentía arde más fuerte que nunca en nuestros corazones. Cierro los ojos y siento el pulso de la tierra, conectándome con la energía renovada que fluye a través de ella.
Con un suspiro de alivio, me pongo de pie, mirando hacia el horizonte con la certeza de que el amanecer traerá consigo un futuro lleno de promesas.
Mi hermano aparece entre los escombros, la lluvia hace que su cabello plata parezca motas de nieve, sus ojos verde pino brillan con una intensidad devastadora; los dos corremos hasta envolvernos en un abrazo.
—Ellos están bien —le digo—. Medras... Félix... ellos ya son libres.
—Al igual que todo el continente... los reinos... la gente... —Desmond me toma de los hombros moviéndome con entusiasmo—. ¡Y es todo gracias a ti! Las personas creará canciones a tu nombre... serás una leyenda... te convertirás en un legado.
LO SEEEEEEEEE yo igual pensé que ya no iba a narrar desde la perspectiva de Luca, peroooo aquí está, admito que llore un poco hdfbfbskjlf estos días ando muy sentimental... ¿listos para el final?
Ala. 👑
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